domingo, 31 de mayo de 2009

DU 2. Ya, pero yo no tengo la culpa.


Derecho Urbano N° 2

Participar activa y plenamente en la elaboración del presupuesto y planes de su gobierno municipal. La recuperación de la cultura cívica y la instauración de un verdadero gobierno participativo serán las bases de una nueva ciudad.

A pesar de las tímidas y nunca bien promocionadas iniciativas de empoderar (darle el poder), al ciudadano para el manejo y desarrollo de la gestión municipal, la negativa de las autoridades correspondientes a, siquiera, ser transparentes en la utilización de los fondos presupuestales hacen difícil, cuando no imposible, el manejo de la información necesaria para que el vecino, el ciudadano común y corriente, se forme una idea básica de lo que está sucediendo en su entorno.

Sin embargo, y aquí está el verdadero problema, además de una inexistente cultura cívica que debería venir desde la formación escolar, nos encontramos con la desidia y falta de compromiso de los ciudadanos para con el manejo y gestión de su propia ciudad.

Es un hecho normal y establecido el que en una comunidad determinada se organicen comités vecinales, se realicen elecciones "democráticas" para su conformación y se cite a dichos vecinos para definir los proyectos, establecer los presupuestos y programar las actividades urbanas, sin que el ciudadano común y corriente se entere de cómo y cuando pasó. Pero ya se hizo la finta, y nadie puede objetar, los vecinos, "democrática y convenientemente representados" han expresado su opinión.

De pronto aparece un monumento por allí, un tremendo cartel nos informa de la "puesta en valor" del parquecito de allá y un cartel, más grande y horrible aún, da cuenta de la construcción de un puente peatonal acullá; puente bastante caro, oiga usted, y que nadie usará, sépalo también.

Poco a poco nos hemos ido sintiendo extraños dentro de nuestra propia comunidad y hemos terminado por preguntar qué esta pasando, cuando las cosas ya sucedieron. Eso, mis queridos amigos, es lo que convierte en reyezuelos a las autoridades y en cautivos, por decisión propia, a los ciudadanos. Alcaldes mas voluntariosos que capaces, por un lado y, mañosos y corruptos, por otro, nos han expropiado la ciudad a punto de decretos, ordenanzas y acuerdos de consejo, con el apañamiento y complicidad de los regidores, que no son, finalmente, mas que comparsas de una primera autoridad todopoderosa que hace y deshace ante la mirada impávida y casi indolente de los vecinos.

Un ciudadano libre, es la persona que conociendo sus derechos y responsabilidades para consigo mismo y para con su comunidad, participa activamente en la gestión municipal, no solo asintiendo con la cabecita y embanderando su fachada cada vez que se le conmina a hacerlo, sino mas bien informándose y aportando con ideas o exigencias, a la transparencia y a la eficiencia de las labores municipales.

¿Saben los ciudadanos, por ejemplo, que las tasas y tributos que se establecen dentro de un determinado, ámbito municipal deben fijarse en base a las necesidades y requerimientos reales de personal, a los procedimientos administrativos simplificados y eficientes y al diseño y ejecución de proyectos y obras, sin más beneficio que el bienestar y mejoramiento de la calidad de vida del vecino?

Está plenamente comprobado que la carga innecesaria de personal, el mantenimiento de prácticas administrativas obsoletas e ineficientes, los intereses económicos personales y los compromisos con auspiciadores de campañas electorales, hacen que los montos fijados para arbitrios, por ejemplo, se incrementen o mantengan injustamente elevados, cuando podrían estar en la mitad de su actual nivel, si se manejaran eficaz y eficientemente las labores municipales correspondientes. ¿Saben los ciudadanos que el impuesto predial, que personalmente considero excesivo y confiscatorio, está destinado a cubrir planillas de personal y, que por decisión propia, ya que las municipalidades son autónomas, podría una municipalidad pronunciarse por la reducción del mismo?

¿Por qué las autoridades elegidas para los manejos de un municipio se permiten tomar decisiones que no solo no favorecen a la población sino que terminan obedeciendo al diseño de un tinglado en donde los únicos beneficiados son los que detentan el poder?

Si los vecinos participaran activamente en los manejos de la cosa pública, es decir su propia municipalidad, como sucede con el directorio de una empresa, los impuestos y las tasas serían menores, la ciudad estaría mejor y, sobre todo, se haría lo que realmente el vecino considera correcto y necesario para su desarrollo personal y el de su familia, y no lo que se le ocurra al iluminado de turno, pero claro, no con la suya, sino con la de todos nosotros.

Recuerdo que hace algunos años muchos se rasgaban las vestiduras cuando unos pocos opinábamos por la imperiosa necesidad de implementar una gestión eficaz y eficiente de los municipios, tomando como base las prácticas y manejos de las empresas privadas. Decían que una municipalidad era parte de la administración pública y que además de no tener afán de lucro no podría, jamás, decían estos burócratas dorados, tener una organización similar. Han pasado los años, se han revisado las prácticas municipales y hoy, además de la tan requerida y obligatoria, simplificación administrativa, se han adoptado esquemas y normas de la administración privada. Lo que antes, por ejemplo, se llamaban direcciones y sub direcciones, hoy son tan pomposas como falsas, gerencias y sub gerencias. Falsas digo, porque dichas instancias siguen siendo lentas e ineficientes.

Reitero lo ya señalado. La ciudad, para que recupere un nivel mínimo de calidad de vida para el ciudadano, debe ser manejada por gente capaz, que sea elegida, democrática, correcta y eficientemente y que pueda, además, ser supervisada, permanentemente, por los mismos ciudadanos que las eligieron, pero dotados de los mecanismos legales y de participación, que en la actualidad no existen o no son efectivos. Pero, ¿y cómo se hace? Sí pues, es bastante difícil. Mientras usted mira al cielo buscando la respuesta le están metiendo la mano al bolsillo, confiscando su propiedad de a poquitos y expulsándolo, a punta de hacerle la vida insoportable, del barrio donde usted eligió, o le tocó vivir. Y la culpa, queridos amigos, será exclusivamente suya.


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