lunes, 22 de noviembre de 2010

Duración y reglas de la Gestión Municipal

No entiendo porque una Gestión Municipal dura solamente 4 años. Con el sistema y proceso imperantes este plazo es muy breve. Todos sabemos que los nuevos alcaldes se llevan uno a dos años para aprender, uno para ajustar las cosas a su programa y ritmo y el último para buscar la reelección. ¿A qué hora entonces el trabajo en serio? Al asunto de dejar que las elecciones municipales se politicen en extremo, se añade la tontería de un plazo de gestión tan corto. Lo ideal sería un plazo de 6 años. Pero dejemos eso para una segunda etapa, cuando se hayan sentado las bases de una verdadera Gestión Municipal del Desarrollo. Por ahora convendría alargarla a cinco años. Si a ello le añadimos el que se prohíba, temporalmente, la reelección inmediata, entonces habremos logrado mejorar la productividad de alcaldes y funcionarios en ejercicio, en un 100 % y más. Es que si las cosas están claras, si todos, electores y elegidos sabemos a qué atenernos, si las reglas son justas y equitativas y lo que es más, se cumplen a pie juntillas, entonces ya estamos entrando a la verdadera Gestión Municipal en el Perú. Este año que termina hemos asistido a la participación escandalosa de 35 alcaldes en ejercicio, de 42 en Lima Metropolitana, a la reelección, usando y abusando de los bienes municipales, que son de todos los vecinos; estorbando, cuando no anulando, la efectividad de las campañas de los contrincantes, usando todo el aparato público para fines personales y, lo que es peor, haciendo gala de una tremenda desesperación por permanecer en el cargo, evidenciando la necesidad de tapar malos manejos, al evitar que otro gane la elección.

Modificar la Ley Orgánica de Municipalidades, establecer nuevas y mejores reglas de juego y emprender el verdadero camino del desarrollo sustentable y sostenido, nos debe llevar dos períodos legislativos; así que para el año 2014 deberíamos tener lista ya la elección para una gestión municipal de 5 años, de Enero 2015 a Diciembre 2019. Si logramos despersonalizar las elecciones y gestiones municipales y fijarnos única y exclusivamente en los beneficios y el bienestar de los ciudadanos, entonces podremos encarar con éxito la difícil tarea de demostrar que las cosas sí se pueden hacer mucho mejor; cuando existe la voluntad, cuando desaparecen los intereses particulares y cuando el estado, la autoridad central, cumple a cabalidad su papel. Ahora bien, ¿por qué habrían de hacernos caso? Simplemente porque está demostrado hasta la saciedad, que aún cuando las cosas se hicieran bien desde el principio de una gestión, el tiempo no alcanza para cumplir con el encargo. De ahí nace la necesidad de jurar y perjurar que es necesario otro período similar para acabar lo iniciado, propugnando las peligrosas reelecciones. Acabemos con esto de una buena vez. El tiempo correcto, con las reglas adecuadas y ya está. Habremos dado el primer paso para una mejor vida en comunidad. Capital humano hay de sobra, capacidad también, lamentablemente lo que hay demás, es la angurria de unos cuantos por el dinero, que empinándose sobre el sentido común y las normas establecidos siempre logran cargar con todo para su propio rancho. Ya pues.

Una de las principales causas del pésimo manejo del tiempo de gestión es que al iniciarse ésta, se piensa que hay necesidad de cambiar a todo el equipo de trabajo. Y eso es tremendamente falso. A no ser, claro, que lo que se desee es realizar una labor proselitista de beneficios netamente personales, tanto económicos como de exposición pública, se puede aceptar que cada vez que a alguien se le ocurra o pueda, todos los que venían trabajando "por la comunidad" tengan que irse a su casa y sean reemplazados por otros, nuevos casi todos, sin conocimiento alguno casi todos, con la consigna de la lealtad por el nuevo patrón, esto sí, todos. ¿Saben el tremendo capital humano que se desperdicia al echar a los antiguos funcionarios? La solución es contar con una carrera administrativa municipal basada en la meritocracia, cuya renovación de plazas, se logre exclusivamente por concurso, sin inclinación partidaria política alguna y con el único objetivo de cumplir bien el trabajo asignado. ¿Imposible? Claro, mientras siga primando la necesidad de dar cabida dentro del municipio, a todos los manganzones, parientes, amigos, amantes y partidarios. Para acabar con esta lacra administrativa se debe reglamentar que el nuevo alcalde sólo pueda nombrar a dos o tres funcionarios de la Alta Dirección o Gerencia y continuar trabajando con el personal de la gestión saliente y anteriores, previa evaluación y con permanente motivación y estímulos. Sí pues, por ahora es imposible.

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