miércoles, 27 de julio de 2022

Construyendo nuestras Ciudades: Servicios, Equipamiento e Infraestructura Urbana.

Si bien es cierto, las Ciudades tienen como  fin único y excluyente al Ciudadano y su Desarrollo Integral, todo lo que acontece alrededor de dichos ciudadanos, su entorno más próximo y alejado, tiene que ver con unas condiciones satisfactorias de habitabilidad, que permitan y promuevan el desarrollo mencionado. Nuestro maravilloso hogar, nuestra casa bonita, pertenece a un barrio, a una comunidad de familias que requieren, en primer lugar de lo que llamamos servicios básicos: agua y alcantarillado, electricidad, internet, recolección y disposición de los  residuos sólidos, pero además, de vías peatonales para trasladarse, vías de transporte vehicular para ir un poco más allá, espacios públicos abiertos, áreas verdes, parques de recreación y, finalmente, lo que llamamos infraestructura para los servicios complementarios, como salud, educación, cultura y recreación, activa y pasiva y de comercio, entre otros.
Tenemos en el Perú condiciones mínimas de urbanización y habilitación urbana exigidas, que señalan todos los requerimientos antes mencionados, pero que muchas veces no se cumplen por la intervención de intereses muy particulares que anteponen lo personal a lo comunitario y cuya óptica, públicamente reconocida es la de "oportunidad de negocio".
Uno de los servicios básicos, municipales, el que constituye el recojo y disposición final de los residuos sólidos (basura) es el ejemplo claro de que estamos haciendo mal las cosas. Organizar y contratar dicho servicio a nivel provincial, por ejemplo, significaría un ahorro de no menos del 30 % en los montos de arbitrios municipales que el vecino paga mensualmente, pero se insiste en la onerosa contratación distrital, porque sí pues, porque cada alcalde distrital "tiene el derecho a llevarse alguito". 
El importante asunto del transporte, que debería ser en 80 % o más,  público y de buen nivel, responde en nuestras ciudades peruanas a no más del 20 % del total de viajes diarios de los ciudadanos, privilegiando el transporte privado, lo que ha causado la saturación de las vías existentes y de las que estén por habilitarse, además de haber convertido la ciudad entera en parqueo, cochera y hasta cementerio de los millones de autos existentes. Se han "diseñado", construido y puesto en deficiente servicio, una cantidad increíble de pasos a desnivel, de puentes que se desploman, de inmensas moles de escaleras que no se usan porque casi nadie puede subirlas con facilidad y prefiere cruzar a la carrera, sorteando autos y jugándose la vida, las avenidas de la ciudad. Tenemos, por otro lado, costosos monumentos a la imbecilidad, erigidos, para poner el nombre del alcalde, dejar un legado personal a la posteridad y llevarse una buena cantidad de dinero para la casa.

En el asunto de la recreación activa y pasiva, las áreas verdes, parques, jardines y bermas, estamos como tierra eriaza, en cero. Lo que muchos alcaldes invierten en plantitas, plantones y omnipresentes/horribles macetones equivaldría, probablemente, a la mantención de un excelente Campo de Marte, en cada distrito, pero otra vez, no se hacen las cosas que se deben, porque cuando se hacen las cosa debidas no hay alita para mí.

Pero, por el lado opuesto, cuando se diseña en tablero y se ordena por teléfono la construcción  o renovación de nuestras ciudades, las cosas tampoco funcionan. Lo que tenemos que hacer es planificar, diseñar, desarrollar e implementar proyectos de infraestructura urbana y de Equipamiento, adecuados, inclusivos, factibles, convenientemente supervisados y verdaderamente fiscalizados. Principalmente, porque todo lo que se construye tiene un costo, que sale de los bolsillos de los ciudadanos y porque desaparecerlo, cuando se comprueba el error, es casi imposible, además del roche inmenso. Entonces, ¿por qué se siguen haciendo?

Si sabemos, por ejemplo, que el auto particular contamina, entonces no necesitamos más vías, puentes a desnivel, tréboles ni nada parecido, necesitamos tomar la decisión de limitar su uso y propender a tener un transporte público de primer nivel, multimodal, con las unidades adecuadas, las rutas básicas y complementarias convenientemente planificadas, con los paraderos necesarios y bien implementados, en lugar de los cientos de rutas que atraviesan y saturan nuestras ciudades, mediante el uso de las combis asesinas, los buses vacíos o repletos, según la suerte que te toque y con "paraderos" a gusto del cliente y ánimo del conductor. 

Historias urbanas delictivas, como lo sucedido en el distrito de Magdalena del Mar, Lima, en donde la policía municipal golpeó brutalmente a vecinos que abrazados a los árboles no querían permitir que éstos fueran talados para aumentar un carril vehicular a una vía en zona residencial, por "la necesidad" de servir a un boom inmobiliario que exigía mayor ancho de vías para seguir aprobando proyectos de mega edificios que han convertido una bella zona residencial en una próxima Babel, no deben repetirse. Aunque fuera una maldad "quitarle" el negocio a quien se beneficia con licencias de construcción indebidas.

Se ha puesto de modo, últimamente, la peatonalización forzada de vías importantes de nuestras ciudades, porque sí pues, porque se ven bonitas, porque descontaminan y nosotros somos verdes; pero se han implementado a la mala, sin resolver el transporte público, sin contar con los parqueos necesarios para propios y foráneos y allí están, canchones sucios y repletos de macetones y "arte callejero" de dudosa calidad, además de la invasión asesina de motocicletas y bicicletas que, en la práctica, han sido los verdaderos beneficiarios de estos "inteligentes proyectos"; sin contar el tremendo perjuicio a las zonas comerciales, ya deprimidas y al borde del colapso.

Finalmente, los servicios complementarios, que no son poca cosa, no en comunidades con adecuado nivel de calidad de vida, no existen, no interesan, no "son rentables", mejor dicho.

Muy bien, pongámonos serios, nuestras ciudades están languideciendo porque no se están implementando proyectos adecuados e inteligentes, que den vida a las ciudades, que las renueven, que las pongan al día, que las hagan funcionales, lo que se está haciendo es hacer negocio con las necesidades de infraestructura y servicios urbanos. Todo se ha reducido a algo tan grotesco como real: ¿A cómo el macetón/la banquita/la papelera/el postecito de lámpara/, casero? Ya, quiero tantos de cada uno, me los dejas en la puerta de la municipalidad, me pasas la factura y YA SABES CÓMO ES.

Tenemos mucho por hacer, tenemos que acabar con estas iniquidades y recuperar nuestras ciudades, si es que queremos empezar a vivir decentemente. Y, la verdad, es tan sencillo de logarlo. Y, entonces,...... ¿cuándo empezamos?