martes, 28 de febrero de 2012

Verano y Ciudad

¿Queríamos sol, días iluminados, calorcito veraniego? Ahí está. Qué bonito sería poder disfrutar del verano en la ciudad, caminando por las calles y plazas, tomando airecito y sacándole la lengua a ese cielo gris que nos acompaña todo el resto del año. Pero resulta que usted sale a caminar y se encuentra con que no hay suficiente sombra natural en la ciudad para resguardarse de rato en rato, debido a la inclemencia del sol. ¿En dónde están los árboles que deberíamos tener? ¿En dónde las anchas veredas por las que podríamos caminar sosteniendo nuestras sombrillas sin que tengamos que tropezarnos con los otros ciudadanos que para evitarlo, tienen que bajarse a las pistas? ¿En dónde están los bulevares, plazas y parques en los que podríamos pasar las tardes o refrescarnos al medio día en algunos de las innumerables cafeterías y heladerías de la ciudad? Están en las cuentas corrientes de los promotores de vivienda, de las constructoras que no contentos con evadir y zurrarse en las normas, construyendo hasta el cien por ciento de las áreas de sus lotes, muchas veces han usurpado terrenos públicos o de terceros, prefiriendo pagar sobre costos, que siempre serán mínimos ante el beneficio de contar con más área para sus proyectos. La autoridad no existe o si existe está bien "engrasada", la razón se la da el poder judicial al usurpador y ya está. El ciudadano mira, con esa cara del estúpido que no sabe quién se llevó su queso, su dignidad, su calidad de vida, su ciudad.
A qué tanta vaina dirán por ahí, se hace usted una buena terraza dentro de su casa, en la azotea, en el retiro municipal y punto. No sea usted baboso, si con las justas habitamos un departamento, de los modernos de 80 m2 promedio, en donde las fiestas se tienen que hacer en dos o tres días para albergar a los invitados sin que parezca sauna o piscina de parque público. Quien debe proveer los espacios de relajo, de esparcimiento, de contemplación o de lo que sea, pero espacios suficientes para pensar siquiera que seguimos siendo humanos, es la municipalidad y que no se atrevan a decir que no es posible. Espacios hay, normas para conservarlos también, lo que no hay es las cosas esas que ponen las gallinas para defenderlos y para ponerlos operativos. En todo distrito hay, hasta en zonas comerciales, reservas para futuras vías, jardines municipales, casonas abandonadas, entonces ¿por qué no procedemos a adaptarlos a hacer bulevares peatonales, pérgolas, pequeñas plazoletas, a colocar bancas techadas, permitir a los restaurantes y cafeterías de categoría, a usar temporalmente, parte de las veredas anchas para mobiliario adecuado y agradable. ¿Por qué no adecuamos los parques con espacios amables para reunirnos alrededor de, o entre, esculturas, juegos infantiles, mesas de juegos de salón? ¿Es tan difícil ser un poco creativo con los espacios públicos para beneficio directo y exclusivo de los ciudadanos? Claro que no. Los distritos con frente al mar tienen todas las posibilidades de malecones, de parques y jardines volados, capacidad para hacer gozar a los vecinos de buenas vistas, de aire puro, de ambientes limpios y entonces ¿por qué no se hacen?
Es que entre hacer pistas, veredas, arreglar las flores de los parques, recoger la basura, atender las quejas de los vecinos, cobrar los arbitrios y el predial, se nos va la vida, no alcanza el personal, no tengo profesionales que se encarguen del diseño y construcción de lo que usted dice. Bueno pues, entonces váyase a su casa. ¿Cuál es la razón de ser de la existencia de una comuna, de una municipalidad, si no es la de hacer que los vecinos de su comunidad vivan bien? ¿Entonces?¿Cuándo vamos a tomar en serio los vecinos nuestro papel de propietarios, de dueños absolutos de nuestra ciudad? Las autoridades han sido elegidas, contratadas para gestionar, de la mejor forma posible, el desarrollo de nuestra ciudad, que pasa por el simple hecho de que todos vivamos cada día mejor. ¿Es tan difícil entender eso y, de paso, caminar derecho? Existen más espacios de los que se cree, factibles de incorporar como área de recreación pasiva, existen además, zonas tugurizadas que podrían canjearse por bloques verticales de viviendas familiares dignas a sus ocupantes y hacer en las áreas demolidas y ahora ya libres, espacios para el ciudadano. ¿Falta creatividad, falta decisión? No, probablemente falte tiempo, sucede que entre atender las demandas de quienes se creen con derecho a cobrar los favores dinerarios brindados en campaña y las funciones mínimas de atención a la ciudad, se les va la vida. Ya, ¿pero el vecino, aquel que no le debe a nadie mas que a su conciencia, por qué no exige que las autoridades cumplan con su función? Tenemos todo. Los espacios que existen, mas los que se pueden habilitar, el dinero, que ahora sucede que los gobiernos locales se demoran en gastar (?), sé que existen buenos técnicos en cada municipio, pero entre atender a los recomendados de arriba y tapar estropicios o errores de sus jefes, se les va el día, la vida y su conciencia. Recuperemos la ciudad, recuperémosla para nosotros y para nuestros hijos. Hagamos valer nuestro derecho a vivir bien, porque nos lo merecemos, porque ya estuvo bien pues hombre.

martes, 21 de febrero de 2012

Entre el Metro y el Metropolitano

Luego de una muestra de apoyo incondicional a la gestión municipal de la señora Susana Villarán, el presidente Ollanta Humala se mandó con una extraña declaración: tendremos metro entre el Callao y Ate. ¿Cómo así? La mudez de varios meses la trastocó el señor Humala en un anuncio, que aunque bienvenido, escapa a toda lógica. Sin consultar a los entendidos ni reparar en que la Municipalidad de Lima ya había lanzado el proyecto del Metropolitano II, justamente con la misma ruta, el señor presidente nos dice mi proyecto es mejor, mucho más grande la inversión, además es subterráneo y lucirá bien bacán. ¿Qué hará la municipalidad? Lo más probable es que retire su proyecto y se allane a la decisión presidencial, porque igual se hará sí o sí. Y no vale la pena trompearse públicamente y además perder el apoyo presidencial para otros avales que necesitará durante la gestión. Y en eso estamos de acuerdo, nadie mejor que el gobierno central para hacerse cargo de un proyecto que será muy costoso, pero que constituye el verdadero metro para Lima, lo que tanto habíamos estado esperando, para colocarnos entre los países de Sudamérica que lo poseen. Por fin, ya no seremos los últimos de la fila.
Pero para que el metro subterráneo sea rentable y no cause forados en el erario nacional tiene que complementarse con rutas más largas, extender su tejido por toda la ciudad; de no ser así será otro elefante blanco, que aunque sabemos que jamás demoraría como el tren García, podría, Dios no lo quiera, morir joven. Pero por otro lado, ¿Quién debe hacerse cargo del transporte público en Lima metropolitana? No se lo han permitido, hasta ahora, a la Municipalidad Metropolitana; el Ministerio de Transporte tampoco ha dicho esta boca es mía y no existe, que sería lo ideal, una Autoridad Autónoma para el Transporte de Lima Metropolitana, que se encargue de la planificación, ejecución y mantenimiento del proyecto que Lima necesita desde hace muchos años y que ningún alcalde, ministro o presidente, ha tenido el valor de encarar. El componente más controversial del hasta ahora irresuelto problema del transporte público es el usuario mismo. La ausencia total de conciencia cívica, de identidad ciudadana, han creado toda una errada cultura del transporte urbano; los usuarios exigen lo inconveniente, se callan ante el atropello y no tienen, en general, la más mínima idea de lo que es un transporte de calidad y qué es lo que realmente conviene a la ciudad, incluyéndolos a ellos mismos.
Siempre volvemos a lo mismo, ignorar lo que opinan, requieren o aspiran las partes determina que todo lo que se haga no represente a nadie, no sirva a todos y siempre haya resentidos. En el caso concreto del transporte urbano, su ausencia, mal o buen manejo, es vital para el desarrollo de una comunidad y por ello la presencia de las autoridades locales, metropolitanas y regionales, es vital dentro de un directorio democrático pero con la autoridad suficiente para que su presidencia haga respetar lo acordado y lo que sea más conveniente. Hacer viajes de dos horas en la mañana, más dos horas en la noche, en las peores condiciones, casi inhumanas, es lo peor que le puede pasar a una persona. Añada usted el que las frecuencias no se cumplen, que aumentan o disminuyen, inopinadamente, las unidades de determinada ruta, que el vehículo por el que había usted esperado 45 minutos se malogra y, como todo lo malogrado, se niega a avanzar. Llega usted tarde al trabajo, se gana una reprimenda que no merecía y además se lo descuentan. En la noche le sucede los mismo y, claro, llega caminando, pero dos hora tarde y le cae otra, porque sabe Dios en dónde y con quién habrá estado metido. El transporte es una cosa seria, señores. Ningún improvisado, inepto o corrupto debe estar al frente de su administración y manejo. ¿Qué hacemos? Primero, declarar en emergencia el transporte, detener el ingreso indiscriminado de vehículos, especialmente de los particulares, segregar al público del privado, establecer el número de rutas necesarias para la ciudad, determinar el número de vehículos y su frecuencia por ruta, establecer cuáles son las vías, su tipo, preponderancia, garantizando señalización, buen estado y fluidez, crear una policía de tránsito especial, a cargo de la municipalidad metropolitana, incorporar el mejor sistema de semaforización vehicular y peatonal y el de cámaras filmadoras para velocidades máximas y reportes de tráfico. Y ya está. Aunque parezca mentira hacerlo es más fácil de lo que aquí aparece. Lo difícil es la voluntad de hacer las cosas bien y de no necesitar pellizcar presupuestos. Ahí es que sonamos.

martes, 14 de febrero de 2012

Y en educación ¿cómo estamos?

El vergonzoso destape de los arreglos entre los colegios y las editoriales, para ganar ambos, en perjuicio directo de los padres de familia, es lo que nos faltaba para completar el cuadro de cómo estamos en educación en el país. ¿Es tan difícil darse cuenta de que mientras la poca o nula preparación de nuestros niños sea una constante en nuestra sociedad, el verdadero desarrollo siempre nos será esquivo? Todos, al menos hasta ahora, absolutamente todos, se benefician, indebidamente, con la educación, menos los niños, claro. El destape de las editoriales no fue más que la confirmación de lo que constituye el desinterés del ejecutivo y, sobre todo, de los gobiernos locales, para supervisar los procesos previos y paralelos a la realización del año escolar. Desde hace unos años, especialmente con la llegada de editoriales extranjeras, se generalizó la entrega de una comisión de ventas a los colegios, directores, directivos de Apafas, o encargados de determinar y recomendar la adquisición de libros obligatorios a los padres de familia. Los libros se empezaron a encarecer, la exigencia se hizo mayor y aparecieron las llamadas guías escolares, libros de ayuda, que no permiten un segundo uso de los textos. Nadie dijo nada, ni las autoridades ministeriales ni los directores ni los propios padres que ocupaban algún cargo directivo. Junto a la adquisición de interminables listas de útiles y cuadernos, la industria escolar se convirtió en una mina de oro para empresarios e intermediarios y un suplicio para los padres de familia.
Las cuotas de ingreso, el cobro de matrícula, incluso el adelanto del inicio del año escolar al primer día del mes de marzo, cuando por años lo teníamos a principios de abril, además del pago de comedor adelantado y pensión mensual, que hasta hace poco también era de obligatoriedad adelantada, han llegado a convertir la educación infantil en un trauma familiar, ante la indiferencia de las autoridades competentes. Agregue usted el pago de movilidad, también por adelantado, los uniformes y complementos, que cada dos años, cuando no anualmente, sus diseños son cambiados por la dirección del plantel y ya está, tiene usted la paralización del país y el paso a un segundo o tercer plano de cualesquier otra obligación económica y la postergación de todo gasto. Entendemos que vivimos en una democracia con libertad de mercado, pero nunca se nos dijo que el estado pasaría a estado de zombi ante la arremetida mercantilista de esta gente que solo ve utilidad ahí donde debería estar el servicio. El Ministerio de Educación a través de las Ugeles, tiene la responsabilidad ineludible de velar porque la educación llegue a toda la población infantil, de que ésta sea accesible para todos los niveles y de que las condiciones en las que se brindan sean de primera. Entonces, para preguntar en el lenguaje adecuado y, al parecer, único entendible ¿Qué carajo está pasando?
Cuando se habló de municipalizar la educación, quienes creemos en ello, estuvimos felices de que así fuera, pero la continua postergación, la desidia municipal y el apañamiento estatal, han creado un frankestein que no funciona. Municipalidades como ventanillas de pago, sin más atribuciones ni responsabilidades de las que no chocan con los verdaderos manejos y negociados de los empresarios de la educación. Infraestructura adecuada, entorno seguro de las instalaciones, condiciones del servicio de movilidad adecuadas, desde el vehículo hasta los conductores, currículas adecuadas, pagos de pensión justos, eliminación de cobros indebidos, como la matrícula, que no debería existir, plana de docentes, suficiente y de calidad, apoyo alimentario, respaldo formativo, bibliotecas escolares, actividades escolares y culturales complementarias y tantas otras responsabilidades inherentes a esta importantísima tarea, han sido soslayadas, cuando no desechadas, por autoridades y funcionares competentes. Desde la creación de colegios municipales, con régimen de manejo mixto, con mayor incidencia en educación inicial, hasta un severo y responsable seguimiento de las actividades, cobros y decisiones, de todos los colegios existentes, particulares, nacionales, parroquiales, católicos y laicos, sin excepción, deberían ser las tareas mínimas de una gestión municipal que sea digna y responsable. ¿Que es mucho trabajo? No, tan solo el suficiente, que corresponde a las funciones de alguien que sabe de gestión.

martes, 7 de febrero de 2012

Combis salchipaperas para Lima

La idea no es nueva, tampoco pertenece a Gastón Acurio, pero él es su entusiasta promotor y, junto a la Universidad Católica, están a punto de darle nivel a lo que igual hay por todas partes, pero en pésimas condiciones de salubridad, sin atisbo empresarial y en contra del ordenamiento y desarrollo de la ciudad. La idea básica es excelente. La necesidad está latente en el mercado, no ha sido atendida o lo ha sido en precarias condiciones. Existe, por otro lado, una necesidad creciente de ingresar al mercado con una actividad rentable. Además de ello, se espera que una regular cantidad de personas en edad de producir va a pasar al sector de los desocupados, por efecto de la reorganización del transporte urbano de Lima Metropolitana, que tan eficiente y planificadamente viene llevando a cabo la actual gestión. La mano de obra, del futuro ex chofer, futuro ex cobrador y la herramienta de trabajo, específicamente las combis, tienen una posibilidad de ocupación, gracias a esta iniciativa. Económicante, la idea es rentable, socialmente, la opción para no pasar a las filas de los desocupados es bastante oportuna y si los diseños interiores y exteriores de los vehículos son aceptables, el producto a la venta es de buena calidad y la atención es de primera, habremos dado un paso importante en lo que a solución de problemas socio económicos, servicio y equipamiento de una ciudad se refieren.
La pregunta es, ¿Cuántos de estos vehículos se van a permitir dentro de nuestra ciudad? ¿En dónde se les va a permitir ubicarse? ¿Quién va a supervisar el servicio, calidad del producto, maneras de atención, precios al público? Hay que reconocer que el principal escollo para permitir la venta y negocios ambulatorios o callejeros, ha sido hasta el día de hoy, la falta de educación y formación de los ciudadanos mismos, tanto del que vende como del que compra en los espacios públicos, ya que ahí en donde se les ha permitido ubicarse, han convertido dicho lugar en una verdadera letrina, generando, como es lógico el repudio de los vecinos del entorno y de la comunidad en general, por lo que su erradicación, ha sido siempre el final de la historia. ¿Cómo solucionar este problema? Si la organización es la adecuada, se podrá determinar, con el menor riesgo posible, la correcta ubicación de los vehículos, es decir, junto a parques, grandes avenidas, lo más alejado posible de las viviendas y en cruces viales con suficiente área de las llamadas reservas de vías. Si la capacitación es la adecuada jamás habrá problemas con los vendedores, los que estarán convenientemente uniformados e identificados, ni con la calidad de los insumos utilizados ni la preparación de los platillos. Entonces, ¿Por qué temer? ¿Por qué oponerse sin conocer?
La creciente demanda de comida rápida, que lamentablemente está cubierta por locales que brindan alimentos de bajísima calidad nutritiva y sí de altísimo contenido graso, así como por locales informales o carretillas y kioscos al paso, que encierran los mismos peligros anteriores además del alto riesgo sanitario y la pésima atención que brindan, han sido determinantes para el desarrollo de este proyecto. La idea es empadronar a todos aquellos que tengan la disposición, el capital inicial y las herramientas necesarias, para que luego reciban una formación y capacitación adecuadas, elevando el nivel de la prestación del servicio, que incluye una preparación y una atención de primera, además de ayudarlos a financiar la adecuación del vehículo requerido para la función. Platillos populares, en base a productos locales, a precios accesibles y en las mejores condiciones sanitarias y con los mejores vendedores del producto constituirán el éxito de este excelente proyecto. Se le está buscando el punto débil y tratando de presentarlo como la nueva plaga urbana, una que ocupará a la mala nuestras calles y se convertirá en un feo lunar ciudadano. En verdad, no lo creo.