domingo, 28 de marzo de 2010

Soy un Ciudadano Libre

¿Qué hace que nos sintamos bien, en la plenitud de nuestras facultades y sin obstáculos para nuestro desarrollo, dentro de nuestra propia comunidad?; ¿El tener bastante dinero, gozar de fama y la envidia de los demás? Podría ser; pero mucho más importante que ello es el saber que somos capaces de hacer lo que nuestro libre albedrío nos dicte, con la única salvedad de considerar el mismo derecho para los demás y, sin tener que chocar con nadie, actuar plena y libremente. ¿Qué nos hace libres entonces?; ¿Cuándo podemos afirmar que lo somos, como personas, como ciudadanos?

Bueno pues, Yo soy un ciudadano libre:

Porque conozco mis derechos, los hago respetar y porque además soy consciente de mis responsabilidades y obligaciones para con los miembros de la comunidad dentro de la que vivo y del respeto que debo a sus propios derechos. Mal podemos exigir se nos respete como seres humanos, como miembros de una comunidad que todo lo que desea es vivir bien, si no somos capaces de preocuparnos por conocer cuáles son los límites de nuestras posibilidades y exigencias.

Porque todo lo que he logrado y poseo es producto de mi propia capacidad y esfuerzo, a nadie se lo he quitado, nadie me lo ha regalado ni a nadie se lo debo como favor o canje y por ello es mi obligación preservarlo. Una persona que se acostumbra a recibir, que canjea su independencia por prebendas o favores especiales e indebidos, es incapaz de salir adelante cuando las condiciones "favorables" se descubren, se terminan o cambian abruptamente.

Porque mis decisiones y mis actos no están motivados por influencias o manipulaciones externas y sólo responden a mi propia conciencia, cuyo único fin y objetivo es el bienestar de mi familia y de mi comunidad. Cuando nuestra formación y cultura cívicas son las adecuadas, cuando sé realmente lo que quiero, sé cómo debo conseguirlo y conviene a mí familia y a mi mismo, no hay promesa, oferta o discurso engañosos que me haga vacilar en mis decisiones.

Porque sé que el progreso y el desarrollo pleno, mío y de mi familia, dependen de nuestra toma de conciencia ciudadana, de nuestro compromiso con el cambio y de nuestra participación amplia, permanente y efectiva. La verdadera gestión municipal, esa que genera el desarrollo, implica a autoridades, funcionarios, empleados municipales y vecinos, porque nada de lo que se haga o deje de hacer nos debe ser ajeno y la responsabilidad debe ser totalmente compartida.

Porque tengo la suficiente dignidad e integridad moral para decirle a los políticos profesionales de siempre, a sus partidos, a la corrupción que los envuelve y a esa complicidad ciudadana que lo permite: ¡Basta ya! No me ha de temblar la voz para alzarla si considero que es necesario defender mis intereses, ni la mano a la hora de elegir razonable y conscientemente a quienes me van a representar a la cabeza de la corporación municipal que logre nuestro bienestar.
Sugerencia: Estos escritos dominicales responden a una secuencia temática, por lo que me permito recomendar leerlos, si tienen el verdadero interés, el tiempo y la paciencia, desde la primera entrega, del día 5 de Abril del año 2009.

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