martes, 29 de diciembre de 2020

El Cierre de Año Municipal

Si en tu distrito empiezan a romper veredas y pistas, colocar macetones, bancas y papeleras, todo junto, con poquísimo personal, que trabaja en forma desganada, sin control ni supervisión, es que ya está llegando Diciembre. Y sí pues, cada año, con un empeño de mejores causas, casi todas las municipalidades se dedican a hacer obras de último momento, obras que no estarán bien hechas, que algunas se volverán a hacer por necesidad, obras que serán paralizadas por las fiestas, que se pasarán el verano inconclusas y que. con la ayuda de Dios, se terminarán cualquier mes del próximo año. ¿Por qué pasa esto? Por dos razones principales y muchas otras más, tan incomprensibles como las principales: 1. Se necesita "cumplir" con lo programado, ó  2. Se necesitan tapar huecos presupuestarios. En buen castellano: no hicimos bien la programación, usamos mal el dinero, gastando en cosas que no estaban presupuestadas y con lo que entra a última hora, de las campañas de amnistía, programamos obras de emergencia para lograr que los números cuadren: Vamos a ver: una cuadrilla de 6 obreros, más material, para tal obrita, cuestan como 10, pasamos el presupuesto de la obra por 15 y con esos 5 adicionales cubrimos el exceso que nos costó realizar la obrita anterior, o también, (no acuso, sólo menciono): Huy, me sobraron 5, véngase pal´bolsillo. Sí pues, no es correcto que esto suceda. Pero nadie lo prohíbe, en ninguna parte de la abundante normatividad esa indebida práctica aparece como pasible de sanción, entonces se hace porque se puede, porque nadie me va a decir nada y porque además me resuelve problemas. ¿Que no se puede hacer nada al respecto, habida cuenta que lo mencionado sucede justo coincidentemente con las fiestas de fin de año, con lo ajustado del tiempo con el que contamos para movilizarnos entre calles bloqueadas, rumas de materiales, desvíos obligados y demás? Sí, claro que sí. Deberían pronunciarse las directivas de las Juntas Vecinales, pero que lamentablemente, pareciera que han confundido las funciones de representación de los vecinos de su sector, con los vítores y aplausos a la administración de la que alguna forma de retribución personalizada deben recibir. Está también el Concejo de Regidores que se supone fiscaliza la labor ejecutiva de la administración, como representantes directos de los vecinos, pero que también parecen haber hipotecado sus funciones, acuerdos y resoluciones a cambio de un dejar hacer, dejar pasar, permanente. Está por último la Oficina de Control Interno, que ante tan evidentes indicios de praxis indebida debería actuar de oficio, pero al parecer tampoco actúa porque no se ha solucionado el tema de qué institución es la que debería abonar sus haberes, que al parecer y hasta la fecha, lo sigue haciendo la propia administración y, franco, que es bien difícil morder la mano del que te sirve la mesa. Y, antes de que me demanden pregunto, si no fuera así, entonces, ¿por qué no se hacen las denuncias respectivas, o al menos, se inician las indagaciones respectivas? 

Pero, finalmente, como siempre, yo responsabilizo a los propios ciudadanos, desde su mala elección municipal, su falta de interés por ver, conocer y fiscalizar todo lo que hace la administración de  turno, considerando que lo que está en juego no es poca cosa: nada menos que la posibilidad de vivir bien, pagando lo justo y con el manejo correcto del dinero recaudado, que es el suyo propio.