martes, 14 de febrero de 2012

Y en educación ¿cómo estamos?

El vergonzoso destape de los arreglos entre los colegios y las editoriales, para ganar ambos, en perjuicio directo de los padres de familia, es lo que nos faltaba para completar el cuadro de cómo estamos en educación en el país. ¿Es tan difícil darse cuenta de que mientras la poca o nula preparación de nuestros niños sea una constante en nuestra sociedad, el verdadero desarrollo siempre nos será esquivo? Todos, al menos hasta ahora, absolutamente todos, se benefician, indebidamente, con la educación, menos los niños, claro. El destape de las editoriales no fue más que la confirmación de lo que constituye el desinterés del ejecutivo y, sobre todo, de los gobiernos locales, para supervisar los procesos previos y paralelos a la realización del año escolar. Desde hace unos años, especialmente con la llegada de editoriales extranjeras, se generalizó la entrega de una comisión de ventas a los colegios, directores, directivos de Apafas, o encargados de determinar y recomendar la adquisición de libros obligatorios a los padres de familia. Los libros se empezaron a encarecer, la exigencia se hizo mayor y aparecieron las llamadas guías escolares, libros de ayuda, que no permiten un segundo uso de los textos. Nadie dijo nada, ni las autoridades ministeriales ni los directores ni los propios padres que ocupaban algún cargo directivo. Junto a la adquisición de interminables listas de útiles y cuadernos, la industria escolar se convirtió en una mina de oro para empresarios e intermediarios y un suplicio para los padres de familia.
Las cuotas de ingreso, el cobro de matrícula, incluso el adelanto del inicio del año escolar al primer día del mes de marzo, cuando por años lo teníamos a principios de abril, además del pago de comedor adelantado y pensión mensual, que hasta hace poco también era de obligatoriedad adelantada, han llegado a convertir la educación infantil en un trauma familiar, ante la indiferencia de las autoridades competentes. Agregue usted el pago de movilidad, también por adelantado, los uniformes y complementos, que cada dos años, cuando no anualmente, sus diseños son cambiados por la dirección del plantel y ya está, tiene usted la paralización del país y el paso a un segundo o tercer plano de cualesquier otra obligación económica y la postergación de todo gasto. Entendemos que vivimos en una democracia con libertad de mercado, pero nunca se nos dijo que el estado pasaría a estado de zombi ante la arremetida mercantilista de esta gente que solo ve utilidad ahí donde debería estar el servicio. El Ministerio de Educación a través de las Ugeles, tiene la responsabilidad ineludible de velar porque la educación llegue a toda la población infantil, de que ésta sea accesible para todos los niveles y de que las condiciones en las que se brindan sean de primera. Entonces, para preguntar en el lenguaje adecuado y, al parecer, único entendible ¿Qué carajo está pasando?
Cuando se habló de municipalizar la educación, quienes creemos en ello, estuvimos felices de que así fuera, pero la continua postergación, la desidia municipal y el apañamiento estatal, han creado un frankestein que no funciona. Municipalidades como ventanillas de pago, sin más atribuciones ni responsabilidades de las que no chocan con los verdaderos manejos y negociados de los empresarios de la educación. Infraestructura adecuada, entorno seguro de las instalaciones, condiciones del servicio de movilidad adecuadas, desde el vehículo hasta los conductores, currículas adecuadas, pagos de pensión justos, eliminación de cobros indebidos, como la matrícula, que no debería existir, plana de docentes, suficiente y de calidad, apoyo alimentario, respaldo formativo, bibliotecas escolares, actividades escolares y culturales complementarias y tantas otras responsabilidades inherentes a esta importantísima tarea, han sido soslayadas, cuando no desechadas, por autoridades y funcionares competentes. Desde la creación de colegios municipales, con régimen de manejo mixto, con mayor incidencia en educación inicial, hasta un severo y responsable seguimiento de las actividades, cobros y decisiones, de todos los colegios existentes, particulares, nacionales, parroquiales, católicos y laicos, sin excepción, deberían ser las tareas mínimas de una gestión municipal que sea digna y responsable. ¿Que es mucho trabajo? No, tan solo el suficiente, que corresponde a las funciones de alguien que sabe de gestión.

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