lunes, 13 de diciembre de 2010

Las cuentas municipales

Ningún alcalde electo ha entendido, hasta ahora, que cuando inicia una gestión municipal lo que se espera de él no es solo que reciba, revise y proyecte el gasto del dinero; sino y sobre todo, que diseñe estrategias para conseguir dinero fresco con la finalidad de mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos para los que va a trabajar, no solo de aquellos que votaron por él, sino de todos los que residen dentro de su distrito. Los dineros que maneja un municipio provienen de los ingresos directos, los tributos, las tasas y multas, aportados todos ellos, por los propios vecinos, también de las transferencias del gobierno central, del tesoro público, del IGV, de los diferentes tipos de canon y sobre canon y, finalmente, de las donaciones. Todo ello conforma el presupuesto anual, del que saldrá para el pago de todas las obligaciones: salarios, remuneraciones, compras de activos, construcción de obras e inversiones. Bueno pues, si yo recibo la responsabilidad de administrar un distrito con pocos ingresos por cualquiera que sea la razón, es mi obligación ver la forma de hacer que entre más dinero. Los incapaces voltean los ojos hacia los bolsillos de los contribuyentes tratando de sacarle hasta el último centavo o fastidiando sus vidas con cobranzas coactivas y sustos innecesarios. Los otros, de los que no he visto muchos, se encargan de gerenciar las necesidades y convertirlas en oportunidades. Creación de empresas municipales de servicios, adquisición de préstamos no revolventes o de muy bajo costo financiero, pero no para pagar directamente obligaciones, sino para generar nuevos y mayores ingresos que permitan dar mayor alcance de cobertura al presupuesto inicial.

Planteadas así las cosas no vemos el problema para que todo marche bien. Lo malo es que la mayoría, o casi la totalidad, de los que ingresan a la administración municipal, entran para robar, o no están preparados, carecen de la capacidad y manejo gerencial y financiero y terminan empeorando las cosas, acrecentando la deuda, gastando en lo que no deben y postergando eternamente las obras que verdaderamente se requieren. ¿Qué hacer? Lo más importante, pero que nunca se hace: realizar un verdadero diagnóstico del distrito a gerenciar. Un análisis Foda que se puede hacer en un día, con gente capacitada para ello, e inmediatamente el listado de acciones a realizar, que puede llevar de dos a tres días más. Es decir, en una semana, podemos contar con un panorama real de lo que estamos recibiendo y de lo que realmente se puede hacer. Aquí es donde surge el verdadero problema. Vamos a obviar a los ladrones, esos alcaldes y altos funcionarios que no hacen nada si es que no pueden sacar su parte. Supongamos que por esta vez no están presentes. Pasamos luego a obviar a los totalmente incapaces, que no saben leer cuadros, no entienden de estadísticas y proyecciones, que además no se dejan asesorar correctamente y no aceptan sugerencias de nadie. Supongamos también que no están presentes. Ahora vienen los peores, aquellos que entendiendo el análisis realizado, sopesando las acciones sugeridas y los proyectos requeridos, cruzan los mismos con sus objetivos personales y se pregunta en qué beneficiaría a su carrera política, digamos que luego de la gestión municipal quiere ser congresista o hasta presidente, ¿cómo, por ejemplo, un proyecto de desarrollo a 20 años puede beneficiar sus necesidades de figuración en los próximos cuatro años, que es cuando necesita resultados? Bueno pues, todo proyecto a mediano y largo plazo, que es lo único que garantiza un desarrollo sostenible para una comunidad, se choca con este tremendo escollo y se regresa a los planes inmediatistas, al dispendio del dinero, a las obras rápidas, llamativas pero improductivas y zas, todo buena intención o promesa inicial se van al tacho.

Y ¿qué, no se puede hacer nada? Pues sí. Cambiar las reglas de juego. Si las últimas gestiones de Lima Metropolitana han desperdiciado la oportunidad de citar, conformar y hacer trabajar al Consejo Metropolitano de Alcaldes, que podría haber iniciado el verdadero desarrollo de Lima en forma racional, coordinada y con éxito al mediano y largo plazo, ahora es la hora de hacerlo. De un análisis conjunto de posibilidades locales, de necesidades, requerimientos, de proyectos parciales y totales, fácilmente se puede llegar a un Proyecto Integral de Lima Metropolitana que beneficie a la comunidad en su totalidad. Negociar es una palabra que se ha prostituido en la práctica pero que es tremendamente efectiva cuando de participar en el juego de "todos ganan" se trata. Cuando se entienda claramente que las autoridades municipales están, no para expoliar a los propios vecinos que son los jefes de dichos funcionarios y que pagan sus salarios, sino más bien para ver la forma de generar riqueza a partir de las posibilidades, oportunidades y el cambiar los problemas por soluciones, entonces habremos avanzado correctamente en el manejo de las cuentas municipales. La frase de "Sí pues, ha robado pero ha hecho obra" no sólo es propia de los imbéciles, sino de gente muy peligrosa que debemos mantener alejada de nuestras comunidades. Ellos son los verdaderos culpables de gestiones defectuosas, por decirlo así, porque con su actitud de dejar hacer, dejar pasar, siguen reventando a nuestras ciudades.

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