domingo, 7 de febrero de 2010

El PPC y las elecciones municipales

Nunca hubiera querido referirme a un partido político en particular, porque es darle demasiada importancia y porque simplifica demasiado y hasta hace confuso, un problema de fondo que sí es serio: la falta de conciencia cívica y de responsabilidad ciudadana en el país. Pero una cosa está ligada a la otra y ni modo. ¿Qué está pasando con nuestra clase política?; ¿qué esta pasando con los partidos políticos tradicionales? Bueno pues, los partidos políticos en el país ya hace rato que fueron. Sus dirigentes cometieron suicido masivo o, como buenas madres desesperadas y confundidas, reunieron a sus vástagos o correligionarios en hostal de cono y les dieron a beber el más efectivo raticida del mercado, porque ya no resistían su absurda realidad. Y eso es lo que acaba de hacer la señorita Lourdes en el PPC, aparentemente. Se me antojan dos lecturas. La primera es que la cosa ya no daba para más, no sabía qué hacer y bueno pues, me siento en la vereda y que pase lo que tenga que pasar y ya nos pondremos a baldear al final. Me inclino, sin embargo, por la segunda lectura, la señorita Lourdes de tanto pujar con la mala racha de sus últimas participaciones electorales ha terminado por parir, en el mejor de los sentidos, entre tremendos dolores y buenas mentadas de madre, la gran idea de desprenderse de todos aquellos que lejos de contribuir a dar cuerpo y anchura al partido le sacaban punta y lo hacían casi anoréxico en su afán personalista de figuretear a como diera lugar. Algunos lo lograron.

Hasta aquí el tema de figuras partidarias, que eso no es lo que motiva este escrito. Es mas bien, la responsabilidad que cabe al partido y, directamente, a la señorita Lourdes. El proceder sinuoso, indiferente, hasta apañador, de malos elementos, por parte del PPC se ha hecho demasiado evidente en las dos últimas elecciones municipales y debemos entender que eso no puede continuar. Al margen de culpas y responsabilidades, lo que hay que analizar es por qué se han producido los hechos. Si las pre candidaturas y, finalmente candidaturas, para las elecciones municipales en cada distrito, se dan en función de quién aporta más al partido para la gran campaña presidencial siguiente, a la vez que permite la mayor inserción de compañeros, camaradas o correligionarios en los cargos de confianza, entonces sí me permito sugerir, oficiar a la fiscalía superior de la opinión pública para que acuse a doña Lourdes Flores de comercializadora de puestos públicos, de apañadora de incapaces y, algunos, probados mano larga y de tratar de vendernos gato por liebre, sin importarle en lo más mínimo los intereses comunales pidiendo, por ello, la pena privativa (moral) al PPC de participar en los próximos comicios municipales.

¿Ha reparado la señorita Lourdes que al aparecer en cartelones, con cada pre candidato a las alcaldías, en algunos distritos son hasta 5, con cara sonriente y juntitos los dos, está demostrando que realmente le importa un comino quién de ellos gane y sea el candidato final del PPC en las elecciones de ese distrito?; ¿Se ha percatado que al resumir la justa de pre candidaturas a quién hace la mayor propaganda, zurrándose incluso en el ornato y la no contaminación visual de cada distrito, está demostrando que hay deberes más sagrados que cumplir que una buena gestión distrital? He asistido a mediocres debates de las últimas dos elecciones municipales en donde los candidatos finales del PPC, si bien los más pintones y mejor presentados, no sabían dónde estaban parados y, sin embargo, ganaron las elecciones. Por ello es que creemos que la responsabilidad de doña Lourdes es mayor. Avala usted, doña Lourdes, cualquier persona, animal o cosa que tienta las alcaldías, sin mayor carta de presentación que la proporcionalidad del beneficio que tribute al partido. Ya pues.

Le planteo las cosas al vesre señorita Lourdes. Esta vez no se fije en bolsillos, pintas ni apellidos, baje al llano, en cada distrito hable con la población, no sólo con los que dicen ser de su partido, escúchelos a todos, incluidos a los de otros partidos o movimientos y tome, junto a un buen equipo de evaluación, al mejor candidato para cada distrito, entréguele su apoyo incondicional, si fuera de su partido qué bueno, pero si no hay buenos ni decentes, deje a sus correligionarios y así sugiéralo, que se sientan en libertad de votar por el mejor, y siéntese a esperar las elecciones del 2016, que ésas si son suyas. Si es que las autoridades distritales elegidas el próximo Octubre, auspiciadas por su partido, trabajan bien, son honradas y no se largan en estampida al menor indicio de que no son los próximos escogidos y, además son fiel reflejo de una buena asesoría partidaria, entonces usted ya ganó, merecidamente, las elecciones presidenciales de quien tendrá el honor de recibir al centenario de nuestra independencia. Las elecciones presidenciales del 2011 no son suyas, menos debería malbaratearse en participar para la alcaldía de Lima. Sé que muchos se lo sugieren y hasta exigen. Cuídese de esos amigos fraternos. A ellos, menos que a nadie, les interesa un verdadero pepino lo que pase en estas elecciones municipales, mientras se mantengan intactos sus propios cálculos electoreros para el 2011.

Todo el mundo habla de refundaciones y se refiere, por lo visto, a más de lo mismo, pero con interiores nuevos. Para refundar hay que quemar naves. Dejar ir a los que no fueron muy leales y dar licencia a algunos de los más cercanos, que al parecer no lo han estado haciendo muy bien. Otra cosa importante es cuidarse de las malas sociedades y juntas, no vaya a ser que a la hora del triunfo nos desconozcan y, finalmente, volver a confiar en el ciudadano de a pie, el de la verdadera simpatía, el que realmente se faja por un ideal y que, debo reconocer, todavía la sigue apoyando y eso sí que me preocupa. Si usted se vuelve a equivocar, si usted sigue mirando con indebido descuido o desdén, a las elecciones municipales, quienes de verdad creemos en el municipalismo, en el desarrollo comunitario desde abajo, en la realización personal y familiar y en la mejora de la calidad de vida de cada ciudadano, sabremos que se habrá perdido, esta vez sí, la última oportunidad de que las cosas cambien en el país.

Señorita Lourdes, usted ya ha pasado por todo y le ha sucedido de todo. No necesita tanta distancia para la toma de decisiones finales; no había necesidad, en todo caso, de irse a la China para tomarlas, sobre todo cuando el tiempo apremia y el respetable observa.

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