martes, 18 de enero de 2022

DE TAULICHUSCO A MUÑOZ Y LAS 50 LIMAS.

Hace 487 años los invasores españoles tomaron la decisión de apropiarse de una bien organizada y auto suficiente comunidad asentada en el valle del río Rímac. Su curaca, regente, por designación del inca, era Taulichusco y este señor, viendo las cosas perdidas no tuvo más remedio que entregar el suntuoso palacio que ocupaba, cuyo terreno, ahora ocupa el palacio de gobierno nacional, así como la inmensa cantidad de tierras que gobernaba. Los señores españoles retacearon el territorio y se lo repartieron a su regalada gana, a partes iguales, entre nobles, chancheros y delincuentes comunes, casi igual que ahora. Luego nombraron como alcalde de esa hermosa comarca a don Nicolás de Ribera y la bautizaron con el nombre de Ciudad de los Reyes. Se han sucedido alrededor de 350 gestiones municipales, entre buenas, regulares,malas y pésimas, pero a pesar de los graves errores cometidos y algunos terribles crímenes de lesa urbanidad, nuestra capital sigue viva, para beneplácito de todos los limeños, propios y adoptados.  

Lima es hermosa. Contamos con buena arquitectura colonia, virreinal, republicana y moderna. Tenemos un clima benigno, contamos con hermosos litorales marítimo y ribereño y estamos rodeados de fértiles valles que nos alimentan, entre otras múltiples maravillas. Pero hemos hecho las cosas muy mal, casi al revés. En el Perú, el peor enemigo de la buena gestión pública es la política partidaria de baja estofa con que contamos. Esa misma que, a través de un congreso coludido, ha tasajeado nuestra gran ciudad, con leyes de creación de hasta 50 cacicazgos modernos, distritos que les llaman, haciendo imposible una gestión integral e integrada. Y en épocas actuales, cada cuatro años, la pugna por ocupar la mayor cantidad de sillones municipales se ha convertido, literalmente, en el juego infantil del baile de las sillas, en donde TODO VALE, desde cabes, empujones, berrinches públicos y, por supuesto, derroches tremendos de dinero. Lo único importante, desde el punto de vista político partidario, es que se puedan ocupar la mayor cantidad de plazas municipales, en todo el país, que jueguen para sus propios y oscuros intereses: convertir las municipalidades en agencias de empleo para sus correligionarios, con un 99.9 % de incapaces, repartir la mayor cantidad de obras públicas entre los auspiciadores que pagan sus costosas y ridículas campañas electorales municipales y, bueno, convertir las gestiones municipales en escuelitas personales de aprendizaje de sus partidarios, pagadas por los contribuyentes, para seguir ascendiendo en el escalafón político, para luego pasar a apropiarse de las regiones, el congreso y a la presidencia. Sí pues, ahí todo tiene sentido.

Administrar una ciudad es un tema de capacidad de función, de preparación previa, de formación académica, de experiencia laboral, de visión de ciudad y de coraje para manejar situaciones adversas. Pero los alcaldes metropolitanos y distritales, en su mayoría, que han pasado por los 50 municipalidades de Lima-Callao, que nunca debió dejar de ser la unidad territorial que es, dicho sea de paso, lo que han logrado es diluir el principio de autoridad, publicar normas locales con nombre propio y beneficio particular y anular la continuidad de planes y proyectos metropolitanos que deberían haber prevalecido antes que cualesquier preferencia y capricho distrital. Manejar eficientemente una ciudad, en esas condiciones, es IMPOSIBLE.  

Lima y todas nuestras grandes ciudades del país adolecen de los mismos problemas, así que lo que se recomendaría es empezar por la reestructuración de las mismas, con una mejor Ley Orgánica de Municipalidades, con una totalmente diferente Ley de Elecciones Municipales, con un congreso que legisle y fiscalice convenientemente y con un ejecutivo que sepa y tome en cuenta, que si la mayoría de los problemas que nos aquejan se pudieran solucionar en los propios barrios, que es en donde nacen, jamás llegarían a ser problemas nacionales. 

Necesitamos un buen ALCALDE para Lima y para cada ciudad del país. Ojalá podamos celebrar los 488 años de fundación de nuestra capital con un alcalde a la altura de las exigencias. Me apena decirlo, pero el señor Jorge Muñoz, en el mejor de los casos, no tiene la menor idea de lo que hay que hacer, en el peor de los casos, está sirviendo a grupos que solo quieren aprovecharse de su gestión. Lo primero que debemos tener en cuenta es que el objetivo, único y excluyente de una Gestión Municipal, es el de lograr el desarrollo integral de sus Ciudadanos, sin excepción y, segundo, que en los propios Ciudadanos recae la responsabilidad ineludible de cogobernar su comunidad. FELIZ ANIVERSARIO QUERIDA LIMA.