martes, 17 de mayo de 2011

García, Acurio y el Perú

Gracioso el señor presidente, le ha dicho a Gastón Acurio, y con él a varios millones de peruanos, que no opine sobre los temas importantes del país, que mejor se dedique a sus ollas y cacerolas y que los temas ambientalistas y de salubridad, se los deje a sus amigotes, como el señor Carranza, que ya se despachó con eso de zapatero a tus zapatos y que prefiere más ingenieros que cocineros para dirigir el país. Lo del señor Carranza, cuadriculado por los cuatro costados, dado su compromiso, prioritario e ineludible con los grupos de poder y la derecha extrema pasa, pero lo que García ha gritado, desde su reverberante generosa anatomía ya sonó feo. Es casi la respuesta del chico picón, casi casi, como: "Sí pues, pero mi tío es bombero". El señor presidente, aunque a veces no lo parezca, es inteligente. ¿Cómo equivocarse tanto entonces en este mensaje al pueblo peruano? Simple, carece de argumentos de defensa, realmente él desconoce el tema y, sobre todo, no puede chocar con Chocano. Es decir, él también ya recibió la consigna, orden o sugerencia, de que los transgénicos deben entrar al país como sea, pero ya. Las trasnacionales y sus representantes locales están preocupadísimos porque otros países, los de verdad, ya les cerraron las puertas en la cara y les han dicho que naranjas, que se metan sus productos en cualquier otro sitio y punto. Sí pues, había que buscar al tonto o al vendido y don Alan levantó la mano.

Sin pretender una abierta defensa de la imagen mellada por el grandilocuente interlocutor, de lo que aquí se trata es de pararle el macho a quien, ya habiéndolo hecho muchísimas veces antes, pretende pasar al caballazo una norma que a todas luces nos hará daño. Es cierto que tenemos una de las más grandes diversidades biológicas en lo que a cultivos se refiere. Que docenas de países babean envidiosos porque no nos llegan ni a los talones en eso. Es cierto también que gracias a ello nuestra cocina, nuestra gastronomía, está levantando un vuelo increíble a nivel mundial, beneficiando a muchos, muchísimos peruanos, que lejos de recibir el escuálido chorreo, proveniente de los minerales, están recibiendo una generosa ducha española de nuestros cultivos y platos nacionales. Pero claro, como eso no beneficia en nada a los titiriteros trasnacionales, entonces hay que sacar al pitbull que en su afilada lengua encierra don presidente. La campaña nacionalista, cruzada económica, que ciertamente beneficia a Gastón, Astrid y los cocineros de renombre, alcanza, sí por primera vez, a una tremenda cantidad de agricultores, recolectores, transportistas, cocineros, mozos, lavadores de platos, empresarios, chiquitos y medianos, de la cocina peruana y nos ha dado un nombre a nivel mundial gracias a la calidad de nuestros productos. Todo eso, para decirlo en cristiano, a García y su corte de vividores les importa, textualmente, un carajo.

El tema en sí es interesante porque nos muestra cómo se manejan los asuntos nacionales. Dejando a un lado la pertinencia o no de la cruzada Acurioista, de lo que se trata es de que a sí como a las señoritas hay que enseñarles a decir que no, a cualesquier avivato, con mucha plata en la mano y poca hombría entre los pantalones, igualito hay que enseñarle, no, obligarle, a nuestros gobernantes y representantes que primero está el Perú y los peruanos, que primero están los intereses nacionales y que la dignidad de un país, señor García, no se vende ni se alquila, aunque el señor Fujimori y su carnal Montesinos vociferen lo contrario, desde sus cómodos chalets de retiro, con apariencia de cárcel. Se ha hablado hasta la saciedad de los pros y los contras de meter entre nuestros cultivos las malhadadas semillas transgénicas. Se han improvisado charlas, seminarios y encuentros de ambas partes, así como viajes y grandes comilonas por parte de los principales interesados de que les abramos las puertas y las ventanas, y la conclusión final de cada evento es que no se llega a demostrar que lo transgénico es la última plaga divina, pero tampoco que es el maná del cielo. Y ante la duda, señores del gobierno, es mejor abstenerse. Si tiene cara de puta, señor García, hasta usted evitaría presentársela a sus padres. Mejor nos abstenemos aunque "sus técnicos" opinen lo contrario.

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