domingo, 21 de febrero de 2010

Los Callejones verticales

Cuando las ciudades peruanas se empezaron a sobre poblar de empeñosos migrantes, las llamadas quintas se convirtieron en callejones, manera rápida de resolver el acomodo de nuevos vecinos, que urgidos por darle envoltura física a su vida familiar se encerraban en pequeños cuartos, uno al costado del otro, llegando en algunos casos, a compartir los servicios básicos, pero ya en forma externa a "su vivienda", así aparecen los callejones de un solo caño. Ha pasado el tiempo y luego de la conquista de cerros aledaños y arenales contiguos y lejanos, la gente está regresando a los centros urbanos, ahora con un poquito más de nivel adquisitivo y muchas ganas de vivir mejor, de tener todos los adelantos tecnológicos, aunque sea en viviendas inadecuadas, muy cercanas a los cuartos de los antiguos callejones, pero esta vez en vertical. Es decir, en lugar de ocupar grandes solares y vivir apretados en primer piso, ahora, literalmente, se amontonan, pero unos encima de otros. En eso consisten básicamente los programas de vivienda de los últimos tiempos y que además, baratos no son.

¿Qué pasó con los planes de desarrollo urbano?; ¿Con los reglamentos de ocupación del suelo urbano y su densificación? Resulta que por arte de birlibirloque, donde antes había una casa, con frente a una vía de 6 metros de ancho, ahora hay un edificio de 10 ó 12 pisos, cuando la reglamentación y la razón no permiten más de 3 pisos. Donde había una familia, ahora hay alrededor de 50 familias, con posible necesidad de 50 o más estacionamientos para vehículos, con una demanda de agua, alcantarillado y energía multiplicados por 50 y necesidades de recolección de desechos, de servicios sanitarios, culturales, de recreación y otros en igual proporción. Las pistas no se han ensanchado, las veredas siguen igual o peor, no hay un solo árbol más. ¿Qué pasó? Simplemente que a los que detentan el poder se les ocurrió que antes de seguir invirtiendo en llevar costosos servicios a la periferia, mejor era reubicar a las nuevas familias en zonas ya consolidadas vía el trámite de la licencia inmediata, apoyada por papá gobierno central. Claro pues, había que darle una buena manito a quienes soltaron el billete para las campañas y para la remodelación de mi casita de playa.

¿Esto es sólo responsabilidad del trasnochado populismo y facilismo del ejecutivo, amén de los compromisos previos con los grupos económicos que dominan el país? En parte. En realidad el 90 % de la responsabilidad corresponde a las autoridades locales, alcaldes provinciales y distritales, que en lugar de erigirse en defensores de sus propias comunas, entraron al juego inmobiliario a gran escala y se dedicaron a repartir licencias como volantes y aceptar la impunidad constructiva de mal gusto como maná caído del cielo. ¿Que las por demás ridículas leyes, normas y programas fabricados por el gobierno central no podían detenerse o ser mejoradas antes de llevarse a la práctica? FALSO. ¿Que las municipalidades distritales no tenían capacidad de acción para negar licencias de construcción a estos nuevos monolitos de la inhumanidad neo liberal? MENTIRA. Evidente falta de capacidad profesional y, muchas veces, complicidad con el poder económico han convertido los apacibles barrios urbanos, otrora remansos vecinales, en alamedas de concreto, horribles oye.

Pero eso no es lo peor, como cuando son las 6 de la mañana y tu hijita de 16 años no ha regresado a dormir. Multiplicar por 50 o por 20, la densidad de una zona urbana, sin más trámite que pasar por caja, es mucho más grave de lo que parece ser. Las redes de servicios básicos han sido diseñadas y puestas operativas para una determinada población, con cierto margen de más, pero nunca se ha considerado el crecimiento explosivo del que estamos siendo objeto en los últimos años. Y eso es entera responsabilidad de las autoridades locales. Ni de Sedapal, ni de Edelnor ni de Luz del Sur. En principio del alcalde metropolitano, que debería estar liderando el crecimiento del servicio como miembro activo de los directorios de dichas corporaciones y de los alcaldes distritales, que deberían estar al tanto de las necesidades reales de sus propias comunidades. Quienes deberían encadenarse a las rejas de esas empresas, reclamando el servicio o la mejora del mismo, son los alcaldes y los regidores de cada municipalidad. Si no lo hacen es porque desconocen sus responsabilidades y, en la mayoría de los casos, porque son unos sinvergüenzas de alto nivel.

Cuando de aquí a unos 15 0 20 años, la ducha le gotee sobre la cabeza, cuando jale la palanquita del inodoro y en lugar de desaparecer los sólidos, le venga una buena descarga de su vecino, cuando sus luces empiecen a hacerle guiños, sus radios y televisores se conviertan en raperos, de tanto tartamudear, entonces todos entenderán, de una sola vez y sin anestesia, que se fregaron la vida, por la codicia de algunos, la irresponsabilidad de otros y la desidia e ignorancia de todos. Claro, pero ya será demasiado tarde y no quedará más que ir a llorar al río. Esto último sería lo único bueno para el que, en ese momento sequísimo Rímac, recupere alguito de su caudal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario