martes, 20 de marzo de 2012

Serenatas, ferias y otros ¿negociados? públicos.

¿Quién le habrá dicho a los alcaldes que pueden hacer lo que les da la gana, en donde les de la gana y con quien les de la gana? En todo caso yo no he sido, ni los de mi casa, ni los de mi manzana, ni los del sector en donde vivo. Entonces, ¿por qué los señores de la municipalidad nos torturan con "atractivos espectáculos públicos", todos los fines de semana, sin excepción, en las inmediaciones del parque junto al que vivimos? Incluye levantamiento de tremendos armatostes, estrados que les llaman, en una de las pistas laterales, desde la noche anterior, con interrupción del tráfico vehicular incluída, de entre 24 a 48 ó 72 horas, con estridentes grupos musicales, con presentadores, tipo jalador de Gamarra, pero armado de potente micrófono, con abundante venta de licor en plena calle, para las mismas 150 personas de siempre, que estoicamente se chupan tales espectáculos, porque son miembros de las juntas vecinales o porque son empleados municipales, que en ambos casos tienen la obligación de estar presentes. Al margen de discusiones bizantinas, de que si lo que se presenta es de buen nivel cultural o no, defendemos el derecho urbano a vivir en paz, con tranquilidad y en armonía comunitaria y no en una jungla de bulla y mal gusto, sin contar la inseguridad ciudadana, efecto colateral de estos eventos municipales. Reitero la pregunta: ¿Quién, en su sano juicio, pediría ser atormentado permanente y religiosamente, con este tipo de manifestaciones?
Por otro lado, ¿no que un parque era intangible, inalienable, celosamente preservado para la función de pulmón ciudadano y espacio de concentración para recreación pasiva, que incluye el que el vecino pueda depositar sus cuatro letras sobre una buena banca, para respirar aire fresco, desestresarse de su actividad cotidiana, mirar palomitas o al vacío, pero con la tranquilidad y seguridad correspondientes? Y entonces ¿cómo es que las autoridades municipales se permiten ocupar el 50 %, o más, del área caminable de dicho espacio público, con escandalosas y ridículas ferias populares, en donde se ofrecen desde amuletos para la buena suerte, hasta dudosas combinaciones de licores espirituosos, pasando por grifería, ollas que no se queman, pelucas y cuanta chuchería se le puede ocurrir a alguien vender? ¿Cuál es el criterio esgrimido por dichas autoridades para permitir, autorizar, avalar, ¿negociar? la colocación mensual de dichas ferias en algún parque, si principal mejor, de cada distrito? No sea malo oiga usted, hay que dejar trabajar a esa pobre gente, que de algo tiene que vivir. Primero, la generosidad, si es que de eso se trata, empieza por casa, lo que implica cuidar, atender, tratar bien a los propios vecinos, entonces ¿por qué es que ni uno solo de los cachineros que llega con las benditas ferias populares, que usted observa posesionarse de buenas áreas, que ya quisiera un buen vecino nuestro para ganarse la vida, vive o trabaja dentro del distrito? Y entonces, ¿para quién es el beneficio real? Dicen más que algunos, en realidad muchos, que para el que se lleva la bolsa que estos comerciantes hacen.
Finalmente tenemos la generosa disposición de los municipios de brindar a algunas, ¿por qué no a todas? constructoras, especialmente a aquellas que públicamente se ufanan de haber pagado la última campaña electoral municipal, todo el área pública que requieran, por tiempo ilimitado y a costo mínimo, para descargar material de obra, para colocar abusivos cercos a 3/4 de vereda y, lo que ya es el colmo, construcción de oficinas de venta de departamentos en plena vía pública. Vamos a ver, ¿no se supone que las veredas son para el peatón, que los espacios reservados para ensanchamiento de vías, jardines públicos incluidos, son intangibles y no pueden tener ningún otro uso que la ley permita? Para que diga usted, entonces, señor gerente municipal, por qué diablos, la empresa HdP se ha tomado la vereda, en los 15 metros de fachada de este edificio en construcción, obligando al peatón a caminar por la pista, que dicho sea de paso está repleta de material, y que además se ha tomado 30 m2 del jardín público de aislamiento para instalar una elegante oficina de ventas, en los últimos 6 meses? ¿Cómo?, no se le escucha. Muy bien, anote usted señor secretario, que recibió la orden de la alta dirección. Para que diga usted, ¿por qué es que a tales y cuales empresas se les ha permitido construir sobre el cien por ciento del área del terreno, sin los estacionamientos requeridos y, además, con dos pisos más de los aprobados por la comisión respectiva? ¿Cómo dice usted? Nuevamente, que la orden vino de la alta dirección, señor secretario. Para que diga usted ¿si dicha orden la recibió por escrito como es menester en todo procedimiento funcional? Hable usted más fuerte por favor. Anote señor secretario que dicha orden fue verbal y directamente del despacho de alcaldía y que, el gerente municipal de desarrollo urbano aquí presente, declara que desconoce mayormente, exactamente de quién. Sí pues, así estamos. Ya dan más que pena todas estas cochinadas.

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