martes, 6 de marzo de 2012

Sí, pero el colegio de mi hijo es bien bonito.

Empezaron las clases en los colegios de Lima. Bueno en casi todos. Este año algunos particulares han tenido problemas con inspecciones no programadas de sus propias municipalidades, encontrándose en muchos de ellos no pocas faltas a los respectivos reglamentos, esperemos que las mismas puedan ser subsanadas de inmediato, pero y si no, ¿de quién es la responsabilidad mayor? El tema de la educación, en general, y la del nivel secundario,en particular, está muy mal. La infraestructura no pasa el exámen. Si separamos los estatales de los particulares de clase media, las diferencias son mínimas: ambos son deficientes. Desde la autorización de funcionamiento de dichos colegios, no nos queda claro el tema de responsabilidades. Entre la Ugel y la Municipalidad, cuya responsabilidad debería ser compartida, lo que tenemos en la realidad, es un echarse la pelota mutuamente, sin mayor iniciativa ni voluntad para solucionar los problemas. En el tema de la infraestructura, no se debería aceptar, por ejemplo, que se adapten casas, de áreas internas y externas que no reúnen las condiciones mínimas para la función; pero ahí están, vivitos, coleando y cobrando derechos indebidos a los padres de familia, como si de locales modernos y ejemplares se tratara. Desde que a alguien, no muy inteligente por cierto, se le ocurriera declarar en emergencia la prestación del servicio y permitir tremendos estropicios en nombre de la promoción privada de la educación, empezaron problemas más grandes, en nombre de la solución. No, no se puede seguir permitiendo la existencia de locales educativos, sin patios, sin áreas para deporte, con aulas que se atraviesan unas a otras, sin bibliotecas, sin talleres ni laboratorios, con accesos verticales en pésimas condiciones y sin el debido mobiliario escolar.
Si hablamos de educación primaria las cosas no solo son peores, si no que dada la edad y condiciones físicas de los menores, las instalaciones son poco menos que infames. Claro que hay excepciones, hay colegio particulares de primer nivel y que aunque no valen lo que cobran, al menos son aceptables, pero en la gran mayoría de ellos, además de los estatales y los parroquiales, las cosas andan bastante mal. Y ¿qué podemos decir de los centros de educación inicial? Primorosos ellos, bonitas fachadas e ingresos pero pésima distribución, escasa o casi nula ventilación natural y necesario asoleamiento, además de áreas reducidas y carentes de espacios complementarios para la necesaria estimulación temprana, que así se llama la razón de ser de estos centros pre escolares. Por otro lado, a pesar de haberse reconocido la educación inicial como un nivel de gran importancia y luego de haberse oficializado su necesidad, la oferta no llega a cubrir la demanda y los costos de los mismos son exagerados, cuando no abusivos; confundiendo, además, su razón de ser de estimulación temprana, con la de exclusividad y diferenciación, como se aprecia en los uniformes y el material solicitado para el uso interno, sin considerar la insuficiencia del personal auxiliar en la tarea educativa. Si, pero el mandil de mi hijito es bacán.
Los gobiernos locales tienen la obligación moral y funcional de velar por el desarrollo de la educación de nuestros niños, pero resulta que las autoridades, alcaldes y alta dirección, desconocen sus obligaciones y responsabilidades, haciendo peligrar la razón de ser de un centro de educación inicial. Están prohibidas las aulas en segundos o terceros niveles y ya está, tenga usted la seguridad de que varios Pepitos y Jaimitos, antes de que termine el año escolar, terminarán aterrizando de mandíbula en la fría loseta del primer nivel. ¿Y qué pasa con las pensiones? ¿Con las listas de útiles, los que jamás llegarán a usar en su totalidad? No se le puede quitar el componente comercial, de libre empresa que encierra el servicio de la educación, es cierto, pero hay límites que no deberían cruzarse, como el de apañar prácticas netamente mercantilistas, muy lejanas de los principios educativos. Y sí, no solo por ley, si no por un tema de conciencia, los gobiernos locales están facultados para, en nombre de los usuarios y sus representantes o apoderados, que son los sufridos padres de familia, intervenir permanentemente en la verificación de condiciones físicas de los locales, así como en detener las abusivas exigencias y prácticas de los promotores educativos, que han convertido los colegios en el negocio de sus vidas, el dolor de cabeza de los padres y la vergüenza comunitaria. No proceder a tiempo y con la debida severidad y rigor, no es más que establecer un vínculo de complicidad y apañamiento.

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