viernes, 17 de diciembre de 2021

Los Parapentes de Magdalena del Mar.

Ya se va a cumplir un año desde que varios armatostes, muy ruidosos y alados, surcan los cielos del litoral del distrito de Magdalena del Mar. Los vecinos, especialmente los que viven en los edificios y entorno de los acantilados, han denunciado el hecho a las autoridades municipales repetidas veces. Han suplicado en todos los tonos que cese ese martirio diario de 10 am a 6 pm que les está causando un terrible estrés. ¿Por qué siguen haciéndolo? La respuesta correcta es PORQUE PUEDEN,  porque saben que nadie les va a decir nada y, sobre todo, porque tienen que recuperar la inversión realizada en la adquisición de esas ruidosas, casi apocalípticas máquinas. Se hizo la consulta directa a la persona encargada de fiscalización de la municipalidad y respondió: Tratamos de evitar que funcionen, bajamos a la playa acompañados de los serenos, les pedimos que se retiren y no lo hacen, es más, nos amenazan físicamente. ¿Qué pasa en Magdalena del Mar? ¿Hay autoridad, hay normas que cumplir, hay procedimientos administrativos que indican qué hacer en este y otros casos similares? O no hay nada de lo anterior y en ese distrito todo el mundo hace lo que le da la gana?                            

Vamos a tratar de entender lo que está sucediendo. Esas ruidosas máquinas, cuatro, a decir de los propios vecinos, pertenecen a alguien que está llevando a cabo un emprendimiento dentro del distrito. Qué bien, merecería nuestro total apoyo y felicitación por tratar de sacar adelante una pequeña empresa en estos difíciles momentos. Pero resulta, que esa "empresa/club/asociación" no tiene autorización alguna. Y no la tiene, simplemente, porque la Municipalidad de Magdalena del Mar no ha normado el procedimiento, ergo, no puede emitir la autorización correspondiente y, lo lógico, es que no pudieran funcionar, ni prestar servicios dentro del distrito. Entonces, los que están promoviendo ese negocio, no deben hacerlo y punto. Es cierto que las municipalidades tienen competencias y atribuciones que no pueden rebasar. Como, por ejemplo, no pueden decomisar, multar convenientemente y, menos detener, a los implicados. Pero, cuando no hay gato encerrado, negociados bajo la mesa, o indebidos favoritismos a parientes y amigos, se toman las medidas y ejecutan las acciones, que una buena y correcta administración sabe que se puede y debe hacer.

Ese tipo de club, asociación o empresa debe tener una autorización emitida por el ministerio de transportes y comunicaciones, que es la única entidad que puede hacerlo. Como autoridad del distrito cabe, entonces, acercarse a los señores propietarios de los, parapentes motorizados y pedirles dicha autorización, habida cuenta que sabemos que no tienen la autorización municipal distrital. Si tuvieran la autorización ministerial, pedirles copia de la misma y revisarla. ¿No la tienen? Denunciar el hecho al propio ministerio. Y ya está. ¿La tienen? Bueno pues, es evidente que se están infringiendo algunas cláusulas de dicha autorización ministerial, como el que no deben sobre volar por encima de las zonas residenciales y, tampoco, realizar esa actividad en forma comercial. Listo, ya tenemos la mejor forma de evitar lo que está sucediendo. Lo que sigue es que el ministerio enviará fiscalizadores, le retirará la autorización a esa empresa y, con el auxilio de la fuerza pública, la PNP, decomisará los implementos y se acabó el asunto. Lo peor que podría pasar es que hubiera un negociado con el ministerio de transportes y que éste ente no se pronunciara. Bueno, ahí todavía queda la posibilidad de que el procurador municipal presente la denuncia en paralelo a las autoridades judiciales correspondientes. Ese es el procedimiento legal y aunque toma su tiempo, cabe realizarlo correctamente, para que el resultado sea favorable a la tranquilidad y seguridad ciudadana y en forma definitiva.  

Pero y qué se podría hacer mientras tanto, para que los sufridos vecinos dejen de pensar cosas feas como que ese debe ser un negociado con la alcaldía o con el funcionario fiscalizador? La verdad, es muy sencillo. Además de la inmediata denuncia a Defensoría del Pueblo por medio del procurador y la solicitud municipal del apoyo policial para la erradicación de esa fuente de trastornos ciudadanos, se debe actuar con ganas e inteligencia. Esas máquinas necesitan una pista de despegue y aterrizaje y para ello cuentan un inmenso terral, al borde de la Costa Verde; sería conveniente, entonces,  anular esa facilidad con la colocación temporal de bloques de concreto, con los que sí cuenta la municipalidad, cada 20 metros y se acabó la pista gratuita e indebida. En Magdalena del Mar sí existe, vigente, una ordenanza contra los ruidos molestos, entonces habría que, con el auxilio de la PNP, solicitar el retiro inmediato de dicho grupo de personas y sus máquinas. Porque, además, la ordenanza municipal contra la emisión de ruidos molestos, permite la penalización y el decomiso de las fuentes emisoras de contaminación acústica.   

Por otro lado, las únicas municipalidades que sí han normado ese maravilloso deporte de aventura, como atracción turística y práctica recreativa, mediante sendas ordenanzas municipales. son las municipalidades de Miraflores y Pachacamac y sus reglamentos están respaldados por decretos de alcaldía que son muy claros: no deben sobre volar aglomeraciones de personas ni zonas residenciales. Ciertamente, de la cuestión económica no se ocupan. Miraflores autoriza a sobre volar los espacios públicos vecinos, pero la parte que corresponde a despegue y aterrizaje, está dentro de su propio territorio, convenientemente normado. Bueno pues, esa es la forma correcta de hacer las cosas.

Entonces, señor alcalde ¿por qué no se actúa en consecuencia? Quiero pensar que es por desconocimiento o por temor a cometer abuso de autoridad, que nace del mismo desconocimiento y, sería preferible, que fuera hasta por incapacidad, pero nunca por colusión. Hágase una, señor alcalde del distrito de Magdalena del Mar, actúe de acuerdo a lo que la razón, las atribuciones que le competen y su enunciada capacidad de entrega al trabajo, para mejorar la calidad de vida del distrito, que le confió dicha responsabilidad. Todos los vecinos se lo van a agradecer.   

Y, finalmente, pero no menos importante. ¿Existe en la Municipalidad de Magdalena del Mar, un Concejo Municipal, ese que según la Ley Orgánica de Municipalidades, es la verdadera y mayor instancia de gobierno dentro del distrito? ¿Sí? No está de más, entonces, recordarle al honorable cuerpo de regidores, que todo lo que se haga o deje de hacer dentro del distrito en el que han sido elegidos para legislar y fiscalizar, es corresponsabilidad suya. Lo saben, ¿verdad?