lunes, 9 de agosto de 2010

Susana Villarán, Gonzalo Alegría y Elecciones Metropolitanas

Si no fuera porque sé la razón, preguntaría nuevamente por qué es que estos dos candidatos no cuentan con el apoyo de los medios de comunicación ni de los vecinos que tienen la responsabilidad de elegir el próximo 3 de Octubre al alcalde metropolitano. Expuestas ya las razones por las que no es conveniente votar por Lourdes Flores y Alex Kouri me permito echar un vistazo a las candidaturas de quienes, fuera de aparatos mediáticos y los grandes intereses, representan a la casi desaparecida clase media, al profesional exitoso y responsable y a la gente de a pie, la que vive de su trabajo; sin desmerecer a los otros entre los cuales más de uno podría reunir las condiciones para el puesto, detengámonos en revisar las propuestas de Susana Villarán y de Gonzalo Alegría. Por primera vez, los electores sentimos que hay buenos candidatos entre los que se puede elegir razonadamente, sin apasionamientos producidos por el impacto visual de las apabullantes campañas publicitarias, que marean y robotizan logrando, casi siempre, el cometido de enajenar la razón de los votantes, sobre todo la de los menos informados y más desidiosos.

Susana Villarán es una señora cuyo mayor defecto es su emoción social, que podría llevarla a cometer errores de juicio a la hora de enfrentar problemas domésticos de mediana envergadura. Sus raíces izquierdistas, su excesiva tolerancia y su desmedido afán progresista tampoco son buenos y su inmenso orgullo y, a veces, soberbia ilimitada, la convierten en una persona de dudosa capacidad para el encargo, así como la presencia de algunos personajes de su entorno que no son precisamente un dechado de virtudes. Tiene, sin embargo, una terquedad insobornable a la hora de elegir camino y herramientas para lograr sus cometidos y eso es bueno. Hemos leído sus ideas base de programas de gobierno y hemos escuchado sus intervenciones mediáticas y pareciera que tiene el carácter y la firmeza, para que rodeada del adecuado y eficiente grupo técnico de trabajo, brindarle a Lima la gestión necesaria para emprender el verdadero desarrollo, al margen del simple crecimiento y decoración de la era Castañeda. Mientras sus opiniones favorables al aborto y su permisividad al consumo de drogas entre adultos no se conviertan en política de gobierno local, no hay problema para confiar en ella. Su paso por instituciones del ejecutivo en años anteriores, su red de contactos en el ambiente académico y profesional gracias a dichas labores, le permiten contar con el apoyo que se requiere para un buen gobierno municipal. Su plataforma principal de desarrollo de la persona, antes que la infraestructura es algo que, aunque peligroso ante el electorado pasivo desprovisto de verdadera conciencia cívica, puede ser su mejor carta de presentación ante la recuperación de la sensatez del ciudadano común.

El caso de Gonzalo Alegría, muy similar al de la señora Villarán, en cuanto a extracción social y formación académica, tiene una carga extra de lucha personal por el éxito, sobre todo en medios extraños y sin la ayuda del halo paterno, que probablemente en el Perú podría haber explotado mejor. Su aparente virtud puede ser tal vez su mayor defecto, haber vivido tantos años en el extranjero lo convierten en un poco extraño a sentires y necesidades locales. La contra parte es que el señor Alegría se ha desarrollado en un ámbito ejecutivo y ante escenarios gobiernistas. Parece tener carácter pero no la firmeza necesaria para llevar las riendas de una casi destruida Lima moderna. Vemos como su principal falla el desconocer la normatividad peruana y sus alcances, así como la efectividad de promover leyes que no le corresponden al ámbito local y su efecto contra producente a la marcha municipalista. La transparencia de sus actos, la bonhomía demostrada y la solvencia profesional que derrocha lo convierten, sin embargo, en una excelente carta para las elecciones próximas. Tanto él como la señora Villarán comparten el raciocinio y la seguridad de que hay que devolverle a Lima la escala humana, la calidad de vida necesaria y el desarrollo requerido para beneficio de los ciudadanos.

¿Qué hacer para que estos dos candidatos lleguen a los ciudadanos y despierten en ellos nuevamente la ilusión de estar ante alguien que podría ser el mejor gerente de nuestra ciudad capital? Como no merecen favores del gran capital y son poco confiables ante los señorones que ostentan todo el poder en el país va a ser bastante difícil. Ojala los medios de comunicación abrieran los ojos y se dieran cuenta que más de lo mismo podría propiciar, a mediano plazo, una eclosión social que en nada beneficiaría la carrera monetarista ascendente de dichas empresas. Como una parada en seco de las inversiones y, lo que es peor, la corrida de capitales golondrinos ante un movimiento social que diga basta ya, hasta aquí no más. Mejor rectificar rumbos, mejor encontrar el punto medio, mejor llegar a la equidad y la justicia social, mejor derrotar a la corrupción a punta de hacer las cosas bien, sin necesidad de favores, coimas, prebendas u ofrecimientos de ambas partes. Las elecciones municipales de este año son verdaderamente claves para tomarle el pulso real al estado de nuestra sociedad en sus orígenes, el barrio, los núcleos ciudadanos. Sí enviamos las señales correctas a los que manejan las cosas entonces habremos dado un gran paso hacia nuestro verdadero desarrollo.

Es imposible desmerecer al señor Fernando Andrade, pero él se ha empeñado en ser el reflejo de su gran hermano don Alberto Andrade y la verdad, no llena el formulario. Bueno es, probablemente honrado también, pero no es el indicado para dar la lucha. Don Humberto Lay pareciera conformarse con aparecer en la película pero carece del brío emprendedor de quien se faja por una ciudad que hay que enderezar y hacerla casi de nuevo. Don Humberto hubiera estado bien para la segunda etapa de recuperación, para cuando las papas ya estuvieran fuera del fuego. El señor Carlos Roca, del partido aprista es muy buena persona, con más integridad que el 90 % de sus correligionarios todos juntos, pero le han puesto una cruz los capos del ejecutivo y la manada, perdón los apristas, tendrán que seguir las indicaciones fielmente. Siempre he tenido una muy buena impresión de Luis Iberico, pero no achunta una. Su formación televisiva de repente le ha impedido hacer el camino de a pocos y con seriedad de argumentos antes que chispazos de "último minuto", espero que se prepare un poco mejor porque además de joven tiene la capacidad de líder que en unos años puede dar la sorpresa. Los entusiastas Raúl Canelo, Alex Gonzales, María Eugenia De la Puente y Walter Ibáñez, son eso, entusiastas y desinformados. Salvo el señor Canelo, que ha explotado muy bien su plataforma fonavista y ya logró su cometido de hacer luz a sus pedidos y Alex Gonzales, que ya hizo notoria su posición sobre el medio ambiente, los demás candidatos no han aportado o sabido aportar al proceso electoral. No se trata de medios materiales, sino de propuestas concretas, innovadoras y realistas que contribuyan al bienestar general de la población limeña. Esperemos que esta vez podamos decidir bien, podamos ser sinceros con nosotros mismos y emitir un voto de conciencia. Lima ya no puede esperar.

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