martes, 19 de julio de 2011

Villarán y el transporte metropolitano

Hasta que por fin se hizo lo que debió haberse hecho hace muchísimos años. Alguien se ajustó el pantalón, o la falda, y dio el hasta aquí nomás a los transportistas que tenían por hobby o deporte, reventar a nuestra ciudad. Desde hace más de una década se habían señalado plazos y despedidas a las combis y microbuses, así como a las unidades con más de 20 años de vida y, muchas de ellas, erradicadas ya de otros países, pero todos los años, por temor, cálculo político o hasta corrupción, se renovaban los plazos hasta el año siguiente. Mucho pesaban esos grupúsculos de prepotentes mercachifles del volante que con voz de llenador de combi gritaban que se iban al paro, a la huelga indefinida y que los usuarios iban a pagar los platos rotos y, claro, nunca llegaba la fecha límite. El bien intencionado señor Castañeda se preocupó más bien de hacer más pistas y vericuetos elevados para complacer a estos señores. Y resulta que la mal llamada vaga e inepta, se le planta en frente a estos asesinos con licencia para circular y atropellar gente y les dice: Se acabó, van buscando otro negocito, otro tipo de inversión, otro cachuelo o como quieran llamarlo, pero se me ponen en fila de a uno y reclaman su bono de chatarreo. Hasta este fin de año tienen para atropellar, perdón, para circular por las calles de Lima Metropolitana. Sin prórrogas, ni perdón, ni chanchita para alivianar a la autoridad.

Esperemos que el próximo año los transportistas entren en razón y, por las buenas, opten por comprimir su chatarra y expandir sus opciones laborales o de inversión. Entre 2,000 a 4,000 unidades de transporte se pretenden erradicar en el 2012, a cambio, quienes tengan sus cosas en orden, recibirán de $5,000 a $ 10,000, para invertir como enganche de un nuevo vehículo, de las características que la autoridad señale, o para conformar, solo, o en sociedad, con otros compañeros, un nuevo negocio. Cambiar vehículos para 8 a 10 pasajeros apretados, por buses de hasta 200 pasajeros será una gran cosa para nuestra ciudad. Se dice que hay cerca de 17,000 unidades de transporte público de más, circulando por ahí, con documentos fraguados, con licencias conseguidas bajo la mesa, con recursos de amparo y mil triquiñuelas más, a los que les llegó la noche y que tendrán que dejarnos respirar. Excelente ¿verdad? Pero además de sacar a estos señores del camino y limpiar el horizonte, necesitamos un buen plan de transporte para Lima, integral, funcional, eficiente y seguro. ¿Cuándo va a entrar en razón el Ministerio de Transportes y coordinar con la municipalidad metropolitana todas las medidas necesarias para solucionar este gran problema? ¿Cuándo la Dirección General de la Policía va a entender que, al menos, la división de la Policía de Tránsito debe trabajar sino bajo, al menos al costado, de la autoridad municipal? ¿Cuándo va a entender el gobierno central que los problemas de transporte de Lima son un atraso tremendo para el desarrollo económico de la ciudad, que representa más de la mitad del mercado nacional?

La señora Villarán ha dado un gran paso, ha tomado el toro por las astas y solo le queda no transigir, ni ante amenazas ni cantos de sirena, ni menos bolsas dinerarias que los transportistas siempre han sabido armar para arreglar sus problemas con la autoridad de turno. ¿Tiene usted un buen equipo de trabajo, señora Villarán? ¿Se ha dado cuenta de que además de los técnicos en transporte, semaforización, infraestructura vial, necesita profesionales con visión panorámica, con visión de ciudad y desarrollo? Espero que sí. Existen ejemplos a nivel latinoamericano que nos pueden servir de referencia y ejemplo. Existen programas de transporte, a ese mismo nivel, que lamentablemente han fracasado estrepitosamente, bueno pues, que también nos sirvan de ejemplo, a no seguir. La mayor consideración a tomar, señora alcaldesa, debe ser la mentalidad humanista, humanitaria o como quiera llamársele, que considera al ser humano, a la persona, al ciudadano, como el centro, el objetivo y la respuesta al problema del transporte. La solución final no puede estar desligada de la necesidad real del ciudadano, de sus posibilidades. La infraestructura vial, el mobiliario y complementos requeridos, deben ser pensados para las personas y no solo para los vehículos. Tiene usted, señora alcaldesa, la gran oportunidad de pasar a la historia como la heroína que nos salvo del monstruo del transporte urbano, que lo domesticó y con el arnés debido, lo puso a nuestro servicio.

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