domingo, 31 de mayo de 2009

DU 2. Ya, pero yo no tengo la culpa.


Derecho Urbano N° 2

Participar activa y plenamente en la elaboración del presupuesto y planes de su gobierno municipal. La recuperación de la cultura cívica y la instauración de un verdadero gobierno participativo serán las bases de una nueva ciudad.

A pesar de las tímidas y nunca bien promocionadas iniciativas de empoderar (darle el poder), al ciudadano para el manejo y desarrollo de la gestión municipal, la negativa de las autoridades correspondientes a, siquiera, ser transparentes en la utilización de los fondos presupuestales hacen difícil, cuando no imposible, el manejo de la información necesaria para que el vecino, el ciudadano común y corriente, se forme una idea básica de lo que está sucediendo en su entorno.

Sin embargo, y aquí está el verdadero problema, además de una inexistente cultura cívica que debería venir desde la formación escolar, nos encontramos con la desidia y falta de compromiso de los ciudadanos para con el manejo y gestión de su propia ciudad.

Es un hecho normal y establecido el que en una comunidad determinada se organicen comités vecinales, se realicen elecciones "democráticas" para su conformación y se cite a dichos vecinos para definir los proyectos, establecer los presupuestos y programar las actividades urbanas, sin que el ciudadano común y corriente se entere de cómo y cuando pasó. Pero ya se hizo la finta, y nadie puede objetar, los vecinos, "democrática y convenientemente representados" han expresado su opinión.

De pronto aparece un monumento por allí, un tremendo cartel nos informa de la "puesta en valor" del parquecito de allá y un cartel, más grande y horrible aún, da cuenta de la construcción de un puente peatonal acullá; puente bastante caro, oiga usted, y que nadie usará, sépalo también.

Poco a poco nos hemos ido sintiendo extraños dentro de nuestra propia comunidad y hemos terminado por preguntar qué esta pasando, cuando las cosas ya sucedieron. Eso, mis queridos amigos, es lo que convierte en reyezuelos a las autoridades y en cautivos, por decisión propia, a los ciudadanos. Alcaldes mas voluntariosos que capaces, por un lado y, mañosos y corruptos, por otro, nos han expropiado la ciudad a punto de decretos, ordenanzas y acuerdos de consejo, con el apañamiento y complicidad de los regidores, que no son, finalmente, mas que comparsas de una primera autoridad todopoderosa que hace y deshace ante la mirada impávida y casi indolente de los vecinos.

Un ciudadano libre, es la persona que conociendo sus derechos y responsabilidades para consigo mismo y para con su comunidad, participa activamente en la gestión municipal, no solo asintiendo con la cabecita y embanderando su fachada cada vez que se le conmina a hacerlo, sino mas bien informándose y aportando con ideas o exigencias, a la transparencia y a la eficiencia de las labores municipales.

¿Saben los ciudadanos, por ejemplo, que las tasas y tributos que se establecen dentro de un determinado, ámbito municipal deben fijarse en base a las necesidades y requerimientos reales de personal, a los procedimientos administrativos simplificados y eficientes y al diseño y ejecución de proyectos y obras, sin más beneficio que el bienestar y mejoramiento de la calidad de vida del vecino?

Está plenamente comprobado que la carga innecesaria de personal, el mantenimiento de prácticas administrativas obsoletas e ineficientes, los intereses económicos personales y los compromisos con auspiciadores de campañas electorales, hacen que los montos fijados para arbitrios, por ejemplo, se incrementen o mantengan injustamente elevados, cuando podrían estar en la mitad de su actual nivel, si se manejaran eficaz y eficientemente las labores municipales correspondientes. ¿Saben los ciudadanos que el impuesto predial, que personalmente considero excesivo y confiscatorio, está destinado a cubrir planillas de personal y, que por decisión propia, ya que las municipalidades son autónomas, podría una municipalidad pronunciarse por la reducción del mismo?

¿Por qué las autoridades elegidas para los manejos de un municipio se permiten tomar decisiones que no solo no favorecen a la población sino que terminan obedeciendo al diseño de un tinglado en donde los únicos beneficiados son los que detentan el poder?

Si los vecinos participaran activamente en los manejos de la cosa pública, es decir su propia municipalidad, como sucede con el directorio de una empresa, los impuestos y las tasas serían menores, la ciudad estaría mejor y, sobre todo, se haría lo que realmente el vecino considera correcto y necesario para su desarrollo personal y el de su familia, y no lo que se le ocurra al iluminado de turno, pero claro, no con la suya, sino con la de todos nosotros.

Recuerdo que hace algunos años muchos se rasgaban las vestiduras cuando unos pocos opinábamos por la imperiosa necesidad de implementar una gestión eficaz y eficiente de los municipios, tomando como base las prácticas y manejos de las empresas privadas. Decían que una municipalidad era parte de la administración pública y que además de no tener afán de lucro no podría, jamás, decían estos burócratas dorados, tener una organización similar. Han pasado los años, se han revisado las prácticas municipales y hoy, además de la tan requerida y obligatoria, simplificación administrativa, se han adoptado esquemas y normas de la administración privada. Lo que antes, por ejemplo, se llamaban direcciones y sub direcciones, hoy son tan pomposas como falsas, gerencias y sub gerencias. Falsas digo, porque dichas instancias siguen siendo lentas e ineficientes.

Reitero lo ya señalado. La ciudad, para que recupere un nivel mínimo de calidad de vida para el ciudadano, debe ser manejada por gente capaz, que sea elegida, democrática, correcta y eficientemente y que pueda, además, ser supervisada, permanentemente, por los mismos ciudadanos que las eligieron, pero dotados de los mecanismos legales y de participación, que en la actualidad no existen o no son efectivos. Pero, ¿y cómo se hace? Sí pues, es bastante difícil. Mientras usted mira al cielo buscando la respuesta le están metiendo la mano al bolsillo, confiscando su propiedad de a poquitos y expulsándolo, a punta de hacerle la vida insoportable, del barrio donde usted eligió, o le tocó vivir. Y la culpa, queridos amigos, será exclusivamente suya.


domingo, 24 de mayo de 2009

DU 1. Sí pues, ¿Pero qué podemos hacer?

Derecho Urbano N° 1

Ser el fin único y excluyente de la planificación, creación y renovación de las ciudades. La rehumanización de las ciudades es una necesidad perentoria que requiere de un adecuado marco legal y normativo.

Conozco una pareja de ancianos, cuyos hijos, ya mayores, han formado cada uno su propia familia y viven lejos de ellos. Esta pareja ahorró durante 25 años para comprarse una casita decente. Terminaron de pagarla 15 años después que la adquirieron con un crédito hipotecario y mucho sacrificio, justo cuando el último hijo se iba. Lo hicieron para dejarles una herencia, decían ellos, aunque ahora los hijos ya no la necesitan. Bueno, dijeron, que sea para la tranquilidad de nuestros últimos años. Compraron la casa frente a un parque y en lo que se llamaba zona de uso residencial de baja densidad. Es decir, pocas casas, de hasta dos pisos y con muy pocas familias, lejos de la zona comercial y de todo el bullicio infernal, decían ellos, de las zonas populosas.

Hace 5 años empezó el boom de la construcción de edificios en su distrito. Ahí donde había una familia, aparecieron 36 nuevas familias jóvenes, en departamentitos no más grandes que mi sala comedor, dice don Genaro. Ahora en el parque, ahí en donde estaban esos hermosos ficus, en uno de los cuales puso Genaro y Matilde, ahora hay unos juegos infantiles y mini gimnasios, que en la mañana usan unos niños, malcriados y gritones ellos, del colegio que han abierto en frente y, en donde toda una laya de manganzones se juntan a tomar sabe Dios qué, tarde en las noches.

A la vuelta de la casa, justo en la casa grande que fue de los Figueroa, han abierto una discoteca que funciona oficialmente de 7 de la noche hasta la media noche y extra oficialmente hasta las 10 de la mañana siguiente, porque el señor que dirige el local es cuñado de un regidor. Hasta le cuidan la puerta unos serenos y los viernes y sábados hay una camioneta de serenazgo en la puerta. Doña Matilde ha escuchado que unas señoritas entran y salen toda la noche acompañadas de los parroquianos con rumbo al hostal que han abierto al costado del parque. Tanto bailan, dice doña Matilde, que seguro se van a descansar unas horas para luego seguir festejando.

Don Genaro recuerda las bermas centrales y los hermosos jardines frontales que había delante de las casas, que ahora ya no están porque son estacionamientos y, porque ensancharon las pistas, para que más carros pudieran pasar. Antes podíamos cruzar las calles solos, dice doña Matilde, ahora hay que esperar que alguna jovencita amable nos ayude a cruzar, porque hay tanta camioneta chiquita, combis que les llaman, que parece que estuvieran haciendo carreritas, que mejor no nos arriesgamos. La calle detrás del parque que era ancha pero segura y bien iluminada, ahora se ha convertido en un corredor vial, para que los carros vayan rápido y no pierdan tiempo; y para los que andamos a pie han hecho unos puentes bien altos y feos, que ya no podemos subir. Tremendas escaleras, si tan solo fueran eléctricas.

La señora Josefina, buena gente ella, que la han elegido dos veces como presidenta de las juntas de vecinos, vino el otro día a pedirnos firmar unos papeles para respaldar al alcalde, que dice que los envidiosos le quieren hacer daño, acusándolo de haberse quedado con la plata de una concesión no sé de qué, del año pasado, para poder pagar su campaña para las elecciones del Congreso y que para que los regidores no dijeran nada los había mandado, con plata del municipio, a seguir unos cursos de Mejoramiento de Calidad de Vida al Japón. Mentira, dice la señora Josefina, tan buen mozo y tan de buena familia que es el señor alcalde, cómo va a creer usted doña Matilde, lo que inventan estos desgraciados. Al final Genaro y yo, dice doña Matilde, no firmamos porque la señora Josefina nos mostró un papel bien raro en donde decía no sé qué de una Junta de Vecinos en que se aprobaba el Presupuesto Vecinal del ante año pasado, justo cuando nos habíamos ido de paseo a Chiclayo. Si no estábamos en Lima, dice la buena señora, ¿cómo íbamos a firmar?

Tengo pena, dice don Genaro, tener que irme, aunque ya es bien feo vivir aquí. Mis hijos me dicen que me vaya a provincia a unas tierritas que tenemos en el norte. Dicen mis hijos que un señor Verdaguer los ha llamado para que nos convenzan de vender la casa, dicen que quieren hacer un supermercado y que no sé cuánto nos pueden dar. No sé, dice doña Matilde, con un suspiro y mirando al cielo, nosotros creíamos que ésta era la mejor zona de Lima para vivir. Antes daba gusto caminar por las calles cercanas, incluso por las avenidas pero ahora todo es ruido, hasta miedo da andar por las calles y está todo tan feo. Eso sí, bien bonitos los letreros, grandotes ellos, en donde se anuncian, a todo color, las obras que hace el municipio. Lo que no me queda muy claro es por qué en todos los letreros dice: Pepe Quezada, alcalde, lo hizo. Hace 6 años decían, Juanito de la Moncloa, alcalde, lo hizo. Qué buenos y generosos, ¿no? Y yo que pensaba que eran nuestros impuestos los que pagaban las obras.

¿Qué nos ha pasado? ¿Cómo podemos ser tan pusilánimes para dejarnos engatusar por las autoridades de turno, que se supone elegimos para hacer de nuestra ciudad, de nuestro barrio, un mejor lugar para vivir, y que terminan haciendo de nuestras comunidades su chacra y de los municipios su caja chica para sus intereses personales?

Cambiar una zonificación en forma inconsulta, aumentar la densidad (cantidad de personas que deben vivir en una determinada área) para favorecer a unos pocos constructores, ensanchar pistas indiscriminadamente, diseñar y construir pasos a desnivel, tréboles, convertir una pista ancha en un corredor vial, eliminar pases peatonales y en su lugar poner puentes elevados, permitir la demolición de casonas de cierto valor arquitectónico, para en su lugar “perpetrar” horribles cajas de fósforos” de hasta 14 pisos; abandonar la seguridad de las calles, aumentarnos las tasas de los arbitrios cada vez que los caprichosos, mani rotos o mano largas de los alcaldes y regidores abren forados en las cuentas municipales y necesitan cubrir; permitir el incremento innecesario y hasta superpuesto de líneas de transporte, permitir los ruidos de escapes rotos, los gases tóxicos de motores que ya fueron desechados en otros países y que aquí se compran de segunda y tercera mano, como si fueran nuevos, para el transporte público; autorizar el que las áreas públicas, inclusive los parques que son intangibles, sean privatizados y explotados comercialmente, por amigotes de la autoridad de turno; y todo ello sin pensar que lo único importante, para el mantenimiento, crecimiento y desarrollo de las ciudades, son las personas que las habitan, sus intereses y necesidades. ¿Por qué hemos permitido, en resumen, que alguien, o unos cuantos se apoderen de nuestras vidas, de nuestras propiedades, de nuestros ahorros e inversiones, para beneficio personal o para devolver favores a quienes les pagaron sus campañas electorales? ¿Por qué nos hemos olvidado de que alguna vez fuimos ciudadanos libres, que podíamos vivir como deseábamos y merecíamos, con autoridades municipales que no cobraban sueldo y que se desvivían por que nos fuera cada vez mejor y por tener una ciudad más bonita?

Los alcaldes y los regidores, por favor entendámoslo de una vez por todas, no son más que empleados temporales y bien pagados de un gran propietario, que es el vecino. Así lo dice la Ley y el sentido común. Todo lo que hagan o dejen de hacer, debe ser evaluado y aprobado para no retirarles la confianza. Si fuera necesario, deberían poder ser cambiados en el acto, como se retira a un empleado incapaz e ineficiente. Pero sobre todo, debemos tener en claro, que ellos están obligados por la ley y la decencia a velar porque la ciudad, el distrito, el barrio, existan y perduren para que el ciudadano, o sea usted, yo, nuestras familias y nuestros vecinos, podamos vivir cada día mejor. Sobre todo, sintiéndonos bien.

Es necesario retomar las riendas de nuestros destinos, como personas dignas y libres que somos. Es necesario que seamos conscientes de nuestros derechos, humanos y urbanos, así como de nuestras múltiples responsabilidades y obligaciones cívicas, que las cumplamos y exijamos, respectivamente. Si no reaccionamos ahora, que estamos a tiempo, mañana, más tarde, no nos quedará más que decir, como don Genaro y doña Matilde, con un suspiro en el pecho y un puchero en la boca, Sí pues, todo está mal ¿pero qué podemos hacer?


domingo, 17 de mayo de 2009

Mis Derechos Urbanos

El ser humano es gregario por naturaleza y por conveniencia. El centralismo y, posteriormente la globalización dominantes, han determinado la ocupación de extensas zonas urbanas, que en casi la totalidad de los casos, han privilegiado intereses individuales, en detrimento de la calidad de vida urbana.

Las formas de vida imperantes, las distintas modalidades de ocupación del suelo urbano y la necesidad de redefinir la función de las ciudades, hace necesario contar con un marco legal y social que propugne el desarrollo integral de la persona y de la familia, como objetivo principal y fin supremo del sostenimiento de las conurbaciones existentes.

Se plantea la necesidad perentoria de contar con una DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS DE LOS DERECHOS URBANOS, que a la par de los derechos inherentes a la persona humana, permita establecer marcos de referencia y niveles mínimos y máximos de uso y explotación del suelo urbano, privilegiando la calidad de vida de sus ocupantes, devolviéndole la ciudad y áreas conexas, al ciudadano, para que alcance su desarrollo integral.

Temas como la Contaminación y degradación del medio ambiente, la contaminación visual y la degradación formal del entorno urbano, la insostenible contaminación sonora, la inseguridad ciudadana, física y psicológica, la desvalorización de la propiedad por el mal uso y abuso del suelo, las ineficientes y, a menudo, corruptas estructuras municipales, han hecho colapsar el sistema de vida de nuestras ciudades.

Dado que los gobiernos locales, distritales y provinciales, son las unidades territoriales y de gobierno más cercanas a la población y su vida diaria, se plantea la necesidad de que dichas estructuras, de plena participación ciudadana, sean las llamadas a suscribir tal Declaración de Principios, renunciando a toda injerencia partidaria y de intereses de grupo, en beneficio de la población que los ha elegido para su administración temporal.


CONSIDERANDO QUE:

1. Las ciudades han surgido y/o han sido creadas para el desarrollo y realización de la persona humana y su vida en comunidad.

2. La priorización de soluciones a problemas de transporte urbano a nivel del suelo, en detrimento del uso del mismo por la persona humana, ha acarreado la expropiación de la ciudad en beneficio de los vehículos automotores.

3. La permisividad de algunas autoridades en cuanto al mal uso de la propaganda visual y sonora en zonas importantes de nuestras ciudades ha despersonalizado el uso de las mismas, convirtiéndolas en zonas de batalla del consumismo.

4. La inexistente política de desarrollo de zonas verdes y de recreación, ha convertido a nuestras ciudades peruanas en las más contaminadas y estresantes de Latinoamérica.

5. La complaciente y hasta temerosa política de justicia de nuestro país, así como la ineficiente seguridad ciudadana que comprometen al gobierno central y a la propia vecindad, han convertido a nuestras calles en zonas de terror y espanto permitiendo la ocupación violenta y permanente de gavillas organizadas de delincuentes.

6. La increíble inexistencia de una verdadera Política Nacional de Vivienda que privilegie el acceso de la misma a los sectores más necesitados ha sido determinante para el mal uso del suelo urbano y en algunos casos de una explotación desmedida, sirviendo a intereses particulares que han lotizado la ciudad de acuerdo a su propio beneficio.

7. La ineficiente, ineficaz y, en algunos casos, delictiva prestación de servicios públicos y su escala de tarifas han sido determinantes para el empobrecimiento de la calidad de vida de nuestras familias.


DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS

Todo ciudadano tiene derecho a:

  1. Ser el fin único y excluyente de la planificación, creación y renovación de las ciudades. La rehumanización de las ciudades es una necesidad perentoria que requiere de un adecuado margo legal y normativo.
  2. Participar activa y plenamente en la elaboración del presupuesto y planes de su gobierno municipal. La recuperación de la cultura cívica y la instauración de un verdadero gobierno participativo serán las bases de una nueva ciudad.
  3. Hacer uso de una unidad de vivienda digna. Se requiere de novedosos planes municipales de vivienda, que contemplen la renovación asistida y la adecuación obligatoria.
  4. Habitar dentro de un entorno físico con la mejor calidad de vida posible. Es necesaria la estandarización de la normatividad para los diferentes espacios de la ciudad, privilegiando el uso residencial de la misma.
  5. Utilizar todos los servicios públicos con tarifas justas y equitativas. Las empresas que brindan los servicios públicos deben trabajar de acuerdo a los planes locales de consolidación y expansión urbana, brindando los servicios requeridos, sin excepción alguna.
  6. Tener acceso a todos los servicios complementarios que permitan su desarrollo integral. Los planes de ocupación del suelo urbano y la organización de usos y funciones deben responder estrictamente a las necesidades humanas y no a intereses económicos particulares.
  7. Vivir con plena seguridad física y psicológica. Las autoridades respectivas y la administración de justicia deben privilegiar el respeto a los derechos de la persona humana y la convivencia en armonía.


Acotaciones finales:

Se requiere establecer el consenso previo entre destacados profesionales multidisciplinarios que elaboren, además de Planes de Desarrollo Integral y Sostenido para nuestras ciudades y sus áreas de influencia urbana, con plazos no menores de veinte años, un marco referencial de respeto máximo al ciudadano, la adecuada estandarización del nivel de calidad de vida y las políticas de vivienda municipales que reconozcan el derecho pleno de cada familia a poseer u ocupar una unidad de vivienda digna, a costos reales, que reúna las mínimas condiciones de habitabilidad y cuyo entorno sea el adecuado para su desarrollo pleno.

Políticas complementarias de ciudades auto abastecidas, de ocupación del suelo urbano por áreas eficientemente definidas que eviten el desplazamiento innecesario y anti económico de sus ocupantes, permitirán devolverle el carácter y la proporción humanas a nuestras ciudades.

En todo el proceso, la participación de la población organizada y convenientemente adiestrada, permitirá la concreción de un Proyecto Integral de Desarrollo Sostenido que trascienda a las administraciones temporales y a los intereses de grupo, especialmente económicos.

Finalmente, se recomienda plasmar dentro de nuestra Constitución la Declaración de Principios de los Derechos Urbanos, como instrumento necesario para el desarrollo de la unidad familiar, base de nuestra sociedad, dentro de nuestras ciudades. Claro que esto puede demorar muchos años, pero en algún momento hay que plantearlo.

domingo, 10 de mayo de 2009

Somos libres, seámoslo siempre.


Quienes habitamos en un asentamiento humano, una ciudad, una urbe en general, somos ciudadanos. Al hacerlo debemos tomar conciencia de que nos asisten unos derechos compartidos e inalienables, que se sustentan en las responsabilidades que asumimos con ellos.
Vivo bien, al menos eso es lo que quiero, pero debo aceptar que no soy el único, si no por el contrario, soy miembro de una comunidad que en general, necesita, merece y se esfuerza por vivir bien. Sin embargo muchos ciudadanos renuncian a sus derechos, conciente o inconcientemente, por descuido o desidia, por falta de conocimiento o por cualquier otro tipo de limitaciones, imposiciones o necesidades.

SOMOS LIBRES, lo proclama la constitución del estado peruano, como personas, como seres humanos, con los mismos derechos y responsabilidades que cualquier otro peruano. Pero, una vez lo leí así: sucede que algunos somos más iguales que otros. Desde la china Tudela Loveday, de Rafo León, hasta los Broncano de los barracones, existen personas, ciudadanos, que cierran sus círculos y excluyen a sus propios vecinos; territorialmente, económicamente, socialmente, culturalmente; haciendo imposible, a dichos prójimos, ejercer a plenitud sus libertades.

Bien, entonces, ¿qué es un CIUDADANO LIBRE?, ¿cuáles son las condiciones mínimas de LIBERTAD CIUDADANA? El punto inicial es la educación y la formación familiar. No se puede ser libre, ni actuar como tal, mientras no se conozcan las bases de la verdadera libertad, individual y compartida, mientras no se tengan a mano los pactos sociales, expresos o tácitos, que las comunidades, o grupos humanos, han ido construyendo con el transcurrir del tiempo para poder vivir en paz y buscar el desarrollo compartido. La educación nos abre los ojos y nos muestra, a pantalla completa, lo que se puede y debe hacer. Cómo se hizo en el pasado y cómo debe ajustarse nuestro comportamiento a las circunstancias actuales.

¿Y cómo andamos en el sistema educativo peruano? Hasta las callangas. Pareciera que persiste la necesidad de mantener a la gran masa en la oscuridad intelectual, porque se necesita de ingentes recursos humanos, con más fuerza en las espaldas, que luz en el cerebro, para hacer las tareas de quienes forjan sus grandes riquezas, a expensas de otros. Y esto constituye la renuncia expresa y consciente de la propia libertad, por necesidad, porque no le queda otra.

Muy bien, pero si nos sabemos miembros de una familia, de una comunidad, en la que no hay mas opción de que, si quiero vivir mejor, debo ayudar a que los otros también lo hagan, entonces me pongo de acuerdo, en cómo le hago para que no haya ningún resentido, ni torpedero de nuestro propio sistema de vida, aunque fuera más por interés que por convicción humanitaria, para que las cosas no se salgan de ruta y alcancemos nuestro cometido. Es así que empiezo a forjar mi libertad, verdadera e indestructible.

Existen, por otro lado, una serie de paradigmas, de visiones catastróficas, de cómo es que se debe vivir bien, o de qué cosas tener para hacerlo. Todo ello producto de un sistema consumista que necesita, desesperadamente, vender ideas y productos para poder sostenerse como sistema privilegiado y, lamentablemente, todos, sin excepción, de alguna forma pisamos el palito y terminamos, por ejemplo, pagando, calladitos, el sobre precio de la televisión digital, con la anuencia de un estado no regulador sino apañador, de esa gran pirata trasnacional que es Telefónica. Evidentemente, aquí nuestra libertad no solo está condicionada sino coactada y lejos de ser libres, nos convertimos en rebaño.

Finalmente, toquemos el tema de la propiedad, sobre todo el de la vivienda que habitamos o quisiéramos habitar. Se nos dice que para ser miembros de una respetable comunidad necesitamos ser "propietarios" de vivienda, autos, bienes muebles en general. Sí pues dice el voluminoso y trasnacional, Hernando de Soto, hay que ayudar a formalizarse a los pobres para que una vez entrados a la formalidad, la banca y la sociedad en general, les reconozcan el derecho a seguir ascendiendo en la escala social, ser merecedores de préstamos y, talvez, algún día nos podamos ver en las páginas sociales de los diarios y revistas peruanos que alimentan y son alimentados por este sistema.

Ya pues. No señores, CIUDADANO LIBRE, es el que ha aprendido a vivir decentemente y con dignidad, aún dentro de un medio hostil; que busca y logra su superación y desarrollo personal, así como los de su familia; que huye de un sistema que, aunque le muestra las piernas y le hace guiños, sabe que jamás pasaría una noche apasionada con él; que no necesita de membresías ni rótulos, que se respeta y se hace respetar, que conoce sus derechos y los exige, que trabaja bien y aspira a una remuneración adecuada, que recibe todos los servicios públicos con tarifas justas y equitativas y que, finalmente y porque supone vive dentro de una sociedad libre y democrática, sabe elegir inteligentemente y, dado el caso, exigir a sus elegidos que cumplan con la tarea que se les ha encomendado, caso contrario, muchas gracias y que pase el siguiente.

La verdadera visión y misión de un CIUDADANO LIBRE se mantiene, por lo expuesto, todavía muy lejos del imaginario popular, de usted, de mí. Por lo que es necesario, imprescindible e impostergable, iniciar la campaña por nuestra Libertad verdadera. Usted elige: ser de los que dicen meeeeee, suavecito y cadenciosamente, o de los que dicen, casi golpeando el aire, hasta aquí nomás señores; yo también quiero y merezco mi Libertad y como habitante de esta ciudad, de la que soy copropietario y de cuya marcha y destino soy artífice principal, me permito, de pasada, inquirir por MIS DERECHOS URBANOS.


domingo, 3 de mayo de 2009

Organización y compromiso para hacer pipí

Recuerdo que una vez me invitaron a una orgía a oscuras. Iba a ser mi primera vez, así que preferí indagar sobre el tema. Preguntado un amigo cercano, me informó que su primera vez había sido un desastre. Pasada media hora no había podido levantarse a nadie y en cambio él había sido violado tres veces. Locura y placer sin límite, pero que por ser un caos terrible, no era recomendable. Igual, no tenía muchas ganas de ir.


Imaginen lo que sucede en una comunidad que carece totalmente de códigos sociales, de formalidades y buenas maneras. Es casi como la zaga de Uno contra el mundo. No basta saberse y tratar de comportarse como parte de un todo, también debemos saber qué nos toca hacer, cómo conducirnos, qué no deberíamos nunca hacer y qué se espera de cada uno de nosotros, dentro de la comunidad. Eso, señores, se llama ORGANIZACION.


Una verdadera Organización Vecinal no tiene nada que ver con esos mal llamados comités vecinales, que obedecen más a la necesidad de las autoridades de turno, para que les revienten cohetes y defiendan su gestión. Se trata más bien de personas responsables, que buscan el bien común mediante una serie de formas y procedimientos, diseñados, acordados y ejecutados por ellos mismos, con el fin claro, preciso y excluyente, de alcanzar el desarrollo personal, familiar y comunitario, en ese preciso orden. Una comunidad organizada es una comunidad que sabe hacia adónde va, cuál es el camino más directo para llegar y, casi con certeza, cuánto van a demorar en lograrlo. Por el contrario, una comunidad desorganizada, sin representantes consensuados, sin liderazgo efectivo y, sobre todo, sin proyectos a futuro, es prácticamente una jungla en donde no sólo gana el más fuerte sino, casi siempre, el más tramposo e inescrupuloso, que hace, con gran habilidad y disimulo, que la comunidad trabaje en su provecho personal.


Ahora bien, una comunidad, un barrio, se puede organizar, establecer parámetros y planes comunes, pero si sus miembros carecen del mas elemental principio de cumplimiento, de verdaderas ganas para lograr algo, entonces no han hecho nada. La estarán pasando bien pero nada más.


Sucede aquí como en la, ahora tan socorrida, fábula de los “huevos revueltos con jamón”, en cuya preparación la gallina participa, moviendo el potito y depositando sobre la cálida pajita de su nido, unos cuantos huevitos, y nada más, pero el señor chancho, ése sí que se involucra a fondo, porque deja en tan delicioso platillo matinal, parte de sí cada vez que se le requiere. Eso, se llama COMPROMISO.


- Vecinos, mañana reunión a las 9:30 pm para tratar sobre el pobrísimo alumbrado de las cuadras 3 y 4 de nuestra calle.


- Ta' que no podría ser mejor a las 11:00, de 9 a 10 pasan mi serie "24", con Kiefer Sutherland.


- ¿Y si la pasamos para la próxima semana?


Lo anterior es falta de compromiso, es no querer involucrarse. Tenemos tiempo de sobra para todo, hasta para ver novelas o espiar a la vecina, la que se acaba de mudar, que esta bastante buena, pero para tratar temas que a todos nos concierne, naranjas. Así señores, no hay futuro que nos alumbre, ni Dios que nos asista.


Una de las faltas comunitarias más comunes es, por ejemplo, el caso de los meones impenitentes, que hacen gala de un irreductible empeño, por regar árboles y jardines, que pareciera que le pidieran a gritos, una mojadita por favor. El tema tiene que ver con la salud pública, la imagen vecinal, las buenas costumbres, la formación de los niños y setenta y siete cosas más.


Se empieza por eso y se termina en barrios impresentables y pendencieros, que nos indican que alguna vez hubo gente por aquí, pero que ahora hay mutantes de una sociedad globalizada, en la que prima el yo primero y a mi qué me importa lo que pienses. Bueno pues, si sé que tengo la vejiga floja o incontinente, no tomo mucho líquido antes de salir a mi caminata diaria o programo mis borracheras en locales con suficientes baños y espacio, eso se llama PROGRAMACIÓN y ORGANIZACIÓN.


Pero si de todos modos la llamada acuosa es mayor que mis fuerzas, me apuro y me dirijo a casa o hago una visita imprevista a algún vecino y amigo, de paso que desocupo la vejiga. Porque no debo hacerlo en la calle, porque se ve mal y además prometí no hacerlo. A eso se llama COMPROMISO.


Ven qué fácil. Pero ¿saben dónde empieza todo?


- Mami, quiero orinar. ¿Puedes dejar de conversar con la tía Cucuchi para ir a la casa, que ya no aguanto?

- Aguanta hijo, tú eres macho y, por último, orina en la esquina. Qué cosa, ¿te da verguenza? Ya pues hijito, todo el mundo lo hace.

Sí pues, así se forjan los grandes meones. Así mal formamos a quienes tendrán que enfrentar las responsabilidades y compromisos del futuro próximo y también después.