martes, 21 de junio de 2011

El Mercado de Santa Anita

Se suponía que todo estaba listo para el traslado de los comerciantes del mercado mayorista de la Parada, al distrito de Santa Anita, al menos eso afirmaban los encargados del asunto de la gestión municipal Castañeda, pero resulta que no, que hay algunos inconvenientes. No se dejaron las obras, de los puestos mismos, ni de las vías de acceso, debidamente culminadas y, pequeño problema, ¿cómo meter en solo 650 puestos habilitados a 740 comerciantes debidamente registrados y a 1000 con expectativas de seguir trabajando en el rubro, como hasta ahora? No quedaron listos los planes de gestión, ni de funcionamiento, de seguridad y contingencias. ¿Cómo terminar en 45 días lo que no se pudo hacer en los siete años anteriores? ¿Que la nueva gestión metropolitana no es eficiente? ¿Que la alcaldesa Villarán desconoce totalmente sus funciones y el equipo que la acompaña es de dudosa capacidad? Puede ser, pero algo más evidente que ello es que el proyecto no se concluyó, no se hizo la debida transferencia y se patearon los problemas que iban surgiendo para el final, arrimándole el piano a la siguiente administración. Lo malo es que este problema presenta demasiadas aristas, hay demasiados involucrados, muchísimos intereses en juego y la ciudad entera se encuentra esperando hace rato por un adecuado abastecimiento. El señor alcalde de La Victoria nos dice ahora, con voz de alarma, que existen dos millones de ratas en los interiores del mercado actual, que es su jurisdicción y que se vayan rapidito porque hay que fumigar y devolverle la salubridad a la zona en cuestión. La pregunta es, ¿recién al quinto año de gestión del señor Sánchez Aizcorbe, éste se da cuenta de que ese mercado está feo?

Se le acusa a la gestión Villarán de ponerle peros a todo, de detener los trabajos y obras que el señor Castañeda dejó casi para concluir. Pareciera que sí, pero lo que no se ha hecho con la debida seriedad o profesionalismo, sino más bien con el propósito de venderse personalmente, sin mayor interés en la ciudad, debe revisarse para no causar problemas más serios con las aparentes soluciones creadas. El Mercado Mayorista N° 1 de La Parada, en el distrito de La Victoria, sobre las primeras cuadras de la avenida Aviación, siempre fue un nido de ratas, una covacha de rateros y un foco infeccioso de primer orden. Por falta de autoridad, de organización, de infraestructura adecuada y de voluntad para tomar el toro por las astas. Bastante peliagudo es meterse con los intereses de gente que ha hecho ingentes fortunas con la necesidad de abastecimiento de una ciudad. Difícil, así como lo será dentro de poco con los mandamases del transporte público, cortarle las alas y las garras a esas personas que han lucrado hasta la saciedad, por la inoperancia y poca vergüenza de aquellos que tenían la responsabilidad de ser los eficientes gestores y promotores de una mejor calidad de vida urbana, es decir, los propios alcaldes, sus carnales regidores y sus funcionarios.

El principal Mercado de Abastos para Lima tendría que haber sido mejor planificado, en un lugar suficientemente amplio, con enlaces directos a la carretera central y a la panamericana, tendría que haber contado con las vías de acceso y salida necesarias, con la suficiente cantidad de puestos para albergar a todos los comerciantes formalizados, con una buena área para parqueo, carga y descarga, con el área necesaria de oficinas administrativas, supervisión y fiscalización por parte de la autoridad competente. Con el registro diario, las 24 horas, de lo que ingresa y en qué condiciones, con una política de defensa del consumidor y con una normatividad específica que evitara el acaparamiento, la concertación de precios y, sobre todo, con las condiciones sanitarias que la ciudadanía necesita y merece. ¿Se previó todo eso? Me temo que no. Alrededor del mercado mayorista existente se adoptó un sistema de vida, cogoteros incluídos, que jamás permitió el paso de la autoridad y en donde el más fuerte, el más vivo, el que podía pagar las mayores coimas, era el que manejaba las cosas. Durante décadas se sostuvo esta situación agravándose cada vez más, sin que nadie tomara cartas en el asunto, lamentablemente cuando se tomó la decisión no se profundizó en el análisis y las soluciones adoptadas no han sido las correctas. Habrá que enmendarle la plana a la gestión anterior, habrá que profundizar, ahora sí, en el análisis y optar por lo que más convenga, pero a la ciudad de Lima y no solo a los comerciantes, ni siquiera a los consumidores, sí a la población, que necesita del abastecimiento, pero en las condiciones adecuadas y sin perjudicar al entorno del nuevo emplazamiento. Sí pues, habrá que esperar unos meses o un año más para poner todo a punto. Pero ello es mil veces mejor a que fracase estrepitosamente el proyecto y se pierdan los recursos y el tiempo invertidos.

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