lunes, 20 de septiembre de 2010

Elegir al mejor candidato y equipo

¿Por qué es tan difícil escoger correctamente entre todos los candidatos al mejor posible para gerenciar el desarrollo de nuestras ciudades? Dos son las razones importantes: 1. La falta de interés de las personas, las que hasta ahora no logran alcanzar el título de ciudadanos, en conocer, analizar y ejercer sus derechos y obligaciones comunitarios. Vivir en comunidad no es sólo amontonarse y vivir como a cada quien le apunta en gana. Es, sobre todo, establecer las reglas de juego, comportarse a la altura de las circunstancias y pensar, como grupo, en lo que es mejor para todos, sin excepción ni exclusión. Cuando se exceptúa o excluye a alguien se inicia el proceso de deterioro de una sociedad, pues se crean los elementos que luego harán lo imposible porque la vida comunitaria sea un rotundo fracaso; 2. La tremenda maquinaria de los grupos de poder, periódicos, radios, canales de televisión y clubes, entiéndase partidos políticos, que mediante el uso intensivo y muchas veces excesivo de medios propios y ajenos, legales e ilegales buscan, a como dé lugar, perpetuarse en el poder para levantarse los presupuestos institucionales. Todos los habitantes de una ciudad o comunidad son, en ambos casos, los únicos responsables de que esto suceda y se mantenga. Bastante difícil es tratar de cambiar las cosas.

¿Quiénes reúnen las mejores condiciones para hacerse del encargo de los gobiernos locales? No existe una tabla de valores y capacidades que se cumpla al pie de la letra. Existe sí el criterio personal y de grupo que si funcionara a cabalidad podría llegar a acertadas conclusiones o, en todo caso, evitaría tremendos errores y futuros arrepentimientos. Imaginemos a una persona que además de tener una vida decorosa, personal y comunitaria, no necesariamente intachable, los santurrones no son personas normales; con relativo éxito, si empresarial mejor, por cuanto los emprendedores son los que se fajan por ideas y principios y siempre tienen objetivos claros, si es profesional mejor aún, que pueda expresar ideas claras, que conozca medianamente del tema, los que tienen demasiada experiencia son peligrosos, que tenga ingresos comprobados y bien habidos, los que viven de trabajos u oficios temporales o no suficientemente identificados gastan mucho y deben demasiado. Ayuda bastante que sea sociable, que dentro de la comunidad sea conocido por su don de gentes, sin llegar a ser figureti; que tenga familia conocida y que la imagen familiar no esté identificada con asesinatos o locuras hereditarias. Se requiere, en suma, de una persona con un perfil normal, que viva de su trabajo, que sea decente y que tenga muy claro lo que de él se requiere para que pueda asumir el encargo.

El equipo de personas que acompañe al candidato debe ser, sobre todo, técnico, experto en manejar situaciones municipales y comunitarias. Debe ser gente de trabajo y reunir las condiciones mínimas de aceptación social. Sí deben tener un perfil específico: profesionales en carreras afines al manejo gerencial, conocimiento profundo de la comunidad y sus problemas, experiencia en desarrollo y crecimiento urbano. Pero sobre todo, no deben ser políticos y no deben recibir el puesto, jamás, como un premio a lealtades o favores previos a la elección. No hay nada peor que un grupo de ayayeros, sin capacidad ni experiencia detrás de los alcaldes, que en el mejor de los casos terminan sub contratandi a quienes hagan el trabajo por ellos. Ahora bien, la relación entre la autoridad elegida y sus funcionarios o equipo de trabajo debe ser mejor que en un matrimonio feliz. Si la cabeza de equipo, entiéndase el alcalde, tiene ascendencia profesional, moral e intelectual sobre el equipo que dirige ya hay una garantía de que las cosas puedan funcionar. Si por el contrario el grupo de funcionarios elegidos no considera o respeta a su líder, ya fracasó la gestión. De ahí que los candidatos que no presentan a sus futuros funcionarios de la alta dirección, que no mencionan las capacidades de los mismos, que hacen suyo el crédito total de las buenas ideas y proyectos innovadores y creativos es, con toda seguridad una persona insegura, autocrática y que puede llevar al fracaso la gestión. Quien no sabe reconocer el valor de otras personas no merece dirigir un municipio ni nada que se le parezca.

En educación cívica y valores ciudadanos estamos en cero. Hay derechos, sobre todo los derechos urbanos, que escapan a nuestro conocimiento y comprensión, hay obligaciones comunitarias que ni siquiera se mencionan y que son básicas para una exitosa convivencia. Existen atribuciones, funciones y obligaciones de las autoridades locales que cada cuatro años elegimos que no solo desconocemos, sino que minimizamos y obviamos para no hacernos problemas, renunciando al derecho de cogobernar nuestro propio desarrollo. Hemos avanzado. El solo hecho de conversar más sobre el asunto, de interesarnos más en las condiciones, capacidades y hasta anticuchos de los candidatos ya es un buen paso. Lamentablemente lo estamos haciendo a la mala, con una visión más de Magaly o de Bayly, que de crítico análisis. Pero algo es algo.

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