lunes, 24 de enero de 2011

Lima y el transporte público

Transportarse en la ciudad de Lima es la más ingrata experiencia que podamos vivir. Caminar por las calles, desplazarse en bicicleta, subirse a un vehículo de servicio público, manejar el vehículo personal, todo ello es traumático. El transporte público dentro de la ciudad es atribución y responsabilidad de la comuna metropolitana, es compromiso participativo de las comunas distritales y es ejercicio del derecho de los ciudadanos. Sucede que las sucesivas gestiones municipales no han hecho su tarea. Racionalizar las rutas de servicio público, supervisar el estado de las unidades de transporte, diseñar y ejecutar un proyecto vial racional y con proyección a los próximos 25 años, coordinar con las autoridades policiales y ministeriales del sector, para estandarizar y normar el servicio y, sobre todo, que la planificación integral no pierda la perspectiva de que todo el transporte es para beneficio único y exclusivo del ciudadano. Las enmarañadas rutas de los vehículos de servicio público, creadas, aprobadas o impuestas por la autoridad municipal, la ausencia de una cultura ciudadana de buen uso de las vías peatonales y vehiculares, los insufribles cuellos de botella que se producen en las horas punta y, ahora, la superposición de dos proyectos de transporte masivo, tienen un solo origen, la inexistencia comprobada de un verdadero Plan de Transporte Metropolitano y, lo más triste, la ausencia total del principio de autoridad.

Quiero invertir en tres o más o moto taxis para tener un ingreso adicional, pues simplemente los compro y ya veré en qué distrito los pongo a trabajar. Me pasaron la voz de una oportunidad única de vehículos siniestrados, de remate, que la próxima semana entran por Tacna, me apunto con dos, así les cambio el timón les doy una maquilladita y ya está, a trabajar en el servicio público. Las normas de tránsito se han hecho para ser cumplidas y respetadas, éso en cualquier ciudad del mundo; en Lima, por el contrario, se han hecho para transgedirlas, para violentarlas y engrosar sencilleras policiales. Se comprobó que había aumentado tremendamente el porcentaje de accidentes vehiculares causantes de muertes en el país, bueno pues, se nos presentó la oportunidad de un negocito para crear el SOAT, obligar a asegurarse a todo el mundo y ya está. Pero el número de muertos no baja, Qué importa, ya estamos cubiertos y nadie podrá decir que no hemos hecho nada por el problema. Tengo plata, bastante plata y soy generoso con los míos, bueno pues a mi esposa y a mis tres hijos les compro un carro a cada uno y yo me compro una 4x4 adicional, para los fines de semana; no importa si no hay espacio para estacionarlas, ni siquiera espacio suficiente para circular. Pero la propaganda dice que no somos nadie si no tenemos el último modelo de Nissan, full equipo y 6 ceniceros. En esa esquina hay muchos accidentes, señor alcalde metropolitano; bueno pues, puente elevado para los peatones, semáforos "inteligentes" para los choferes, gibas, rompe muelles, ojos de gato, carteles, pintado de pistas. ¿Algo más? ¿Vio cómo si me preocupo por el transporte público, oiga usted? Sí señor, no sea usted un imbécil.

Necesitamos resolver el transporte desde la verdadera y única perspectiva existente. El transporte debe privilegiar el uso de la ciudad, sus vías y espacios públicos, por los ciudadanos y toda norma, todo proyecto, toda obra debe estar circunscrita a su beneficio y bienestar. ¿Cuántos somos? ¿Cuántos viajes diarios suma el traslado diario de las personas a través de la ciudad? ¿Cuántos vehículos necesitamos para ello? ¿Cuántas rutas (circuitos y número de unidades) se necesitan para que todo funcione a la perfección? ¿Es necesario el uso de los llamados vehículos menores en algunos distritos de la capital, en cuáles? ¿Cumple su función la policía de tránsito y, especialmente, el llamado escuadrón Fénix? ¿La autoridad de transporte para la ciudad debe ser del ministerio, del municipio, una autoridad autónoma? ¿Cuántos vehículos de uso particular, descontando los de servicio público, aguantan o aceptan las vías que tenemos? ¿Hay espacios suficientes para estacionar, guardar, resguardar, todos los vehículos existentes y los que a diario siguen llegando? Pareciera que nadie se ha hecho estas preguntas; pareciera que sí pero que no entienden las respuestas; pareciera que a algunos les importa un comino el caos vehicular infernal de nuestra ciudad, pareciera que a nosotros tampoco nos importa. Sí pues, tenemos lo que nos merecemos. Pero lo peor está por venir. Este tema apesta, se sigue pudriendo y si no hacemos nada por mejorar las cosas mejor nos quedamos en casa "disfutando" con la guerra de palabras entre los candidatos políticos de turno; porque la ciudad, oiga usted, ya nos es, tremendamente, ajena.

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