domingo, 29 de noviembre de 2009

Los contenedores de la Solidaridad


¿Qué pasa cuándo es la "autoridad" la que violenta o desconoce las leyes y se zurra olímpicamente en la comunidad que le otorgó el poder? Lo sucedido en el distrito de Magdalena del Mar de Lima, con la expropiación del parque Túpac Amaru a favor del proyecto Hospital de la Solidaridad es muy triste, porque implica la renuncia del ciudadano, sea por ignorancia, omisión o desidia, a su derecho de participar en las decisiones que tengan que ver con cambios drásticos en la forma de vida de la propia comunidad, en la alteración de la infraestructura y del entorno y en la pérdida de la identidad urbana.

Todo empezó un par de meses antes, cuando el ya de por sí alterado ambiente que rodea el parque principal del distrito, se vio invadido por la presencia de pesados contenedores, vacíos ellos, horribles ellos, totalmente desubicados ellos, depositados sobre plena pista del jirón Leoncio Prado, entre los jirones Grau y Bolognesi, anulando un carril de esta importante vía por donde transitan numerosas unidades de transporte público y frente a la iglesia principal del distrito. Los transeúntes que atravesaban normalmente el parque se vieron obligados, debido a las obras que acompañaban a tremenda invasión, a caminar por la pista, pegados a semejantes armatostes, todos calladitos y en fila india.
Largas semanas de implementación, corte de luz en un sector del distrito por algunas horas, para hacer las conexiones subterráneas necesarias, hasta la pista de la transitadísima Bolognesi tuvo que cerrarse para el trabajito eléctrico y los vecinos del distrito calladitos todavía. Se empezaron a colocar horribles carteles del Hospital de la Solidaridad, claro está, como gestión del Dr. Luis Castañeda Lossio, para que todo el mundo y visitantes se enteren, ni modo ignorarlos porque están colocados por todas partes y ahora sí, trabajemos el piso.Momento señor los pozos a tierra, para que nadie se quede colgado en los sillones de la cirugía dental ni se chamusque la panzoncita de turno en las ecografías respectivas. Cave usted aquí, levante usted allá. Nos faltó espacio, bueno pues cójanse los corredores internos del parque, lance usted coberturas aladas, techos en volado del más finísimo latón coarrugado y ya está, tenemos una pequeña ciudadela médica, no olvide usted, durante la gestión del Dr. Castañeda.
Bueno pues, un mes después ya tiene usted la atención a todo dar, bellas anfitrionas en diligente actuación ayudando a los enfermitos, ancianitos y mañosos, sin distinción, a dirigirse a los consultorios respectivos. Está bien que no pueda caminar señor Gonzáles, pero le agradeceré subir un poco más la mano en mi espalda, por favor. Tenemos así que el lado izquierdo del parque Túpac Amaru ya no existe, ahora es un hospital, muy bien organizado, destellantemente pulcro, bien atendido y probablemente eficiente, pero está sobre un área que ha sido expropiada a la comunidad, que sin mayor conocimiento forma su colita para pagar en ventanilla; ya que me han traído el hospital a la puerta de mi casa, a ver si tengo glaucoma, cómo estará mi colesterol y mi corazoncito que me está fallando, desde que me enteré que ninguno de mis hijos con la Dominga es realmente mío. Por ese lado todo muy bien.
Pero vamos por partes y cucharadas, como si de un buen caldo de gallina se tratara. ¿No que los parques son intangibles?, ¿Que está penada por ley cualquier cosa en contrario?; ¿No que no se debe invadir la vía pública, sobre todo cuando se crea congestionamiento, y se expone al peatón a accidentes personales?; ¿No que la autoridad metropolitana, la de la misma gestión del Dr. Luis Castañeda Lossio, curiosa coincidencia, hizo demoler, con justa razón, lo que el alcalde de Jesús María pretendía construir en el Campo de Marte, porque invadía la vía pública y porque eran áreas intangibles?; ¿Y la autoridad local? ¿Cómo es que la señora alcaldesa, en ejercicio, no tomó nota que estaba cediendo ante un hecho ilegal?; ¿Fue autorizada por el Consejo Municipal en su conjunto?; ¿Basta el hecho de que la señora alcaldesa sea del partido de la gestión del Dr. Luis Castañeda Lossio, para que entregue en bandeja de plata las principales zonas del distrito para una evidente campaña pre electoral?; ¿Habrá alguien, además del chapulín colorado, que pueda librarnos del inicio de una fogosa pelea por los votos populares, a costa de entregar identidad urbana, libertad ciudadana y dignidad civil? Parce que no, porque aunque algún chapulín tenga la camiseta, ha perdido el chipote chillón a manos del propio vecindario, que se lo ha escondido por laberintoso, y por no dejar hacer obra, oiga usted. Sobre toda a la exitosa gestión del Dr. Luis Castañeda Lossio.
Se saben de movimientos de vecinos que buscan hacer demoler tremendo paquidermo metálico, tremenda afrenta estética urbana y algunos malhablados dixit, tremendo negociado. Pienso que deberían. No es correcto hacerlo después del daño y menos por haber permanecido callados cuando se estaba armando lo que parecía un almacén aduanero más del grupo Romero, pero rectificar es de gente pensante y además debe sentarse el precedente de que nadie, ni siquiera la gestión del Dr. Luis Castañeda Lossio, puede sentarse en la cara, aunque parezca sonriente y complaciente, de la ciudadanía. No hacerlo es faltarse el respeto a sí mismo, es aceptar lo que venga, que a no dudar y, dada la feroz competencia electoral que se nos viene, que puede llegar a extremos por ahora inconcebibles, casi como de píldora del día siguiente.
Eso pasa por andar hecho el idiota pensando en las musarañas sin darse cuenta de que le están levantando a uno su pareja o que le están quitando el parque que viene a ser lo mismo, que con la triquiñuela de ayudar a los viejitos enfermitos se están posicionando en la mentalidad estúpidamente paternalista de los ciudadanos sin nombre, de los vecinos sin dignidad, de las autoridades que se venden o se alquilan o, que al parecer, se limitan a obedecer, porque el cargo que ostentan lo recibieron de regalo o se lo encontraron de casualidad. ¿Y de los vecinos qué?
Ya pues señor alcalde.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Restaurante Central de Miraflores, Ciudadanía y Gestión Municipal.


Un triste pero aleccionador hecho se acaba de producir dentro de la normalmente tranquila comunidad del distrito de Miraflores en Lima. Un restaurante de primer nivel que había sido ubicado, ambientado y equipado en donde no debía, ha tenido que cerrar luego de seis meses de inaugurado, por disposición municipal, o más bien, por la presión ejercida por los propios vecinos. Lo singular del asunto es que un inversionista ha realizado toda una labor de remodelación, ¿a escondidas?, sin que nadie intervenga, hasta terminar totalmente, equipar y decorar a todo dar, inaugurar y ponerse a trabajar como si nada. Claro, hasta que alguien, maldito metiche, hizo el escándalo y la municipalidad tuvo que aceptar que mayormente desconocía, pero que sí pues, eso no se podía hacer. Habrase visto.

Al parecer, es verdad que el señor alcalde del distrito, por ignorancia o soberbia se excedió en sus funciones y prerrogativas y, sin mayor empacho, como todo reyezuelo, le dijo al inversionista, que se había tomado el trabajo de consultarle, claro ni tonto, no iba a arriesgar tremenda cantidad de dinero y pensando, por supuesto, que lo que dijera el alcalde era, por costumbre y realidad, la última palabra y nadie podría objetarlo después, que sí señor, que no se preocupe, que todo estaba bien, que ya verían más adelante lo de la zonificación y que muchas gracias por invertir en "mi" distrito.

Aquí tenemos el aspecto más importante, un alcalde no es dueño y señor de nada, salvo de su trabajo, de sus obligaciones y responsabilidades y, claro, del atractivo sueldo que le pagan los propios ciudadanos a través de sus tributos; y su actuación está regida y totalmente dispuesta por una ley orgánica de municipalidades y jamás puede excederse en sus funciones, no sólo porque ello está penado por ley, si no, porque la comunidad, en teoría, podría determinar la vacancia de su cargo, es decir, mandarlo a su casa.

Todo local comercial, un restaurante lo es, que se pretenda abrir en un determinado lugar, debe primero contar con el visto bueno de la oficina municipal correspondiente. Es muy importante determinar si la zonificación permite el giro del negocio, si se cuenta con los accesos necesarios, los estacionamientos requeridos, si el ancho de la vía sobre la que abre dicho local es el adecuado, si el área del local y el número de comensales que se proyecta atender no supera los niveles de uso del suelo urbano, para el terreno sobre el que piensa habilitarse dicho local. Solo un loco o alguien acostumbrado a zurrarse en la normatividad y el respeto a los demás podrían aventurarse, vía el caballazo y los amigotes oficiales, en una empresa que está condenada a una muerte segura. Supongamos que se cuenta con un "Certificado de Parámetros urbanísticos", así se llama el documento inventado por las municipalidades para obtener recursos a costa del contribuyente, positivo, es decir que indica expresamente que en tal local, terreno o ubicación se puede abrir un negocio como el solicitado, entonces y solo entonces se puede pasar a una segunda parte. Si en donde se va a abrir el negocio, en este caso un restaurante, es actualmente una casa, un terreno desocupado o lo que fuera, se requiere de cierto acondicionamiento especial, dado el giro, el nivel y la proyección del negocio, entonces, sí ó sí, dicha solicitud y proyecto deben pasar por la comisión revisora del Colegio de Arquitectos, que no es totalmente autónoma, si no que está dirigida, monitoreada y fiscalizada por la propia municipalidad que tiene como miembro, con voto dirimente, a su director o gerente de obras. Al implicar una remodelación y/o ampliación, definitivamente tal obra debe ser supervisada por la autoridad municipal, con la aprobación de la comisión mencionada. Supongamos que el inversionista, cara dura él, luego de consultar con los funcionarios correspondientes y recibir un terminante no como respuesta, buscó al alcalde le habló bonito, lo convenció de alguna forma y siguió con su proyecto, bajo la premisa de que "donde manda capitán no manda marinero". Si fuera el caso, jamás se podría negar responsabilidad municipal directa en el hecho.

Lo que sigue en este cuento no es más que el ejercicio de la potestad del derecho ciudadano a levantar la voz, a reclamar y a exigir que las cosas no se salgan de cauce y nadie se permita hacer lo que la norma prohíbe. Norma que nace del acuerdo vecinal, del establecimiento de las condiciones de convivencia, de un acuerdo comunal expreso. Que se mencionen intereses subalternos, envidias, intenciones de figurar, de lanzar candidaturas futuras, o de competencia mal sana es irrelevante. Se ha trasgredido la ley, se ha actuado con conocimiento de la falta y, hasta ahora nadie lo ha mencionado, se ha agredido a la tranquilidad ciudadana y se le ha faltado el respeto a la comunidad. Sí pues, pero aunque la ley dice que basta con volver las cosas a su estado original y pagar una multa determinada, para hacer como si nada hubiera pasado, hay una fuerte inversión que se ha ido al tacho y que no se podrá recuperar. La verdad es que la autoridad municipal ha participado en este caso, por omisión de funciones, algún mal pensado dirá que hasta por colusión y por ello tendrá que ver cómo se las arregla civil o penalmente con el inversionista y moralmente con sus vecinos.

Este caso, en cuyo análisis y evaluación objetiva no debería para nada permitirse se filtren intereses, justos o no, de terceros, como es el caso de los empleados contratados que se quedan sin trabajo y los sibaritas que se quedan con las ganas, porque dicen que el restaurante era de los mejores, tiene un sólo final posible, el restaurante debe irse con su música y sus platos a otra parte. Y pensar que todo esto pudo haberse evitado si la autoridad actuara como debiera y los ciudadanos supieran que nada de lo que pasa en su distrito les es ajeno. Es una pena, pero es una gran lección. Lo importante es que nunca más se repita.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Política y Elecciones Municipales

No es que la política esté maldita. Sucede que hay demasiados, y cada vez más, malditos dentro de la política, que la han convertido en su casa y su refugio, su centro de operaciones y la mayor generadora de porquería a tiempo completo. Dudosas participaciones, asociaciones cuasi delictivas, escándalos personalísimos y asquerosísimos de los cuadros directivos, nos hacen dudar de la conveniencia de seguir llevando el escapulario y la estampita de tal o cual partido. Una pena. Ciertamente sería mucho más fácil escoger entre A, B y C; limitar nuestro interés y capacidad de atención a propuestas concretas de pocos expositores. Ahora resulta que en cada proceso eleccionario hay de 20 a más candidatos. Y no hablemos de lo que algunos simplones llaman las primarias, como en USA, es decir las elecciones de los pre candidatos, que luego serán los candidatos definitivos para hacerse con el botín, perdón la elección. Estamos a casi un año de las elecciones municipales y las paredes y techos de muchas casas ya se cubren de banderolas, cartelitos y similares, "apoyando" a su pre candidato preferido. En especial, en los distritos de la zona central de Lima metropolitana y del PPC. Sólo en Magdalena del Mar tenemos, hasta ahora, 5 pre candidatos, que amenazan con dar una batalla inmisericorde para hacerse de la bendición mamal de doña Lourdes. Toda estaría bien si no fuera por los antecedentes, las malas historias, las comprobadas movidas, mecidas, los cabes, las cachetadas y hasta rompe piernas de algunos de los pre candidatos que llegan a convertir las calles de un distrito, medianamente tranquillo, en campos de batalla medievales, dignas de un templario defendiendo el santo grial. Qué bueno, ¿no? Qué bonito, cómo se vé que hay conciencia ciudadana, gran voluntad participativa y excelentes propuestas, de cada vez más distinguidos vecinos que quieren entregarse a la causa ciudadana y morir en el intento de demostrar que son los mejores candidatos para convertir a su distrito en el mejor de Lima. Pistolas. Nada de éso. Está demostrado hasta la saciedad y la suciedad también, que hacerse de una alcaldía es muy rentable y como dijera el señor Mufarech, cuando estaba a punto de ganar la presidencia regional de Lima, se pueden hacer mil y un negocios y vas a ver, te voy a pagar todo lo que te debo, hermano. No sé si este señor se levantó o no la región, si además pudo pagar sus deudas o al final se arrepintió, pero en todo caso fue demasiado evidente, casi rochoso.

¿Qué ha hecho que los dedicados a la política como forma de vida, se hayan vuelto tan desenfadados y que se expongan sin reparos? Antes la palabra lobbysta era casi un recordatorio materno dicho con mala leche, hoy es casi una profesión. A nadie le huele mal que una caterva de enternados y bien vestidas damitas toquen las puertas de las autoridades, las inviten a almorzar, a cenar, las citen a sus suites, les hagan regalos, aceiten personas como si nada, se hagan amantes, antes o después del faenón; en fin, que justifiquen los medios a traves de los resultados. ¿Qué nos pasa por Dios? La globalización no es estupidización, la modernidad no es desverguenza manifiesta; en ningun sitio dice, por otro lado, que para estar al día hay que "votar a ganador", si la prensa dice que no tienes opción mejor te vas borrando, y ya que tu partido no está en nada, porque no puedes mermelear ni pagar hartos publi cherris, entonces no pierdas plata hijito y dedicate a la cocina; a Gastón le está yendo bastante bién. Vamos por partes porque después te atoras. Centrémonos en lo que es una elección municipal. Aquí empieza todo. En el Perú las elecciones municipales se dan cada cuatro años, para elegir al mejor postulante para hacerse del trabajo de promotor del desarrollo, de generador de mejor calidad de vida, de administrador de potencialidades que pueda sacar adelante mi distrito y lo marquetee como un producto de primera, que pueda recibir gran inversión y que sea ejemplo urbano del buen vivir. Claro, si usted, como muchos la verdad, cree que se vota para elegir a un vecino distinguido que se vea bonito en pantalla y en periódico, entonces estamos fritos y que Dios nos coja confesados, comulgados, bien comidos y con siesta encima. Porque así, ya fuimos. No, señoresy señoras, a quien elegimos, a quien deberíamos elegir, es a la persona más preparada para hacer de mi distrito un buen lugar para vivir, en donde me sienta realizado y alcance mi desarrollo personal y familiar. Lo demás, como dicen las personas distinguidas, son puras cojudeces. Bien y entonces ¿porque no vamos al grano? ¿Qué tiene que ver tanta cantaleta con eso de la política, los partidos políticos y las elecciones municipales? Permítame explicarle, como buen vendedor de línea fija de Telmex. En la política se refugian, normalmente y salvo las excepciones de los dedos de mis extremidades, sin considerar los pies, una tanda de incapaces, ineptos, hijos de apá, ahijados del amigo de mi amá, hasta vagabundos y discapacitados mentales, que consiguen buen dinero para que como sea, pueda hacerme de la alcaldía. ¿No viste que da caché, da amigotes en el poder de turno y sobre todo, te cae tu sencillo para lo que quieras?

Ahora resulta además, que los salvadores, que no son políticos tradicionales, pero que tienen los dientes, las garras y todo grande, como el lobo de la caperucita, los llamados "outsiders", o sea los que vienen de afuera, deben ser considerados, no por sus capacidades y condiciones morales, sino porque usando las mismas o peores tretas a las que el "sistema" nos tiene acostumbrados, deben, digo, ser tomados en cuenta y darle pelea a los antipáticos de siempre. Ya pues. Eso tampoco es garantía de nada, salvo, claro está, de más de lo mismo. Un "outsider", es un cuco que se muere por ser un "insider" pero se presenta como "una persona totalmente diferente" y cuando está dentro se levanta, igual que los otros, lo que sea. He aprendido a desconfiar de la politica, de los políticos, de las medidas y posiciones políticas, de las decisiones concertadas, de los acuerdos colegiados y todas esas idioteces que se han inventado para encubrir que mi grupo y yo, o sea, yo y mi partido queremos marcar aca nuestro territorio y si te descuidas hasta te hacemos soltero por abandono. Ya no podemos seguir asistiendo impávidos e indolentes al triste espectáculo de ver cómo se levantan las rentas municipales y a que hagan de las municipalidades residencias particulares, con chacha cama adentro y de donde saquen hasta para el diario de la principal y del canal dos, así como para la comida de las mascotas, que no son precisamente hamsters. Mi deseo adelantado, de navidad y año nuevo 2010 será para que en las próximas elecciones municipales, aunque no aprendamos a votar, al menos no votemos por votar. Que más que un vómito nuestro voto sea racional, casi inteligente. Dios así lo quiera.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Las otras tasas municipales

Todo lo que la Municipalidad le cobra a los vecinos, vía licencias, autorizaciones, permisos, multas incluidas y cualesquier otro trámite, se llaman tasas y han sido creadas para cubrir los costos de los procesos administrativos que deben realizarse para brindar el servicio requerido. Están autorizados por la respectiva ordenanza local, que debe ser ratificada por la provincial correspondiente. Hasta aquí todo bien, pero qué pasa cuando la municipalidad ve en estos trámites y procesos administrativos la forma de sacarle dinero al vecino para cubrir, su ineficiencia, en el mejor de los casos, o por otro lado, sus cochinadas, cuyo costo de algún lado debe salir. Y es que casi ningún vecino se ha tomado el trabajo, siendo su deber, de fiscalizar, primero lo que se cobra, en qué monto y por qué y, segundo, en qué se utiliza el dinero que se recauda por estos conceptos. Con seguridad habría más de un desmayo si, por ejemplo, se supiera que el costo de obtener una licencia de funcionamiento, en montos reales y eficientes, no debería ser más del 10 % de lo que realmente se cobra por ello. Si se supiera que en una sobre valorización de obra municipal por administración directa, o sea decir que algo le ha costado a la municipalidad como 150, cuando en realidad solo ha sido como 100, se van los ahorros de muchas personas que tienen que realizar algún trámite municipal. Y eso no es justo. Qué va a serlo, oiga usted.

Primero, ¿por que la señora, que nos mira despectiva detrás de su cafecito y sanguche con jamonada, nos dice que regresemos al día siguiente por la firma de su jefezaso que está detrás de la pared en que ella recuesta su anatomía?, firma cuya única importancia radica en la que la señora empleada municipal le da, que además luego debe ser avalada por el sub gerente y finalmente por el gerente para mezclarse con el montón de solicitudes similares que esperan el regreso de los sufridos vecinos para decir, otra empleada, esta vez con gaseosa y chancay en la mano, que le faltó adjuntar la foto de la fachada en color con el nuevo letrero que usted dice que retiró sólo para cambiarle el número telefónico, ya que para ahorrar costos se ha pasado de Telefónica a Telmex. No mezclemos sin embargo, ignorancia, ineficiencia, abuso y costos de trámite, que es al final lo único que nos interesa. Lamentablemente tenemos que hacerlo. A los 200 empleados "nombrados" que encontró la administración entrante, hay que añadir los 100 que la nueva autoridad mete, sin tener mayor mérito que las buenas relaciones y recomendaciones, o las buenas formas anatómicas de los susodichos nuevos empleados. ¿Y de dónde pues va a salir para pagarles? Precisamente, de los costos de los trámites pues.

Ustedes se reirían mucho si vieran los análisis de costos unitarios que se realizan para determinar el costo final de un proceso administrativo. Desde cuanta tinta de un lapicero se gasta, hasta el clip y las "horas hombre" que dicho proceso conlleva. Como no existe una plantilla única para determinar costos de lo que implica realizar tal o cual operación administrativa, tenemos que, por ejemplo, otorgar una autorización para colocar un toldo en el distrito de Magdalena del Mar es, por decir, 10 veces más costoso que en Puente Piedra. Pero si los empleados y funcionarios implicados en el proceso ganan lo mismo y supervisar dicha colocación no puede ser diferente en cada distrito, ¿por qué la diferencia? ¿Y dónde está la provincial que avala casos como el mencionado? Es que son del mismo partido pues, dice la señora de la risa burlona. Y sí pues, así es como suceden las cosas. Todo el mundo se zurra en el análisis real del costo unitario y pone lo que sea rentable para el grupo de turno en el poder. Y así tampoco es.

Hacer engorroso un trámite simple, para hacerlo aparecer como costoso, es lo que malogra una gestión municipal y la convierte en expoliadora, desvirtuando su razón de ser de gestora del desarrollo urbano. Cabe señalar que además existen infinidad de formas de hacerse de fuentes de ingreso adicionales para cubrir gastos operativos y de inversión en obras. Desde empresas municipales, hasta convenios y concesiones, pero de los sanos y correctos, podrían suplir fácilmente los cobros onerosos que una municipalidad "se ve precisada a aplicar" cuando quien ejerce la autoridad temporalmente "mayormente desconoce" el trabajo que debería realizar.

domingo, 1 de noviembre de 2009

El Impuesto Predial

Siempre he creído que el Impuesto Predial es un impuesto confiscatorio, por cuanto es un tributo que se paga por ser el dueño de una propiedad. No importa que la misma se haya obtenido luego de una vida completa de ahorros, de privaciones y sobre saltos. Cuando por fin una familia se hace de una propiedad, resulta que debe pagar un elevado impuesto (predial) por el hecho de poseerla. La justicia económica distributiva nos dice que ello es correcto, por cuanto con esa "contribución" dicha familia está ayudando a mantener el orden, la organización y sustentabilidad de la ciudad a la que pertenece la misma. Pero, ¿por qué es tan elevado el monto?, ¿por qué se fija en la forma en que se hace? y, finalmente, ¿por qué los ingresos municipales por este concepto forman parte de ese botín que es malversado en la forma más descarada que pueda existir?, ¿Por qué se permite que esto suceda? La respuesta es fácil, porque nadie ha tomado conciencia de que dicha cobranza no es la correcta y, sí más bien, tremendamente injusta. Revisemos por qué.

Es cierto que todos debemos contribuir al pago del desarrollo urbano, máxime si se trata del área en donde se encuentra ubicada mi propiedad. El derecho a los parques, a las veredas, a la señalización, al mobiliario urbano en general. Hasta ahí todo muy bien. ¿Pero qué pasa si la cantidad que debo pagar es muy alta para mis posibilidades? Nadie tiene una propiedad porque le sobra el dinero; más bien ha invertido hasta su último centavo, en el común de los casos, para adquirir dicha propiedad, ¿por qué entonces debo pagar tanto por el hecho de tenerla? Existen unas directivas que determinan el auto avalúo del predio, que al final resulta en el monto a pagar. Dichas pautas a seguir nos dicen que si las estructuras, paredes y techos son de tal o cual material el tributo anual será tanto. Es decir, si yo compré una casita de 1 piso, en adobe y sin columnas y luego de un inmenso esfuerzo familiar hemos reforzado la estructura con columnas, vigas y contra fuertes, debo pagar mucho más a la municipalidad. Es como si el esfuerzo y el desarrollo personal tuvieran un impuesto ciego y vengador, en representación de los que no pueden o no quieren mejorar las condiciones de sus propias viviendas y con ello mejorar el aspecto del barrio en general.

Ahora bien, lo recaudado por impuesto predial se usa para el pago de planillas y el costo del desarrollo urbano de mi distrito. Pero qué pasa cuando al alcalde de turno se le ocurre que mínimo deben hacerse tres obras faraónicas cada año y en su planilla ha metido hasta el entenado de su última conquista? Lo primero, la "autoridad" trata de encontrar, a la mala, mejoras en las viviendas y, cobra una multa, por atreverse a mejorar la calidad de la misma, qué lisura, sin haber pasado por caja previamente, para luego aplicar un aumento trimestral permanente, del impuesto a pagar. A esto se le ha dado en llamar actualización catastral y está avalado por ley. Pero, ¿por qué se penaliza el esfuerzo y se avala, por ejemplo, la falta de mantenimiento de fachadas, el abandono de las instalaciones internas de una vivienda, en desmedro de la calidad de vida de los vecinos? La única necesidad que encuentro es la de que a alguien hay que cobrarle el costo de la fiesta inolvidable de las autoridades de turno.

Existen fallas, vacíos, cuando no abusos, en la determinación del auto avalúo; en las cartillas de costos unitarios de construcción; en el establecimiento de los tramos de costos de la propiedad que determinan el impuesto, en los porcentajes y, finalmente y sobre todo, en la forma en que se cobra dicho impuesto. No sólo los vecinos no estamos seguros en qué se gasta el dinero recaudado, si no que además hay demasiadas pruebas de que hay malversación a manos llenas. Entonces, ¿por qué pagar? La falta de capacidad y creatividad de las autoridades municipales que sólo ven al propietario como fuente fija de ingreso, se han convertido en la peor pesadilla de quien creyó haber alcanzado el mejor de sus sueños, al adquirir "su" propiedad.