jueves, 5 de abril de 2012

Permítame usted Señor Alcalde de Magdalena del Mar

Hoy día, jueves 5 de Abril, una fecha de aciaga recordación nacional, se cumplen también 3 años del nacimiento de este blog municipalista. Han sido, hasta ahora, 156 artículos publicados, uno cada semana, con la sana intención de despertar la conciencia ciudadana y de ayudar a crear las bases de una nueva sociedad, conformada por ciudadanos totalmente libres, que conocen perfectamente sus responsabilidades y también sus derechos y, precisamente por eso, son capaces de hacerlos respetar.
Hace unos días en una caminata por el jirón 28 de Julio, en sus primeras cuadras, entre la avenida Brasil y la Iglesia llamada de la Cúpula, una obra en construcción, ubicada en el # 346 de dicho jirón, llamó poderosamente mi atención por varias razones. Hace unos años viví a la espalda de este jirón, en un condominio de dos pisos en el jirón Huamanga, por lo que recordaba la zona como lo que era, apacible, con poquísimo tráfico vehicular, de carácter netamente residencial y, de acuerdo al plano de zonificación sectorial, de densidad media, es decir para edificaciones con una altura máxima de 5 pisos. Me sorprendió, por ello, la vigorosa estructura armada, a la vista, y mucho más el enterarme luego, por los vecinos, de que la excavación previa había tenido una profundidad mayor a los 7 metros, fácil para tres niveles hacia abajo. Observé además que sobre lo que corresponde al jardín de aislamiento, espacio público intangible, se había levantado toda una oficina de ventas de los futuros departamentos de dicho edificio, apropiándose de un espacio público para beneficio estrictamente particular y comercial y, que además, se había reducido la vereda, en sus casi 20 metros de frontera, a un metro de ancho por la colocación de un cerco metálico de obra, que a la altura de la caseta de ventas, convertía el pase peatonal en un estrecho callejón, además de haberse destruido un considerable tramo de vereda. Enorme fue ya mi sorpresa al dirigirme a dicha oficina de ventas, en donde amablemente se me informó, que el edificio es un proyecto, aprobado municipalmente, de doce (12) pisos, con setenta y ocho (78) departamentos y tres (3) sub sótanos para estacionamientos y depósitos. Caramba, un proyecto que correspondería, de acuerdo al plano de alturas vigente de Magdalena del Mar, a la avenida Brasil, o a la avenida Javier Prado, se estaba construyendo con frente a una calle de sección vial mínima, o sea, una calle estrecha.
Pero debo anotar, además, que cerca a este importante proyecto se encuentra en la etapa de acabados, un edificio similar, de ocho pisos, en Jr. 28 de Julio # 255, de 44 departamentos. A pocos metros y ya habitado, se encuentra un edificio de 10 pisos, en Jr. 28 de Julio # 283, esquina con el Jr. Tarapacá, con unos 40 departamentos. Pero además, en la vereda de enfrente al edificio del que estamos hablando, se encuentra otro proyecto de 9 pisos, ubicado en Jr. 28 de Julio # 341, de aproximadamente 40 departamentos. Cuando creí que ya era suficiente, me encontré con que al lote sub siguiente de nuestro edificio estrella, se ha construido, previamente, otro edificio de 10 pisos y aproximadamente 50 departamentos más, también ya habitado. Recordaba que lo más alto que se había construido en los años anteriores en esas dos cuadras, 2 y 3 de Jr. 28 de Julio, era un edificio de 4 pisos, el máximo permitido, en la esquina opuesta en diagonal, al edificio de 10 pisos mencionado. Así que, hasta ahora, los cinco nuevos proyectos multifamiliares de los últimos diez años que se han levantado sobre dos cuadras de una zona original y oficialmente de densidad media, nos arrojan un aproximado de 230 nuevos departamentos o, más o menos, 700 nuevos vecinos y, en el mejor de los casos, en los próximos dos o tres años, 200 nuevos automóviles permanentes, mas 50, como mínimo, de autos eventuales. La pregunta es: ¿Y en dónde vamos a meter todo eso, teniendo en cuenta que los doce lotes, mas o menos, originales demolidos, para dar pase a estos cinco grandes proyectos multifamiliares, correspondían a solo 12 familias: 50 personas y 15 vehículos en el peor de los casos. Un explosivo crecimiento, de personas y automóviles, ¡multiplicado por 14 veces! Cuando ya creía estar lo suficientemente abrumado, me percato que en la calle paralela, Jr. Ayacucho, exactamente a la espalda de estos nuevos edificios, se había construido, en años recientes, cuatro edificios más; en el # 336, un edificio de 5 pisos; en el # 335, vereda de enfrente, un edificio de 5 pisos; en el # 348, regresando a la vereda original, otro edificio de 5 pisos y el último, en el # 354, al costado del anterior, un edificio de 8 pisos; unos 120 departamentos más en total, con todas las consecuencias imaginables. Tenemos así que en un área de 4 manzanas se han realizado, en los últimos diez años, 9 medianos y grandes proyectos multifamiliares. Increíble. Como yapa, sobre la av. Libertad, en el # 1180, a cuadra y media de 28 de Julio y a media cuadra de Ayacucho, se ha levantado otro edificio de 8 pisos. Un dato adicional, tal vez irrelevante, pero muy curioso, es que de los 10 proyectos mencionados, 9 de ellos pertenecen a una sola empresa inmobiliaria, como si alguien le hubiera dado, en concesión exclusiva, un sector del distrito en el que, para el común de los inversionistas, tenía y tiene, un tope de altura de 5 pisos, de acuerdo a la información brindada telefónicamente por el área municipal correspondiente y que ha terminado siendo, para esta empresa y en la práctica, de hasta 12 pisos. Un poquito raro ¿no?
Pero no nos distraigamos de lo principal. Sobre el Jr. 28 de Julio, tendremos en los próximos años, en sus cuatro primeras cuadras, entre la Av. Brasil y la Av. Sucre, un flujo de 200 vehículos nuevos, además de los existentes; con ingreso obligado por Sucre, frente a la iglesia, desde la derecha e izquierda y con salida única por la Av. Brasil, con retorno sobre Ayacucho, en donde nos encontramos con los 120 departamentos nuevos; o de frente al cruce con Junín, que ya es ahora un cuello de botella. Imaginemos un día de semana, 7:30 de la mañana, y suponiendo que cada edificio tienen resuelto el parqueo interno de vehículos, más de 70 vehículos pugnando por salir, rápidos y en verdad furiosos, de uno solo de los edificios nombrados, sesenta más del costado, 40 de la vereda de enfrente. No, imposible imaginar.
Permítame usted, entonces, señor Alcalde de Magdalena del Mar, preguntar ¿Cómo es posible que se haya entregado licencias de construcción a estos proyectos sin determinar previamente el impacto real sobre la zona señalada? El distrito de Magdalena del Mar está divido en cuatro sectores territoriales, teniendo como límite importante la avenida Brasil. Sectores I y II a un lado y sectores III y IV al otro. Los sectores III y IV tienen definidas y explícitas las alturas máximas permisibles a través de un plano de alturas, de acuerdo a la página web oficial, no así los sectores I y II, en los que sólo está determinada la zonificación correspondiente; alguien diría qué curioso no, justo en donde no hay algo oficial ahí se ha permitido este aparente despropósito. ¿Existe, por cada edificio aprobado y construido, dado que superan los 6 pisos de altura, un Estudio de Impacto Ambiental y un Estudio de Impacto Vial, como la ley manda? ¿Saben los funcionarios lo que estos estudios significan? Es decir, el llegar a determinar si un edificio de tal altura, de tal cantidad de departamentos y de estacionamientos requeridos, es adecuado para la zona y que no va a causar ningún tipo de problema a las viviendas, edificaciones en general y vecinos de dicha zona. ¿Existe, en el caso del proyecto motivo de este artículo, un Estudio de Mecánica de Suelos, dado que la profundidad excavada es mayor a 6 metros? ¿Saben los vecinos que lamentablemente se van a tener que desaparecer todos los jardines de aislamiento existentes, tanto en Jr. 28 de Julio, como en Ayacucho, para proceder al ensanchamiento de vías, urgentemente necesario para no causar un caos del tráfico, de gravísimas consecuencias? ¿Están preparadas las redes, de agua, desagüe y eléctricas para este explosivo crecimiento de cuatro o cinco manzanas? Esperemos que sí. Pero hay un perjuicio adicional, se ha sentado un indeseable precedente al aprobar dichos proyectos: su construcción ha determinado que, por consolidación urbana, se tengan que entregar, si se solicitaran, licencias similares en dicha área, porque la norma así lo especifica.
Si las licencias de construcción han sido entregadas en buena ley, por error u omisión de algunos funcionarios, lo que tenemos es que mirar para adelante y trabajar en la solución. Los involucrados, ICASA y el señor Eduardo Fu Llampasi, que así se llaman la inmobiliaria y su gerente general, tienen que participar activamente en dicha solución. Lo primero, declarar en emergencia la zona y no expedir una sola licencia más de construcción hasta que un verdadero estudio de impacto ambiental y, sobre todo, de impacto vial, se realicen. Al respecto, debo señalar que en el Jr. Tarapacá, a media cuadra de los edificios señalados del Jr. 28 de Julio, se acaba de realizar la demolición de una área respetable y se ha colocado el letrero de un nuevo proyecto, sí pues, tras cuernos, palos. Lo segundo, realizar entre los vecinos de la zona una labor de concientización sobre su nueva realidad, explicándoles que hay que arrasar con sus jardincitos de aislamiento, por el ensanchamiento de vías; que el tendido de redes y la provisión de servicios para la nueva y abultada demanda, causará unos meses de desagradables inconvenientes. Lo tercero es trabajar el tema del sentido del tráfico y realizar los cambios necesarios, además de prever los posibles embotellamientos a producirse. Lo cuarto, rezar; porque esta tarea es ciertamente de titanes.
Finalmente, molesto su atención señor Alcalde con una pregunta que viene rondando mi cabeza, ¿por qué es que sus funcionarios, o voceros, han informado a los vecinos de la zona que reclamaron por el otorgamiento de esas licencias, que los proyectos han sido aprobados directamente por la Comisión Revisora del Colegio de Arquitectos, al margen de los deseos de la propia Municipalidad, si eso no es cierto? Dicha Comisión Revisora está conformada, eso sí es cierto, por los Delegados Técnicos enviados por el Colegio de Arquitectos, pero presidida por el Gerente de Desarrollo Urbano de la Municipalidad, es decir por su propio funcionario y dicha Comisión se rige estrictamente por la Ley del Reglamento Nacional de Edificaciones, por todas las normas de alcance nacional, por los principios específicos de la Arquitectura e Ingenierías involucradas pero, sobre todo, por las normas, Ordenanzas y cualesquier otra disposición de la propia Municipalidad. En otras palabras, lo que una Municipalidad distrital no quiere aprobar, simplemente no se aprueba, a no ser por injerencia de la Municipalidad Metropolitana, y luego de un escándalo y pataleo público. Probablemente esto también sea parte de lo que "mayormente desconocen" los señores funcionarios. Lo que ha sucedido hasta ahora y lo que, los que conocen un poco del tema saben que está por suceder, es sumamente peligroso señor Alcalde y el manejo ha sido, por decir lo menos, tremendamente irresponsable.

martes, 27 de marzo de 2012

Arbitrios municipales: sorpresas y certificaciones

Cada año las cuponeras municipales vienen con sorpresas y con certificaciones. Las sorpresas, respecto de los montos, varían de acuerdo al humor del que las emite, pero las certificaciones son las mismas de siempre: no hay forma de averiguar cuánto es lo que realmente cuestan los servicios por los que se está cobrando y cuánto es, finalmente, lo que paga cada contribuyente. La ley dice claramente, respecto de los arbitrios municipales, que primero hay que determinar cuánto es lo que cuesta exactamente la prestación del servicio por el que se está cobrando, para luego dividirlo, proporcional y equitativamente, entre el número de contribuyentes que lo van a pagar. En el caso del servicio de limpieza, se incluye barrido y eventual lavado de calles, recojo de residuos sólidos y disposición final de desechos; determinación de zonas, como netamente residenciales, zonas de comercio medio, zonas públicas, así como zonas de comercio intensivo, mercados y mercadillo incluidos, de cuya composición y estructura se determina si se requiere que el barrido y el recojo de residuos se realice, una, dos o cuatro veces al día, así como la determinación de volúmenes por zona. De la suma de lo anterior tendremos el costo total del servicio. Luego determinamos qué es lo que vamos a necesitar para cumplirlo a cabalidad, con eficiencia y eficacia. Es decir cuántos vehículos de qué tipo y capacidad necesitamos, su combustible y mantenimiento; cuántas personas, de a pie y motorizadas, cuántos elementos, desde escobas, recogedores, carritos y eventualmente aspiradoras motorizadas; finalmente la cantidad de agua y detergentes, para el lavado de dichas áreas, de acuerdo a su regularidad, además de los derechos que hubiera que pagar para la disposición final, hasta el relleno sanitario y plantas de reciclaje. Finalmente la cantidad de personas y mobiliario requerido para que hagan la labor administrativa, añadamos, además, un máximo de 10 % por moras y costo de financiación y ya está, tenemos el costo total final. Luego determinamos a quiénes y cuánto les vamos a cobrar, en atención a exoneraciones legales, cantidad de área privada que posean, zona en la que se encuentren, frecuencia del servicio, lo dividimos entre esos índices y obtenemos el monto que debemos cobrar a cada contribuyente. Y esa debería ser la cantidad, fija y sin ajustes posteriores.
¿Por qué es que, entonces, los montos de arbitrios suben considerablemente, año a año y sin aparente razón? Principalmente por una pésima administración, por carecer del personal idóneo, para el cálculo de los mismos, por corrupción del personal municipal, por apetitos desmedidos de la alta dirección y hasta para tapar huecos provenientes de otras áreas y malversaciones. ¿Cómo es posible que un pequeño local comercial de 3.5 ó 4 m2 pague por arbitrios, exorbitantes cantidades que casi siempre terminan negociándose, para beneficio exclusivo de uno que otro funcionario municipal? ¿Cómo es posible que la generosa administración ofrezca descuentos del 15 hasta el 20 % por pago adelantado a contribuyentes que cuentan con la disponibilidad necesaria para realizar pagos adelantados? ¿Cómo es posible que abultadas deudas de arbitrios que se arrastran por trimestres y años, se conviertan en mínimas cantidades por arte de birlibirloque o manos negras, que tienen bien claro cómo robarle a la administración y a los contribuyentes con rápidas operaciones coordinadas entre fiscalización tributaria e informática? Ahora bien, es cierto que no existe una adecuada cultura de pago por parte del contribuyente, pero ¿Con qué cara podemos exigir un correcto cumplimiento de las obligaciones municipales si el contribuyente sabe de los abusos, beneficios particulares y robos a mano pelada de los propios funcionarios? ¿Cómo decirle al contribuyente que esta vez sí se van a usar bien los dineros públicos, si seguimos observando extrañas prácticas y desmesurados índices de nueva riqueza de algunos funcionarios? Se requiere un punto medio, un mojarse de ambas partes, un proceder de responsabilidad compartida y de mutuo compromiso. ¿Cómo lograrlo?
Se hace necesaria una audiencia pública, masiva, con exposición de estructuras de costos, exoneraciones, beneficios por pago adelantado, responsabilidad y moras en el pago atrasado del servicio, explicando que el pago correcto y a tiempo está en función directa del buen servicio que se presta y las implicancias negativas que acarrean el no pago. Aclarando que el vivir en comunidad implica una serie de derechos y obligaciones que determinan la calidad de la convivencia y la calidad de vida de la comunidad entera, mostrando programas informáticos seguros e inalterables que eviten malos manejos y beneficios particulares. Mostrando así mismo proyectos a mediano y largo plazo que impliquen sustanciales mejoras en el servicio, erradicación paulatina de servicios manuales por uso de equipo mecánico, mejoras en el equipamiento urbano del servicio que se está cobrando, en esta caso, papeleras, centros de acopio, subterráneos mejor y otras obras, servicios y equipos complementarios. Finalmente la revisión de las odiosas, tramposas e injustas cobranzas coactivas. En la estructura de costos se manejan índices que corresponden a varios ejecutores coactivos, empleados administrativos, notificaciones y demás, habiéndose convertido, como en el caso de las tarjetas de crédito, este rubro municipal de cobranzas, en la verdadera mina de oro. Primero que los llamados ejecutores coactivos se reducen a un empleado que tiene la posibilidad de reducir o anular montos de acuerdo a su propio criterio, las notificaciones son repartidas por los empleados municipales y de empleados administrativos cero. El establecimiento de una taza mínima fija, por monto adeudado y no por recibo, sería lo correcto y las costas y costes legales son una invención de alguien con mentalidad agiotista. El tema de la limpieza pública, tiene un análisis y estructura de costos similar al de parques y jardines y al de serenazgo, en donde lamentablemente las planillas fantasmas, es decir la invención de nombres de empleados que no existen y, por tanto, no trabajan, pero sí cobran, se ha convertido en una grosera práctica de abuso y corrupción municipal, por lo que huelga su revisión. La responsabilidad final sobre el tema corresponde al vecino, al ciudadano, que con su silencio o encogimiento de hombros contribuye a que las malas prácticas se sigan dando y a que tengamos que seguir viviendo como la familia de esos animalitos gorditos, pero sin el cuidado ni beneficios que da San Fernando. Ya pues.

martes, 20 de marzo de 2012

Serenatas, ferias y otros ¿negociados? públicos.

¿Quién le habrá dicho a los alcaldes que pueden hacer lo que les da la gana, en donde les de la gana y con quien les de la gana? En todo caso yo no he sido, ni los de mi casa, ni los de mi manzana, ni los del sector en donde vivo. Entonces, ¿por qué los señores de la municipalidad nos torturan con "atractivos espectáculos públicos", todos los fines de semana, sin excepción, en las inmediaciones del parque junto al que vivimos? Incluye levantamiento de tremendos armatostes, estrados que les llaman, en una de las pistas laterales, desde la noche anterior, con interrupción del tráfico vehicular incluída, de entre 24 a 48 ó 72 horas, con estridentes grupos musicales, con presentadores, tipo jalador de Gamarra, pero armado de potente micrófono, con abundante venta de licor en plena calle, para las mismas 150 personas de siempre, que estoicamente se chupan tales espectáculos, porque son miembros de las juntas vecinales o porque son empleados municipales, que en ambos casos tienen la obligación de estar presentes. Al margen de discusiones bizantinas, de que si lo que se presenta es de buen nivel cultural o no, defendemos el derecho urbano a vivir en paz, con tranquilidad y en armonía comunitaria y no en una jungla de bulla y mal gusto, sin contar la inseguridad ciudadana, efecto colateral de estos eventos municipales. Reitero la pregunta: ¿Quién, en su sano juicio, pediría ser atormentado permanente y religiosamente, con este tipo de manifestaciones?
Por otro lado, ¿no que un parque era intangible, inalienable, celosamente preservado para la función de pulmón ciudadano y espacio de concentración para recreación pasiva, que incluye el que el vecino pueda depositar sus cuatro letras sobre una buena banca, para respirar aire fresco, desestresarse de su actividad cotidiana, mirar palomitas o al vacío, pero con la tranquilidad y seguridad correspondientes? Y entonces ¿cómo es que las autoridades municipales se permiten ocupar el 50 %, o más, del área caminable de dicho espacio público, con escandalosas y ridículas ferias populares, en donde se ofrecen desde amuletos para la buena suerte, hasta dudosas combinaciones de licores espirituosos, pasando por grifería, ollas que no se queman, pelucas y cuanta chuchería se le puede ocurrir a alguien vender? ¿Cuál es el criterio esgrimido por dichas autoridades para permitir, autorizar, avalar, ¿negociar? la colocación mensual de dichas ferias en algún parque, si principal mejor, de cada distrito? No sea malo oiga usted, hay que dejar trabajar a esa pobre gente, que de algo tiene que vivir. Primero, la generosidad, si es que de eso se trata, empieza por casa, lo que implica cuidar, atender, tratar bien a los propios vecinos, entonces ¿por qué es que ni uno solo de los cachineros que llega con las benditas ferias populares, que usted observa posesionarse de buenas áreas, que ya quisiera un buen vecino nuestro para ganarse la vida, vive o trabaja dentro del distrito? Y entonces, ¿para quién es el beneficio real? Dicen más que algunos, en realidad muchos, que para el que se lleva la bolsa que estos comerciantes hacen.
Finalmente tenemos la generosa disposición de los municipios de brindar a algunas, ¿por qué no a todas? constructoras, especialmente a aquellas que públicamente se ufanan de haber pagado la última campaña electoral municipal, todo el área pública que requieran, por tiempo ilimitado y a costo mínimo, para descargar material de obra, para colocar abusivos cercos a 3/4 de vereda y, lo que ya es el colmo, construcción de oficinas de venta de departamentos en plena vía pública. Vamos a ver, ¿no se supone que las veredas son para el peatón, que los espacios reservados para ensanchamiento de vías, jardines públicos incluidos, son intangibles y no pueden tener ningún otro uso que la ley permita? Para que diga usted, entonces, señor gerente municipal, por qué diablos, la empresa HdP se ha tomado la vereda, en los 15 metros de fachada de este edificio en construcción, obligando al peatón a caminar por la pista, que dicho sea de paso está repleta de material, y que además se ha tomado 30 m2 del jardín público de aislamiento para instalar una elegante oficina de ventas, en los últimos 6 meses? ¿Cómo?, no se le escucha. Muy bien, anote usted señor secretario, que recibió la orden de la alta dirección. Para que diga usted, ¿por qué es que a tales y cuales empresas se les ha permitido construir sobre el cien por ciento del área del terreno, sin los estacionamientos requeridos y, además, con dos pisos más de los aprobados por la comisión respectiva? ¿Cómo dice usted? Nuevamente, que la orden vino de la alta dirección, señor secretario. Para que diga usted ¿si dicha orden la recibió por escrito como es menester en todo procedimiento funcional? Hable usted más fuerte por favor. Anote señor secretario que dicha orden fue verbal y directamente del despacho de alcaldía y que, el gerente municipal de desarrollo urbano aquí presente, declara que desconoce mayormente, exactamente de quién. Sí pues, así estamos. Ya dan más que pena todas estas cochinadas.

martes, 13 de marzo de 2012

Caminando por la ciudad

¿A quiénes les corresponde tener las veredas y todas las superficies caminables de la ciudad en perfecto estado de conservación? Así es, a los gobiernos locales. A los alcaldes y regidores en el plano político y a los funcionarios en el plano ejecutivo. Entonces, ¿por qué es que tenemos que caminar como pisando huevos, bailando tango o sufriendo aparatosas caídas? En cada distrito hay zonas que jamás son tocadas por las administraciones; hay veredas a las que les faltan los sardineles, que mañana los repondrán, pero sin fierro, porque no saben que lo necesitan o porque les llega, y el próximo mes empezará a descascararse nuevamente hasta que estemos de nuevo sin sardinel. Las empresas de servicio público, especialmente Sedapal, que hoy tiene que poner una caja para medidor nuevo o una tapa de buzón, porque un día sí y otro también hay atoros, y deja las veredas como rompecabezas, o como edredón de la abuela, llenecitas de parches; los de la empresa de gas a quienes les encanta andar rompiendo y parchando, dejando nuevos diseños y más rompecabezas en las veredas. Los conductores que compraron la licencia y cada vez que se estacionan le muerden un pedacito a las veredas sin refuerzo en el sardinel; en el "decorado", por otro lado, intervienen los perros sin dueño, que aunque lo tengan no se hacen cargo, con sus deposiciones y demás; los carretilleros esquineros, que con la venta de sus menjunjes las llenan de bolsas, en las que el peatón termina enredándose, gracias a la estupidez de compradores al paso, que comen caminando y caminando van dejando sus desperdicios, sobre todo las dichosas bolsas plásticas. Luego están los lavadores callejeros de autos y los mendigos, que no son más que consignatarios de las chocolaterías. Y tal vez esté bien que así sea, porque en realidad así somos.
En el caso de las empresas prestadoras de servicios, éstas tienen la obligación, porque así lo estipula la norma, de reponer el cuadro, normalmente de 1 metro x 1 metro, completo de la vereda, que han picado, para no tener desagradables y peligrosas sub divisiones ad infinitum. Si no lo hacen, multa con ellos y la obligación de reponer la vereda. Claro, estas empresas se agarran de que ellos se limitan a dejar la vereda como la encontraron y mejor, fíjese usted cómo estaba antes y ahora ya está bien parchadita. Sí pues, puede ser que la hayan encontrado hasta el queso, porque la gerencia de ese distrito está manejada por un incapaz, pero eso no quita la obligación de dejarla impecable luego del trabajo realizado. El tema del estacionamiento vehicular lamentablemente pasa porque los conductores, la mayoría y no solo mujeres, no tienen la pericia necesaria y a veces, con tremendos armatostes, casi carros de guerra, se suben repetidas veces a la vereda, rajando sardineles, no convenientemente estructurados y ya está vereda mordida para el resto de su vida.
Las carretillas de venta de yuquitas, picarones, canchita y similares que a alguien se le ha ocurrido que "deben" estar desperdigadas por toda la ciudad ofreciendo sus productos con permisivas normas higiénicas y con abundante aceite Castrol multigrado en sus frituras, son la principal causa de calles repletas de papelitos convenientemente engrasados y melcocheros, además de miles de bolsitas plásticas que tienen a los vientos como sus mejores motores de avance incontenible. Cada vez, además, se hace más común, por una confusión entre eficiencia y buen corazón, el dejar trabajar a los necesitados, como los lavadores de carros, que dejan las veredas como pistas de patinaje, o como los mendigos, matronas y dos o tres hijos, cómodamente desparramados sobre las veredas ofreciendo de todo. El tema de las mascotas que toman la ciudad como su baño personal ante la risita de sus dueños y la indiferencia municipal es otra gracia anti urbana. Bueno pues, es tiempo de recuperar la ciudad y ponerla al servicio, veredas incluidas, por supuesto, del ciudadano. ¿Qué le cuesta al alcalde de una ciudad cambiar todas las veredas con un buen concreto, buenas juntas de dilatación y bien estructurados sardineles? Mucho menos que tener que estar dándole mantenimiento a cada rato, o claro, dejándolas en el estado calamitoso que ahora se encuentran. Recuperar el principio de autoridad y prohibir la mendicidad, que además de todo es degradante para el ser humano, especialmente para los niños, que son convenientemente utilizados para el negocio. Hacer respetar las ordenanzas que prohíben terminantemente el lavado de vehículos en la calle, que muchas veces están colocadas sobre carteles en los postes en que los diligentes lavadores, recostados, descansan de la generosa demanda de sus clientes fijos, caseritos ellos. Es, en verdad, muy fácil recuperar la ciudad, del caos, de la falta de autoridad, de indeseables y de la indiferencia oficial de las municipalidades. La tarea es de los vecinos, que organizados, exijan el cumplimiento de la norma y saquen al fresco a sus autoridades. Franco, franco, caminar por una ciudad ordenada y arregladita, lo hace sentirse a uno como si de verdad valiera la pena vivir allí.

martes, 6 de marzo de 2012

Sí, pero el colegio de mi hijo es bien bonito.

Empezaron las clases en los colegios de Lima. Bueno en casi todos. Este año algunos particulares han tenido problemas con inspecciones no programadas de sus propias municipalidades, encontrándose en muchos de ellos no pocas faltas a los respectivos reglamentos, esperemos que las mismas puedan ser subsanadas de inmediato, pero y si no, ¿de quién es la responsabilidad mayor? El tema de la educación, en general, y la del nivel secundario,en particular, está muy mal. La infraestructura no pasa el exámen. Si separamos los estatales de los particulares de clase media, las diferencias son mínimas: ambos son deficientes. Desde la autorización de funcionamiento de dichos colegios, no nos queda claro el tema de responsabilidades. Entre la Ugel y la Municipalidad, cuya responsabilidad debería ser compartida, lo que tenemos en la realidad, es un echarse la pelota mutuamente, sin mayor iniciativa ni voluntad para solucionar los problemas. En el tema de la infraestructura, no se debería aceptar, por ejemplo, que se adapten casas, de áreas internas y externas que no reúnen las condiciones mínimas para la función; pero ahí están, vivitos, coleando y cobrando derechos indebidos a los padres de familia, como si de locales modernos y ejemplares se tratara. Desde que a alguien, no muy inteligente por cierto, se le ocurriera declarar en emergencia la prestación del servicio y permitir tremendos estropicios en nombre de la promoción privada de la educación, empezaron problemas más grandes, en nombre de la solución. No, no se puede seguir permitiendo la existencia de locales educativos, sin patios, sin áreas para deporte, con aulas que se atraviesan unas a otras, sin bibliotecas, sin talleres ni laboratorios, con accesos verticales en pésimas condiciones y sin el debido mobiliario escolar.
Si hablamos de educación primaria las cosas no solo son peores, si no que dada la edad y condiciones físicas de los menores, las instalaciones son poco menos que infames. Claro que hay excepciones, hay colegio particulares de primer nivel y que aunque no valen lo que cobran, al menos son aceptables, pero en la gran mayoría de ellos, además de los estatales y los parroquiales, las cosas andan bastante mal. Y ¿qué podemos decir de los centros de educación inicial? Primorosos ellos, bonitas fachadas e ingresos pero pésima distribución, escasa o casi nula ventilación natural y necesario asoleamiento, además de áreas reducidas y carentes de espacios complementarios para la necesaria estimulación temprana, que así se llama la razón de ser de estos centros pre escolares. Por otro lado, a pesar de haberse reconocido la educación inicial como un nivel de gran importancia y luego de haberse oficializado su necesidad, la oferta no llega a cubrir la demanda y los costos de los mismos son exagerados, cuando no abusivos; confundiendo, además, su razón de ser de estimulación temprana, con la de exclusividad y diferenciación, como se aprecia en los uniformes y el material solicitado para el uso interno, sin considerar la insuficiencia del personal auxiliar en la tarea educativa. Si, pero el mandil de mi hijito es bacán.
Los gobiernos locales tienen la obligación moral y funcional de velar por el desarrollo de la educación de nuestros niños, pero resulta que las autoridades, alcaldes y alta dirección, desconocen sus obligaciones y responsabilidades, haciendo peligrar la razón de ser de un centro de educación inicial. Están prohibidas las aulas en segundos o terceros niveles y ya está, tenga usted la seguridad de que varios Pepitos y Jaimitos, antes de que termine el año escolar, terminarán aterrizando de mandíbula en la fría loseta del primer nivel. ¿Y qué pasa con las pensiones? ¿Con las listas de útiles, los que jamás llegarán a usar en su totalidad? No se le puede quitar el componente comercial, de libre empresa que encierra el servicio de la educación, es cierto, pero hay límites que no deberían cruzarse, como el de apañar prácticas netamente mercantilistas, muy lejanas de los principios educativos. Y sí, no solo por ley, si no por un tema de conciencia, los gobiernos locales están facultados para, en nombre de los usuarios y sus representantes o apoderados, que son los sufridos padres de familia, intervenir permanentemente en la verificación de condiciones físicas de los locales, así como en detener las abusivas exigencias y prácticas de los promotores educativos, que han convertido los colegios en el negocio de sus vidas, el dolor de cabeza de los padres y la vergüenza comunitaria. No proceder a tiempo y con la debida severidad y rigor, no es más que establecer un vínculo de complicidad y apañamiento.

martes, 28 de febrero de 2012

Verano y Ciudad

¿Queríamos sol, días iluminados, calorcito veraniego? Ahí está. Qué bonito sería poder disfrutar del verano en la ciudad, caminando por las calles y plazas, tomando airecito y sacándole la lengua a ese cielo gris que nos acompaña todo el resto del año. Pero resulta que usted sale a caminar y se encuentra con que no hay suficiente sombra natural en la ciudad para resguardarse de rato en rato, debido a la inclemencia del sol. ¿En dónde están los árboles que deberíamos tener? ¿En dónde las anchas veredas por las que podríamos caminar sosteniendo nuestras sombrillas sin que tengamos que tropezarnos con los otros ciudadanos que para evitarlo, tienen que bajarse a las pistas? ¿En dónde están los bulevares, plazas y parques en los que podríamos pasar las tardes o refrescarnos al medio día en algunos de las innumerables cafeterías y heladerías de la ciudad? Están en las cuentas corrientes de los promotores de vivienda, de las constructoras que no contentos con evadir y zurrarse en las normas, construyendo hasta el cien por ciento de las áreas de sus lotes, muchas veces han usurpado terrenos públicos o de terceros, prefiriendo pagar sobre costos, que siempre serán mínimos ante el beneficio de contar con más área para sus proyectos. La autoridad no existe o si existe está bien "engrasada", la razón se la da el poder judicial al usurpador y ya está. El ciudadano mira, con esa cara del estúpido que no sabe quién se llevó su queso, su dignidad, su calidad de vida, su ciudad.
A qué tanta vaina dirán por ahí, se hace usted una buena terraza dentro de su casa, en la azotea, en el retiro municipal y punto. No sea usted baboso, si con las justas habitamos un departamento, de los modernos de 80 m2 promedio, en donde las fiestas se tienen que hacer en dos o tres días para albergar a los invitados sin que parezca sauna o piscina de parque público. Quien debe proveer los espacios de relajo, de esparcimiento, de contemplación o de lo que sea, pero espacios suficientes para pensar siquiera que seguimos siendo humanos, es la municipalidad y que no se atrevan a decir que no es posible. Espacios hay, normas para conservarlos también, lo que no hay es las cosas esas que ponen las gallinas para defenderlos y para ponerlos operativos. En todo distrito hay, hasta en zonas comerciales, reservas para futuras vías, jardines municipales, casonas abandonadas, entonces ¿por qué no procedemos a adaptarlos a hacer bulevares peatonales, pérgolas, pequeñas plazoletas, a colocar bancas techadas, permitir a los restaurantes y cafeterías de categoría, a usar temporalmente, parte de las veredas anchas para mobiliario adecuado y agradable. ¿Por qué no adecuamos los parques con espacios amables para reunirnos alrededor de, o entre, esculturas, juegos infantiles, mesas de juegos de salón? ¿Es tan difícil ser un poco creativo con los espacios públicos para beneficio directo y exclusivo de los ciudadanos? Claro que no. Los distritos con frente al mar tienen todas las posibilidades de malecones, de parques y jardines volados, capacidad para hacer gozar a los vecinos de buenas vistas, de aire puro, de ambientes limpios y entonces ¿por qué no se hacen?
Es que entre hacer pistas, veredas, arreglar las flores de los parques, recoger la basura, atender las quejas de los vecinos, cobrar los arbitrios y el predial, se nos va la vida, no alcanza el personal, no tengo profesionales que se encarguen del diseño y construcción de lo que usted dice. Bueno pues, entonces váyase a su casa. ¿Cuál es la razón de ser de la existencia de una comuna, de una municipalidad, si no es la de hacer que los vecinos de su comunidad vivan bien? ¿Entonces?¿Cuándo vamos a tomar en serio los vecinos nuestro papel de propietarios, de dueños absolutos de nuestra ciudad? Las autoridades han sido elegidas, contratadas para gestionar, de la mejor forma posible, el desarrollo de nuestra ciudad, que pasa por el simple hecho de que todos vivamos cada día mejor. ¿Es tan difícil entender eso y, de paso, caminar derecho? Existen más espacios de los que se cree, factibles de incorporar como área de recreación pasiva, existen además, zonas tugurizadas que podrían canjearse por bloques verticales de viviendas familiares dignas a sus ocupantes y hacer en las áreas demolidas y ahora ya libres, espacios para el ciudadano. ¿Falta creatividad, falta decisión? No, probablemente falte tiempo, sucede que entre atender las demandas de quienes se creen con derecho a cobrar los favores dinerarios brindados en campaña y las funciones mínimas de atención a la ciudad, se les va la vida. Ya, ¿pero el vecino, aquel que no le debe a nadie mas que a su conciencia, por qué no exige que las autoridades cumplan con su función? Tenemos todo. Los espacios que existen, mas los que se pueden habilitar, el dinero, que ahora sucede que los gobiernos locales se demoran en gastar (?), sé que existen buenos técnicos en cada municipio, pero entre atender a los recomendados de arriba y tapar estropicios o errores de sus jefes, se les va el día, la vida y su conciencia. Recuperemos la ciudad, recuperémosla para nosotros y para nuestros hijos. Hagamos valer nuestro derecho a vivir bien, porque nos lo merecemos, porque ya estuvo bien pues hombre.

martes, 21 de febrero de 2012

Entre el Metro y el Metropolitano

Luego de una muestra de apoyo incondicional a la gestión municipal de la señora Susana Villarán, el presidente Ollanta Humala se mandó con una extraña declaración: tendremos metro entre el Callao y Ate. ¿Cómo así? La mudez de varios meses la trastocó el señor Humala en un anuncio, que aunque bienvenido, escapa a toda lógica. Sin consultar a los entendidos ni reparar en que la Municipalidad de Lima ya había lanzado el proyecto del Metropolitano II, justamente con la misma ruta, el señor presidente nos dice mi proyecto es mejor, mucho más grande la inversión, además es subterráneo y lucirá bien bacán. ¿Qué hará la municipalidad? Lo más probable es que retire su proyecto y se allane a la decisión presidencial, porque igual se hará sí o sí. Y no vale la pena trompearse públicamente y además perder el apoyo presidencial para otros avales que necesitará durante la gestión. Y en eso estamos de acuerdo, nadie mejor que el gobierno central para hacerse cargo de un proyecto que será muy costoso, pero que constituye el verdadero metro para Lima, lo que tanto habíamos estado esperando, para colocarnos entre los países de Sudamérica que lo poseen. Por fin, ya no seremos los últimos de la fila.
Pero para que el metro subterráneo sea rentable y no cause forados en el erario nacional tiene que complementarse con rutas más largas, extender su tejido por toda la ciudad; de no ser así será otro elefante blanco, que aunque sabemos que jamás demoraría como el tren García, podría, Dios no lo quiera, morir joven. Pero por otro lado, ¿Quién debe hacerse cargo del transporte público en Lima metropolitana? No se lo han permitido, hasta ahora, a la Municipalidad Metropolitana; el Ministerio de Transporte tampoco ha dicho esta boca es mía y no existe, que sería lo ideal, una Autoridad Autónoma para el Transporte de Lima Metropolitana, que se encargue de la planificación, ejecución y mantenimiento del proyecto que Lima necesita desde hace muchos años y que ningún alcalde, ministro o presidente, ha tenido el valor de encarar. El componente más controversial del hasta ahora irresuelto problema del transporte público es el usuario mismo. La ausencia total de conciencia cívica, de identidad ciudadana, han creado toda una errada cultura del transporte urbano; los usuarios exigen lo inconveniente, se callan ante el atropello y no tienen, en general, la más mínima idea de lo que es un transporte de calidad y qué es lo que realmente conviene a la ciudad, incluyéndolos a ellos mismos.
Siempre volvemos a lo mismo, ignorar lo que opinan, requieren o aspiran las partes determina que todo lo que se haga no represente a nadie, no sirva a todos y siempre haya resentidos. En el caso concreto del transporte urbano, su ausencia, mal o buen manejo, es vital para el desarrollo de una comunidad y por ello la presencia de las autoridades locales, metropolitanas y regionales, es vital dentro de un directorio democrático pero con la autoridad suficiente para que su presidencia haga respetar lo acordado y lo que sea más conveniente. Hacer viajes de dos horas en la mañana, más dos horas en la noche, en las peores condiciones, casi inhumanas, es lo peor que le puede pasar a una persona. Añada usted el que las frecuencias no se cumplen, que aumentan o disminuyen, inopinadamente, las unidades de determinada ruta, que el vehículo por el que había usted esperado 45 minutos se malogra y, como todo lo malogrado, se niega a avanzar. Llega usted tarde al trabajo, se gana una reprimenda que no merecía y además se lo descuentan. En la noche le sucede los mismo y, claro, llega caminando, pero dos hora tarde y le cae otra, porque sabe Dios en dónde y con quién habrá estado metido. El transporte es una cosa seria, señores. Ningún improvisado, inepto o corrupto debe estar al frente de su administración y manejo. ¿Qué hacemos? Primero, declarar en emergencia el transporte, detener el ingreso indiscriminado de vehículos, especialmente de los particulares, segregar al público del privado, establecer el número de rutas necesarias para la ciudad, determinar el número de vehículos y su frecuencia por ruta, establecer cuáles son las vías, su tipo, preponderancia, garantizando señalización, buen estado y fluidez, crear una policía de tránsito especial, a cargo de la municipalidad metropolitana, incorporar el mejor sistema de semaforización vehicular y peatonal y el de cámaras filmadoras para velocidades máximas y reportes de tráfico. Y ya está. Aunque parezca mentira hacerlo es más fácil de lo que aquí aparece. Lo difícil es la voluntad de hacer las cosas bien y de no necesitar pellizcar presupuestos. Ahí es que sonamos.

martes, 14 de febrero de 2012

Y en educación ¿cómo estamos?

El vergonzoso destape de los arreglos entre los colegios y las editoriales, para ganar ambos, en perjuicio directo de los padres de familia, es lo que nos faltaba para completar el cuadro de cómo estamos en educación en el país. ¿Es tan difícil darse cuenta de que mientras la poca o nula preparación de nuestros niños sea una constante en nuestra sociedad, el verdadero desarrollo siempre nos será esquivo? Todos, al menos hasta ahora, absolutamente todos, se benefician, indebidamente, con la educación, menos los niños, claro. El destape de las editoriales no fue más que la confirmación de lo que constituye el desinterés del ejecutivo y, sobre todo, de los gobiernos locales, para supervisar los procesos previos y paralelos a la realización del año escolar. Desde hace unos años, especialmente con la llegada de editoriales extranjeras, se generalizó la entrega de una comisión de ventas a los colegios, directores, directivos de Apafas, o encargados de determinar y recomendar la adquisición de libros obligatorios a los padres de familia. Los libros se empezaron a encarecer, la exigencia se hizo mayor y aparecieron las llamadas guías escolares, libros de ayuda, que no permiten un segundo uso de los textos. Nadie dijo nada, ni las autoridades ministeriales ni los directores ni los propios padres que ocupaban algún cargo directivo. Junto a la adquisición de interminables listas de útiles y cuadernos, la industria escolar se convirtió en una mina de oro para empresarios e intermediarios y un suplicio para los padres de familia.
Las cuotas de ingreso, el cobro de matrícula, incluso el adelanto del inicio del año escolar al primer día del mes de marzo, cuando por años lo teníamos a principios de abril, además del pago de comedor adelantado y pensión mensual, que hasta hace poco también era de obligatoriedad adelantada, han llegado a convertir la educación infantil en un trauma familiar, ante la indiferencia de las autoridades competentes. Agregue usted el pago de movilidad, también por adelantado, los uniformes y complementos, que cada dos años, cuando no anualmente, sus diseños son cambiados por la dirección del plantel y ya está, tiene usted la paralización del país y el paso a un segundo o tercer plano de cualesquier otra obligación económica y la postergación de todo gasto. Entendemos que vivimos en una democracia con libertad de mercado, pero nunca se nos dijo que el estado pasaría a estado de zombi ante la arremetida mercantilista de esta gente que solo ve utilidad ahí donde debería estar el servicio. El Ministerio de Educación a través de las Ugeles, tiene la responsabilidad ineludible de velar porque la educación llegue a toda la población infantil, de que ésta sea accesible para todos los niveles y de que las condiciones en las que se brindan sean de primera. Entonces, para preguntar en el lenguaje adecuado y, al parecer, único entendible ¿Qué carajo está pasando?
Cuando se habló de municipalizar la educación, quienes creemos en ello, estuvimos felices de que así fuera, pero la continua postergación, la desidia municipal y el apañamiento estatal, han creado un frankestein que no funciona. Municipalidades como ventanillas de pago, sin más atribuciones ni responsabilidades de las que no chocan con los verdaderos manejos y negociados de los empresarios de la educación. Infraestructura adecuada, entorno seguro de las instalaciones, condiciones del servicio de movilidad adecuadas, desde el vehículo hasta los conductores, currículas adecuadas, pagos de pensión justos, eliminación de cobros indebidos, como la matrícula, que no debería existir, plana de docentes, suficiente y de calidad, apoyo alimentario, respaldo formativo, bibliotecas escolares, actividades escolares y culturales complementarias y tantas otras responsabilidades inherentes a esta importantísima tarea, han sido soslayadas, cuando no desechadas, por autoridades y funcionares competentes. Desde la creación de colegios municipales, con régimen de manejo mixto, con mayor incidencia en educación inicial, hasta un severo y responsable seguimiento de las actividades, cobros y decisiones, de todos los colegios existentes, particulares, nacionales, parroquiales, católicos y laicos, sin excepción, deberían ser las tareas mínimas de una gestión municipal que sea digna y responsable. ¿Que es mucho trabajo? No, tan solo el suficiente, que corresponde a las funciones de alguien que sabe de gestión.

martes, 7 de febrero de 2012

Combis salchipaperas para Lima

La idea no es nueva, tampoco pertenece a Gastón Acurio, pero él es su entusiasta promotor y, junto a la Universidad Católica, están a punto de darle nivel a lo que igual hay por todas partes, pero en pésimas condiciones de salubridad, sin atisbo empresarial y en contra del ordenamiento y desarrollo de la ciudad. La idea básica es excelente. La necesidad está latente en el mercado, no ha sido atendida o lo ha sido en precarias condiciones. Existe, por otro lado, una necesidad creciente de ingresar al mercado con una actividad rentable. Además de ello, se espera que una regular cantidad de personas en edad de producir va a pasar al sector de los desocupados, por efecto de la reorganización del transporte urbano de Lima Metropolitana, que tan eficiente y planificadamente viene llevando a cabo la actual gestión. La mano de obra, del futuro ex chofer, futuro ex cobrador y la herramienta de trabajo, específicamente las combis, tienen una posibilidad de ocupación, gracias a esta iniciativa. Económicante, la idea es rentable, socialmente, la opción para no pasar a las filas de los desocupados es bastante oportuna y si los diseños interiores y exteriores de los vehículos son aceptables, el producto a la venta es de buena calidad y la atención es de primera, habremos dado un paso importante en lo que a solución de problemas socio económicos, servicio y equipamiento de una ciudad se refieren.
La pregunta es, ¿Cuántos de estos vehículos se van a permitir dentro de nuestra ciudad? ¿En dónde se les va a permitir ubicarse? ¿Quién va a supervisar el servicio, calidad del producto, maneras de atención, precios al público? Hay que reconocer que el principal escollo para permitir la venta y negocios ambulatorios o callejeros, ha sido hasta el día de hoy, la falta de educación y formación de los ciudadanos mismos, tanto del que vende como del que compra en los espacios públicos, ya que ahí en donde se les ha permitido ubicarse, han convertido dicho lugar en una verdadera letrina, generando, como es lógico el repudio de los vecinos del entorno y de la comunidad en general, por lo que su erradicación, ha sido siempre el final de la historia. ¿Cómo solucionar este problema? Si la organización es la adecuada, se podrá determinar, con el menor riesgo posible, la correcta ubicación de los vehículos, es decir, junto a parques, grandes avenidas, lo más alejado posible de las viviendas y en cruces viales con suficiente área de las llamadas reservas de vías. Si la capacitación es la adecuada jamás habrá problemas con los vendedores, los que estarán convenientemente uniformados e identificados, ni con la calidad de los insumos utilizados ni la preparación de los platillos. Entonces, ¿Por qué temer? ¿Por qué oponerse sin conocer?
La creciente demanda de comida rápida, que lamentablemente está cubierta por locales que brindan alimentos de bajísima calidad nutritiva y sí de altísimo contenido graso, así como por locales informales o carretillas y kioscos al paso, que encierran los mismos peligros anteriores además del alto riesgo sanitario y la pésima atención que brindan, han sido determinantes para el desarrollo de este proyecto. La idea es empadronar a todos aquellos que tengan la disposición, el capital inicial y las herramientas necesarias, para que luego reciban una formación y capacitación adecuadas, elevando el nivel de la prestación del servicio, que incluye una preparación y una atención de primera, además de ayudarlos a financiar la adecuación del vehículo requerido para la función. Platillos populares, en base a productos locales, a precios accesibles y en las mejores condiciones sanitarias y con los mejores vendedores del producto constituirán el éxito de este excelente proyecto. Se le está buscando el punto débil y tratando de presentarlo como la nueva plaga urbana, una que ocupará a la mala nuestras calles y se convertirá en un feo lunar ciudadano. En verdad, no lo creo.

martes, 31 de enero de 2012

Una zona rosa para Lima

Qué bacán sería que todos los que alegan tener derecho a ganarse la vida pudieran tener un buen lugar para trabajar. Las damitas alegres que venden sus favores, para mí, no tienen más derecho que las señoras que cargando un hijo venden chocolates en las calles, que la señora que teje sus chompitas para bebé en la noche y trata de venderlas en el día, que el señor que vende mangos en un moto-triciclo. No tengo nada personal contra las putas, que así se llaman entre ellas mismas, ni contra las chocolateras, ni las chomperas, ni los fruteros. Pero no jodan, a cada uno no se le va a dar una zona de la ciudad para su propio y exclusivo beneficio. Ni las feministas creen que esa sea la solución. ¿Por qué entonces habría que hacer una cuestión de estado (municipal) sobre en dónde sería mejor que realicen sus movimientos pélvicos estas señoras? Cada día que pasa los medios que los poderosos mueven, no hacen más que darle a la cantaleta de ¿Qué va a hacer la alcaldesa con las putas y travestis que trabajan en todos los distritos de Lima Metropolitana? ¿Por qué la señora Villarán no termina por habilitar de una vez por todas la "tan deseada" zona rosa para Lima? Este es un tema social que trasgrede todas las normas establecidas, sin mencionar la moral y las buenas costumbres, además del enorme peligro sanitario que entraña. ¿Por qué entonces no somos prácticos y resolvemos el asunto de acuerdo a las normas existentes y sin darle demasiadas vueltas?
Está bien pero ¿y entonces qué hacemos? ¿Palo con ellas, a la reja por callejeras? ¿Cárcel inmediata a las que no tienen el anhelado carné sanitario, por andar regando enfermedades venéreas, como marcianos en verano? Tampoco, tampoco. Este es un problema más antiguo que nosotros mismos y que nunca hemos querido enfrentar, por temor, porque cualesquier solución que pretendamos darle siempre va a ser incompleta, precisamente por eso, porque trasciende a la sociedad, porque es un tema de desigualdad de oportunidades, de machismo puro y de pobreza, que atacamos, públicamente y apañamos en privado. Sucede que no estamos jurídicamente preparados, ni socialmente maduros, para tratar este problema. Realmente somos una sociedad bastante hipócrita y mientras lo seamos, temas como este seguirán siendo tabú y motivo de escarnio y vergüenza el tratar de aliviar las condiciones en que estas personas, abandonadas mujeres, se ganan la vida. La profesión existe, la necesidad de ejercerla es un hecho innegable y, dicen muchos, que es un verdadero paliativo a ciertas imperiosas necesidades masculinas. Sí, todo claro, pero seguimos obviando el tema central: en qué lugares y condiciones debe ejercerse este antiguo, sanitariamente peligroso, económicamente rendidor y satanizado oficio.
La verdadera solución pasa, en realidad, porque el estado reconozca la necesidad de reglamentar dicho oficio. Definitivamente el ámbito municipal, de gobierno local, puede ocuparse pero con normas macro, con seguridad social especial, con despenalización de su práctica bajo condiciones seguras y adecuadas, de penalización de quienes aprovechando la condición de las que lo ejercen se dedican a su explotación, muchas veces con la complicidad o levantamiento de hombros de la propia autoridad policial. Tenemos entonces que encarar el problema, que sí lo es, en su debida dimensión, alcances y efectos colaterales. ¿Que se necesita reglamentar los espacios en donde se brinde este "servicio"? Claro que sí. Pero de ahí a tirarle la toalla a la autoridad metropolitana para que se haga cargo del asunto, háganme el favor. Por mucha buena disposición y sensibilidad social de la actual alcaldesa, por mucha presión de feministas, organizaciones de homosexuales y lesbianas que han creído ver la oportunidad de ganarse alguito al poner sobre el tapete social profundos problemas como éste, no es posible que la señora Villarán esté en capacidad de señalar una o dos manzanas de determinado sector urbano para la práctica consentida de este oficio. Nadie en su sano juicio, ni siquiera los hombres que usan este servicio, aceptaría tener en la siguiente cuadra de su vivienda familiar, una zona rosa. Pistolas, diría hasta el más asiduo y bien servido parroquiano.

miércoles, 25 de enero de 2012

Respaldo presidencial a la alcaldesa

En un gesto amable, pero bastante peliculero, el señor Presidente de la República, Ollanta Humala, le ha dicho al pueblo de Lima que la señora Alcaldesa lo está haciendo bastante bien y que puede contar con él para cualquier cosa. Todo estaría muy bien siempre y cuando lo dicho no fuera solo de los dientes para afuera, mientras no se traduzca en iniciativas de ley que hagan patente la verdadera descentralización que necesitamos, ese apoyo y cualesquier otro, seguirán siendo gestos para el respetable y nada más. El señor Fujimori, por diluir las intenciones presidenciales, naturales y justas, por cierto, del señor Andrade, reventó a las municipalidades, provinciales y distritales, cercenándoles una serie de atribuciones y responsabilidades, que no solo les restaron la necesaria autonomía de gestión, si no que además, les quitó, literalmente, la posibilidad de subsistir económicamente con cierta decencia, lo que devino en lo que ya conocemos, municipalidades que invierten todo su tiempo y esfuerzo en inventar formas de sacarle más dinero a sus contribuyentes para poder estabilizar el presupuesto anual. Si bien es cierto, en los últimos años, se han recuperado algunas atribuciones y ha mejorado el monto de las transferencias, las municipalidades han perdido el rumbo, han desvirtuado su razón de ser y en el tortuoso camino de sobrevivir, se han convertido en el principal enemigo, cobrador furibundo, de los ciudadanos.
En una época en que la alcaldesa se ha convertido en el punching ball de la poderosa mafia mediática, que le está cobrando el atrevimiento de haberse enfrentado al sistema y, peor aún, de derrotar a su candidato, el gesto presidencial constituye un respiro para la señora Villarán. Pero si en las próximas semanas la gestión metropolitana no acude a palacio de gobierno con un paquete de medidas, incluida la modificación de muchos artículos de la Ley Orgánica de Municipalidades en vigencia, así como borradores de convenios y avales para emprender proyectos, no solo obras, que devuelvan a Lima la amabilidad que perdió al deshumanizarse, entonces todo habrá sido en vano. Una pose, una sonrisa de costado y nada más. Las cosas están peliagudas para esta gestión; el bombardeo sistemático de los poderosos a través de sus cancerberos de la prensa, los recortes presupuestales de un gamonal en el ministerio de economía y, valgan verdades, la falta de pericia y experiencia de los funcionarios que acompañan a la alcaldesa, además de la innoble negativa de los funcionarios de planta, que han quedado de la gestión anterior, a colaborar como debe ser con la ciudad, más que con la señora Villarán, han determinado que está gestión esté perdiendo oportunidades y marche con pies de plomo.
Si la Presidencia del Consejo de Ministros quisiera realmente ayudar a este gobierno y sacar adelante al país, debería empezar por revisar completamente lo que deben ser los gobiernos locales. Si el señor Ollanta Humala ya empezó a olvidarse, porque lamentable siempre es así, de las grandes transformaciones que ofreció y por las que votamos todos los pensantes de este país, debería aprovechar esta buena oportunidad para replantear la Ley Orgánica de Municipalidades, para establecer el rumbo que deben seguir estas administraciones, apuntando a la conformación de mega distritos, primero administrativamente y luego, si es necesario, territorialmente, para poder consolidar el crecimiento económico del que estamos gozando. Vale la pena recordar que todos los problemas nacionales se gestan u originan en un lugar determinado, a veces en una pequeña área geográfica, y si se atendieran sus causas en el momento justo en que se producen los efectos, entonces no tendríamos problema alguno. Descuidar a los gobiernos locales es perder la oportunidad de alcanzar el desarrollo pleno de la mejor forma posible.

martes, 17 de enero de 2012

Vamos a la playa

Desde los años 80, los que no tenemos auto, no teníamos forma de acceder a las playas de la costa verde, así que entre gorrear movilidad, contratar un taxi, con espera y retorno incluido, o quedarte con las ganas, no había ninguna otra opción. Bueno pues, parece que alguien se acordó de que la ciudad y sus atractivos son también para los ciudadanos de a pie. Ya se puede ir a la playa usando el transporte público, todavía no desde todos los distritos, pero algo es algo. Lo ideal sería que todos aquellos que puedan, incluidos los que poseen auto, opten por esta nueva opción. Imaginemos una playa de caminantes, de ciclistas y eventuales buses, ciertamente el paisaje sería mucho más humano y menos contaminado. El acostumbrarse al orden, la limpieza y consideración a los demás es, por otro lado, una tarea pendiente y de largo aliento. La autoridad autónoma y las municipalidades distritales con frente al litoral tienen esa responsabilidad. Una buena campaña, auspiciada basicamente por la empresa privada, nos permitiría tener unas playas a las que daría gusto regresar. Las facilidades a brindar, además de excelentes paraderos, serían los módulos de parqueo para bicicletas, casetas de seguridad policial, módulos de primeros auxilios con torre de salvavidas y algunos módulos de comida ligera, snacks y bebidas no alcohólicas, como el complemento ideal para una población que necesita y merece un buen descanso y disfrute de las bondades playeras.
Una línea de buses para el transporte a la playa, con vehículos especialmente acondicionados para el servicio, que pudiera cubrir toda la ciudad, con un costo diferenciado y con partidas y retornos previamente estudiados, sería un feliz logro de esta gestión. Si el proyecto de la Costa Verde implicara realmente a los alcaldes de los diferentes distritos que comprende, podríamos hablar de proyectos comunes, de sistemas integrados, de servicios complementarios y de una continuidad en su desarrollo, lo que nos llevaría a tener la playa más larga y hermosa de Sudamérica. Si a ello sumamos paraderos turísticos, casetas de información y una vigilancia y apoyo motorizado y aéreo alcanzaríamos la meta deseada. La ciudad de Lima ha sido bendecida con esta gran playa continua que si fuera debidamente articulada, sin egoísmos ni pretensiones particulares, si no más bien con buena disposición y afán por conseguir un objetivo que trascienda el interés local, podríamos estar hablando de la verdadera perla del pacífico. Los municipios que se han excedido al dar licencias comerciales que no correspondían, deberían dar un plazo de 3 a 5 años, para que aquellos "beneficiados" se adecúen al nuevo proyecto, o simplemente hagan maletas y se retiren. Si las expropiaciones, con la debida indemnización, son necesarias y aceptables cuando el bien común lo amerita, ¿por qué no, la clausura, justa y equitativamente negociada, podría ser la solución a un verdadero ordenamiento y uso debido del espacio?
Reitero la necesidad de integrar a los alcaldes distritales, con derecho a voz y voto, a la autoridad autónoma de la Costa Verde, bajo la presidencia de la Alcaldía Metropolitana y con la participación de la empresa privada, local y extranjera, el gobierno nacional y todo vecino de buena voluntad y mejor saber, a través de directorios ampliados, que permitan recoger y acoger toda idea creativa que redunde en beneficio de este gran proyecto para Lima. ¿Por qué los alcaldes distritales se resisten a trabajar en forma conjunta y mancomunada? ¿Por qué la municipalidad metropolitana se resiste a revisar sus proyectos con sus pares locales? En ambos casos la razón es el temor de mostrar vacíos e incapacidad que puedan ser aprovechados por los otros. Pero, los ciudadanos de la gran Lima, de una capital que se precia de su globalización, no podemos estar a expensas de solo la buena voluntad, eventual o antojadiza, de unas personas que no dan la talla para el cargo. Emplacemos a la señora Villarán y a los alcaldes de Chorillos, Barranco, Miraflores, San Isidro, Magdalena del Mar y San Miguel para que de depongan sus actitudes personalistas y engreimientos, que para ello no fueron elegidos, y se sienten a discutir la mejor forma de que todos los ciudadanos, incluyendo los de los distritos más alejados, tengan acceso a la playa, al mar, a las puestas de sol, a un bronceado de película, a recrearse la vista. Tenemos lo principal, una generosa playa, el resto es solo decisión y voluntad para hacer las cosas de la mejor forma posible.

lunes, 16 de enero de 2012

Los nuevos edificios y la ciudad

No es posible que se siga construyendo como si fuera a acabarse el mundo. Esa gran mentira de hágase propietario de una vivienda y conviértase en el nuevo sujeto de crédito a sola firma y acreedor a la tarjeta de platino, sin límite ni fecha de pago, está arruinando la vida de muchas familias, sobre todo de las que no tienen más ingresos que sus magros sueldos. Vamos a ver, el cuento es así: Si usted le demuestra a un banco que es propietario de un departamento, califica usted, automáticamente para su nueva tarjeta visa. No se dice que usted debió empeñarse para pagar la cuota inicial, que ha aceptado una hipoteca usurera a 25 años, sin lugar a enfermarse ni a perder el trabajo, que está incluyendo en sus cálculos de ingresos proyectados la remesa mensual, sabe Dios hasta cuando, de su hijo mayor desde Estados Unidos. Bueno pues, cuando usted "ya es propietario" y se acerca a solicitar los créditos en los que pensaban, le dirán, después de examinarlo con lupa y preguntarle por aquello que ni siquiera se ha atrevido a contarle a su pareja, que lo sienten que "por ahora" no califica, que tal vez más adelante, cuando ya haya cubierto un poco más, del alto pago de la hipoteca. En el mejor de los casos seguirá usted viviendo, estoica pero dignamente y qué importa, la verdad es que no tenía muchas ganas de llevar a la familia a Disney este año y tampoco los próximos diez. En el peor de los casos, por esas cosas del destino, coge usted un virus que nadie conoce pero sí sabe quién lo produce, descuida su trabajo y zas lo pierde porque sí pues, porque usted no debió ausentarse por tanto tiempo, luego su señora, por atenderlo y gastarse lo que recibe en medicinas en una clínica, porque el seguro ya no lo puede cubrir, termina también perdiendo el suyo y qué pena, lo lamentamos señores pero tienen que desocupar el departamento porque el banco tiene que sacarlo a remate, disculpe usted, y usted su familia y su rabia tienen que regresar a la casa paterna, pero con más deudas que antes.
¿A qué viene lo anterior? A que el sistema nos ha planteado algo: si usted no es propietario no es nadie. Y con esa cantaleta nos meten en la carrera de yo también quiero. Y dale con que el déficit de viviendas ya ha superado los dos millones de unidades, y de que el casado casa quiere, pero propia, y de que mire usted que el mercado le ofrece una amplia gama de viviendas. Oiga usted, pero están caras. Mírelo por el lado de la inversión a futuro, del estatus que le confiere el ser propietario, de la tranquilidad que le va a dar a su familia, de la herencia que le va a dejar a sus hijos. Bueno, con esos argumentos, que en algún momento podrían servirnos para demandar a quienes los esgrimieron, es que se impulsa la construcción masiva de edificios de departamentos, desde 55 metros cuadrados y con materiales y acabados que, en muchos casos, no llegarán a alcanzar la mayoría de edad. El gobierno central lanzó sus programas de vivienda de interés social, con unos parámetros indecentes e inhumanos, áreas mínimas, ocupación del cien por ciento del área del terreno, reducción de exigencias en seguridad y muchas otras gracias más, que se han esparcido por toda la ciudad, en nombre, por supuesto de la gran necesidad, insatisfecha de vivienda, de la población. No friegue usted.
En mi cuadra ya empezaron los atoros de desagüe, la presión del agua se asemeja a balbuceos de moribundo y la luz parpadea con un coquetería extrema. La basura y desechos en general se hacen graciosos cerros en las pistas y veredas, hasta que los camiones pasan; ayer a las 10:00, de repente hoy a las 11:00 o a las 11:30, mientras los perros y los cachineros hacen de las suyas en las bolsas que estuvieron cerradas y ya no más. Los automóviles, ahora que el crédito también está barato, se amontonan en las calles, algunos sobre las veredas, más cerca de mi ventana, por si acaso. Y claro, no podían faltar, porque no son desconsiderados, los asaltantes, los rateros, secuestradores, escaperos y guachimanes doble chamba, que están al acecho del menor descuido y de que justo el policía entró a la bodega a tomarse una oportuna gaseosita. ¿Quién dijo que estábamos listos para este derrame de fierro, ladrillo y cemento? ¿A quién se le ha ocurrido que es verdad eso que ahí en donde comen y duermen 2 pueden hacerlo, 10 ó 30? Sin los servicios básicos adecuados, sin las áreas necesarias, no solo de vivienda, si no de espacios libres, sin la logística de control y supervisión, sin los técnicos calificados, no se podía recibir decenas de nuevos edificios, cientos de nuevos departamentos, miles de nuevos vecinos. Se siente como si un primo hubiera dicho que nos iba a visitar y se aparece con su esposa, cuatro hijos, dos hermanos con sus novias, dos perros, una gata y un lorito hablador. Hágame usted el favor.

martes, 3 de enero de 2012

Espacios públicos y actividades privadas

Si la ciudad es de todos, incluyendo los espacios que son públicos, ¿está bien que algunos grupos de vecinos se apropien de calles, pistas y veredas para sus muy particulares actividades? ¿Que restrinjan el paso de transeúntes y vehículos durante, antes y después, de la realización de dichas actividades? Pareciera que no. El entredicho reciente entre la municipalidad de Barranco y los vecinos de la calle Cajamarca y aledañas, es un ejemplo de lo que sucede cuando grupos vecinales o barrios toman decisiones particulares sobre espacios e infraestructura pública. Se ha hecho tradicional que en dicho lugar se reciba el año nuevo en plena calle, con artefactos pirotécnicos, música a todo volumen y venta de cervecita helada. Los vecinos lo decidieron, los vecinos lo hacen. Error, no es así mi querido Watson. Lo ideal sería que los vecinos organizados y las autoridades municipales trabajaran juntos la idea, se pusieran de acuerdo en las horas, en los cierres, en las previsiones de problemas, en la invitación masiva, etc. De no ser así terminamos tomando decisiones grupales que expropian temporalmente el uso de los espacios públicos, para actividades que de repente no son del agrado de muchos de los propios vecinos del sector. Vivir en comunidad implica aceptar que no estamos solos, aunque aparentemente toda mi cuadra quiera lo mismo, pero resulta que mi calle es una vía de paso para la cuadra de la derecha a la de la izquierda, de la de norte a sur y viceversa. En resumen, no podemos hacer lo que se nos antoja.
Así como las autoridades municipales no pueden hacer lo que les apunte en gana, como cambiar inopinadamente los usos del suelo, por ejemplo, o realizar grandes pachangas oficiales en lugares en que los propios ciudadanos rechazan, ni autorizar proyectos en donde no deben erigirse o en la forma que no es correcta, igualmente los vecinos no pueden decidir, por el solo hecho de pagar los tributos, que en esta área, mi zona, yo puedo hacer lo que quiera. Lamentablemente sucede que la cuadrilla# 1345 del Señor de Los Milagros, conformada por 7 cargadores, dos zahumadoras y una rezadora, deciden salir con su procesión, tal día, a tal hora y por tales calles. Paralelamente la cofradía de la Virgen de la Puerta, con 12 miembros y una camioneta con altoparlantes, decide para el mismo día, la misma hora y las mismas calles, realizar la propia. No queramos enterarnos de lo que podría pasar. Igual con las fiestas patronales, las marchas de protesta o de solidaridad, que también las hay, cuando algunos cuantos adulones y franeleros le revientan cohetes a alguna autoridad que necesita respaldo inmediato. Pero el tema aquí no es el buen gusto, el fanatismo o religiosidad; el tema es que los espacios públicos no pueden saturarse de la forma y en el momento, que a cualquier hijo de vecino se le ocurra.
Cuando el principio de autoridad se respeta y ejerce con propiedad, las cosas salen de la mejor forma. Hay horarios y, sobre todo, días en los que no solo no deben solitarse permisos si no que la respuesta, negativa, debe ser inmediata y sin excepciones. Hay lugares que no pueden ser utilizados, ni por una sola vez, hay actividades que no se pueden permitir en las calles y hay horarios en los que ni hablemos del tema. Si en los encuentros vecinales, que deberían realizarse con la frecuencias debida, se tocaran estos temas y el acuerdo de llevar a cabo ciertas actividades fuera unánime, con las precauciones y seguridades que el caso ameriten, no habría negativa posible, pero si no hay acuerdo porque, la doctora de enfrente quiere que participen strippers o porque el señor del costado quiere un elefante entrenado y dos tigres de bengala dentro de la "reunioncita programada" entonces manan, no se hace nada. Cuando aprendamos que el arbolito que crece frente a mi puerta, en el jardín de aislamiento, no es mío si no de la comuna, cuando aprendamos de que no puedo romper la vereda de cemento y cambiarla por gres cerámico porque se ve más bonito, cuando aprendamos que el ingreso a la universidad de nuestra hija no tiene por qué llenar de alegría a todos los vecinos y menos hasta altas horas de la madrugada, ni tienen porque cedernos los accesos a sus propias viviendas para colocar a la banda y a los mariachis, entonces estaremos listos para vivir bien, casi decentemente. Vivir en comunidad es muy difícil y será insufrible, en la medida en que no cedamos en algunas cosas, en beneficio de todos.