martes, 7 de febrero de 2012

Combis salchipaperas para Lima

La idea no es nueva, tampoco pertenece a Gastón Acurio, pero él es su entusiasta promotor y, junto a la Universidad Católica, están a punto de darle nivel a lo que igual hay por todas partes, pero en pésimas condiciones de salubridad, sin atisbo empresarial y en contra del ordenamiento y desarrollo de la ciudad. La idea básica es excelente. La necesidad está latente en el mercado, no ha sido atendida o lo ha sido en precarias condiciones. Existe, por otro lado, una necesidad creciente de ingresar al mercado con una actividad rentable. Además de ello, se espera que una regular cantidad de personas en edad de producir va a pasar al sector de los desocupados, por efecto de la reorganización del transporte urbano de Lima Metropolitana, que tan eficiente y planificadamente viene llevando a cabo la actual gestión. La mano de obra, del futuro ex chofer, futuro ex cobrador y la herramienta de trabajo, específicamente las combis, tienen una posibilidad de ocupación, gracias a esta iniciativa. Económicante, la idea es rentable, socialmente, la opción para no pasar a las filas de los desocupados es bastante oportuna y si los diseños interiores y exteriores de los vehículos son aceptables, el producto a la venta es de buena calidad y la atención es de primera, habremos dado un paso importante en lo que a solución de problemas socio económicos, servicio y equipamiento de una ciudad se refieren.
La pregunta es, ¿Cuántos de estos vehículos se van a permitir dentro de nuestra ciudad? ¿En dónde se les va a permitir ubicarse? ¿Quién va a supervisar el servicio, calidad del producto, maneras de atención, precios al público? Hay que reconocer que el principal escollo para permitir la venta y negocios ambulatorios o callejeros, ha sido hasta el día de hoy, la falta de educación y formación de los ciudadanos mismos, tanto del que vende como del que compra en los espacios públicos, ya que ahí en donde se les ha permitido ubicarse, han convertido dicho lugar en una verdadera letrina, generando, como es lógico el repudio de los vecinos del entorno y de la comunidad en general, por lo que su erradicación, ha sido siempre el final de la historia. ¿Cómo solucionar este problema? Si la organización es la adecuada, se podrá determinar, con el menor riesgo posible, la correcta ubicación de los vehículos, es decir, junto a parques, grandes avenidas, lo más alejado posible de las viviendas y en cruces viales con suficiente área de las llamadas reservas de vías. Si la capacitación es la adecuada jamás habrá problemas con los vendedores, los que estarán convenientemente uniformados e identificados, ni con la calidad de los insumos utilizados ni la preparación de los platillos. Entonces, ¿Por qué temer? ¿Por qué oponerse sin conocer?
La creciente demanda de comida rápida, que lamentablemente está cubierta por locales que brindan alimentos de bajísima calidad nutritiva y sí de altísimo contenido graso, así como por locales informales o carretillas y kioscos al paso, que encierran los mismos peligros anteriores además del alto riesgo sanitario y la pésima atención que brindan, han sido determinantes para el desarrollo de este proyecto. La idea es empadronar a todos aquellos que tengan la disposición, el capital inicial y las herramientas necesarias, para que luego reciban una formación y capacitación adecuadas, elevando el nivel de la prestación del servicio, que incluye una preparación y una atención de primera, además de ayudarlos a financiar la adecuación del vehículo requerido para la función. Platillos populares, en base a productos locales, a precios accesibles y en las mejores condiciones sanitarias y con los mejores vendedores del producto constituirán el éxito de este excelente proyecto. Se le está buscando el punto débil y tratando de presentarlo como la nueva plaga urbana, una que ocupará a la mala nuestras calles y se convertirá en un feo lunar ciudadano. En verdad, no lo creo.

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