lunes, 6 de diciembre de 2010

Territorialidad, integración y beneficios municipalistas

No se sabe quién fue el gracioso al que se le ocurrió que cuanto más pequeño sea un distrito, en lo que a extensión ó área se refiere, la gente viviría mucho mejor. Es decir, los vecinos de las cuadras 8 a la 16 de la calle Las luciérnagas, nos juntamos con los vecinos de cinco paralelas hacia adelante, cinco hacia atrás, con las transversales incluidas y ya está, convencemos a todos que es mejor crear nuestro propio distrito y tener nuestro propio alcalde o alcaldesa, con sus regidores y todo le demás y ya está. Bonito, ¿no? Tamaña idiotez, de aprobarse, como se han aprobado similares antes, no sería culpa de los graciosos con el manipulador inicial a la cabeza, sino del poder legislativo que aprueba su creación y del ejecutivo que apoya la misma. En forma similar se ha venido aprobando, en Lima por ejemplo, la creación de hasta 42 distritos, sin mayor argumento que el de, por voluntad de los vecinos y mía, queremos independizarnos de tal o cual distrito original y convertirnos en la vedette distrital de la ciudad, ya verán qué bien lo hacemos. Por otro lado las luchas interminables entre distritos existentes por apropiarse, en un caso, o "defender" en el otro, unas cuantas cuadras o calles han sido objeto de atraso y desorganización en la planificación de desarrollo de zonas urbanas enteras ¿Saben estos incautos separatistas o invasores, según sea el caso, que no hay peor gestión que la de seguir desintegrando un área que por formación original, por integración posterior y por criterio racional, no debe separarse, desunirse, desintegrarse? Seguro que no. Sólo saben que es bacán sentirse reyezuelo de un lugar cualquiera sin importar el bienestar de los ciudadanos implicados.

La ciudad de Lima, que debería tener un máximo de 7 a 9 mega distritos, con un solo alcalde metropolitano y 7 a 9 Consejos sub metropolitanos, conformados por consejeros de primer nivel, cuenta con 42 distritos cada uno con su propio alcalde y consejo de regidores, más el alcalde de Lima y su propio consejo. Un total de 43 alcaldes, 439 regidores, 43 gerentes municipales y no menos de 500 funcionarios llamados de confianza. A ello hay que agregar no menos de 150 asesores de alcaldía y otros personajes que por arte de birlibirloque terminan comiendo con los impuestos de los vecinos. El total anual aproximado de este enfermizo dispendio, que atenta directamente contra el bolsillo del vecino contribuyente asciende a la cantidad aproximada de Setenta millones de nuevos soles al año. No estamos considerando que al tener cada distrito su propia planilla administrativa, entre todos,  no menos de 10,000 empleados, además de locales, servicios, vehículos y "otros bienes", los vecinos de Lima, que es una sola, estarían soportando un costo anual adicional, de por lo menos Doscientos treinta millones más. Un total general de más o menos y, con seguridad, mucho más, de TRESCIENTOS MILLONES DE NUEVOS SOLES. Bueno pues, la mala noticia es que mientras no cambiemos de mentalidad, desterremos chauvinismos y tonterías similares y, sobre todo, no podamos zafarnos de los grupos de poder que manejan a su antojo alcaldes y funcionarios, seguiremos gastando lo mismo y viviendo cada día peor. La buena es que si por un momento consideramos la posibilidad de cambiar las cosas de una buena vez, ya está hecho. Con un rediseño del manejo administrativo de la ciudad, con la comprensión, buena voluntad y compromiso de los vecinos, con la redefinición del marco legal y el apoyo del poder legislativo, los vecinos de Lima nos ahorraríamos no menos de Ciento cincuenta millones de nuevos soles al año y tendríamos la facilidad de arreglar la ciudad, con un solo proyecto integral de desarrollo y recibir buenos servicios con un bajísimo costo y con una calidad de primer nivel.

Y no hay nadie a quien matar, simplemente entrar en razón y, esto sí que va a costar mucho tiempo y esfuerzo: cambiar de mentalidad. Primero, convencernos de que los únicos y verdaderos dueños de la ciudad somos nosotros mismos; que todos los que trabajan en la administración municipal de los distritos y de Lima metropolitana, son nuestros empleados, que no lo están haciendo bien, que son ciertamente incapaces e ineficientes y lo que es peor, la organización y el esquema de trabajo no son los correctos. ¿Dónde empieza todo? En eso, en la concientización de la población con una sola idea: MEJORAR NUESTRA CALIDAD DE VIDA, A UN COSTO RAZONABLE, PREVIA DEVOLUCIÓN DE LA CIUDAD A NOSOTROS, LOS VECINOS. ¿Quiénes estarían interesados en que esto no funcione? Los partidos políticos tradicionales y conservadores, los grupos económicos que creen que nuestra ciudad y sus necesidades de infraestructura y servicios son un mercado de pulgas y, sobre todo, los incapaces, resentidos y acomplejados de siempre, que queriendo figurar y ganarse alguito en el camino, harían lo imposible por encontrarle el lado malo al rediseño administrativo de la ciudad. El asunto es que por esos doscientos o mil opositores, somos más de ocho millones los que queremos, exigimos y estamos seguros de poder vivir mejor.

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