lunes, 16 de enero de 2012

Los nuevos edificios y la ciudad

No es posible que se siga construyendo como si fuera a acabarse el mundo. Esa gran mentira de hágase propietario de una vivienda y conviértase en el nuevo sujeto de crédito a sola firma y acreedor a la tarjeta de platino, sin límite ni fecha de pago, está arruinando la vida de muchas familias, sobre todo de las que no tienen más ingresos que sus magros sueldos. Vamos a ver, el cuento es así: Si usted le demuestra a un banco que es propietario de un departamento, califica usted, automáticamente para su nueva tarjeta visa. No se dice que usted debió empeñarse para pagar la cuota inicial, que ha aceptado una hipoteca usurera a 25 años, sin lugar a enfermarse ni a perder el trabajo, que está incluyendo en sus cálculos de ingresos proyectados la remesa mensual, sabe Dios hasta cuando, de su hijo mayor desde Estados Unidos. Bueno pues, cuando usted "ya es propietario" y se acerca a solicitar los créditos en los que pensaban, le dirán, después de examinarlo con lupa y preguntarle por aquello que ni siquiera se ha atrevido a contarle a su pareja, que lo sienten que "por ahora" no califica, que tal vez más adelante, cuando ya haya cubierto un poco más, del alto pago de la hipoteca. En el mejor de los casos seguirá usted viviendo, estoica pero dignamente y qué importa, la verdad es que no tenía muchas ganas de llevar a la familia a Disney este año y tampoco los próximos diez. En el peor de los casos, por esas cosas del destino, coge usted un virus que nadie conoce pero sí sabe quién lo produce, descuida su trabajo y zas lo pierde porque sí pues, porque usted no debió ausentarse por tanto tiempo, luego su señora, por atenderlo y gastarse lo que recibe en medicinas en una clínica, porque el seguro ya no lo puede cubrir, termina también perdiendo el suyo y qué pena, lo lamentamos señores pero tienen que desocupar el departamento porque el banco tiene que sacarlo a remate, disculpe usted, y usted su familia y su rabia tienen que regresar a la casa paterna, pero con más deudas que antes.
¿A qué viene lo anterior? A que el sistema nos ha planteado algo: si usted no es propietario no es nadie. Y con esa cantaleta nos meten en la carrera de yo también quiero. Y dale con que el déficit de viviendas ya ha superado los dos millones de unidades, y de que el casado casa quiere, pero propia, y de que mire usted que el mercado le ofrece una amplia gama de viviendas. Oiga usted, pero están caras. Mírelo por el lado de la inversión a futuro, del estatus que le confiere el ser propietario, de la tranquilidad que le va a dar a su familia, de la herencia que le va a dejar a sus hijos. Bueno, con esos argumentos, que en algún momento podrían servirnos para demandar a quienes los esgrimieron, es que se impulsa la construcción masiva de edificios de departamentos, desde 55 metros cuadrados y con materiales y acabados que, en muchos casos, no llegarán a alcanzar la mayoría de edad. El gobierno central lanzó sus programas de vivienda de interés social, con unos parámetros indecentes e inhumanos, áreas mínimas, ocupación del cien por ciento del área del terreno, reducción de exigencias en seguridad y muchas otras gracias más, que se han esparcido por toda la ciudad, en nombre, por supuesto de la gran necesidad, insatisfecha de vivienda, de la población. No friegue usted.
En mi cuadra ya empezaron los atoros de desagüe, la presión del agua se asemeja a balbuceos de moribundo y la luz parpadea con un coquetería extrema. La basura y desechos en general se hacen graciosos cerros en las pistas y veredas, hasta que los camiones pasan; ayer a las 10:00, de repente hoy a las 11:00 o a las 11:30, mientras los perros y los cachineros hacen de las suyas en las bolsas que estuvieron cerradas y ya no más. Los automóviles, ahora que el crédito también está barato, se amontonan en las calles, algunos sobre las veredas, más cerca de mi ventana, por si acaso. Y claro, no podían faltar, porque no son desconsiderados, los asaltantes, los rateros, secuestradores, escaperos y guachimanes doble chamba, que están al acecho del menor descuido y de que justo el policía entró a la bodega a tomarse una oportuna gaseosita. ¿Quién dijo que estábamos listos para este derrame de fierro, ladrillo y cemento? ¿A quién se le ha ocurrido que es verdad eso que ahí en donde comen y duermen 2 pueden hacerlo, 10 ó 30? Sin los servicios básicos adecuados, sin las áreas necesarias, no solo de vivienda, si no de espacios libres, sin la logística de control y supervisión, sin los técnicos calificados, no se podía recibir decenas de nuevos edificios, cientos de nuevos departamentos, miles de nuevos vecinos. Se siente como si un primo hubiera dicho que nos iba a visitar y se aparece con su esposa, cuatro hijos, dos hermanos con sus novias, dos perros, una gata y un lorito hablador. Hágame usted el favor.

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