lunes, 20 de diciembre de 2010

Los Consejos Ciudadanos Municipales

Hace tiempo que les perdí el respeto a las Juntas Vecinales; que cuando no son elegidas a dedo, están conformadas por personas que por alguna extraña razón son incondicionales de la autoridad de turno. Más grave aún cuando con este tipo de personas se conforman los Comités de Vigilancia de los Presupuestos Participativos, que no solo terminan mirando para otro lado cuando la primera autoridad y sus altos funcionarios malversan el dinero destinado a las obras acordadas, sino que además hacen lo imposible por justificar ante los vecinos, los poquísimos que se interesan y preguntan, el que tal o cual obra no se realizó o a última hora se cambió por otra, porque era más beneficiosa para la comunidad. Es muy penoso conocer gente así. Imaginemos ahora que la propia comunidad, interesada no solo en el bajísimo porcentaje del dinero que el municipio destina a este rubro, sino en todo lo que implica gerenciar el distrito, determina que tales o cuales personas, notables, preparadas, confiables y con la suficiente autoridad moral, se hagan cargo de coordinar, en representación plena de la comunidad, todo tipo de obra, proyecto e inversión, para evitar sobre valuaciones, malversaciones, gastos innecesarios y lamentablemente hay que reconocerlo, feroces mordidas al presupuesto municipal. Lo primero que tenemos que entender es que el dinero que se maneja ahora y en el futuro, incluidas las transferencias del gobierno central, todo, enteramente todo, proviene de los propios bolsillos ciudadanos y hay que ser bien idiotas para no darse cuenta de que si el poder judicial, las procuradurías y los entes respectivos no cumplen con sus funciones, algo hay que hacer, de inmediato, para evitar que seamos nosotros mismos los que estemos financiando las carreras políticas y engrosando las cuentas personales de estas malas autoridades. Si ya nos equivocamos más de una vez al elegir, al menos corrijamos errores al fiscalizar, supervisar y terminar por cogobernar con nuestros alcaldes.

Sí claro, como están dadas las normas y planteadas las leyes, por ahora no es posible. Pareciera que hubiera un acuerdo tácito para que todos los burócratas, funcionarios y empleados del gobierno central y gobiernos locales, en colusión con los legisladores, estuvieran repartiéndose la torta presupuestal y defendiéndose unos a otros, así todos conservan su estatus y prerrogativas, que no son otras que las de vivir del pueblo, de los vecinos. Entonces lo primero que se tiene que hacer es diseñar, crear y presentar como iniciativa de ley, una nueva que contemple la conformación de estos Consejos Ciudadanos Municipales, para estar cerca del alcalde y la alta dirección, cumpliendo así la función que tanto regidor sinvergüenza debería haber realizado, porque la ley así lo disponía. Los Consejos Ciudadanos distritales, a través de sus delegados conformarían luego el Consejo Ciudadano Metropolitano y hasta podríamos evitarnos tener tanto regidor, asesor y funcionario de alto nivel que dice necesitar el alcalde cuando de pensar en cómo sacarle la vuelta a la norma y el dinero al presupuesto se trata. Todo esto no es posible de realizar por ahora mientras los vecinos en pleno, no reciban la necesaria formación ciudadana y no se fijen las nuevas reglas de juego para que las alcaldías, como las conocemos actualmente, desaparezcan, se conformen los macro distritos y luego se fusionen en los 7 o 9 deseados para que una ciudad como Lima consiga el desarrollo que los limeños de nacimiento y adopción merecemos y requerimos.

Existen, finalmente, múltiples formas para determinar quiénes pueden conformar los Consejos Ciudadanos Municipales. En este caso, al no elegir a uno solo, ese que por la errada forma de los procesos electorales municipales, siempre sale favorecido, no como el mejor, sino por razones subjetivas que no son del caso tratar en este momento, la labor es más sencilla porque se eligen a varias personas, probablemente de diferentes niveles socio económicos y por diferentes grados de simpatía, y ya que no está en juego el manejo directo de los dineros municipales y ni siquiera hay retribuciones de por medio, definitivamente quienes terminan por aceptar el encargo son personas con un nivel ético muy superior y una honorabilidad a prueba de balas. De todas maneras los cargos dentro de dicho Consejo deberían poder ser ratificados o rectificados anualmente, al margen de lo que dure la gestión municipal. El encargo es para ciudadanos comunes, sin mezquinas aspiraciones políticas ni deseos de adueñarse de los dineros públicos y con un solo obejetivo: mejorar la calidad de vida de sus conciudadanos. ¿Cuándo empezar? ¿cuándo ponerlo en práctica? Ahora mismo. Empezando por convencernos de que las acciones las tenemos que realizar los propios ciudadanos y mientras no estén dadas todas las condiciones requeridas se puede avanzar por tomar conciencia de que esta labor, la de enderezar las cosas, nos corresponde a todos los ciudadanos de a pie y sin distinción. Aquellos a quienes verdaderamente nos pertenece la ciudad.

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