martes, 20 de diciembre de 2011

¿Para quién trabajan los alcaldes?

Arqueando la ceja izquierda como quien responde a los simplones usted dirá: Para la ciudad, pues, ¿no lo sabes? Pero la ciudad, al menos en la que usted piensa, es solo una sumatoria de cosas, de infraestructura, de mobiliario urbano, de espacios libres, de vehículos incluso, por lo que no creo que esa sea la respuesta. Para el partido que lo presentó y auspició, entonces, para sus votantes. Pero ellos son solo un porcentaje, no incluye a los otros, a sus contrarios y a los que el ganador no les interesa y además ellos desaparecen terminadas las elecciones. Bueno entonces, mayormente desconozco. Los alcaldes, sus regidores y funcionarios, trabajan para el ciudadano, para el que tiene auto, para el de a pie, para el que tiene una casasasa, para el que tiene un departamentito, para el que tiene una señora empresa y para el que tiene una señorita empresita, para el que tiene 9 hijos y para el que tiene dos esposas pero ningún hijo. En fin, el asunto es que los alcaldes trabajan para todos los ciudadanos, sin excepción, dudas ni murmuraciones, que habitan dentro del ámbito geográfico en el cual ha sido elegido. ¿Y para decir eso tanta vaina? Lo que pasa es que parece que nadie, alcaldes incluidos, lo tiene claro. Si este bendecido señor trabaja para el ciudadano y solo a él se debe, ¿cómo es entonces que se la pasa haciendo o permitiendo cosas que atentan contra la tranquilidad, la seguridad y, sobre todo, el desarrollo integral de los propios ciudadanos? No sabrá qué hacer pues. Ahí está el detalle, no sólo no sabe si no que más bien le interesa un pepino.
El problema principal de una gestión municipal es que nadie tiene claro qué le toca a cada uno, en cuanto a las responsabilidades, atribuciones, funciones y compromisos para con la ciudad. Veámoslo así: si usted tiene una mascota no es responsabilidad del veterinario si es que ésta se enferma. Si usted planta un hermoso rosal no es culpa del jardinero o del vecino envidioso si es que éste se seca. Si usted tiene un hijo y pasados los años lo ve aparecer en pantalla como jefe de la banda de los injertos de Orrantia, no es culpa del colegio, ni del barrio el que el angelito se haya malogrado. Si usted acoge una enfermedad venérea no es culpa de la agradable señorita que la otra noche se le acercó extremadamente amigable. Toda, pero toda la culpa, que es en realidad responsabilidad, le corresponde a usted. Lo mismo pasa con la ciudad, con el exitoso o fracasado nivel de convivencia en su barrio y, especialmente con sus autoridades. Las personas que usted eligió para ser autoridad y gestionar el desarrollo de su ciudad están ahí porque usted las puso, deberían, por tanto, responder a un solo mandato, al que la población organizada le alcance como lineamiento de su gestión. Cuando usted vota, usted elige, no a una persona, elige una opción, al más calificado, al más centrado, al más maduro, al más responsable, al más trabajador y al que usted cree que no le va a fallar. Pero y ¿si se tuerce el maldecido, como pasa en el 99.9 % de los casos? Bueno pues, también será su culpa.
Vamos al grano entonces. ¿Cómo es que si la ley y la razón señalan que el alcalde trabaja, única y exclusivamente para el ciudadano, todos estamos tan descontentos con la gestión? Por shakiros. Por ser ciegos al elegir, por ser mudos cuando hay que opinar y por ser sordos cuando se les dan razones para no meter la pata. Yo vivo en mi casita, incluyo casotas y departamentitos, no fomento escándalos, o en todo caso no se notan, cumplo con mis responsabilidades señaladas, las de convivencia en comunidad, las tributarias y las necesarias para mi desarrollo personal y el de mi familia y ya está, dirá usted, ¿por qué diablos no vivo bien? Es que falta su responsabilidad como miembro de una sociedad, de una comunidad, de un entorno urbano, que trasciende todas aquellas responsabilidades y compromisos personales y familiares, aquella que le dice que algunas veces tendrá que postergar sus puntos de vista personalísimos, que tendrá que participar en tareas comunitarias para ayudar a que todos, sin excepción, exclusión o asco, participen del desarrollo de toda la ciudad. Desde pensar bien, votar bien, fiscalizar bien, participar con ganas, comprometerse con las ideas comunes, reconocer que se pertenece a un grupo más grande que la propia familia y que, ni modo, no siempre va a tener la razón. A quienes usted delega y entendamos bien esto, delegar no es regalar, no es toma y ve que haces, si no es, hazlo en mi nombre, pero de acuerdo a lo que decidimos, que yo voy a estar observando, bueno a esas personas "especiales" a las que usted designó como sus autoridades les corresponde, el compromiso sagrado de trabajar hasta romperse el alma por el bienestar de usted y los suyos. Ha aceptado un sueldo, bastante bueno y a veces inmerecido, para hacer su mayor esfuerzo y usted, mi querido amigo, es el patrón, el jefazo, el chief. ¿Por qué entonces las cosas son al revés? Sí pues, quién sabe por qué.

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