lunes, 31 de enero de 2011

Lima y la Seguridad Ciudadana

Seguridad Ciudadana es caminar por las calles de tu barrio, de tu ciudad, sin sobresaltos, con la tranquilidad de que nada te va a pasar, con la garantía de que tu casa, en donde quedaron tu familia y tus más valiosas pertenencias, están totalmente resguardadas de cualquier posible ataque de indeseables; saber que cuando tus hijos salen a la calle están totalmente seguros y van a llegar sin apremios a su destino. La Seguridad Ciudadana es, sobre todo, un derecho individual y una responsabilidad colectiva. Como miembro de una comunidad, organizada, debo poder habitar, trasladarme, trabajar, recrearme, realizarme plenamente, sin mayor limitación que la de mis propias capacidades, sin mayor temor que el rompimiento de las normas que yo mismo genere. Está comprobado que al margen de no sufrir, directamente, ningún tipo de ataque o amenaza, es necesario que no exista esa posibilidad, que mi mente tenga la certeza de que nada va a pasar, de que mi tranquilidad sicológica es a prueba de balas. Es atribución y responsabilidad, en el nivel de gobierno más cercano a mí, la municipalidad, el que los vecinos podamos vivir con ese tipo de seguridad total. Pero es mi obligación, como ciudadano, comprometerme decididamente con mi propio Proyecto Integral de Seguridad Ciudadana, para que el mismo sea convenientemente diseñado, implementado, supervisado y, de ser necesario, rectificado durante su aplicación.

Los problemas, cuando se dan o aparecen, pueden ser ignorados, minimizados o postergados, debido a la indiferencia, la desidia, irresponsabilidad y total falta de compromiso, o pueden ser enfrentados, con la férrea decisión de buscar, en forma conjunta y coordinada, la solución a los mismos. Pero ojo, está claro que unilateralmente, sea por el camino de la negación, de la contra violencia, de la norma o prohibición, de la exclusión o marginación, no se logra más que aumentar el problema. Es necesario que la comunidad en su conjunto, organizada y con la participación de sus propias autoridades, asuma el compromiso de abordar el tema desde sus raíces, que es la única forma de combatirlo. Todo Plan de Seguridad Ciudadana que se ha tratado de implementar vía la represión, la prohibición extrema, la anulación o recorte de derechos ciudadanos, a través de las fuerzas policiales o los cuerpos de serenazgo municipales, ha sido un rotundo fracaso, dejando en el camino mayores problemas, surgidos de rivalidades entre niveles de autoridad y más violencia, como respuesta a las incursiones policiales. Las pírricas victorias o los chispazos de éxito obtenidos a la fecha, en cuanto a Seguridad Ciudadana, no han durado en el tiempo, no han podido replicarse en otras áreas geográficas y no han generado más que tremendos gastos y mucha irritación y descontento en la ciudadanía.

Los vecinos, sujetos y objeto de un buen Proyecto de Seguridad Ciudadana, son los únicos que pueden proyectarlo. El mayor obstáculo existente para la elaboración e implementación de un buen proyecto reside en la negativa de los propios ciudadanos a participar y, más que nada, a comprometerse con él. Lealtades filiares mal entendidas, permisividad familiar, falta de cultura cívica, inversión de los valores cívicos y morales, son los primeros escollos que hay que superar para intentar realizar un verdadero diagnóstico de situación de nuestro problema de inseguridad ciudadana. Reconocidas las faltas, las fallas o ausencias, lo que se requiere luego es la llamada a una mesa de trabajo entre los propios ciudadanos, las autoridades de gobierno local, las fuerzas del orden y los representantes educativos y culturales de la comunidad. Todos ellos liderados, temporalmente por un ente coordinador o facilitador conformado por los mismos vecinos. Aquí es donde empiezan las discrepancias. Se considera que todo proyecto de este tipo debe ser asumido, liderado y elaborado por una autoridad, sea municipal o policial, incluso ministerial. FALSO. Quienes tienen los problemas son los vecinos, entre los que se cuentan serios profesionales independientes de las distintas áreas mencionadas, ¿por qué entonces no viramos un poco y reconocemos que nadie podría estar más interesado en resolver sus graves problemas que los propios interesados. La experiencia, no realizada, nos demuestra que así podría ser. ¿Qué perderíamos? Probablemente un poco de tiempo, pero las decenas de años empleadas en no hacer ni resolver nada nos avalan para elevar este pedido. La Seguridad Ciudadana, señores y señoras, es problema, responsabilidad y compromiso de los propios ciudadanos. El resto es una gran mentira o un gran negociado.

lunes, 24 de enero de 2011

Lima y el transporte público

Transportarse en la ciudad de Lima es la más ingrata experiencia que podamos vivir. Caminar por las calles, desplazarse en bicicleta, subirse a un vehículo de servicio público, manejar el vehículo personal, todo ello es traumático. El transporte público dentro de la ciudad es atribución y responsabilidad de la comuna metropolitana, es compromiso participativo de las comunas distritales y es ejercicio del derecho de los ciudadanos. Sucede que las sucesivas gestiones municipales no han hecho su tarea. Racionalizar las rutas de servicio público, supervisar el estado de las unidades de transporte, diseñar y ejecutar un proyecto vial racional y con proyección a los próximos 25 años, coordinar con las autoridades policiales y ministeriales del sector, para estandarizar y normar el servicio y, sobre todo, que la planificación integral no pierda la perspectiva de que todo el transporte es para beneficio único y exclusivo del ciudadano. Las enmarañadas rutas de los vehículos de servicio público, creadas, aprobadas o impuestas por la autoridad municipal, la ausencia de una cultura ciudadana de buen uso de las vías peatonales y vehiculares, los insufribles cuellos de botella que se producen en las horas punta y, ahora, la superposición de dos proyectos de transporte masivo, tienen un solo origen, la inexistencia comprobada de un verdadero Plan de Transporte Metropolitano y, lo más triste, la ausencia total del principio de autoridad.

Quiero invertir en tres o más o moto taxis para tener un ingreso adicional, pues simplemente los compro y ya veré en qué distrito los pongo a trabajar. Me pasaron la voz de una oportunidad única de vehículos siniestrados, de remate, que la próxima semana entran por Tacna, me apunto con dos, así les cambio el timón les doy una maquilladita y ya está, a trabajar en el servicio público. Las normas de tránsito se han hecho para ser cumplidas y respetadas, éso en cualquier ciudad del mundo; en Lima, por el contrario, se han hecho para transgedirlas, para violentarlas y engrosar sencilleras policiales. Se comprobó que había aumentado tremendamente el porcentaje de accidentes vehiculares causantes de muertes en el país, bueno pues, se nos presentó la oportunidad de un negocito para crear el SOAT, obligar a asegurarse a todo el mundo y ya está. Pero el número de muertos no baja, Qué importa, ya estamos cubiertos y nadie podrá decir que no hemos hecho nada por el problema. Tengo plata, bastante plata y soy generoso con los míos, bueno pues a mi esposa y a mis tres hijos les compro un carro a cada uno y yo me compro una 4x4 adicional, para los fines de semana; no importa si no hay espacio para estacionarlas, ni siquiera espacio suficiente para circular. Pero la propaganda dice que no somos nadie si no tenemos el último modelo de Nissan, full equipo y 6 ceniceros. En esa esquina hay muchos accidentes, señor alcalde metropolitano; bueno pues, puente elevado para los peatones, semáforos "inteligentes" para los choferes, gibas, rompe muelles, ojos de gato, carteles, pintado de pistas. ¿Algo más? ¿Vio cómo si me preocupo por el transporte público, oiga usted? Sí señor, no sea usted un imbécil.

Necesitamos resolver el transporte desde la verdadera y única perspectiva existente. El transporte debe privilegiar el uso de la ciudad, sus vías y espacios públicos, por los ciudadanos y toda norma, todo proyecto, toda obra debe estar circunscrita a su beneficio y bienestar. ¿Cuántos somos? ¿Cuántos viajes diarios suma el traslado diario de las personas a través de la ciudad? ¿Cuántos vehículos necesitamos para ello? ¿Cuántas rutas (circuitos y número de unidades) se necesitan para que todo funcione a la perfección? ¿Es necesario el uso de los llamados vehículos menores en algunos distritos de la capital, en cuáles? ¿Cumple su función la policía de tránsito y, especialmente, el llamado escuadrón Fénix? ¿La autoridad de transporte para la ciudad debe ser del ministerio, del municipio, una autoridad autónoma? ¿Cuántos vehículos de uso particular, descontando los de servicio público, aguantan o aceptan las vías que tenemos? ¿Hay espacios suficientes para estacionar, guardar, resguardar, todos los vehículos existentes y los que a diario siguen llegando? Pareciera que nadie se ha hecho estas preguntas; pareciera que sí pero que no entienden las respuestas; pareciera que a algunos les importa un comino el caos vehicular infernal de nuestra ciudad, pareciera que a nosotros tampoco nos importa. Sí pues, tenemos lo que nos merecemos. Pero lo peor está por venir. Este tema apesta, se sigue pudriendo y si no hacemos nada por mejorar las cosas mejor nos quedamos en casa "disfutando" con la guerra de palabras entre los candidatos políticos de turno; porque la ciudad, oiga usted, ya nos es, tremendamente, ajena.

lunes, 17 de enero de 2011

Feliz aniversario a Lima y los limeños

La primera vez que llegué a Lima, a principios de los 60, me deslumbraron sus inmensas avenidas, sus letreros publicitarios, el orden urbano, las fachadas de las grandes tiendas, los grandes buses, las playas casi limpias, la tranquilidad y seguridad casi provincianas de sus calles, las grandes áreas verdes y un parque automotor todavía amable y diseñado para seres humanos. Han pasado desde entonces casi 50 años y nuestra Lima de ahora da miedo, se ha deteriorado tremendamente la calidad de vida urbana, no existe el principio de autoridad y las calles y los espacios públicos en general, han sido tomados por hordas incivilizadas, que de algún lado tienen que haber salido y lo triste es comprobar que han salido de nuestras propias casas, de nuestras familias y las familias de amigos cercanos. Pero han salido, sobre todo, de nuestra indiferencia y desidia, de nuestra incapacidad para comprender que si queríamos vivir bien, tendríamos que habernos comportado como verdaderos miembros de una misma comunidad, que entiende que lo que haga o deje de hacer les afecta por igual a sí mismo y a los demás. ¿Es tan difícil comprender que si algo no me gusta, yo tampoco debo hacerlo? Que si quiero que los demás respeten mi forma de pensar y actuar, ¿yo también debo hacer lo mismo con ellos? Cerca de nueve millones de personas estamos ocupando el suelo limeño y, salvo la necesidad de subsistir, pareciera que nada nos une, no tenemos identidad, ni un proyecto en común, entonces ¿tenemos realmente algo que celebrar?

Pues sí. Y mucho. Tenemos, primero que nada, un clima benigno, casi aburrido; ocupamos una zona geográfica con menos actividad volcánica que la de muchas otras ciudades del mundo; no tenemos graves problemas ambientales como los de nuestras ciudades mineras del interior, salvo la flagrante estupidez de una autoridad de transporte que ha permitido buses y vehículos letales; la violencia callejera todavía no es como la de Bogotá o el DF de Ciudad de México y podríamos enumerar una serie de vicios urbanos que "todavía" no tenemos. Todo esto es más que suficiente para celebrar. Pero aquí está, precisamente, lo tremendamente contradictorio y es que teniendo todas las condiciones físicas y materiales para gozar de un altísimo nivel de calidad de vida, estamos muy mal. En lo que fallamos es en conciencia cívica, identidad ciudadana, cultura urbana, es decir, no sabemos vivir en comunidad y lo que estamos pasando es exactamente lo que merecemos. Lo gracioso del caso es que la solución a todos nuestros problemas y carencias urbanas depende, única y exclusivamente, de nosotros mismos. Es una simple cuestión de actitud. Sabemos que hay cosas que nunca deberíamos hacer y las hacemos, que hay cosas que siempre deberíamos hacer y no las hacemos (no quiero pues) y sin embargo queremos vivir de lo mejor, lo malo es que en el camino, ignoramos, ninguneamos, casi despreciamos, a los demás; las necesidades, requerimientos, sueños, deseos y, sobre todo, los derechos, especialmente los urbanos, de los demás.

¿Qué tal si para el próximo año tratamos de corregir lo que estamos haciendo mal?¿Qué tal si nos proponemos aprender a respetarnos los unos a los otros? Qué tal si entendemos que para vivir bien tenemos que aceptar que "todos" tenemos que vivir bien. Un buen comienzo sería empezar a preocuparnos por lo que hace sentir bien a los demás y cómo hacer para que "sus" necesidades y requerimientos coincidan con las "nuestras". Es tan simple como darnos cuenta de que no estamos solos, de que no vivimos solos y de que debemos aplicarnos para sacar lo mejor de nosotros mismos. El resto vendrá solo. Lima y los limeños, por nacimiento o adopción, merecemos un mejor lugar para vivir, un espacio urbano creado por nosotros mismos en el que podamos desarrollarnos plenamente. Ningún proyecto, ninguna planificación urbana logrará su cometido si no establecemos un compromiso serio para con nuestra propia ciudad. Espero que el próximo año sí podamos decir con alegria y orgullo: ¡Feliz Aniversario querido Vecino!

lunes, 10 de enero de 2011

Llegó el momento, señora Susana

Se acabaron las peleas, los chismes y murmuraciones. Bien fea fue esta campaña municipal. Ya está, sin embargo, la primera alcaldesa electa de Lima, en funciones. Salvo pequeños roces, la transferencia se ha realizado en forma normal. La gestión saliente no ha sido muy prolija en cuentas y supervisión de obras, pero eso ya se verá en el camino. Ahora lo único que queda es aplicarse y lanzarse de lleno a la gestión. ¿Qué esperamos de usted señora Villarán? Los limeños, de nacimiento y adopción, necesitamos que nos sea devuelta la ciudad, que sus calles, plazas, parques y espacios públicos en general, sean transformados y reciban un toque de proporción y escala humana y podamos gozar nuevamente de nuestra ciudad. Tenemos un enemigo, que de extraordinario auxiliar móvil y versátil herramienta de trabajo, se ha convertido en un monstruo devorador de tranquilidades y espacios. Pero ciertamente, este objeto inanimado no es directamente culpable, en modo alguno, sí lo son quienes lo pusieron delante de los intereses de las personas, quienes le ofrecieron la ciudad negándosela a los peatones, quienes han lucrado con su increíble multiplicación y quienes, teniendo la capacidad ordenadora y sancionadora, se han hecho de la vista gorda a cambio de engordar también la billetera. Y no es justo, las obras faraónicas realizadas en homenaje y al servicio de los vehículos han echado por tierra nuestras esperanzas de humanizar nuestra ciudad. Es hora de actuar, pero ahora mismo, antes de que sea demasiado tarde.

Los planes, proyectos y obras realizadas hasta la fecha han sido, sin excepción, de corto plazo, de efecto publicitario y en calidad de maquillaje urbano. No existe, a la fecha, un verdadero proyecto de desarrollo para Lima, una proyección de nuestras necesidades y requerimientos, que convenientemente encausados nos den una Lima suficientemente digna para vivir. Nuestro sistema democrático es pésimo en su estructura, mal implementado y escandalosamente manipulado, en beneficio e interés de cualquier otra cosa, menos del ciudadano. La política y sus capitostes, los intereses de las inmobiliarias y constructoras, monstruosas depredadoras del espacio urbano, nos han birlado la posibilidad de vivir bien y de ser felices. ¿Qué hacer? Como primer número, de esta nueva presentación edil, tenemos que detenernos a pensar en el futuro, tenemos que imaginarnos cómo estaríamos, de seguir haciendo lo que se está haciendo, de aquí a 25 años, mínimo, para, luego de horrorizarnos, tomar el toro por las astas y señalar la ruta que realmente debemos seguir. Y lo primero, señora alcaldesa, es devolver al ciudadano la esperanza de una mejor calidad de vida, re direccionando toda la labor y el esfuerzo municipalista para convertir, nuevamente, al vecino, en el objetivo único y excluyente de toda la gestión municipal. Así, si el vecino es el fin, ¿por qué diablos seguimos haciendo super carreteras y anchando pistas, eliminando parques y jardines para construir playas de estacionamiento?, ¿por qué en un cruce importante de calles se hacen puentes elevados para que el peatón suba y baje tremendas y mal diseñadas escaleras, permitiendo que su majestad el carro se dealice suavemente sobre el mismo nivel?

Si es cierto que usted no le debe favores a nadie, si es cierto que no tiene rabo de paja, si es cierto que lo que la anima y la animó a postular es ese gran deseo de hacer algo por las personas, entonces demuéstrelo. Déjenos ver y conocer su mayor esfuerzo, entregue todo por la función que le hemos entregado. Podríamos empezar enumerando obras, trabajos, ordenanzas, sugerencias, pero de eso no se trata. Le reitero que lo importante es asumir el reto con lo sustancial, que ciertamente no es muy popular y si usted ha pensado en catapultarse a través de la alcaldía metropolitana a ligas mayores y por ello se va a dedicar a lo suyo y a poner su gestión al servicio de su carrera política, entonces la maldigo y le deseo la peor de las suertes; pero si se va a dedicar a hacer lo que se tiene que hacer para recuperar nuestra hermosa ciudad, continuar lo bueno, salvar lo rescatable y construir un futuro urbano más humano, de mayor calidad, entonces reciba usted todas las bendiciones del mundo. Difícil es, pero cuenta usted con un equipo de primera, que si no pierde la perspectiva, que si no se endiosan a sí mismos, entonces ya ganamos todos. Usted mueve, señora Alcaldesa.

lunes, 3 de enero de 2011

Una Visión de Lima al año 2021

Me desperté temprano, como siempre, gracias al canto de los pajaritos que anidan en la arboleda frente a mi casa, un apacible condominio en el barrio de Magdalena del Mar. Hoy tengo el día un poquito cargado, es mi aniversario de bodas, tenemos reunión sectorial en la oficina y mi hijo menor dará un concierto en el auditorio de su colegio. Miro por la ventana y mi visión es limpia y completa. Desde que las compañías de telefonía fija, señal de cable, internet y alumbrado público, acataron la norma municipal de desaparecer las marañas de alambres, cordones y postes, por supuesto, haciendo el tendido en forma subterránea, hemos vuelto a descubrir el cielo, ahora sí, más limpio y claro. Nunca hubiera creído, por otro lado, que el tradicional cielo panza de burro de Lima se aclararía tanto, gracias a los filtros especiales que todas las empresas e instituciones, sin excepción, que despidan algún tipo de gases y emanaciones, ahora están obligadas a usar, además claro, de las cortinas de árboles que convenientemente ubicadas han disminuido la fuerza de los vientos anulando las polvaredas que siempre se levantaban. Mi esposa me alcanza una bonita tarjeta que han dejado en la puerta de nuestra casa junto a un ramo de flores. Es del sub comité vecinal 17, deseándonos un feliz aniversario y recordándonos de la reunión celebratoria mensual de los 8 sub comités de nuestra zona para el próximo sábado por la noche. Tremenda fiesta que vamos a armar. La última vez los Jiménez se mandaron con una parodia excelente. A propósito, tengo que enviarles un saludo y felicitación por Francisco, el mayor de sus hijos, que se acaba de graduar con honores en el Centro Municipal de Formación en Derechos Urbanos.

Bueno pues, hora de ir a trabajar. Mi oficina, el Centro de Planificación Urbana y Empresarial, sede Magdalena del Mar, queda a unas diez cuadras de mi casa, distancia que cada mañana disfruto al caminar. Ahora sí sentimos a Lima como nuestra; los vehículos han ocupado su lugar y a los conductores, particulares y públicos, ahora ya se les puede llamar señores. Los semáforos peatonales, los senderos segregados para peatones y ciclistas, los cruces peatonales preferenciales y los cambios realizados, de puentes elevados para peatones por pasos de vehículos subterráneos, han puesto las calles al servicio de las personas. Como debe ser, oiga usted. Por otro lado, la cantidad de verde, árboles, parques hermosos, jardines elevados, fachadas jardinera y azoteas jardín, nos han devuelto el aire puro y una sensación de frescura tremenda. Desde que se declaró en emergencia el uso del suelo urbano y se volvió a la norma antigua de un uso máximo del 60 % del terreno para construir, dejando el restante 40% como área libre, especialmente verde, siento que vivimos en una ciudad para personas y no para máquinas ó vehículos. Al llegar a la puerta de la oficina, junto al estacionamiento para bicicletas, me detiene brevemente la señora Angeles, para agradecer el Plan de Negocios que le preparamos en la oficina, para su pequeña juguería. Sin decir más me entrega una bolsa llena de naranjitas chinas, quiere que las pruebe, las acaba de cosechar de su huerta hidropónica que ha instalado en la azotea de su casa, a sugerencia nuestra. Se aleja feliz. Ya me alegró la mañana.

En la oficina pongo al día algunos documentos, reviso expedientes, reparto instrucciones, recibo a algunas personas y me llega la hora del almuerzo. Salgo disparado a recoger a mi hijo al Colegio Municipal de Magdalena del Mar, hoy sale temprano proque debe prepararse para el concierto. Pasamos por el Centro Municipal para la Artes recogiendo algunas partituras y a casita. Mi esposa ha pedido licencia en su oficina solo por la mañana y nos espera con un Cabrito a la chiclayana, que yo le enseñé a preparar pero que, valgan verdades, ahora a ella le sale mejor. Está feliz porque todos los ingredientes, incluido el cabrito tierno, loche y chicha de jora, los consigue en el segundo piso del Mercado Municipal. Terminando de almorzar mi esposa y yo debemos regresar a nuestras oficinas. Las horas se me pasan volando y a las 5 de la tarde me dirijo a la reunión a la que asisten los Consejeros de los 8 sub comités, zona 2, de nuestro Macro Distrito, con la presencia del Alcalde Metropolitano. Hoy nos ha tocado revisar el Plan Quinquenal de Vivienda Municipal, el aumento de capital para préstamos municipales directos y la Proyección de plazas educativas requeridas para los niveles de inicial y primaria del Macro Distrito. Por fin hemos resuelto el tremendo problema de falta de vivienda digna para nuestros vecinos y podemos vanagloriarnos, además, de contar con el mejor nivel educativo de los colegios limeños. Los colegios particulares han bajado el costo de las pensiones a la mitad y gran parte de sus alumnos se han cambiado a nuestros colegios por lo que tenemos que seguir aumentando la cantidad de alumnos a recibir cada año. A las 7 en punto me dirijo al Colegio de mi hijo. No es por nada, pero de los 43 Colegios Municipales de la gran Lima, este, el de Magdalena del Mar, tiene la mejor acústica y ese techado vidriado nos permite ver una hermosa noche estrellada. Y mi hijo, páseme usted el babero, está interpretando la quinta sinfonía, mejor que el propio Ludwig. Al terminar, los atronadores aplausos me traen de vuelta de las nubes. En general el concierto ha sido un éxito y todo el dinero recaudado servirá para terminar la ampliación de la Casa Municipal de Retiro para la Edad de Oro de nuestro barrio Magdalenense. Lo felices que se van a poner nuestros ancianos cuando les entreguemos las obras de ampliación, con la cancha de bochas, el taller de carpintería, el taller de pintura y el nuevo baño sauna.

Dejamos a nuestro hijo en casa y nos dirigimos al restaurante panorámico de la torre del centro comercial del Macro Distrito. Hoy se presenta la Sinfónica de Magdalena, que ha ampliado su repertorio y, oh sorpresa, hoy acompaña al colombiano Carlos Vives con sus vallenatos. Mi esposa sonríe feliz y yo con ella. Observo a través de las ventanas las luces de la ciudad, la vida nocturna, libre, espontánea y confiada de los limeños de ahora; y pensar que hasta hace unos 10 años no se podía salir a la calle a estas horas, ni a ninguna otra, por temor a ser asaltados. La Red Integrada de Seguridad Ciudadana, implementada por la Policía Metropolitana, ha sido tremendamente efectiva. A lo lejos puedo observar los mini auditorios sectoriales de la ciudad y alcanzo a ver el río Rímac, nuestro río hablador, que ya aprendió a reírse a borbotones y a transcurrir de lado a lado de la ciudad con sus aguas limpias bajo las potentes luces del alumbrado público y con una población que celebra su ciudad todas las noches. En un momento en que Carlos Vives invita a bailar a mi esposa al escenario y ella suspira emocionada, supongo por los recuerdos de nuestra boda, digo yo; aprovecho para mirar hacia el sur este y puedo observar la maravilla de la Plaza Interbank, ese hermoso espacio público de dos niveles hacia abajo, en el barrio de San Isidro, que los señores financistas se han dignado regalar a la ciudad, en homenaje al segundo centenario de nuestra independencia. Mi esposa me dice risueña, que Carlos Vives le ha pedido el número de su celular y ella le ha dado el mío. Pobre, el chasco que se va a llevar, cuando seguro lo único que quería era charlar. Bueno, ella sabrá.

Al terminar el espectáculo mi esposa me tenía una sorpresa, ha contratado un tour nocturno para dos por la ciudad, en un descapotable del Servicio Metropolitano Integrado de Taxis. En 60 minutos damos una vuelta completa por el Cercado. Dios, qué bella está Lima; desde que se disminuyó a un tercio la cantidad de vehículos particulares en circulación, mediante la ordenanza de "Vecino, solo puedes usar tu vehículo particular dos días por semana, de Lunes a Sábado", las calles de nuestra ciudad han recuperado su prestancia y fluidez. Esto y la hermosura de las casonas, condominios y edificios, las grandes plazas, los hermosos parques, el Paseo de Aguas, los Museos Virtuales en 3D y con hologramas, que han reemplazado a las huacas de la ciudad, los tremendos parques de diversión, las Ferias Gastronómicas Internacionales permanentes, los auditorios y Centros Culturales que han reemplazado a los Casinos y Tragamonedas, nos han convertido, en pocos años, en la verdadera capital del Pacífico. Las nuevas playas ganadas al mar, los clubes náuticos, los centros Comerciales Subterráneos, los gimnasios al aire libre y, sobre todo, la toma de conciencia ciudadana y el sentido de identidad recuperado por todos los vecinos, algo que costó muchísimo pero que ya se logró, nos mantienen tremendamente orgullosos de Lima. Sí que valió la pena el esfuerzo.