lunes, 5 de julio de 2010

El Plan de un Gobierno Municipal

Revisando los planes de gobierno esbozados por los llamados candidatos grandes y por los chicos también, me encuentro con que la mayoría no tienen idea de lo que tendrían que hacer de llegar a las alcaldías por las que postulan. Un simple listado de obras, hasta casi buenas intenciones y, por supuesto, mirar a cada rato la plana ajena para copiar lo más que se pueda, aunque no entiendan de qué se trata. Sí pues, a eso hemos llegado porque lo que debería ser una elección entre los mejores candidatos para la gerencia de desarrollo integral de cada gobierno local, se ha convertido en una verdadera fiesta de derroche y dispendio electorero en la que prima el interés de los grupos de poder para finalmente hacerse de contratos, concesiones y prebendas que los candidatos ya electos no tendrán más remedio que ejecutar porque están agarrados por el pescuezo por estos avezados inversionistas.

¿Qué es un Plan de Gobierno Municipal? En principio, es el enunciado de la filosofía del Plan de Gobierno a aplicar. Es decir, qué es lo más importante para los que lo vamos a ejecutar, cómo vamos a trabajar, qué es lo queremos lograr, cuáles son las prioridades a considerar y, finalmente, cuál es el presupuesto inicial con el que se cuenta y cuál es la capacidad de financiación de la que se puede hacer gala para conseguir todo lo que los vecinos necesitan. ¿Y las obras? Ah sí, también importan, pero primero hay que definir qué es lo que la población organizada requiere, desea y podemos lograr, todos juntos. Más de una vez, por no decir siempre, los planes de los alcaldes electos finalmente no tienen nada que ver con lo que los vecinos estaban necesitando y pensaban que se podía hacer. Monumentos horrorosos, bulevares huachafísimos, jardineras, bancas de pésimo gusto, pero eso sí, todas ellas tremendamente caras, algunas existentes solo en el papel, nunca realizadas pero sí pagadas.

El principal, único y excluyente objetivo de un Plan de Gobierno Municipal debe ser la realización, personal y familiar de los vecinos, su desarrollo integral y la elevación del nivel de su calidad de vida. Se empieza por considerar al vecino como un ser humano único e irrepetible, que merece la mayor consideración y que debe ser el origen, la medida y el final de todo proyecto, obra o causa a llevar a cabo. ¿Y entonces por qué es que se diseña la ciudad, sus vías, aceras, retiros municipales y uso del suelo urbano en general, pensando en los vehículos, los de servicio público y los privados?, en sus lugares de parqueo y en cómo llegan más rápido a su destino. Lo que quede del espacio público que sea para el peatón, pero primero el señor don carro. ¿Por qué no empezar, más bien, por tomar conciencia de que la ciudad es para el ser humano, para el ciudadano de a pie, que necesita caminar, recrearse, tomar aire puro, des estresarse de su rutina diaria, de las áreas necesarias para el juego de sus hijos y para todas las demás actividades complementarias. Sí pues, es que los importadores y distribuidores de vehículos agradecen mejor y más rápido y los constructores de cemento ciudadano, dan mejores réditos y casi siempre en efectivo.

Un Plan de Gobierno Municipal que deje a un lado las necesidades vehiculares y se dedique a pensar en las personas, evidentemente será el verdadero plan de desarrollo que la ciudad necesita. De los requerimientos ciudadanos prioritarios, de las necesidades personales y familiares, de trabajo, salud, educación, vivienda digna, recreación y deporte, así como de las necesidades complementarias de las personas, saldrá el planteamiento de los verdaderos ejes estratégicos de desarrollo de un plan serio de Gobierno Municipal. Todo el resto serán idioteces, propias de ineptos, incapaces y, lo peor, de grandes negociantes y corruptos que no venden la ciudad completa porque más obtienen alquilándola al mejor postor. Las obras, aquellas a las que se da tanta importancia y se priorizan en los planes presentados, si no son el resultado de las consideraciones arriba anotadas, no serán más que muy buenos negocios de un desgraciado que ha llegado a reventar la ciudad con tal de llenarse los bolsillos o, en el mejor de los casos, de un pobre diablo que postuló para sentirse bien y ha ganado porque se lo hemos permitido. Esto último es ya harina de otro costal y merece atención a parte.

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