domingo, 24 de enero de 2010

La Educación Municipal

Si no fuera porque su implementación está revestida por ese pensamiento barroco y casi paranormal de un Alan García, en su versión recargada de Luis XIV, la idea del Colegio Mayor de Lima, sería excelente. Y es que, en general, la educación pública en el país es mala, perdón, pésima; por una sencilla y lógica razón, a las autoridades de turno, del sistema que actualmente nos gobierna, no les conviene que la población esté convenientemente educada, porque empiezan los problemas, de toma de conciencia, de reclamos justos, de exigencias razonables, que el poder no está dispuesto a solucionar y menos conceder. Sí pues, la ignorancia no permite que la contra parte, es decir, la clase menos favorecida, tenga interlocutores bien formados y educados que llegada la hora, puedan pararle el macho a la clase dominante. Así estamos bien, tranquilos nomás. Fuera los anti sistema, los anti cristos del siglo XXI.

Se nos ha señalado hasta el hartazgo, que los niños forjan su mayor desarrollo neuronal durante los tres (3) primeros años de edad, período infantil en que la gran mayoría de la población se chupa las necesidades insatisfechas de su familia o, que incluso, participa del mercado laboral marginal, cargado en brazos, mientras sus progenitores piden limosna o venden ridículos productos a otra parte de la población, sin mejor argumento que el colabórame pues, mira que mi hijito no tiene para comer; pues bien, entonces si queremos una mejor población, honrada, trabajadora, con un desarrollo intelectual acorde a los retos del presente futurista, entonces ¿cómo es que no tenemos suficientes guarderías, centros de educación inicial, de estimulación temprana o, mejor aún, centros obstétricos con estimulación pre natal? Sí pues, el gobierno central y el apra tienen la culpa. Mentira. La culpa, la gran culpa, como en la oración del golpe de pecho, la tienen los gobiernos locales y la población, dizque organizada, en las juntas vecinales, que no ha dicho esta vela es mía, a sabiendas que el entierro no es ajeno, porque estamos velando nuestro propio futuro comunitario. Hay que ser ignorantes, en grado sumo, casi congresal, para no percatarse de que estamos dejando pasar el bus de la historia, más que la 148 de nuestro antiguo transporte público o el metropolitano actual, al no tomar las medidas necesarias para solucionar nosotros mismos el problema de la educación de nuestros hijos, nietos, entenados y hasta de los putativos, para que todos podamos vivir mejor y las nuevas generaciones, mucho mejor aún.

Da rabia, casi como de perro asesino de hortelano hambreador, que nadie se percate de que la educación es "la" responsabilidad de la propia comunidad, casi del barrio. Que solucionarla depende de las mismas señoras que se pasan horas en las puertas de los nidos, nacionales o particulares, conversando sobre los nuevos estilos de manicura francesa, para luego salir corriendo a preparar cualquier cosa antes de que salgan los chicos; o de las abuelitas, ahora bastante jóvenes y fuertes, que no encuentran mayor tema de conversación que los amores de la Juana o la Ruperta, que se ha levantado al hijo del dueño de la bodega o la peluquería; o de los señores, por ahora sin trabajo, pero con una buena pilsen en la mano, hablando sobre los robos de las autoridades municipales y sus viajes al extranjero a dejar la plata de nuestros impuestos, oiga usted; y los abuelos, también ahora jóvenes, que protegiéndose del sol rajan del sistema y de que en mis tiempos todo era mejor. ¿Has visto qué malcriados son los muchachos de ahora, pero bien aventados, no? Tengo un nieto que se pasa levantándole las faldas a las chiquillas y a las mayorcitas también; no le hace asco a nada el crápula bendito. Mira, mira, qué fuerte está la hija de doña Pancha y ¿cómo ve usted las elecciones de Octubre don Manuel?

Vamos a ver, pasando al tema, ¿Cuántas casonas o casas abandonadas hay en mi distrito?; en lugar de levantarme un par de esas casas, a través de mis testaferros mediante la prescripción adquisitiva de dominio no sería mejor, que como autoridad de mi distrito hiciera el mismo proceso, porque la ley me faculta a hacerme de dicha propiedad después de 1o años de abandono sin que nadie la reclame, en beneficio de mi propia comunidad, convirtiéndola luego con el auxilio de mis vecinos y las empresas que quieran aportar, en un linda escuela de educación inicial, primero, luego en un colegio, finalmente en una universidad, municipal y comunitaria? Ta, que da mucho trabajo. Sí pues, tanto como la responsabilidad de manejar los intereses, expectativas y sueños de una población que necesita más promotores del desarrollo como alcaldes, en lugar de administradores de la pobreza y eventuales levantadores de las cajas municipales.

¿Cuántas profesoras y profesores o auxiliares de educación tempranamente jubilados o desocupados, hay entre la población de mi distrito? ¿Cuántos de ellos estarían dispuestos a darle una nueva luz a sus vidas mediante la enseñanza efectiva, a cambio de una dieta o reconocimiento ciudadano? ¿Qué porcentaje del presupuesto que se va en asesores, amigos y amigotes de la alcaldía, podría dedicarse para este proyecto educativo? La verdad es que nadie se percataría de lo asignado a este nuevo rubro. Y entonces, ¿por qué no se hace, máxime si ya hay una ley sobre la municipalización de la educación? Es imperdonable que estemos más preocupados por piletas, lucecitas, pistas anchotas, puentes elevados, carteles que promocionan la labor municipal y sobre todo a su alcalde, en lugar de invertir y ocuparse seriamente de una de nuestras más grandes falencias, la ausencia de una política nacional educativa y, sobre todo, de una política municipal educativa, que es de responsabilidad directa de los vecinos y el clamor de una población infantil soslayada.

Implementar un colegio municipal, con becas y alimentación nutritiva parcial, costaría mucho menos que robarse, perdón, decir que se invierte en nuevos parques, plazoletas y bulevares. No es justo que los vecinos permanezcan impávidos ante la utilización de grandes presupuestos en cosas innecesarias, en gastos superfluos, partidas groseramente infladas, servicios sobre valuados, concesiones con plata bajo la mesa; mientras que servicios complementarios, pero tremendamente importantes, como la educación, permanezcan sin atención alguna. Tal vez sea por ignorancia, desconocimiento total, el que ningún municipio local se ocupe de este tema. Lo que pasa es que como sus enormes beneficios no se notan hasta años después, nadie está dispuesto a perder su cuarto de hora ( sus 4 años) en proyectos, obras e implementaciones que no le van a dar lustre a su gestión. Mientras estemos dirigidos por pobres diablos que no ven más allá de sus narices y su bolsillo, estamos perdidos. Ni el calentamiento global ni las crisis financieras del gran mundo nos han afectado tanto como la desatención a la educación de nuestros pueblos. La factura ya la estamos pagando, no solo con la vergüenza de aparecer en los últimos puestos en las encuestas internacionales sobre educación, si no por la clase de gente que está llegando a los puestos de poder y decisión de nuestro futuro inmediato. El Perú no ha terminado de joderse, cada día que pasa se jode más.

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