domingo, 27 de diciembre de 2009

La Gestación de una campaña electoral

Se ha señalado, en principio, el domingo 3 de Octubre del 2010 para la realización de las elecciones municipales y regionales en el país; la publicidad y el bochinche respectivo culminará entonces, el domingo 26 de Setiembre, porque así lo manda la ley electoral. Es decir, estamos, a partir de hoy domingo 27 de Diciembre, exactamente a 9 meses de la fecha límite para hacer uso de todo con lo que se pueda contar y con lo que no también, para posicionarse como el candidato ideal para el votante. Pagar publi cherris, dar propina a los periodistas que se prestan a ello, rogar para que te inviten a los programas humorísticos o de la farándula, regalar calendarios, polos, llaveros, dar besitos y apretones de manos a diestra y siniestra, imprimir volantes, afiches, carteles y cartelones; alquilar oficinas, autos o camionetas con megáfonos, hacerte un himno, pagar a algunas encuestadoras que te harán el favor de ponerte un par de semanas como el candidato favorito, enviar cientos de notas de prensa a los diferentes diarios y revistas para que aunque sea publiquen un par. Amistarte con la esposa, asistir a misa, ir a comer a restaurantes concurridos, rogarle a los vecinos para que pongan tu cara sonriente en sus ventanas o techos y prometer, cada vez que tengas un micro o un par de vecinos al alcance, que cuando seas alcalde, por Dios que a todos les va a ir bien. Si pues, para eso sí estamos preparados y los votantes esperan eso y nada más. Si tienes suerte y tu apellido suena bonito, eres pintón y te respalda un partido mediano o grande, además de contar con el favor económico de tus socios a futuro, que luego te exigirán recuperar su inversión en el menor tiempo posible, entonces ya estás casi seguro. Pero, ¿y el programa municipal de gobierno?; ¿Y el proyecto integral de desarrollo sustentado y sostenible para tu distrito o provincia?; ¿Y tu equipo de trabajo?

He escuchado lamentaciones de todo calibre, pasadas la emoción y la euforia de las elecciones, diciendo cómo me equivoqué, cómo fui a votar por este simplón, este pobre diablo y otros adjetivos un poco más subidos de tono. Si les preguntamos a esas personas por qué votaron por ese candidato, la respuesta siempre será: pero si era el ganador, así lo decían las encuestas, los amigos, las notas en los periódicos. Mejor hubiera votado por fulano, aunque igual no hubiera ganado. Y debo reconocer que a mí no me gusta votar a perdedor. Bueno pues, para otra vez será. Hay que ser bien baboso para seguir pensando de esa manera. Equivocarse al elegir un alcalde es desperdiciar cuatro o más años de la vida de tu comunidad, es muchas veces empeñar, a futuro, las cuentas municipales que no permitirán un verdadero crecimiento, es quedarse relegado en el concierto inter distrital, mientras los otros avanzan y posicionan muy bien a su distrito en las preferencias comerciales metropolitanas, en la revalorización de los terrenos y propiedades y hasta en el mejoramiento de vías principales, gracias a que cuentan con un verdadero líder promotor del desarrollo.

Y aunque parezca mentira, elegir bien puede ser lo más fácil del mundo. Simplemente hay que interesarse, hay que pensar en qué conviene a los intereses de mi propia comunidad, tener una idea clara de las funciones y responsabilidades de las personas que vamos a elegir, pero, por sobre todo, escuchar bien y tratar de ver más allá de las apariencias. Olvidarse de las encuestas, mirar con recelo las campañas bullangueras y costosas, olvidarse, por esta vez al menos, de los partidos políticos y sus recomendados o favoritos, teniendo presente que todo momento cuenta y que aunque el cartero llame dos veces, la oportunidad se presenta una sola vez. Particularmente veo las elecciones municipales del 2010 sumamente difíciles. El Apra, que es el partido en el gobierno central, no permitirá que se le escapen de las manos los territorios ganados a sangre y fuego hasta el 2009; sí mas bien, tratará de acumular nuevos espacios políticos, pues en los meses siguientes, en las elecciones generales, se las jugará todas para salvar el pellejo y que no entren acuciosos mirones a ver cómo es que dijo que fue. Sería sumamente penoso que por esta y alguna otra razón de similar índole, volvamos a perder la oportunidad de rectificar y rectificarnos.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Navidades Municipales

Ha llegado la Navidad y todas las municipalidades han llamado a las empresas que creen les deben favores para pedirles, exigirles mejor, que les colaboren con las chocolatadas, los regalos para los hijos de los trabajadores y para algunos niños pobres del distrito también. Y, claro, para cubrir las gratificaciones de los trabajadores municipales y, ¿para tapar algún huequito contable?Pues, son necesarias las amnistías tributarias para que los vecinos se pongan al día y llenen las talegas municipales para pasar en azul y sin reclamos laborales. Ah, sí, para que no piteen los sufridos comerciantes a los que se ajusta con cobros desmedidos, hacerles algunas concesiones para que puedan vender más y de paso también ponerse a día. Y ya está, ésa fue la Navidad municipal. Y hasta el próximo año, a las próximas chocolatadas y las nuevas amnistías. Qué pena da y qué vergonzosa la actitud de nuestras autoridades locales. Ya no es solo falta de creatividad, es más bien un grotesco aprovechamiento de una fecha determinada para ellos pasarla bien, ser regalones con la ajena pensando, claro, en las posibles reelecciones y de paso recaudar, la fecha es propicia.

Empecemos por el final. Cuando la gestión es mala, la recaudación tributaria anda en lo mismo. Cuando la población percibe que hay estafa de por medio, apropiación ilícita de las arcas municipales, beneficios personales de las herramientas y propiedades municipales, entonces los vecinos dicen naranjas, a ti no te pago ni de vainas. Además de que los montos a cobrar no son los justos ni equitativos, entonces para qué pagar. Y aquí viene lo tremendamente injusto del sistema, un buen porcentaje de vecinos anda al día, más por evitar problemas que por poseer una adecuada cultura de pago y pagan sin descuento, por adelantado y sin facilidad alguna. La amnistía por el contrario permite que usted pague lo que no pagó hace dos años, sin moras, multas ni nada parecido. Primero, amnistiarte es reconocer que mi cobranza no es todo lo justa que debiera y que da lo mismo que me pagues dos años después cuando yo contaba con tu dinero para mi presupuesto a ejecutar. Esto demuestra que los cálculos no son correctos, que en realidad cobro de más por si acaso me falte, que la administración es pésima, que no se cuenta con el apoyo real de la población y que como no me queda otra, te lo perdono todo y me burlo del vecino cumplido, que el próximo año hará lo mismo calladito no más.
En segundo lugar extorsionar, vía el "colabórame pues", a las empresas más sólidas de la comunidad, para quedar bien con los niños pobres del distrito es casi un delito. Las empresas que se asientan en una comunidad se deben a los vecinos, que los favorecen con su preferencia y no a las autoridades municipales, aunque éstas les hayan regalado las licencias o les hayan hecho concesiones indebidas. Ninguna empresa está obligada a "colaborar" con la municipalidad para que ésta quede bien. A no ser, claro, que esté en falta. Pero ello equivale a robarle al ladrón, que aunque genere cien años de perdón, está oficializando una política municipal informal y los arreglos bajo la mesa. Si claro, pero aunque yo no le deba nada a la municipalidad y tenga todo en regla me expongo a la ira de la autoridad y de los municipales uniformados. Sí pues, todos hemos sido testigos de cobardes agresiones y abusos por parte de la autoridad municipal, así como de regalos y prebendas indebidas e injustas. Pero ahí vamos, tranquilitos y calladitos no más.

En tercer lugar, las gratificaciones de los trabajadores municipales constituyen un derecho laboral y, como tal, debe ser presupuestada y contar con las transferencias respectivas, como la ley lo manda. Pero claro, si quiero ser generoso con cierto grupo de funcionarios y regidores siempre me va a faltar y por ello debo apelar a cualquier tipo de recurso para paliar el asunto. Dios, cuántas estupideces e injusticias se cometen para celebrar el cumpleaños de tu hijito.
Muy bien señora, disculpe usted, sólo critico y nada de aportes ni sugerencias para celebrar en paz, con alegría y sobre todo sin apuros ni estrangulamientos económicos. Aunque usted no lo crea eso es más fácil que meter la mano a la billetera del esposo o a la cartera de la esposa. ¿Primero, cómo quieren celebrarlo? Que se abstengan de responder los que no saben no opinan o mayormente desconocen, porque siempre hay estúpidos en cada barrio. La autoridad municipal debería propiciar un acercamiento entre los propios vecinos, con el respaldo y la seguridad policial respectiva, no vaya a ser, por ejemplo, que el vecino de enfrente, ese que se parece a Badani, se quiera levantar una esposa ajena. Conformar grupos de voluntarios, que dirigidos por equipos municipales, limpien fachadas, arreglen el mobiliario urbano, ahí sí, que las empresas ayuden, a cambio de propaganda sin costo, con pintura, andamios, mano de obra, que haya muchas luces sin que Edelnor o Luz del Sur, se aleonen, Diciembre no debería ser el gran negocio eléctrico. Que si se escogió una celebración tradicional se haga a todo dar, con los propios vecinos como actores. Qué miércoles hago contratando a un grupo rappero o a la piernona animadora de fiestas infantiles de turno, si los demás sólo van a mirar, aunque en el segundo caso sea agradable. Que desde el 15 de Diciembre los restaurantes, cafeterías y todos los negocios que quieran, sin ruido y dentro de lo que la decencia y buen gusto mandan, permanezcan abiertos hasta las 12 0 1 de la mañana. No hay amnistías y así como Ripley y Saga dicen, este mes no pague, también debo darle facilidades a los contribuyentes. Si eres católico, la mayoría todavía lo es, una buena misa del Gallo, al aire libre, con fuegos artificiales que han donado las empresas del distrito, pero sin coacción y sin que sientan que les estoy metiendo la mano al bolsillo. Que vengan compradores de afuera, claro eso es bueno para nuestro comercio local, pero sin rebasar las normas ni capacidad, o extendiendo los horarios para que más gente se beneficie sin alteraciones ni locuras. Nadie, literalmente nadie de mi distrito, debe quedarse sin una buena cena y si es niño, su regalo y sin la alegría de compartir. Pero claro, para hacer todo esto, que no sólo es fácil si no tremendamente divertido, se necesita no tener rabo de paja, no estar pensando en la mía, si no en la nuestra. En fin, se necesita ser un buen alcalde, un buen funcionario, un buen vecino y querer lo mejor para todos, porque es la única forma de que yo mismo me beneficie. Tiene razón señora, mejor me callo.

domingo, 13 de diciembre de 2009

A los señores Regidores Municipales

¿Habrá forma de hacerle entender a los señores regidores en ejercicio y, por supuesto, a quienes tienen como sueño dorado el convertirse en uno de ellos, que su función no es la de ser adorno o estorbo, ni objeto negociable, en el concierto municipal?; ¿Que de ninguna manera son relleno de listas ni socios obligados de "las grandes ideas del alcalde", que casi siempre terminan en estropicios y faltas graves contra la comunidad que los eligió?; ¿Que no le deben nada a nadie porque, supuestamente, nadie les ha regalado el puesto si no que se lo han ganado en una limpia contienda electoral y por méritos personales, al apuntalar un proyecto municipal de desarrollo sostenido en el que creían firmemente y que están dispuestos a defender con su vida, para demostrar que no son unos míseros politicastros de segundo nivel?; ¿Que lo que reciben del presupuesto municipal no es, en modo alguna, una dádiva del alcalde de turno ni una colaboración de los amigos más influyentes dentro del municipio en el que ejercen funciones?; ¿Será muy difícil además hacerles entender que con su actitud displicente y de "mayormente desconocimiento", están avalando, con su cabecita de sube y baja y sus orejitas selladas como la muralla china, actos que pueden ser penalizados por la ley y terminar, ello mismos, con sus huesos y grasas en una, no muchas veces cómoda ni dorada cárcel, habida cuenta que no son tan importantes como Fujimori o Montesinos?

¿Cómo se conforma una lista de regidores que participará en una contienda electoral? Si es una lista de un partido político, definitivamente primarán los intereses de grupo y se impondrán vertical y autoritariamente nombres de personas que han aportado convenientemente o que por alguna razón merecen consideración y ubicación especial, es el caso de los familiares, amiguísimos y amantes. En algunos grupos independientes también prima el interés económico y los primeros lugares serán ocupados por personajes que aunque no sepan nada del asunto tienen los medios para aportar a la campaña electoral, para que sea la más grande y bullanguera que se haya hecho en este distrito, no faltaba más. Y esto es lo tremendamente injusto de nuestro sistema electoral municipal. Entran los primeros de la lista ganadora y los primeros, hasta donde alcancen, de las listas perdedoras. Casi siempre el número 1 o 2 de cada lista. Sí, justamente ese que requiere más posibilidades de entrar, por ubicación, para recuperar su inversión, aunque la cabeza de la lista, el candidato a alcalde, perdiera. Y ya está, tenemos así un Consejo Municipal conformado por la mayoría de la lista ganadora y los primeros de las otras listas. Por ello es que es tan fácil negociar luego, cuando las elecciones teminaron y las aguas se aquietaron, con estos regidores, que para eso son muy buenos. Me das un viajecito con gastos pagados a Italia, para estudiar en un seminario sobre Participación Ciudadana ó Empoderamiento Ciudadano y te pongo la firma en esa concesión del parqueo que necesitas, o en esa otra de la construcción de lozas deportivas. Eso sí para firmarte la concesión del recojo de la basura, en la que si hay plata grande, me imagino que te bajarás un bono de productividad mensual y las bonificaciones de Navidad y escolaridad adelantadas, mínimo. Lo de las licencias de construcción de edificios y los cambios de zonificación lo veremos como se vayan presentando las cosas.

¿Para eso sirven los regidores? La mayoría de los ciudadanos no los conoce. Por ellos no votan en realidad, ni siquiera se han tomado la molestia de leer sus nombre en el folleto de propaganda electoral que recibieron. Algunas veces descubren, muy tarde que, sin querer, han ayudado a que entre como regidor a alguien que se le conoce como el más tramposo del barrio. Salvo excepciones, así es siempre. Tal vez porque postula a regidor municipal el que sabe que no tiene condiciones para liderar el grupo, que no tiene trabajo, o que sí lo tiene y quiere expandir sus negocios. Y eso no es justo. La labor de un regidor es la de legislar sobre su comunidad y fiscalizar la gestión municipal. Si se parcializa, se vende, se alquila o se presta a las malas jugadas, entonces no existe. ¿Ha considerado la autoridad electoral el problema que se genera por no haber implementado otra forma de elegir a los regidores? Tal vez no y por ello tenemos, en cada municipio, al costado y alrededor del alcalde, en el mejor de los casos, un grupo de anónimos con cara de qué hago aquí, pero qué bien saben inflar el pecho en cada ceremonia oficial o, en el peor de los casos, una verdadera gavilla de lo peorcito de la comunidad, con la baba de la hiena y la mirada del galllinazo, dispuesto a batirse, a más que pañuelazos, por las utilidades y beneficios que su función le permita, o aunque no se lo permita también.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Oiga usted señor alcalde metropolitano

Me permito, señor alcalde metropolitano, Gestión: Dr. Luis Castañeda Lossio, discrepar directa y rotundamente con el setenta y demasiado por ciento de aprobación con que usted cuenta en la ciudad de Lima. Lamento que la conciencia ciudadana no vea más allá de su propia aura. Un caso de miopía civil de un grupo demasiado grande de vecinos, al menos eso dicen las encuestas contratadas, que ha llegado a hacernos dudar del sistema utilizado para elegir a nuestras autoridades municipales. No se puede afirmar, en modo alguno, que la labor del actual alcalde metropolitano sea de lo peor, claro que no. Obras se ven, cierto ordenamiento se ve, visos de modernidad también, pero lo que no se ve por ningún lado es una visión de futuro que tenga como centro al ser humano y su desarrollo personal y familiar. Se ve sí, un deseo desmedido, de pasar, como sea, a la posteridad mediante obras materiales que han ido expropiando la ciudad y sus espacios urbanos y deteriorando las relaciones ideales entre los diferentes agentes y componentes urbanos. Monumentales, faraónicas ellas, dispendiosas casi todas, contraproducentes algunas, innecesarias muchas, que han ubicado al ciudadano de a pie como un sujeto ajeno a su entorno.
Tal vez lo peor de esta gestión es el no haber trabajado por la ciudad de Lima y para los habitantes limeños. Es como remodelar tu casa y que te sienten a la puerta sin poder entrar, privilegiando el acceso de las visitas mientras miras nada más. ¿Quién le dijo al señor alcalde, Gestión: Dr. Luis Castañeda Lossio, que los limeños preferían pistas, autopistas, tréboles, puentes elevados, intercambios viales, en lugar de plazas, parques, coliseos, gimnasios, espacios comunales abiertos y libremente accesibles. Parques y fuentes sí, pero sin tener que pagar para entrar. Tal vez los asesores solidarios le han hecho creer a don Lucho que se puede gastar sin límite en obras que se ven bacán aunque no sirvan de mucho, a las que ya se acostumbrará el pueblo y que dan imagen. Nadie podrá negar que la labor populista ha logrado su cometido a través de las escaleritas y eso sí los hospitales solidarios. Utilizando para ello, faltaba más, la omnipotente y omnipresente SAT, que a punta de cachiporra tributaria y chaveta penalizadora se han llenado las alforjas que costean, sin problema y con "alita" incluida, las faraónicas obras realizadas. Así es, los excesos constructivos de don Lucho salen de los bolsillos del contribuyente.
Ha habido un exceso, casi un abuso, en cuanto a la permisividad constructiva y a los cambios de zonificación urbana, que han convertido apacibles zonas de desahogo visual y ambiental en apretados callejones verticales, sin las áreas verdes necesarias ni las áreas de amortiguación vial que requiere todo agrupamiento urbano. ¿Qué pasó con la reglamentación?; ¿Qué pasó con las condiciones mínimas de convivencia?; ¿Qué pasó señor alcalde, Gestión: Dr. Luis Castañeda Lossio, con una verdadera gestión municipal, que se debe a sus verdaderos patrones: los vecinos mismos?; ¿Perdió usted la brújula de su accionar y se olvidó completamente del verdadero encargo recibido?
La labor de gerente general metropolitano obligaba a la coordinada y ejecutiva acción con los otros 42 distritos limeños. ¿Cuántas reuniones se han realizado?; ¿Todas las acciones de reordenamiento vial y transformación de la ciudad han sido tratadas con el distrito en el que se ha intervenido, en algunos casos con acciones de cirugía urbana mayor?; ¿No era su función el evitar que los alcaldes distritales, otros reyezuelos de rango menor, realizaran obras y cambios de zonificación urbana para favorecer a entidades privadas en perjuicio de sus propios vecinos? No puede usted alzarse de hombros, señor alcalde Castañeda, ante todos los estropicios realizados por los caciques distritales, por cuanto era su obligación ineludible convocar y hacer funcionar la Asamblea Metropolitana, presidida por usted y conformada con los otros 42 alcaldes elegidos, por lo que le alcanza responsabilidad ante lo hecho y lo dejado de hacer. ¿Lo entenderán sus asesores, o están demasiado ocupados en ver cómo hacer caja para las próximas elecciones municipales?}
No todos los alcaldes metropolitanos han sido malos en la historia de Lima. Ha habido gestiones y alcaldes exitosos; muy pocos es cierto, pero han demostrado que de darse el escenario correcto, el momento justo, el equipo de trabajo adecuado y un buen proyecto a desarrollar, se puede hacer una excelente gestión. ¿Dónde se origina todo? Aparentemente en el voto ciudadano, que elige a sus propias autoridades. Pues no. Ahí no. Nace en el sistema de elecciones municipales, en la forma en que se vota, en las normas que permiten se inscriban los partidos o movimientos, en la exigencia del número de firmas, en la permisividad para que se presenten a la votación única y definitiva 20 candidatos o más, en la vista gorda de la autoridad electoral ante las millonarias campañas de algunos candidatos, en la labor "concientizadora" de empresas encuestadoras mafiosas o mercenarias que se alquilan al mejor postor, en los intereses de grupo y muchos vicios más. Pero todo, todo, tiene como principio y fin el ciudadano mismo. Su actitud, participativa, vigilante y fiscalizadora o desidiosa, complaciente y apañadora, determinan la calidad de una gestión municipal, aún antes de que ésta tenga lugar. Por ello, aunque reitero que no me parece exitosa la Gestión: Dr. Luis Castañeda Lossio, culpo al vecino de lo malo que don Lucho ha hecho y de lo que esté pensando hacer. Sí pues, pareciera que de ésta también se salvará.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Los contenedores de la Solidaridad


¿Qué pasa cuándo es la "autoridad" la que violenta o desconoce las leyes y se zurra olímpicamente en la comunidad que le otorgó el poder? Lo sucedido en el distrito de Magdalena del Mar de Lima, con la expropiación del parque Túpac Amaru a favor del proyecto Hospital de la Solidaridad es muy triste, porque implica la renuncia del ciudadano, sea por ignorancia, omisión o desidia, a su derecho de participar en las decisiones que tengan que ver con cambios drásticos en la forma de vida de la propia comunidad, en la alteración de la infraestructura y del entorno y en la pérdida de la identidad urbana.

Todo empezó un par de meses antes, cuando el ya de por sí alterado ambiente que rodea el parque principal del distrito, se vio invadido por la presencia de pesados contenedores, vacíos ellos, horribles ellos, totalmente desubicados ellos, depositados sobre plena pista del jirón Leoncio Prado, entre los jirones Grau y Bolognesi, anulando un carril de esta importante vía por donde transitan numerosas unidades de transporte público y frente a la iglesia principal del distrito. Los transeúntes que atravesaban normalmente el parque se vieron obligados, debido a las obras que acompañaban a tremenda invasión, a caminar por la pista, pegados a semejantes armatostes, todos calladitos y en fila india.
Largas semanas de implementación, corte de luz en un sector del distrito por algunas horas, para hacer las conexiones subterráneas necesarias, hasta la pista de la transitadísima Bolognesi tuvo que cerrarse para el trabajito eléctrico y los vecinos del distrito calladitos todavía. Se empezaron a colocar horribles carteles del Hospital de la Solidaridad, claro está, como gestión del Dr. Luis Castañeda Lossio, para que todo el mundo y visitantes se enteren, ni modo ignorarlos porque están colocados por todas partes y ahora sí, trabajemos el piso.Momento señor los pozos a tierra, para que nadie se quede colgado en los sillones de la cirugía dental ni se chamusque la panzoncita de turno en las ecografías respectivas. Cave usted aquí, levante usted allá. Nos faltó espacio, bueno pues cójanse los corredores internos del parque, lance usted coberturas aladas, techos en volado del más finísimo latón coarrugado y ya está, tenemos una pequeña ciudadela médica, no olvide usted, durante la gestión del Dr. Castañeda.
Bueno pues, un mes después ya tiene usted la atención a todo dar, bellas anfitrionas en diligente actuación ayudando a los enfermitos, ancianitos y mañosos, sin distinción, a dirigirse a los consultorios respectivos. Está bien que no pueda caminar señor Gonzáles, pero le agradeceré subir un poco más la mano en mi espalda, por favor. Tenemos así que el lado izquierdo del parque Túpac Amaru ya no existe, ahora es un hospital, muy bien organizado, destellantemente pulcro, bien atendido y probablemente eficiente, pero está sobre un área que ha sido expropiada a la comunidad, que sin mayor conocimiento forma su colita para pagar en ventanilla; ya que me han traído el hospital a la puerta de mi casa, a ver si tengo glaucoma, cómo estará mi colesterol y mi corazoncito que me está fallando, desde que me enteré que ninguno de mis hijos con la Dominga es realmente mío. Por ese lado todo muy bien.
Pero vamos por partes y cucharadas, como si de un buen caldo de gallina se tratara. ¿No que los parques son intangibles?, ¿Que está penada por ley cualquier cosa en contrario?; ¿No que no se debe invadir la vía pública, sobre todo cuando se crea congestionamiento, y se expone al peatón a accidentes personales?; ¿No que la autoridad metropolitana, la de la misma gestión del Dr. Luis Castañeda Lossio, curiosa coincidencia, hizo demoler, con justa razón, lo que el alcalde de Jesús María pretendía construir en el Campo de Marte, porque invadía la vía pública y porque eran áreas intangibles?; ¿Y la autoridad local? ¿Cómo es que la señora alcaldesa, en ejercicio, no tomó nota que estaba cediendo ante un hecho ilegal?; ¿Fue autorizada por el Consejo Municipal en su conjunto?; ¿Basta el hecho de que la señora alcaldesa sea del partido de la gestión del Dr. Luis Castañeda Lossio, para que entregue en bandeja de plata las principales zonas del distrito para una evidente campaña pre electoral?; ¿Habrá alguien, además del chapulín colorado, que pueda librarnos del inicio de una fogosa pelea por los votos populares, a costa de entregar identidad urbana, libertad ciudadana y dignidad civil? Parce que no, porque aunque algún chapulín tenga la camiseta, ha perdido el chipote chillón a manos del propio vecindario, que se lo ha escondido por laberintoso, y por no dejar hacer obra, oiga usted. Sobre toda a la exitosa gestión del Dr. Luis Castañeda Lossio.
Se saben de movimientos de vecinos que buscan hacer demoler tremendo paquidermo metálico, tremenda afrenta estética urbana y algunos malhablados dixit, tremendo negociado. Pienso que deberían. No es correcto hacerlo después del daño y menos por haber permanecido callados cuando se estaba armando lo que parecía un almacén aduanero más del grupo Romero, pero rectificar es de gente pensante y además debe sentarse el precedente de que nadie, ni siquiera la gestión del Dr. Luis Castañeda Lossio, puede sentarse en la cara, aunque parezca sonriente y complaciente, de la ciudadanía. No hacerlo es faltarse el respeto a sí mismo, es aceptar lo que venga, que a no dudar y, dada la feroz competencia electoral que se nos viene, que puede llegar a extremos por ahora inconcebibles, casi como de píldora del día siguiente.
Eso pasa por andar hecho el idiota pensando en las musarañas sin darse cuenta de que le están levantando a uno su pareja o que le están quitando el parque que viene a ser lo mismo, que con la triquiñuela de ayudar a los viejitos enfermitos se están posicionando en la mentalidad estúpidamente paternalista de los ciudadanos sin nombre, de los vecinos sin dignidad, de las autoridades que se venden o se alquilan o, que al parecer, se limitan a obedecer, porque el cargo que ostentan lo recibieron de regalo o se lo encontraron de casualidad. ¿Y de los vecinos qué?
Ya pues señor alcalde.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Restaurante Central de Miraflores, Ciudadanía y Gestión Municipal.


Un triste pero aleccionador hecho se acaba de producir dentro de la normalmente tranquila comunidad del distrito de Miraflores en Lima. Un restaurante de primer nivel que había sido ubicado, ambientado y equipado en donde no debía, ha tenido que cerrar luego de seis meses de inaugurado, por disposición municipal, o más bien, por la presión ejercida por los propios vecinos. Lo singular del asunto es que un inversionista ha realizado toda una labor de remodelación, ¿a escondidas?, sin que nadie intervenga, hasta terminar totalmente, equipar y decorar a todo dar, inaugurar y ponerse a trabajar como si nada. Claro, hasta que alguien, maldito metiche, hizo el escándalo y la municipalidad tuvo que aceptar que mayormente desconocía, pero que sí pues, eso no se podía hacer. Habrase visto.

Al parecer, es verdad que el señor alcalde del distrito, por ignorancia o soberbia se excedió en sus funciones y prerrogativas y, sin mayor empacho, como todo reyezuelo, le dijo al inversionista, que se había tomado el trabajo de consultarle, claro ni tonto, no iba a arriesgar tremenda cantidad de dinero y pensando, por supuesto, que lo que dijera el alcalde era, por costumbre y realidad, la última palabra y nadie podría objetarlo después, que sí señor, que no se preocupe, que todo estaba bien, que ya verían más adelante lo de la zonificación y que muchas gracias por invertir en "mi" distrito.

Aquí tenemos el aspecto más importante, un alcalde no es dueño y señor de nada, salvo de su trabajo, de sus obligaciones y responsabilidades y, claro, del atractivo sueldo que le pagan los propios ciudadanos a través de sus tributos; y su actuación está regida y totalmente dispuesta por una ley orgánica de municipalidades y jamás puede excederse en sus funciones, no sólo porque ello está penado por ley, si no, porque la comunidad, en teoría, podría determinar la vacancia de su cargo, es decir, mandarlo a su casa.

Todo local comercial, un restaurante lo es, que se pretenda abrir en un determinado lugar, debe primero contar con el visto bueno de la oficina municipal correspondiente. Es muy importante determinar si la zonificación permite el giro del negocio, si se cuenta con los accesos necesarios, los estacionamientos requeridos, si el ancho de la vía sobre la que abre dicho local es el adecuado, si el área del local y el número de comensales que se proyecta atender no supera los niveles de uso del suelo urbano, para el terreno sobre el que piensa habilitarse dicho local. Solo un loco o alguien acostumbrado a zurrarse en la normatividad y el respeto a los demás podrían aventurarse, vía el caballazo y los amigotes oficiales, en una empresa que está condenada a una muerte segura. Supongamos que se cuenta con un "Certificado de Parámetros urbanísticos", así se llama el documento inventado por las municipalidades para obtener recursos a costa del contribuyente, positivo, es decir que indica expresamente que en tal local, terreno o ubicación se puede abrir un negocio como el solicitado, entonces y solo entonces se puede pasar a una segunda parte. Si en donde se va a abrir el negocio, en este caso un restaurante, es actualmente una casa, un terreno desocupado o lo que fuera, se requiere de cierto acondicionamiento especial, dado el giro, el nivel y la proyección del negocio, entonces, sí ó sí, dicha solicitud y proyecto deben pasar por la comisión revisora del Colegio de Arquitectos, que no es totalmente autónoma, si no que está dirigida, monitoreada y fiscalizada por la propia municipalidad que tiene como miembro, con voto dirimente, a su director o gerente de obras. Al implicar una remodelación y/o ampliación, definitivamente tal obra debe ser supervisada por la autoridad municipal, con la aprobación de la comisión mencionada. Supongamos que el inversionista, cara dura él, luego de consultar con los funcionarios correspondientes y recibir un terminante no como respuesta, buscó al alcalde le habló bonito, lo convenció de alguna forma y siguió con su proyecto, bajo la premisa de que "donde manda capitán no manda marinero". Si fuera el caso, jamás se podría negar responsabilidad municipal directa en el hecho.

Lo que sigue en este cuento no es más que el ejercicio de la potestad del derecho ciudadano a levantar la voz, a reclamar y a exigir que las cosas no se salgan de cauce y nadie se permita hacer lo que la norma prohíbe. Norma que nace del acuerdo vecinal, del establecimiento de las condiciones de convivencia, de un acuerdo comunal expreso. Que se mencionen intereses subalternos, envidias, intenciones de figurar, de lanzar candidaturas futuras, o de competencia mal sana es irrelevante. Se ha trasgredido la ley, se ha actuado con conocimiento de la falta y, hasta ahora nadie lo ha mencionado, se ha agredido a la tranquilidad ciudadana y se le ha faltado el respeto a la comunidad. Sí pues, pero aunque la ley dice que basta con volver las cosas a su estado original y pagar una multa determinada, para hacer como si nada hubiera pasado, hay una fuerte inversión que se ha ido al tacho y que no se podrá recuperar. La verdad es que la autoridad municipal ha participado en este caso, por omisión de funciones, algún mal pensado dirá que hasta por colusión y por ello tendrá que ver cómo se las arregla civil o penalmente con el inversionista y moralmente con sus vecinos.

Este caso, en cuyo análisis y evaluación objetiva no debería para nada permitirse se filtren intereses, justos o no, de terceros, como es el caso de los empleados contratados que se quedan sin trabajo y los sibaritas que se quedan con las ganas, porque dicen que el restaurante era de los mejores, tiene un sólo final posible, el restaurante debe irse con su música y sus platos a otra parte. Y pensar que todo esto pudo haberse evitado si la autoridad actuara como debiera y los ciudadanos supieran que nada de lo que pasa en su distrito les es ajeno. Es una pena, pero es una gran lección. Lo importante es que nunca más se repita.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Política y Elecciones Municipales

No es que la política esté maldita. Sucede que hay demasiados, y cada vez más, malditos dentro de la política, que la han convertido en su casa y su refugio, su centro de operaciones y la mayor generadora de porquería a tiempo completo. Dudosas participaciones, asociaciones cuasi delictivas, escándalos personalísimos y asquerosísimos de los cuadros directivos, nos hacen dudar de la conveniencia de seguir llevando el escapulario y la estampita de tal o cual partido. Una pena. Ciertamente sería mucho más fácil escoger entre A, B y C; limitar nuestro interés y capacidad de atención a propuestas concretas de pocos expositores. Ahora resulta que en cada proceso eleccionario hay de 20 a más candidatos. Y no hablemos de lo que algunos simplones llaman las primarias, como en USA, es decir las elecciones de los pre candidatos, que luego serán los candidatos definitivos para hacerse con el botín, perdón la elección. Estamos a casi un año de las elecciones municipales y las paredes y techos de muchas casas ya se cubren de banderolas, cartelitos y similares, "apoyando" a su pre candidato preferido. En especial, en los distritos de la zona central de Lima metropolitana y del PPC. Sólo en Magdalena del Mar tenemos, hasta ahora, 5 pre candidatos, que amenazan con dar una batalla inmisericorde para hacerse de la bendición mamal de doña Lourdes. Toda estaría bien si no fuera por los antecedentes, las malas historias, las comprobadas movidas, mecidas, los cabes, las cachetadas y hasta rompe piernas de algunos de los pre candidatos que llegan a convertir las calles de un distrito, medianamente tranquillo, en campos de batalla medievales, dignas de un templario defendiendo el santo grial. Qué bueno, ¿no? Qué bonito, cómo se vé que hay conciencia ciudadana, gran voluntad participativa y excelentes propuestas, de cada vez más distinguidos vecinos que quieren entregarse a la causa ciudadana y morir en el intento de demostrar que son los mejores candidatos para convertir a su distrito en el mejor de Lima. Pistolas. Nada de éso. Está demostrado hasta la saciedad y la suciedad también, que hacerse de una alcaldía es muy rentable y como dijera el señor Mufarech, cuando estaba a punto de ganar la presidencia regional de Lima, se pueden hacer mil y un negocios y vas a ver, te voy a pagar todo lo que te debo, hermano. No sé si este señor se levantó o no la región, si además pudo pagar sus deudas o al final se arrepintió, pero en todo caso fue demasiado evidente, casi rochoso.

¿Qué ha hecho que los dedicados a la política como forma de vida, se hayan vuelto tan desenfadados y que se expongan sin reparos? Antes la palabra lobbysta era casi un recordatorio materno dicho con mala leche, hoy es casi una profesión. A nadie le huele mal que una caterva de enternados y bien vestidas damitas toquen las puertas de las autoridades, las inviten a almorzar, a cenar, las citen a sus suites, les hagan regalos, aceiten personas como si nada, se hagan amantes, antes o después del faenón; en fin, que justifiquen los medios a traves de los resultados. ¿Qué nos pasa por Dios? La globalización no es estupidización, la modernidad no es desverguenza manifiesta; en ningun sitio dice, por otro lado, que para estar al día hay que "votar a ganador", si la prensa dice que no tienes opción mejor te vas borrando, y ya que tu partido no está en nada, porque no puedes mermelear ni pagar hartos publi cherris, entonces no pierdas plata hijito y dedicate a la cocina; a Gastón le está yendo bastante bién. Vamos por partes porque después te atoras. Centrémonos en lo que es una elección municipal. Aquí empieza todo. En el Perú las elecciones municipales se dan cada cuatro años, para elegir al mejor postulante para hacerse del trabajo de promotor del desarrollo, de generador de mejor calidad de vida, de administrador de potencialidades que pueda sacar adelante mi distrito y lo marquetee como un producto de primera, que pueda recibir gran inversión y que sea ejemplo urbano del buen vivir. Claro, si usted, como muchos la verdad, cree que se vota para elegir a un vecino distinguido que se vea bonito en pantalla y en periódico, entonces estamos fritos y que Dios nos coja confesados, comulgados, bien comidos y con siesta encima. Porque así, ya fuimos. No, señoresy señoras, a quien elegimos, a quien deberíamos elegir, es a la persona más preparada para hacer de mi distrito un buen lugar para vivir, en donde me sienta realizado y alcance mi desarrollo personal y familiar. Lo demás, como dicen las personas distinguidas, son puras cojudeces. Bien y entonces ¿porque no vamos al grano? ¿Qué tiene que ver tanta cantaleta con eso de la política, los partidos políticos y las elecciones municipales? Permítame explicarle, como buen vendedor de línea fija de Telmex. En la política se refugian, normalmente y salvo las excepciones de los dedos de mis extremidades, sin considerar los pies, una tanda de incapaces, ineptos, hijos de apá, ahijados del amigo de mi amá, hasta vagabundos y discapacitados mentales, que consiguen buen dinero para que como sea, pueda hacerme de la alcaldía. ¿No viste que da caché, da amigotes en el poder de turno y sobre todo, te cae tu sencillo para lo que quieras?

Ahora resulta además, que los salvadores, que no son políticos tradicionales, pero que tienen los dientes, las garras y todo grande, como el lobo de la caperucita, los llamados "outsiders", o sea los que vienen de afuera, deben ser considerados, no por sus capacidades y condiciones morales, sino porque usando las mismas o peores tretas a las que el "sistema" nos tiene acostumbrados, deben, digo, ser tomados en cuenta y darle pelea a los antipáticos de siempre. Ya pues. Eso tampoco es garantía de nada, salvo, claro está, de más de lo mismo. Un "outsider", es un cuco que se muere por ser un "insider" pero se presenta como "una persona totalmente diferente" y cuando está dentro se levanta, igual que los otros, lo que sea. He aprendido a desconfiar de la politica, de los políticos, de las medidas y posiciones políticas, de las decisiones concertadas, de los acuerdos colegiados y todas esas idioteces que se han inventado para encubrir que mi grupo y yo, o sea, yo y mi partido queremos marcar aca nuestro territorio y si te descuidas hasta te hacemos soltero por abandono. Ya no podemos seguir asistiendo impávidos e indolentes al triste espectáculo de ver cómo se levantan las rentas municipales y a que hagan de las municipalidades residencias particulares, con chacha cama adentro y de donde saquen hasta para el diario de la principal y del canal dos, así como para la comida de las mascotas, que no son precisamente hamsters. Mi deseo adelantado, de navidad y año nuevo 2010 será para que en las próximas elecciones municipales, aunque no aprendamos a votar, al menos no votemos por votar. Que más que un vómito nuestro voto sea racional, casi inteligente. Dios así lo quiera.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Las otras tasas municipales

Todo lo que la Municipalidad le cobra a los vecinos, vía licencias, autorizaciones, permisos, multas incluidas y cualesquier otro trámite, se llaman tasas y han sido creadas para cubrir los costos de los procesos administrativos que deben realizarse para brindar el servicio requerido. Están autorizados por la respectiva ordenanza local, que debe ser ratificada por la provincial correspondiente. Hasta aquí todo bien, pero qué pasa cuando la municipalidad ve en estos trámites y procesos administrativos la forma de sacarle dinero al vecino para cubrir, su ineficiencia, en el mejor de los casos, o por otro lado, sus cochinadas, cuyo costo de algún lado debe salir. Y es que casi ningún vecino se ha tomado el trabajo, siendo su deber, de fiscalizar, primero lo que se cobra, en qué monto y por qué y, segundo, en qué se utiliza el dinero que se recauda por estos conceptos. Con seguridad habría más de un desmayo si, por ejemplo, se supiera que el costo de obtener una licencia de funcionamiento, en montos reales y eficientes, no debería ser más del 10 % de lo que realmente se cobra por ello. Si se supiera que en una sobre valorización de obra municipal por administración directa, o sea decir que algo le ha costado a la municipalidad como 150, cuando en realidad solo ha sido como 100, se van los ahorros de muchas personas que tienen que realizar algún trámite municipal. Y eso no es justo. Qué va a serlo, oiga usted.

Primero, ¿por que la señora, que nos mira despectiva detrás de su cafecito y sanguche con jamonada, nos dice que regresemos al día siguiente por la firma de su jefezaso que está detrás de la pared en que ella recuesta su anatomía?, firma cuya única importancia radica en la que la señora empleada municipal le da, que además luego debe ser avalada por el sub gerente y finalmente por el gerente para mezclarse con el montón de solicitudes similares que esperan el regreso de los sufridos vecinos para decir, otra empleada, esta vez con gaseosa y chancay en la mano, que le faltó adjuntar la foto de la fachada en color con el nuevo letrero que usted dice que retiró sólo para cambiarle el número telefónico, ya que para ahorrar costos se ha pasado de Telefónica a Telmex. No mezclemos sin embargo, ignorancia, ineficiencia, abuso y costos de trámite, que es al final lo único que nos interesa. Lamentablemente tenemos que hacerlo. A los 200 empleados "nombrados" que encontró la administración entrante, hay que añadir los 100 que la nueva autoridad mete, sin tener mayor mérito que las buenas relaciones y recomendaciones, o las buenas formas anatómicas de los susodichos nuevos empleados. ¿Y de dónde pues va a salir para pagarles? Precisamente, de los costos de los trámites pues.

Ustedes se reirían mucho si vieran los análisis de costos unitarios que se realizan para determinar el costo final de un proceso administrativo. Desde cuanta tinta de un lapicero se gasta, hasta el clip y las "horas hombre" que dicho proceso conlleva. Como no existe una plantilla única para determinar costos de lo que implica realizar tal o cual operación administrativa, tenemos que, por ejemplo, otorgar una autorización para colocar un toldo en el distrito de Magdalena del Mar es, por decir, 10 veces más costoso que en Puente Piedra. Pero si los empleados y funcionarios implicados en el proceso ganan lo mismo y supervisar dicha colocación no puede ser diferente en cada distrito, ¿por qué la diferencia? ¿Y dónde está la provincial que avala casos como el mencionado? Es que son del mismo partido pues, dice la señora de la risa burlona. Y sí pues, así es como suceden las cosas. Todo el mundo se zurra en el análisis real del costo unitario y pone lo que sea rentable para el grupo de turno en el poder. Y así tampoco es.

Hacer engorroso un trámite simple, para hacerlo aparecer como costoso, es lo que malogra una gestión municipal y la convierte en expoliadora, desvirtuando su razón de ser de gestora del desarrollo urbano. Cabe señalar que además existen infinidad de formas de hacerse de fuentes de ingreso adicionales para cubrir gastos operativos y de inversión en obras. Desde empresas municipales, hasta convenios y concesiones, pero de los sanos y correctos, podrían suplir fácilmente los cobros onerosos que una municipalidad "se ve precisada a aplicar" cuando quien ejerce la autoridad temporalmente "mayormente desconoce" el trabajo que debería realizar.

domingo, 1 de noviembre de 2009

El Impuesto Predial

Siempre he creído que el Impuesto Predial es un impuesto confiscatorio, por cuanto es un tributo que se paga por ser el dueño de una propiedad. No importa que la misma se haya obtenido luego de una vida completa de ahorros, de privaciones y sobre saltos. Cuando por fin una familia se hace de una propiedad, resulta que debe pagar un elevado impuesto (predial) por el hecho de poseerla. La justicia económica distributiva nos dice que ello es correcto, por cuanto con esa "contribución" dicha familia está ayudando a mantener el orden, la organización y sustentabilidad de la ciudad a la que pertenece la misma. Pero, ¿por qué es tan elevado el monto?, ¿por qué se fija en la forma en que se hace? y, finalmente, ¿por qué los ingresos municipales por este concepto forman parte de ese botín que es malversado en la forma más descarada que pueda existir?, ¿Por qué se permite que esto suceda? La respuesta es fácil, porque nadie ha tomado conciencia de que dicha cobranza no es la correcta y, sí más bien, tremendamente injusta. Revisemos por qué.

Es cierto que todos debemos contribuir al pago del desarrollo urbano, máxime si se trata del área en donde se encuentra ubicada mi propiedad. El derecho a los parques, a las veredas, a la señalización, al mobiliario urbano en general. Hasta ahí todo muy bien. ¿Pero qué pasa si la cantidad que debo pagar es muy alta para mis posibilidades? Nadie tiene una propiedad porque le sobra el dinero; más bien ha invertido hasta su último centavo, en el común de los casos, para adquirir dicha propiedad, ¿por qué entonces debo pagar tanto por el hecho de tenerla? Existen unas directivas que determinan el auto avalúo del predio, que al final resulta en el monto a pagar. Dichas pautas a seguir nos dicen que si las estructuras, paredes y techos son de tal o cual material el tributo anual será tanto. Es decir, si yo compré una casita de 1 piso, en adobe y sin columnas y luego de un inmenso esfuerzo familiar hemos reforzado la estructura con columnas, vigas y contra fuertes, debo pagar mucho más a la municipalidad. Es como si el esfuerzo y el desarrollo personal tuvieran un impuesto ciego y vengador, en representación de los que no pueden o no quieren mejorar las condiciones de sus propias viviendas y con ello mejorar el aspecto del barrio en general.

Ahora bien, lo recaudado por impuesto predial se usa para el pago de planillas y el costo del desarrollo urbano de mi distrito. Pero qué pasa cuando al alcalde de turno se le ocurre que mínimo deben hacerse tres obras faraónicas cada año y en su planilla ha metido hasta el entenado de su última conquista? Lo primero, la "autoridad" trata de encontrar, a la mala, mejoras en las viviendas y, cobra una multa, por atreverse a mejorar la calidad de la misma, qué lisura, sin haber pasado por caja previamente, para luego aplicar un aumento trimestral permanente, del impuesto a pagar. A esto se le ha dado en llamar actualización catastral y está avalado por ley. Pero, ¿por qué se penaliza el esfuerzo y se avala, por ejemplo, la falta de mantenimiento de fachadas, el abandono de las instalaciones internas de una vivienda, en desmedro de la calidad de vida de los vecinos? La única necesidad que encuentro es la de que a alguien hay que cobrarle el costo de la fiesta inolvidable de las autoridades de turno.

Existen fallas, vacíos, cuando no abusos, en la determinación del auto avalúo; en las cartillas de costos unitarios de construcción; en el establecimiento de los tramos de costos de la propiedad que determinan el impuesto, en los porcentajes y, finalmente y sobre todo, en la forma en que se cobra dicho impuesto. No sólo los vecinos no estamos seguros en qué se gasta el dinero recaudado, si no que además hay demasiadas pruebas de que hay malversación a manos llenas. Entonces, ¿por qué pagar? La falta de capacidad y creatividad de las autoridades municipales que sólo ven al propietario como fuente fija de ingreso, se han convertido en la peor pesadilla de quien creyó haber alcanzado el mejor de sus sueños, al adquirir "su" propiedad.

domingo, 25 de octubre de 2009

El costo de los arbitrios

La verdadera Gestión Municipal no se limita a administrar necesidades, carencias o problemas, si no a mejorar la organización, los sistemas operativos municipales y, con ello, a brindar mejor calidad de vida a los ciudadanos. En el caso de los arbitrios municipales un factor preponderante es la determinación de los costos. Si recoger la basura y limpiar las calles de un distrito de 50 manzanas, por ejemplo, cuesta como 10.000; de acuerdo a la cantidad de vehículos necesarios, el número de viajes a realizar, la cantidad de personas involucradas y, si es que es una concesión a una empresa privada, también la utilidad de dicha empresa; si ese costo total lo dividimos entre el número de propietarios o poseedores, supongamos que son 40 predios por manzana, 2.000 predios en total, entonces cada propietario o poseedor tendría que pagar un equivalente a 5. Muy bien, qué pasa si en lugar de concesionar el servicio, lo realiza la misma municipalidad, por administración directa, por asociación con municipalidades vecinas o incluso por concesión seria y sana con una excelente empresa privada, pero a mayor escala, es decir para varios municipios a la vez, sin considerar límites distritales, entonces los costos bajarían considerablemente, los montos individuales a pagar bajarían también, talvez a 2 ó 3 y, con el ahorro, como dice don Pepe, podríamos ir al parque de las Leyendas a ver a los monitos. Sucede que cada alcalde, por ignorancia, interés económico o político, cree que tener camiones, camionetas y camioncitos con el logo de su propia municipalidad es bueno y bonito; puede ser, pero lo que no saben, o talvez sí, es que es tremendamente caro.

Supongamos, como ejemplo práctico, que cinco municipalidades colindantes se juntan y contratan los servicios de una sola empresa para el recojo de basura y barrido de calles. Al no haber límites distritales el recojo se haría por ambas veredas en forma simultánea, no importa a qué distrito perteneciera, evitando que dos camiones, de distinta empresa, pasen uno junto al otro, recogiendo de cada vereda, en todo el perímetro limítrofe de cada distrito. A ello agreguemos que si yo empiezo por el norte de un conjunto de distritos y me dirijo al sur, donde queda el relleno sanitario o la planta intermedia de disposición final, trabajando en bloque sin tener que subir y bajar constantemente, entonces mis costos de combustible, de mantenimiento de vehículo, de horas-hombre, gastos de supervisión y administrativos en general, bajarían tremendamente. Claro, ya ninguna autoridad recibiría "su parte", se acabarían las estúpidas competencias inter distritales y los réditos políticos, pero cuánto ganaríamos los ciudadanos.
Esto se llama eficiencia y eficacia, pero sobre todo, compromiso con la función, inteligencia gerencial y claro, limpieza y honestidad, que no constituyen servicios públicos, si no actitudes muy privadas, personales y de conciencia. Y esto es lo que no hay, como tampoco ceviche en los chifas.

Ahora viene lo de cuánto le toca pagar a cada propietario o poseedor de predios en el distrito. Se ha establecido una escala, arbitraria o poco discutida, de pagos. Si tu predio es para vivienda, si vives solo, si convives con otros, si es una pensión familiar, si realizas actividad comercial o industrial, si tu predio está junto a un parque o frente al mar, si por el contrario vives junto a un asentamiento humano, frente a una pista de alto tránsito. La cosa es que todos pagan diferente, pero igual, es decir, por las malas. Antes que todo jamás deben darse exoneraciones porque ello se presta a corrupción o amiguismo y porque además lo que dejan de pagar unos lo pagan otros. Tampoco se debe ser muy permisivo porque si me acostumbro a recibir amnistías no pagaré hasta que se produzca la próxima, logrando con ello que mis cochinadas las limpien y recojan con la plata de los demás. Pero por sobre todas las cosas, el costo del servicio debe ser mínimo, el justo y necesario, pagable e impostergable y la calidad del servicio debe ser tal que el no pagarlo me convierta en el apestado del barrio, por amarrete e idiota. ¿Cómo lograr entonces que todos los vecinos estén de acuerdo en lo que se hace y en lo que se cobra y que además pongan el hombro y la billetera, mejor la sencillera, para avalar el servicio? Pues haciendo las cosas de común acuerdo, buscando la mejor opción económica y poniéndose de acuerdo, entre todos, en cómo pagarlo. Hay familias que pagan cable por televisión a un precio ridículamente alto y lo hacen con una sonrisa en la boca, como pensando que hacerlo les da cierto status. Eso es lo que hay que darle también a los servicios públicos. ¿Quién dice que para limpiar las calles y recoger la basura y tus cochinadas, no se puede hacer uso de la modernidad, como silenciosas aspiradoras eléctricas, contenedores subterráneos (San Borja ya los usa), guapos y guapas recogedores, lustrosos vehículos y de madrugada, cuando los cónyuges modernos llegan a casa, cada uno por su cuenta?

Si supieran lo que se ahorra cuando las cosas se hacen bien; las ganas que dan de pagar cuando el servicio es bueno y se hace de tal forma que se convierte en imprescindible y, sobre todo, eleva de tal forma la calidad de vida en mi distrito que por nada del mundo me iría a otro sitio y eso, ¿saben?, termina elevando tremendamente el valor del predio en que vivo. Lo que estoy mencionando ya es realidad en algunos municipios latinoamericanos, ¿por qué como siempre tenemos que ser los últimos en recibir lo bueno y los primeros en pagar lo malo? Franco, franco, no hay derecho. De lo que no me cabe la menor duda es que, por corrupción, ineficiencia o lo que sea, estamos pagando hasta tres veces más de lo que deberíamos, por un servicio que en el 95 % de los casos es asquerosamente malo. Nadie debería dejar de pagar los arbitrios municipales, es una obligación social, comunitaria, pero también de conciencia; avalo y promuevo, sin embargo, el no hacerlo cuando el mismo no lo merece. Pero cuando ello sucede hay que contribuir a cambiar las cosas y restituir inmediatamente el servicio, no vaya a ser que la basura nos llegue a las rodillas.

domingo, 18 de octubre de 2009

Los arbitrios municipales

Es importante tomar conocimiento sobre los impuestos y tasas municipales que hay que pagar, sobre todo porque nadie debería pagar más de lo justo y necesario y, menos permitir que lo recaudado se utilice en otra cosa que no sea la correcta. En el caso de los arbitrios, ese pago mensual que hay que hacer a la municipalidad por limpieza pública, que comprende recojo de basura, barrido de calles, eliminación de maleza y desmonte y disposición final de lo recogido; por parques y jardines, que comprende sembrado, riego, mantenimiento y desarrollo de nuevas áreas verdes y, finalmente serenazgo, que se ocupa de la seguridad pública. En la teoría y el papel todo es correcto, las funciones se dan, los servicios se prestan y nadie se muere por su falta o exceso. El tema central es: ¿Los servicios que presta la municipalidad son los adecuados?, ¿Se prestan dichos servicios en la mejor forma posible?, ¿Lo que se paga es lo justo y equitativo?, ¿La forma en que se recauda es la correcta?, ¿Se podría mejorar el servicio, su costo y la recaudación? Empecemos por el principio del final.

Si preguntáramos a un empleado, funcionario o autoridad municipal y sobre todo, qué pena aceptarlo, a un ciudadano, si conoce y cuál es su opinión sobre los arbitrios municipales, las respuestas serían en un gran porcentaje: "Mayormente desconozco"; "Lo que permite que nuestro distrito esté bonito"; "Lo que la municipalidad considera que se debe pagar por los servicios públicos"; "Ta' que son caros"; "No sé yo vivo en departamento alquilado";"¿No son los que dirigen los partidos de futbol entre los empleados municipales?". La primera y última respuesta son las que mejor expresan a nuestra sociedad actual. El nivel de ignorancia, desinterés y desidia alcanzado por los ciudadanos ha llegado a extremos tan ridículos como peligrosos. La opinión es muy personal y, como tal, debe respetarse, pero cuando se vive en comunidad, cuando se convive, la forma de vivir y pensar de mi vecino me afecta y, cuando las opiniones del susodicho forman parte de un acuerdo ciudadano, acuerdo, que luego pasa a ser decisión y finalmente ordenanza, dichas opiniones terminan reventándome en la cara.

¿Quién ha dicho que los servicios públicos que la municipalidad brinda, con sus limitaciones y excesos, cuando no abusos, son los correctos?. Administrar una ciudad, un distrito, implica por supuesto, mantenerlo limpio, saludable y seguro. De ahí que los servicios considerados sean los que más se noten, necesiten y deseen. Pero los servicios que recibimos, en su concepción primaria e ineludible, jamás podrían brindar calidad de vida suficiente para el desarrollo personal y familiar del ciudadano. Además, es como cobrar por un plato gourmet del restaurante de Gastón y recibir a cambio un plato de chanfainita de carretilla de la avenida Abancay. Vamos a ver, los servicios públicos que la mayoría de municipalidades del país brinda son incompletos, de pésima calidad y carísimos. Son en verdad una gran estafa. Lo gracioso es que nadie reclama, todos pagan y a las pocas personas que levantan la voz se les considera o viejas locas ociosas o maricones que quieren vivir finito. El cumplimiento de los derechos urbanos, ésos que algún día consideraremos importantes, entenderemos, asimilaremos y exijamos, nos permitirá vivir, ciertamente, mucho mejor.

¿Por qué existe ese tributo llamado arbitrio? Porque es necesario, para cubrir los costos de los servicios públicos básicos de un centro urbano. ¿Cómo se determina el costo de dicho tributo para cada propietario o poseedor de un predio en el distrito? La explicación simple es que la suma total de los costos de brindar el servicio se divide proporcionalmente, de acuerdo a unos criterios establecidos, entre el número de propietarios o poseedores, determinando el monto a pagar por cada uno de ellos. ¿Cuáles son esos criterios establecidos? Los que determina la ley, como área del predio, largo de la fachada, uso al que está destinado el predio, incluso número de personas que viven en el predio y cualesquier otra que se considere relevante para la determinación del uso, en cuanto a calidad y cantidad del servicio se refiere. ¿Debería haber excepciones en el pago de los arbitrios? No, porque lo que unos dejen de pagar será pagado, en exceso, por los otros. ¿Existen normas específicas que determinan el pago, monto y periodicidad de los arbitrios municipales? Sí, las ordenanzas municipales, que tienen rango de ley, que obligan a su cumplimiento y que deben ser publicadas en un diario oficial hasta el 31 de Diciembre de cada año y esperar la ratificación, en el caso de ser distrital, de la municipalidad provincial respectiva. Caso contrario, no podrán realizar la cobranza de dicho tributo. Existen, por ejemplo, en Lima metropolitana, varios distritos que no estan autorizados por ley a cobrar los arbitrios de los años 2002 al 2005, sin embargo, por desconocimiento de los vecinos, éstos siguen pagando, incluso bajo amenaza coactiva dichos tributos.

Son muchas las consideraciones e implicancias de la existencia, determinación y cobranza de los arbitrios municipales, pero por ahora baste esta información para ir incrementando la necesidad de conocimiento sobre el tema. Uno de los aspectos más importantes es la determinación del costo de dicho tributo. Es de verdad espeluznante, la forma en que la mayoria de las municipalidades, es decir las autoridades y funcionarios, hacen esa determinación y lo poco, casi nada, que ponen de su parte para que dicho monto no sea oneroso para sus administrados, los vecinos, que pagan su sueldo y que irónicamente, los han elegido, al alcalde y regidores, para que puedan mejorar, en todo aspecto su calidad de vida dentro del propio distrito.

domingo, 11 de octubre de 2009

La toma del poder

Hasta aquí habíamos revisado la Gestión Municipal como algo que se da fuera de nosotros y aún a pesar de nosotros; pero la gran responsabilidad que tenemos, para con nosotros mismos, nuestras familias y la comunidad, en ese orden, obliga a plantear acciones a desarrollar que nos permitan tomar y ejercer el poder municipal. No estamos para medias tintas, menos para posturas y actitudes conciliadoras o perdona vidas. El tiempo se hace corto, las oportunidades no regresan y el magro presupuesto se diluye en raterías que ya no debemos permitir. Nos toca identificar problemas; señalar responsables, no para acusarlos, mas bien para apartarlos e ignorarlos, pero para siempre; contribuir a crear el marco legal requerido, o modificar, o mejorar, si cabe, el existente, que nos asegure el empoderamiento necesario y, finalmente, participar plena y activamente, con las ganas y disposición de quien realmente se merece lo que va a conseguir. A todos los ciudadanos, sin excepción, nos asiste el derecho a vivir bien, negarse esa posibilidad es renunciar a la propia condición humana.

Ahora bien, para aceptar, rechazar o modificar algo, hay que conocerlo a fondo, interesarse en ello, o al menos no poner cara de "mayormente desconozco". A ver, que levanten la mano los que saben qué es Gestión Municipal; cuál es el papel, las atribuciones y responsabilidades de los alcaldes, de los regidores, de los funcionarios municipales; qué es calidad de vida; qué es desarrollo sustentable; qué es un presupuesto participativo; qué es un proyecto integral de desarrollo urbano; cuánto debe pagarse por impuesto predial y por qué; cuánto debe pagarse por arbitrios y cómo se llega a ese monto; cuánto deben demorar los procedimientos administrativos municipales; cuánto se debe pagar por ellos y si es correcta esa cantidad; si se puede cambiar alegremente, porque a alguien se le ocurre, la zonificación de su calle o manzana, determinando, por ejemplo, que al costado de su casita se pueda construir un elefante de 15 pisos; si se puede demandar al municipio por que su mamá se ha doblado el tobillo caminando por una de las veredas bombardeadas de su distrito; si es justo que los alcaldes financien su imagen personal, sus campañas políticas y revistas de auto bombo con el presupuesto de su comuna; si esta bien que se use la infraestructura, bienes muebles, vehículos y dinero de la municipalidad para beneficio de quienes ocupan temporalmente los cargos de autoridad municipal; si es justo que el señor alcalde, el señor gerente municipal o ese alto funcionario con el que usted necesita hablar, nunca esté disponible para usted. Y como éstas, muchísimas preguntas más. ¿Sabe las respuestas? ¿No? ¿De ninguna? Bueno pues, lamentablemente usted no está listo para pedir el poder, menos para ejercerlo.

Empecemos por poner las cosas en su sitio. Ubicaina para todo el mundo. La municipalidad es una gran empresa, la mejor de todas, en la que los accionistas mayoritarios y miembros del directorio, o sea los verdaderos dueños del circo, son los propios vecinos. Ya lo hemos mencionado y lo reiteramos. Todos los beneficios que se puedan lograr dentro de una Gestión Municipal seria, responsable, eficiente y eficaz, tienen como único y excluyente objetivo el que los propietarios de la empresa, que es la ciudad, o sea los vecinos, vivan muy bien, con la mejor calidad de vida posible y que tengan un desarrollo sostenido y auto sustentado. ¿Saben los señores alcaldes y señoras alcaldesas que no son más que empleados temporales y muy bien pagados de un patrón que es el señor vecino? ¿Saben por ventura dichos personajes que deben dejar su vida en el encargo recibido y no, mas bien, servirse del puesto para ensanchar barrigas o billeteras? Lo que ha venido sucediendo y seguirá pasando, si no se toman las medidas correctivas, en todas las ciudades del país es, sin embargo, responsabilidad del propio ciudadano. Es como abrir un negocio, con mucho esfuerzo, entregárselo a un administrador y olvidarse del tema. Por supuesto que el tal administrador, con las arcas abiertas, sin control ni fiscalización y con todas las oportunidades necesarias, le pondrá ruedas a su negocio y se lo llevará para su sitio.

Por ello es que necesitamos abrir bien los ojos, aunque sean chinitos; enterarnos, reclamar, reunirnos, escuchar, preguntar, pero sobre todo, tener claro que nadie le va a dar la mesa servida. Todo lo bueno cuesta y si es lo mejor, cuesta más. No podemos seguir rehuyéndole al tema, no podemos rascarnos la cabeza cada vez que hay elecciones municipales y pretender que las cosas se van a arreglar solas y si no, lamentarnos, como siempre, alzarnos de hombros y continuar bregando. En la vida, se ha dicho, existe el que trabaja y el que se aprovecha del trabajo del otro. No sé de alguien que se sienta bien trabajando para el bienestar del otro, pensando en que lo hace para beneficio propio. Lo peor es que, suponiendo que haya gente así, con su actitud compromete a los demás ciudadanos y aleja la posibilidad de alcanzar una vida mejor. Cuando lograrlo no es difícil. Sí lo es tomar la decisión de hacerlo. De empezar a llamar las cosas por su nombre, vencer los miedos y atreverse a reclamar lo que es de uno. Entendámoslo de una buena vez, nadie nos lo va a regalar. Lo que logremos dependerá de nuestro propio esfuerzo, de nuestra decidida actitud y participación. Costará algo de tiempo, pero los resultados serán mayores a lo esperado. Hay que ponerse a trabajar en ello.

Y ¿cómo le hacemos, a ver don sabihondo, para enterarnos y conocer nuestros derechos y, aunque no nos gusten también nuestras responsabilidades? ¿Cómo le hacemos para lograr, por ejemplo, que mejore nuestro entorno, para pagar lo justo y no quedarnos con la sensación de que nos están birlando la billetera, cuando de procedimientos, tazas y tributos municipales se trata? Facilito, sin comprar boletos, ni enviar mensajes costosos vía celular, usted puede hacer uso de sus deditos, sobre el teclado de su computadora y remitirnos un correo a este blog y preguntar, comentar,
consultar, denunciar, o sea tirar dedo en lo que crea que está mal, o que no le cuadra, pero sobre todo, interesarse, porque de la curiosidad nace la luz, no como la de Edelnor y Luz del Sur, porque esa cuesta por las puras gracias a Osinergmin y a las autoridades municipales, sino como la luz del conocimiento, que nos permite replantear una serie de cosas, incluyendo nuestras actitudes ante la vida, tomar el toro por las astas y terminar con el problema. El hecho no será sangriento, ni siquiera doloroso o escandaloso, será simplemente la recuperación de la libertad personal para vivir bien. Antes la tuvimos y la perdimos por exceso de confianza en "los otros". Es tiempo de recuperarla.

domingo, 4 de octubre de 2009

El Verdadero Poder Municipal


Ante los innumerables despropósitos y abusos cometidos por la autoridad municipal aún, en contra de los propios vecinos que le han confiado el manejo y gestión de su comunidad, se requiere la adopción inmediata de medidas que vuelvan las cosas a su estado original. El verdadero poder municipal reside única y exclusivamente en el vecino y en su capacidad para elegir, mantener o remover autoridades, las mismas que se encuentran, o deberían estarlo, a su entera disposición y servicio. Sucede que muy pocos han tomado conciencia de que esto es así y desconocen, por otro lado, sus derechos urbanos, que como ciudadano, habitante y protagonista de una ciudad, le corresponden y que son inherentes a la condición humana y al desarrollo pleno dentro de su entorno.

Todo empieza en lo que se supone es la elección libre y racional del mejor candidato para dirigir los destinos y gestionar el desarrollo de una comunidad. Un cargo que debería ser ocupado por la persona más capacitada e idónea termina, casi siempre, siendo usurpado por un político de carrera, con deberes e intereses partidarios ajenos a la comunidad, o por un eficiente orador de plazuela, con intereses y apetitos personales desmedidos, cuando no, por un profesional de la prebenda y el engaño, que no dudará en levantarse con lo que pueda. Por ello, elegir correctamente así como apoyar y fiscalizar a sus elegidos, mediante una permanente y decidida participación vecinal, constituyen la garantía plena de una buena gestión municipal.

Cuando el ciudadano es consciente del derecho y el poder que le asisten, es decir, cuando se da cuenta de que todo nace y se hace solamente para el bien de la comunidad organizada, las relaciones con la autoridad empiezan a darse en el nivel adecuado, claro y transparente y, no hay duda, por parte alguna, de que toda decisión y acción municipal deben estar encaminadas a resolver problemas y brindar satisfacción plena a los involucrados. No es correcto, legal ni moralmente, por ejemplo, que en forma inconsulta y arbitraria la autoridad apruebe y ejecute medidas que vayan en contra de los intereses o beneficio de la población a la que se deben, ni que pretenda establecer patrones de vida, ajenos a los propios usos y costumbres de sus vecinos.

Imaginemos una gran empresa, cuya organización y funcionamiento recae en una gerencia que recibe las órdenes e indicaciones de los accionistas a través de su directorio, que no puede apartarse ni un ápice de las mismas y cuya permanencia en el cargo se debe única y exclusivamente al buen desempeño de su gestión y al logro de los objetivos señalados. En el caso de las comunidades organizadas se produce una situación análoga; la gerencia, es decir la autoridad municipal, es quien recibe el encargo de alcanzar las metas trazadas y se debe al mandato expreso de los propios vecinos, quienes, en teoría, deberían poder mandar a su casa al alcalde, si éste no da la talla requerida. La pregunta es entonces, ¿por qué no sucede así?

domingo, 27 de septiembre de 2009

Basta ya, señores alcaldes.


Cuando las municipalidades del Perú vieron seriamente recortadas sus atribuciones y competencias y, por ende, también sus presupuestos e ingresos, gracias a la decisión del señor Fujimori, cuyo evidente propósito era eliminar competidores en lo que a preferencias del electorado se refería, es que los funcionarios y asesores municipales no vieron más salida que la de crear nuevos y engorrosos procedimientos administrativos, avalados por ordenanzas municipales, que no hacían más que meter la mano al bolsillo del contribuyente para suplir el bajón de las alicaídas arcas municipales. Es así que desde esa época las marañas administrativas convierten la obtención de licencias y autorizaciones municipales de funcionamiento, por ejemplo, en un verdadero viaje a la luna, por lo difícil, largo, costoso y a veces imposible, de su culminación.

El cálculo del costo real de los pasos y acciones a seguir en cada procedimiento administrativo, que determina, de acuerdo a ley, el monto del derecho a pagar, se convierte, desde esa fecha, en una real acción expoliatoria del sufrido vecino y contribuyente. Es decir, un determinado procedimiento que debería costar como diez, termina costando como cuarenta y requiriendo el doble y el triple del tiempo invertido, para justificar, en parte, el excesivo monto cobrado. Y eso no es justo, considerando, sobre todo, que las municipalidades y, principalmente sus autoridades, se deben exclusiva y excluyentemente, a la población que las eligió para servirla y gestionar su desarrollo.

No es justo, por otro lado, que las campañas políticas, ascensos sociales, riquezas personales y hasta sueños de grandeza, de las primeras autoridades municipales, se alcancen o logren a costa de los contribuyentes. Que el impuesto predial, por ejemplo, sea el principal sustento de planillas y, su cobranza coactiva, la única forma de no dejar de pagar sueldos y salarios, así como favores y prebendas, no dice nada bueno de una administración cuya única razón de ser es la de servir a los vecinos y no de exprimirlos económicamente. Que la tasa de arbitrios haya dejado de ser, por otro lado, nada más que el monto justo y necesario para cubrir los servicios públicos que la administración municipal brinda, como la ley manda, para convertirse en fuente de ingresos para beneficios personales de las autoridades a cargo, es precisamente algo que nunca se debió permitir y que ahora va a ser bastante difícil de erradicar.

Y así no es. Una verdadera gestión municipal debe buscar mas bien, abaratar costos, llevar los montos de los derechos municipales a su mínima expresión y generar bienestar económico a la población a la que sirve, si no promoviendo el desarrollo y empleo pleno, al menos supervisando y fiscalizando los costos de todos los servicios públicos que se dan en su jurisdicción. Pero ¿qué se puede hacer cuando la misma población ignora sus derechos y no participa decididamente en el cogobierno de sus distritos, auto excluyéndose, sea por desidia o por desconocimiento? Y cuando la autoridad municipal actúa como dueño y señor de los bienes e ingresos municipales, en directo y descarado perjuicio de los intereses vecinales.

Creo que es el momento, aquí y ahora, de empezar a actuar. Sin atacar a nadie en particular, ni señalar siquiera a responsables, es justo y necesario iniciar la defensa del vecindario y revertir las acciones expoliatorias e ilegales que unos cuantos malos funcionarios y corruptas autoridades municipales han venido realizando en los últimos años sin que nadie se atreva siquiera a cuestionar. Las castas de privilegio, los pagos de favores, los negocios personalísimos y los intereses particulares, ajenos a la comunidad, deben terminar. Empecemos por señalar los casos en los que el vecino pueda estar siendo sorprendido e incluso coactado y la forma de evitar el que esto siga ocurriendo. En verdad, no es tan difícil.

domingo, 20 de septiembre de 2009

¿Por qué no se callan?


¿O sea que por no tener la plata suficiente para comprarnos una residencia en urbanización exclusiva de las afueras de la ciudad, rodeada de tranqueras y adustos vigilantes; o, un poquito menos, pero igual demasiado, como para comprarnos un dúplex, también en zona residencial exclusiva, con muros, tabiques y techos enchapados, con ventanas de doble vidrio y marco de cajón; o un poco menos aún, pero todavía demasiado, como para comprarnos una especial 4 x 4 blindada y con lunas gruesas y polarizadas, tenemos, por ser pobretones ciudadanos de a pie, que chuparnos toda la porquería sonora que se produce en las calles de una ciudad que hace rato dejo de ser para seres humanos y se ha puesto al servicio, por interés económico, de su majestad el vehículo o, por incapacidad de manejo, al servicio de la vociferante clase informal que a puro pulmón y desorden quiere llegar también a ejercer el poder? Sí pues, parece que sí.

Pero antes de odiar a muerte al pobre carrito, bonitos hay, ¿no? o a los cholos provincianos inmigrantes (como yo) que por su falta de "clase" viven como animalitos, gritando cual berracos todo lo que se les ocurre o necesitan, revisemos el tema desde la razón. Una comunidad se organiza en base a los requerimientos de su propia población y casi siempre esta tiene lo que merece, aunque nunca tenga lo que necesita. Para ello se requiere, por un lado, de la capacidad, conocimientos y buen criterio que sus líderes o gestores se supone poseen y que aportan a la comunidad, cuando por elecciones acceden a ser sus autoridades, y por otro, de la supervisión, fiscalización y apoyo o descalificación a que la propia población tiene derecho y obligación.

Pero ¿qué pasa cuando los dirigentes o autoridades "mayormente desconocen" de gestión y su capacidad no es más grande que el carné partidario que los avala? Sucede lo que estamos viviendo. Locales diurnos y nocturnos tremendamente bullangueros y faltosos, sin las mínimas condiciones acústicas necesarias exigidas para su funcionamiento y el buen dormir de los vecinos, pero con todas las autorizaciones municipales en regla o de lo contrario, con todos los amparos judiciales que se requieran; vehículos, desde ticos hasta volquetes, con cláxones y sirenas dignas de trasatlánticos en carrerita inter oceánica; escapes libres o malogrados de vehículos de servicio público, a los que se añaden las estridencias que llaman musicales, en su interior, así como vocingleros llenadores de combis, insoportables jaladores de tiendas, gritonsísimos vendedores de lo inimaginable, alto parlantes endemoniados, entre otras cosas, que han acabado con nuestra tranquilidad y nos han sumido en la más imponente crisis auditiva de las últimas décadas. Si hasta ganas de ser sordo dan.

De vez en cuando, algunas autoridades municipales desempolvan las ordenanzas existentes para tratar de frenar este terrible caos sonoro, este flagelo de contaminación sicológica que desarma nuestros sistemas nerviosos y nos pone en punto de caramelo para agarrarnos a trompadas con el prójimo que se nos cruce en el camino, oficina y hogar incluidos. Pareciera, sin embargo, que no todo se reduce a severas normas e imposición de fuertes multas, sino mas bien a un querernos un poquito mas a nosotros mismos y tratar de vivir como gente. Y es que no es posible vivir así, salvaje, casi bestialmente y, en ello incluyo, hasta a las airadas y frecuentes peleas familiares que se escuchan a nivel de ópera italiana en todo el barrio, vereda de enfrente incluida; cuando lo correcto sería agarrarse a martillazos, por ejemplo, para no molestar al vecindario. Es más efectivo, menos escandaloso y revela un mínimo de respeto para los que conviven con nosotros bajo el mismo cielo y dentro de los mismos límites urbanos.

Pero si las normas existen y si las recomendaciones internacionales y locales dicen literalmente que no debemos superar cierto límite de decibeles, curiosito nombre que se refiere a la medida del ruido que puede soportar el oído y el cerebro humanos, ¿por qué se permite entonces que vivamos en una especie de Larco Herrera al revés, donde el que no grita o hace escándalo está totalmente loco. No hay derecho, nadie debería tenerlo al menos, de castigarnos inmisiricordialmente con la emisión de ruidos molestos que se han convertido en el símbolo de nuestra sociedad moderna y globalizada.

A casi doscientos años de habernos sacudido del yugo español y cuando estábamos cerca de alcanzar la madurez como comunidad urbana, pareciera necesario apelar a esa tan graciosa como ridícula figura político social que todavía persiste en la madre patria, la del rey, para que él mismo, también sonoramente, nos hiciera entrar en razón. Sí pues, ¿por qué no nos callamos de una buena vez?

domingo, 13 de septiembre de 2009

Horrible oye.


Una condición principal del buen vivir, es la de vivir a gusto. Mi casita, por humilde que sea, limpia y arreglada, me brinda un espacio agradable para vivir y en ella me siento bien. Lo menos que puedo pedir para mi entorno, es decir, para todo el espacio que me rodea, incluyendo viviendas aledañas y paisaje urbano, es que éste también sea agradable. Pero, ¿qué sucede si por donde camino siento una agresión visual increíble? Si me golpea en el rostro la estridencia de los avisos, letreros, pancartas, el mobiliario urbano, que incluye grotescas y antojadizas piezas monumentales de ¿arte?, y los elementos que constituyen el soporte y canal de los servicios públicos: postes, cables, sub estaciones eléctricas, buzones, depósitos para basura y demás.

La vida urbana se desarrolla dentro de un marco escenográfico diseñado, construido y mantenido por las concesionarias de los servicios públicos, pero con la anuencia, autorización, supervisión y fiscalización de las autoridades municipales. Sí pues, esas telarañas inmensas de cables que nublan nuestra vista cual horribles toldos virtuales, pertenecen a las compañías de servicios eléctricos, de televisión por cable, de telefonía y de Internet, que debiendo ser subterráneas, porque así lo dicen, indican y exigen varias ordenanzas municipales, se muestran imponentes y atrevidas ante la vista y paciencia de funcionarios ignorantes de las normas o eficientes y serviles colaboradores rentados de dichas empresas.

Los avisos publicitarios por otro lado, desafiantes en su monumentalidad y mal gusto, constituyen otro indicador de que las necesidades y prioridades de las empresas de publicidad están por encima de los intereses de la comunidad y que los contratos de publicidad en concesión que las autoridades municipales realizan, esconden definitivamente intereses personales, no sólo económicos sino también de posicionamiento político de las autoridades de turno. Hermosas avenidas, super pobladas de avisaje, de dudoso buen gusto, gratas perspectivas urbanas que han sido derrotadas por la presencia de paneles, tan grandes como mal concebidos, nos recuerdan permanentemente que los miembros de la comunidad sólo somos números o estadísticas en esta sociedad de consumo que nos oprime y ahoga.

Elementos de servicios complementarios, como kioskos ¿de periódicos?, estaciones de serenazgo, cabinas telefónicas de servicio público, así como parques infantiles, alamedas, bulevares, puentes vehiculares y peatonales, que con su presencia elefantiásica nos recuerdan permanentemente que están ahí porque a alguien le ha dado la gana hacerlos, inconsulta y onerosamente, para satisfacer egos, ensanchar billeteras o, simplemente, gastar recursos que no han sabido emplear adecuadamente. ¿No era que teníamos que ponernos de acuerdo en cómo emplear los recursos que constituyen el patrimonio de la comunidad?

Finalmente, los edificios y construcciones municipales que albergan palacios, oficinas administrativas, casas comunales o tallares, que deberían constituir ejemplos de buen y funcional diseño y concreción, son horribles armatostes de pésimo o retorcido gusto, a los que suelen acompañar monumentos, bustos o piletas, casi siempre sobre valuados y que nos recuerdan que las autoridades han equivocado la naturaleza del encargo y del empleo recibidos. Y que nosotros, los vecinos, seguimos sin percatarnos de que el poder y la decisión está en nuestra manos y que solamente la ignorancia de nuestros derechos urbanos y la desidia de nuestros actos constituyen la razón principal de que nuestras ciudades se hayan convertido en presas fáciles de la peor contaminación visual posible, con el carácter de horribles.

domingo, 6 de septiembre de 2009

¿Permiso para respirar?

La contaminación ambiental que padecen nuestras modernas ciudades tiene como origen directo las fuentes emisoras y como sus cómplices mediatos, la desidia de los propios vecinos y la incapacidad funcional de sus autoridades. Las áreas verdes, especialmente los árboles, que tienen como atributo, especial y específico, el de transformar el aire enrarecido e insalubre, en aire fresco y oxigenado, gracias a los micro laboratorios ubicados en su follaje, no existen como prioridad, como debiera ser, en ningún plan de desarrollo urbano. Tal vez sí en el papel, pero jamás en la práctica. Más bien se han convertido en obstáculo para el “crecimiento urbano”, en elemento suntuario, que nadie está dispuesto a solventar.

Pero para vivir saludablemente, además del aire respirable, necesitamos también de áreas libres, esos vacíos tan necesarios entre las edificaciones, aquellos que sicológicamente, nos permiten pensar que no vivimos hacinados, que hay un área de amortiguación virtual entre las actitudes y comportamiento de las otras personas y nosotros mismos. Pero qué locura, a quién se le ocurriría negar la licencia de construcción a cualquier proyecto que se quiera hacer en el distrito, si es para el beneficio de nuestra propia comunidad, dicen los alcaldes, complacientes e ignorantes ellos. Si además, quien aprueba los proyectos es la Comisión de los Colegios profesionales, que es autónoma añaden, más ignorantes y casi coludidos.

La voracidad de los inversionistas inmobiliarios han convertido las ciudades en galpones de grandes contenedores humanos, rodeados de otros muchos, tanto o más horribles, con grandes pistas, enormes explanadas grises para el parqueo vehicular y de alguno que otro pequeño terral donde alguna vez hubo árboles y bellos jardines y que ahora son áreas libres que pronto recibirán ampliaciones de carriles vehiculares, de pasos vehiculares a desnivel o elevados puentes peatonales que al final nadie querrá usar.

En el Perú existen, por otro lado, ciudades del interior totalmente envenenadas por la minería y otros tipos de actividades extractivas e industriales, cuyas concesionarias, lejos de procurar resolver los problemas generados, extorsionan a las poblaciones aledañas para que no delaten lo evidente y no mermen sus ingresos. Necesitaríamos más de una Erin Brockovich (heroína legal protagonizada por Julia Roberts) para ayudar a resolver los gravísimos y evidentes problemas ambientales de estas poblaciones.

Algo similar sucede en nuestras grandes ciudades urbanas de la costa. Aquí el problema principal es el transporte urbano, el peor de Latinoamérica, con la emanación de gases tóxicos de vehículos que hace decenas de años debieron ser retirados de circulación, pero que las autoridades, provinciales, no se sabe por qué razón, mantienen circulando. Plantas revisoras técnicas de vehículos que cobran bien y no resuelven nada, cuerpos policiales que se hacen de la vista y tal vez la billetera gorda, pero que tampoco resuelven y autoridades de transporte que hacen agua en todos sus niveles de atención, supervisión y fiscalización Y un poder judicial, prácticamente al servicio de las mafias de los transportistas.

Si en una ciudad de mediana envergadura, 100,000 habitantes para arriba, se requiere, aunque no hubiera grandes problemas de emisión de gases tóxicos, grandes áreas verdes y miles de árboles para vivir saludablemente debido a las actividades propias de los seres humanos, en donde la sola respiración de mi vecino me quita el aire fresco que me corresponde, imaginemos cuánto más necesitaremos debido a esas chimeneas letales correteando por nuestras pistas.

Oiga señor, no sea tan fresco, pues. Haga el favor de ponerse a la cola. Todos tenemos derecho a respirar cerca del árbol.

No seas tan mala hijita, mira que ya no puedo caminar mucho.

Sí, pero este el único árbol de la cuadra y ...... Está bien tío, siga nomás, pero sólo 10 minutos, ¿eh?

Dentro de algunos años, la conversación anterior, que podría parecer surrealista, tendrá lugar todos los días y a cada rato, en algunos de los poquísimos parques que nos queden en las grandes ciudades urbanas del país. Claro, si es que la población no se organiza, se empodera a sí misma y hace respetar sus derechos. Y es que señores, para respirar todavía no hay que pedir permiso.