lunes, 30 de agosto de 2010

Lima Metropolitana y Elecciones Municipales

Hasta ahora ninguno de los participantes en esta contienda electoral municipal 2010 se ha referido, con seriedad, a Lima como lo que es, una ciudad integral, una gran metrópoli en la que, lamentablemente, cada uno de los 43 distritos que la conforman se ha disparado a su regalado gusto. Hemos perdido la perspectiva de ciudad. Tenemos estancos, compartimentos habitables que tienen sus propias normas, sus propias filosofías comunitarias, vicios y virtudes y, precisamente por esa razón, ninguno de los distritos y sus respectivas autoridades ha querido trabajar en forma conjunta, con un solo norte, con una proyección a largo plazo que permita vislumbrar un mejor futuro. Todos pretenden ser la gran estrella y por ello tenemos 43 alocadas, cuando no desabridas, actuaciones en una sola función. En este caso, la falla se ha producido en la autoridad provincial, que lejos de convocar a la Asamblea Metropolitana de Alcaldes para elaborar un solo gran proyecto, ha trabajado de espaldas a las necesidades, esperanzas y sueños particulares de los ciudadanos de nuestra capital. Por otro lado, en lugar de levantar fronteras y diseñar y ejecutar proyectos en mancomunidad, los alcaldes distritales se han despachado con cada ocurrencia y disparatados proyectos personales que Lima se ha convertido en un terrible menestrón urbano.

Mientras las empresas, aún las de enconada rivalidad, unen esfuerzos para abaratar costos, mejorar la productividad y aumentar su rentabilidad, llegando a fusionarse muchas de ellas, los alcaldes distritales y sus Concejos municipales siguen creando sub divisiones territoriales, azuzando añejos problemas limítrofes, elaborando enredados y onerosos procedimientos y trámites documentarios, en abierta competencia para demostrar quién lo hace más difícil. Si lo correcto es que cada distrito elabore el mejor proyecto de desarrollo a largo plazo, para empezar por el principio, con mayor razón la ciudad, como unidad, requiere de un gran proyecto en el que estén contemplados todos los problemas, todos los requerimientos, todas las necesidades de la totalidad de la población. Esa suerte de minifundos o chacras personales en que se han convertido las municipalidades distritales, no han permitido que Lima madure y alcance la mayoría de edad con un buen desarrollo urbano. Increíbles errores, aterradores despropósitos y enormes atentados contra la calidad de vida ciudadana se han cometido en nombre de la autonomía municipal. La falta de liderazgo y de visión de un verdadero estadista metropolitano ha permitido el nacimiento y desarrollo de una casta de incapaces que ha tasajeado la ciudad. Y todos, sin excepción, hemos perdido.

Lima está realmente horrible. Tal vez no en la forma, pero sí en el nivel cultural de su gente, en su tremendo deterioro ambiental, en su falta de integración territorial e identidad ciudadana, en su exclusión vecinal, en la falta de oportunidades, en el injusto reparto de sus rentas y, sobre todo, en el pésimo nivel de sus autoridades. Lo gracioso del asunto es que las autoridades son elegidas, libre y democráticamente, por los propios habitantes. Aquí es donde ubicamos el gran problema de Lima y los limeños en su verdadera perspectiva. Es muy cierto que cada quien tiene la autoridad que se merece y los que habitamos Lima merecemos hasta peores autoridades de las que tenemos. Por nuestra desidia, por nuestra falta de compromiso, por ese fácil y común alzarse de hombros mientras los problemas no nos lleguen a tocar directamente o mientras podamos arreglárnoslas de cualquier forma. ¿Qué nos ha pasado? ¿Por qué hemos perdido la noción de ciudad? ¿Por qué nos hemos olvidado de nuestros deberes y derechos urbanos? Pero, sobre todo, ¿por qué elegimos tan mal, aún sabiendo que los incapaces y corruptos que hasta ahora hemos sentado en las alcaldías nos han llevado al precipicio del descalabro urbano? Y no es justo, ni para Lima ni para nosotros mismos.

Terminemos por entender que las elecciones municipales no son políticamente partidarias, no son pugnas de poder económico o mediático, no son concursos de belleza, de apellidos, de simpatías ni de ideas brillantes u originales. Las elecciones municipales deberían ser el punto de encuentro de las mejores propuestas ciudadanas, de los mejores proyectos integradores, de los mejores gerentes y administradores, de personas honradas, que viven de su trabajo y que están acostumbradas al sacrificio para lograr sus objetivos. Por otro lado, los proyectos distritales, por brillantes que sean, que no contemplen la unidad de Lima metropolitana, el desarrollo integral de todos y cada uno de los 43 distritos, terminarán estrellándose contra sus propias limitaciones, debido a su miopía urbana que, en el mejor de los casos, podrá brindar grandes beneficios individuales, pero jamás permitirá alcanzar el bienestar ciudadano. Y es que ser parte de una gran ciudad implica ineludibles tareas que todavía no queremos enfrentar.

lunes, 23 de agosto de 2010

¿Vocación de Servicio o Capacidad Gerencial?

Hay una aparente verdad que es una gran mentira. Suele decirse que la cualidad más importante que debe tener un alcalde es su gran "vocación de servicio", entendiendo ello como la buena disposición del elegido para inmolarse en el servicio a su comunidad, en fajarse por el bienestar de los vecinos que lo han elegido, en quitarse el pan de la boca para entregárselo al primer mendigo que se acerque a su puerta. Bueno pues, ello es lo más ridículo que se pueda pensar sobre lo que debe ser una Gestión Municipal; sobre las atribuciones, responsabilidades y labores ejecutivas, del favorecido en las elecciones vecinales. Vamos a ver. ¿Qué es más importante para una buena Gestión Municipal?; ¿Ser bueno?; ¿Ser agradable, simpático, ser hijo de doña Flor que la conozco de toda la vida, ser hijo de don Francisco que fue muy católico y que Dios ya lo tiene en su bendito regazo?; ¿Que me salude cada vez que paso por su calle, sobre todo en estas últimas semanas?; ¿Que vaya a misa todos los domingos y que no sea infiel a su cónyuge, o en todo caso que no lo haga muy evidente? NOOOOO. Lo único que verdaderamente importa en un prospecto de candidato, en un aguerrido candidato, en un inteligente candidato, es que sea eficaz en sus acciones, eficiente en sus emprendimientos, honrado en sus manejos, responsable de sus actos, que tenga una imagen pública y privada medianamente respetable y que no se limite a entornar esos ojos chinitos o de color, que me vuelven loc@. En otras palabras, no se necesita solo al mejor vecino, se necesita al mejor ejecutivo, a un líder nato que pueda sacar de nosotros lo mejor para lograr el desarrollo de nuestra propia comunidad, en el menor tiempo y al menor costo posibles. ¿Es esto pedir mucho? NOOOOO.

Se necesita un Gerente clase A-1, sin anticuchos, sin un pasado bochornoso y que sepa aguantarse para no terminar metiendo la mano en los dineros ajenos que se le encarguen. Ese debería ser el letrero de convocatoria en toda elección municipal. A eso debería limitarse el listado de requerimientos. ¿Qué nos sucede que cuando vamos a elegir al próximo alcalde pasan por nuestras mentes una serie de requisitos y cualidades que nada tienen que ver con la única importante: "que sea el indicado para promover y gestionar el desarrollo integral de todos los vecinos, sin excepción"? Cualesquier otra consideración nos lleva al error, al voto perdido, al atraso. Si nos quedamos solo en el aspecto físico, en el entorno social y las apariencias del candidato, estamos apurando nuestro propio suicidio urbano. Lamentablemente en el Perú los procesos electorales municipales se han convertido en una feria de ilusiones, en un derroche de mal gusto y en la entronización de la mentira y la desvergüenza de algunos candidatos que reclaman un cargo para el que no están ni remotamente preparados. ¿Y entonces por qué terminamos por elegirlos? Probablemente porque nos han apantallado, porque nos han sembrado la idea de que pertenecen al grupo de los ganadores, al grupo de los privilegiados que manejan siempre las cosas, porque pertenecen a ese atractivo grupo al que yo no puedo llegar pero que me hacen sentir cerca a ellos, especialmente cuando vienen y me abrazan, me sonríen, me llenan de atenciones y promesas. Y sí pues, uno tiene su corazoncito y termina por atracar. Así es que luego de caer seducidos terminamos siendo impunemente violados, porque nuestros engreídos de ahora serán nuestros maldecidos de mañana e, increíblemente, los nuevos favorecidos de pasado mañana. Pero los únicos responsables somos nosotros mismos. Nosotros elegimos, nosotros respaldamos, nosotros renunciamos a la fiscalización, nosotros aceptamos y finalmente reelegimos. Bien estúpidos somos.

¿Qué hacer? Es más sencillo de lo que parece. Debo sacar definitivamente de mi cerebro, apañador y complaciente, esa idea de que un buen vecino, una agradable persona, un "confiable" candidato, es lo que necesitamos para nuestras alcaldías. Despertemos de una vez. Necesitamos una persona, mejor un profesional, con experiencia en manejo municipal, de ser posible, con dotes de empresario y manejo gerencial; con capacidad promotora y de gestor del desarrollo. Creativo pero práctico, recto pero flexible, ordenado pero funcional. En suma, alguien que pueda llevar adelante nuestros sueños, nuestras ilusiones y esperanzas, nuestras necesidades básicas y requerimientos complementarios. Necesitamos alguien como nosotros, pero un poquito mejor. Alguien que encarne todo lo bueno de nosotros mismos y que sepa cómo lograr las cosas. Si dejamos a un lado nuestra inmensa capacidad emotiva, nuestros complejos e incluso actitudes racistas, tendremos una gran posibilidad de elegir bien. Nuestra ciudad capital y sus tributarios concejos distritales se merecen mejor suerte que la hasta ahora alcanzada. Ya no podemos seguir como perdedores. El tiempo del verdadero desarrollo es ahora. Elijamos bien. Elijamos solo a los mejores. Sí existen y están ante nuestros ojos.

lunes, 16 de agosto de 2010

La teoría del voto perdido

Cuando escucho los argumentos de quienes quieren "votar a ganador", es decir, emitir su voto por quien finalmente gane la elección municipal, comprendo por qué terminamos con los alcaldes que tenemos. En realidad hasta deberían ser peores, por lo tonto del raciocino empleado. La habilidad con que los medios de prensa y (des)información manejan las voluntades ciudadanas es increíble. Resulta que es mucho más conveniente, para dichas empresas, que la contienda se dé entre sólo dos candidatos, puesto que usando el argumento de "juégatela toda porque mira que sólo es entre tú y él/ella y si no lo haces vas a perder", los beneficios, para los interesados, serán mayores. Es así como los candidatos involucrados, que casi siempre son peones de los mismos grupos de poder que se la llevan toda, invierten cantidades astronómicas, en parte de los mismos grupos, para poder llegar. Lo gracioso del caso es que los señores que manejan el país son los mismos que invierten en los dos o tres elegidos de turno, esos que son fabricados por las propias encuestadoras y sus encuestas dirigidas, así se aseguran que no haya pérdida. Como los mismos grupos son los dueños o socios de los medios, el dinero, "la inversión" vuelve a casa y la ciudadanía es la única que pierde. Cabe mencionar además que quienes más se desesperan por llegar con cantidad de mensaje y presencia mediática son los más urgidos, por la codicia, por el afán ridículo del poder o por ser reelecto para poder enterrar los muertos de su gestión.

Es normal escuchar en calles y plazas, en tertulias familiares, hasta en las camas de los hostales: A mí me gusta tal candidato pero lamentablemente no tienen oportunidad, ¿has visto lo que está gastando la fulanita? De verdad mi candidato ya fue y aunque sé que es el mejor no voy a votar por él. Voy a votar por la fulana no vaya a ser que el mengano gane y eso sí me sacaría roncha. Así es como se fabrican los errores que postran a nuestras comunidades y mantienen intacto el sistema en el que unos, muy pocos, se la llevan en carretilla y al otro 95 % no le queda más que sonreír. Sí pues, yo voté por él/ella. Traicionar a la propia conciencia, ir contra los propios intereses y conveniencia, alimentar la corrupción y aceptar lo que venga se ha convertido en la norma vecinal. Parece mentira escuchar cosas como: Sí pues, pero al menos ha hecho obras; otros sólo roban y no hacen nada. Una cosa es el desconocimiento de la administración pública, del manejo del poder y de las atribuciones, verdaderas funciones y responsabilidades funcionales y otra cosa es la desidia, la ignorancia y los complejos personales y de grupo. Cada error que cometemos al votar por la persona incorrecta, desdeñando al más capacitado, son cuatro años de ineficiente gestión, cuatro años menos de desarrollo, de postergación infinita del despegue urbano y de mejorar nuestra propia calidad de vida.

Saber votar, elegir correctamente, pasa por esmerarse en conocer a fondo a los candidatos, en inquirir sobre sus planes y proyectos y, sobre todo, estar seguro de que el elegido entiende en qué consiste su trabajo, cuáles son sus responsabilidades y atribuciones, en suma, si está perfectamente equipado para el importantísimo puesto. Es muy triste escuchar los reiterados y hasta acalorados reclamos y maldiciones luego de que se confirma que el candidato no reunía las condiciones necesarias. No solo es demasiado tarde, ya es estúpido el quejarse. Esa persona está ahí porque no hicimos nada para impedirlo, porque fuimos tibios o complacientes o nos dejamos seducir por banalidades mediáticas. Es difícil mantener la cordura y elegir bien. Es harto difícil discutir con nivel pero intransigencia cuando sabemos que el postulante no es bueno, no es lo suficientemente honrado ni capaz para desempeñarse como alcalde. Y por ello optamos por lo más fácil; nos dejamos llevar por la emotividad de tal o cual campaña y por los ojos lindos de tal o cual candidato. Y ya está. Volvimos a meter la pata. Y no es justo, ni para nuestros hijos, ni para nuestra comunidad, ni siquiera para nosotros mismos. Tengamos en cuenta que el peor voto, el voto realmente perdido, es el que no se hace a conciencia y con la convicción de que estamos haciendo lo correcto. Empecemos a cambiar, votemos correctamente.

lunes, 9 de agosto de 2010

Susana Villarán, Gonzalo Alegría y Elecciones Metropolitanas

Si no fuera porque sé la razón, preguntaría nuevamente por qué es que estos dos candidatos no cuentan con el apoyo de los medios de comunicación ni de los vecinos que tienen la responsabilidad de elegir el próximo 3 de Octubre al alcalde metropolitano. Expuestas ya las razones por las que no es conveniente votar por Lourdes Flores y Alex Kouri me permito echar un vistazo a las candidaturas de quienes, fuera de aparatos mediáticos y los grandes intereses, representan a la casi desaparecida clase media, al profesional exitoso y responsable y a la gente de a pie, la que vive de su trabajo; sin desmerecer a los otros entre los cuales más de uno podría reunir las condiciones para el puesto, detengámonos en revisar las propuestas de Susana Villarán y de Gonzalo Alegría. Por primera vez, los electores sentimos que hay buenos candidatos entre los que se puede elegir razonadamente, sin apasionamientos producidos por el impacto visual de las apabullantes campañas publicitarias, que marean y robotizan logrando, casi siempre, el cometido de enajenar la razón de los votantes, sobre todo la de los menos informados y más desidiosos.

Susana Villarán es una señora cuyo mayor defecto es su emoción social, que podría llevarla a cometer errores de juicio a la hora de enfrentar problemas domésticos de mediana envergadura. Sus raíces izquierdistas, su excesiva tolerancia y su desmedido afán progresista tampoco son buenos y su inmenso orgullo y, a veces, soberbia ilimitada, la convierten en una persona de dudosa capacidad para el encargo, así como la presencia de algunos personajes de su entorno que no son precisamente un dechado de virtudes. Tiene, sin embargo, una terquedad insobornable a la hora de elegir camino y herramientas para lograr sus cometidos y eso es bueno. Hemos leído sus ideas base de programas de gobierno y hemos escuchado sus intervenciones mediáticas y pareciera que tiene el carácter y la firmeza, para que rodeada del adecuado y eficiente grupo técnico de trabajo, brindarle a Lima la gestión necesaria para emprender el verdadero desarrollo, al margen del simple crecimiento y decoración de la era Castañeda. Mientras sus opiniones favorables al aborto y su permisividad al consumo de drogas entre adultos no se conviertan en política de gobierno local, no hay problema para confiar en ella. Su paso por instituciones del ejecutivo en años anteriores, su red de contactos en el ambiente académico y profesional gracias a dichas labores, le permiten contar con el apoyo que se requiere para un buen gobierno municipal. Su plataforma principal de desarrollo de la persona, antes que la infraestructura es algo que, aunque peligroso ante el electorado pasivo desprovisto de verdadera conciencia cívica, puede ser su mejor carta de presentación ante la recuperación de la sensatez del ciudadano común.

El caso de Gonzalo Alegría, muy similar al de la señora Villarán, en cuanto a extracción social y formación académica, tiene una carga extra de lucha personal por el éxito, sobre todo en medios extraños y sin la ayuda del halo paterno, que probablemente en el Perú podría haber explotado mejor. Su aparente virtud puede ser tal vez su mayor defecto, haber vivido tantos años en el extranjero lo convierten en un poco extraño a sentires y necesidades locales. La contra parte es que el señor Alegría se ha desarrollado en un ámbito ejecutivo y ante escenarios gobiernistas. Parece tener carácter pero no la firmeza necesaria para llevar las riendas de una casi destruida Lima moderna. Vemos como su principal falla el desconocer la normatividad peruana y sus alcances, así como la efectividad de promover leyes que no le corresponden al ámbito local y su efecto contra producente a la marcha municipalista. La transparencia de sus actos, la bonhomía demostrada y la solvencia profesional que derrocha lo convierten, sin embargo, en una excelente carta para las elecciones próximas. Tanto él como la señora Villarán comparten el raciocinio y la seguridad de que hay que devolverle a Lima la escala humana, la calidad de vida necesaria y el desarrollo requerido para beneficio de los ciudadanos.

¿Qué hacer para que estos dos candidatos lleguen a los ciudadanos y despierten en ellos nuevamente la ilusión de estar ante alguien que podría ser el mejor gerente de nuestra ciudad capital? Como no merecen favores del gran capital y son poco confiables ante los señorones que ostentan todo el poder en el país va a ser bastante difícil. Ojala los medios de comunicación abrieran los ojos y se dieran cuenta que más de lo mismo podría propiciar, a mediano plazo, una eclosión social que en nada beneficiaría la carrera monetarista ascendente de dichas empresas. Como una parada en seco de las inversiones y, lo que es peor, la corrida de capitales golondrinos ante un movimiento social que diga basta ya, hasta aquí no más. Mejor rectificar rumbos, mejor encontrar el punto medio, mejor llegar a la equidad y la justicia social, mejor derrotar a la corrupción a punta de hacer las cosas bien, sin necesidad de favores, coimas, prebendas u ofrecimientos de ambas partes. Las elecciones municipales de este año son verdaderamente claves para tomarle el pulso real al estado de nuestra sociedad en sus orígenes, el barrio, los núcleos ciudadanos. Sí enviamos las señales correctas a los que manejan las cosas entonces habremos dado un gran paso hacia nuestro verdadero desarrollo.

Es imposible desmerecer al señor Fernando Andrade, pero él se ha empeñado en ser el reflejo de su gran hermano don Alberto Andrade y la verdad, no llena el formulario. Bueno es, probablemente honrado también, pero no es el indicado para dar la lucha. Don Humberto Lay pareciera conformarse con aparecer en la película pero carece del brío emprendedor de quien se faja por una ciudad que hay que enderezar y hacerla casi de nuevo. Don Humberto hubiera estado bien para la segunda etapa de recuperación, para cuando las papas ya estuvieran fuera del fuego. El señor Carlos Roca, del partido aprista es muy buena persona, con más integridad que el 90 % de sus correligionarios todos juntos, pero le han puesto una cruz los capos del ejecutivo y la manada, perdón los apristas, tendrán que seguir las indicaciones fielmente. Siempre he tenido una muy buena impresión de Luis Iberico, pero no achunta una. Su formación televisiva de repente le ha impedido hacer el camino de a pocos y con seriedad de argumentos antes que chispazos de "último minuto", espero que se prepare un poco mejor porque además de joven tiene la capacidad de líder que en unos años puede dar la sorpresa. Los entusiastas Raúl Canelo, Alex Gonzales, María Eugenia De la Puente y Walter Ibáñez, son eso, entusiastas y desinformados. Salvo el señor Canelo, que ha explotado muy bien su plataforma fonavista y ya logró su cometido de hacer luz a sus pedidos y Alex Gonzales, que ya hizo notoria su posición sobre el medio ambiente, los demás candidatos no han aportado o sabido aportar al proceso electoral. No se trata de medios materiales, sino de propuestas concretas, innovadoras y realistas que contribuyan al bienestar general de la población limeña. Esperemos que esta vez podamos decidir bien, podamos ser sinceros con nosotros mismos y emitir un voto de conciencia. Lima ya no puede esperar.

lunes, 2 de agosto de 2010

Lourdes Flores, Alex Kouri y Elecciones Municipales

Era inevitable. Cuando la "política grande", partidos y líderes incluidos, se dan cuenta de que han perdido credibilidad, injerencia y manejo directo en la cosa pública del país, se echan de lleno sobre la cosa local, con la esperanza de recuperar bases y reductos ahora ajenos. Usando los mismos métodos y presupuestos de las grandes lides, resulta que los políticos de profesión, oficio y aspiración, se han agarrado a pañuelazos por los favores del vecino. Lo han hecho con la anuencia, participación directa y manipulación de los medios de prensa, de las autoridades en ejercicio y de los grupos de poder, que cuándo no, están ansiosos de recuperar lo que se les estaba yendo de las manos. Lo que está sucediendo entre el PPC, origen de casi todos los políticos actuales y sus hijos bastardos o naturales, es digno de un estudio sociológico mucho más profundo de lo que pretendo en estas líneas. Lo que sí debo señalar es el grave daño que se está infringiendo a las políticas de gobierno y proyectos locales en nombre del reposicionamiento de los voraces partidos tradicionales. La polarización fabricada por los que manejan la opinión pública es una bomba nuclear al corazón del municipalismo. Pocos líderes en el país han entendido la tremenda importancia de solucionar primero la cosa vecinal, lo doméstico, a través de los gobiernos locales, para evitar que trascienda y llegue a convertirse en un problema nacional.

Fue Don Alberto Andrade Carmona quien inició un proceso de municipalización que nos hubiera llevado al verdadero desarrollo de nuestras ciudades, a una revolución pacífica de las políticas y manejos municipalistas, que anteponiendo el beneficio ciudadano del hombre de a pie, del vecino común y corriente, pudiera haber logrado un desarrollo integral y auto sostenido, personal y familiar. Pero he aquí que aparece un señor, que en nombre de los grandes grupos de poder y de sus cálculos y ambiciones personales y societarias, corta las alas al municipalismo al emitir un sin fin de decretos, cercenando atribuciones y responsabilidades, así como fondos y posibilidades de financiación a las municipalidades provinciales, para malograr la trayectoria y brillante futuro de alguien que podría aguarle la fiesta más adelante. Centralizó el poder y de paso le cortó la cabeza a un presidenciable. Ese señor al que las masas nacionales ahora apañan y defienden está preso, pero sigue manejando las cosas a su antojo y el de sus auspiciadores, como todo buen delincuente que desde Piedras Gordas, por ejemplo, sigue planeando y dirigiendo a sus secuaces y sus actos delictivos; y lo hace con la anuencia del señor García, de un congreso alcahuetísimo y del aparato judicial en pleno, que a la postre se han convertido, todos ellos, en mejores defensores que el propio Nakasaki.

Hace casi 5 meses, cuando la señorita Lourdes Flores Nano, deshojaba margaritas sobre su participación en las elecciones municipales 2010, me permití escribir un artículo sobre el tema y enviárselo directamente a su correo personal, el que amablemente contestó sin contestar. Manifestaba que a sabiendas de que las elecciones presidenciales 2011 no eran suyas, se guardara para las elecciones presidenciales 2016 y que no participara en las municipales 2010, que me parecían, para ella, como de una liga menor. A la luz de lo sucedido y ratificándome en lo sugerido voy a ampliar mi opinión al respecto, involucrado además al señor Alex Kouri. La señorita Lourdes representa a un partido tradicional y a una clase socio política conservadora y egoísta. El señor Kouri, por su parte, que aunque tiene el mismo origen y formación política se representa mejor a él mismo y los intereses de su entorno. Ambos, sin mayor diferencia, encarnan y defienden al sistema económico imperante con todos sus vicios e injusticias. Para filosofías y políticas de gobierno central, vaya y pase, total en ese partido debe haber contrincantes de su nivel y, si no los hay, mejor para ellos. Lo malo de su evidente desesperación por hacerse de la municipalidad metropolitana no es por su "extremada vocación de servicio" o por su excelente dominio sobre la materia. No. Es para copar espacios políticos que sirvan al fin mayor, de gobernar el país a punta de quitarle la silla al otro. Nadie podría criticarles su estrategia política. Lo que está muy mal es que se sirvan del favor y la buena fe del vecino para alcanzar sus objetivos. El manejo y gerencia de la ciudad difiere diametralmente de un manejo nacional, en cuanto a filosofía y concepción de gobierno, en cuanto a prioridades y, sobre todo, en cuanto al objetivo primordial. En el caso de las ciudades es la persona, el ciudadano y su familia, su desarrollo integral y el alcanzar un alto nivel de calidad de vida, por sobre cualesquier otra consideración. En el caso de las políticas nacionales de gobierno los fines, los objetivos, las estrategias y acciones concretas son otras. De los dos mencionados, Alex Kouri podría estar mejor preparado para una gestión metropolitana, pero el ya pasó por un gobierno provincial y luego regional y su cabeza está llena de procesos y acciones autoritarias, de grandes manejos y mayores intereses, así como de innumerables compromisos y obligaciones con terceros que no podría, lamentablemente, soslayar a la hora de gerenciar la ciudad.

No hablemos de la tan socorrida "vocación de servicio", que en realidad poco sirve e importa a la hora de promover y gestionar el desarrollo y bienestar general de la comunidad, para lo que se necesita ejercer la labor como lo que es, un trabajo sólo para los buenos, preparados y eficientes gerentes generales de un proyecto de desarrollo integral para sus contratantes, los vecinos. Hay demasiados intereses en juego, demasiadas obligaciones de grupo y mucha desesperación para copar los gobiernos locales. Se ha desvirtuado totalmente lo que debería haber sido una contienda local, entre los mejor preparados, los más honrados y diligentes ejecutivos. Hay demasiados políticos de oficio, demasiados abogados de profesión, demasiados angurrientos de intención y, por otro lado, demasiados, más de lo imaginable y manejable, problemas municipales sin resolver. Considero que ninguno de los dos, Flores o Kouri, reúne las cualidades necesarias, ni sus entornos son los adecuados para hacerse del cargo. Pesan mucho las campañas mediáticas, los humillantes presupuestos de campaña que están en juego y, lamentablemente, la poca auto estima del ciudadano como para soltarse del yugo paternalista de los "partidos grandes, de los señorones y señoronas de la política", pero confío que en las próximas semanas se abra el debate, serio e inteligente, de propuestas y programas y, sobre todo, se abran las mentes de los votantes para decidir "libre y racionalmente" sobre sus propios destinos. Mañana será tarde y nuestra ciudad, no está para otro error. Sobre todo si ya estamos avisados.