domingo, 25 de octubre de 2009

El costo de los arbitrios

La verdadera Gestión Municipal no se limita a administrar necesidades, carencias o problemas, si no a mejorar la organización, los sistemas operativos municipales y, con ello, a brindar mejor calidad de vida a los ciudadanos. En el caso de los arbitrios municipales un factor preponderante es la determinación de los costos. Si recoger la basura y limpiar las calles de un distrito de 50 manzanas, por ejemplo, cuesta como 10.000; de acuerdo a la cantidad de vehículos necesarios, el número de viajes a realizar, la cantidad de personas involucradas y, si es que es una concesión a una empresa privada, también la utilidad de dicha empresa; si ese costo total lo dividimos entre el número de propietarios o poseedores, supongamos que son 40 predios por manzana, 2.000 predios en total, entonces cada propietario o poseedor tendría que pagar un equivalente a 5. Muy bien, qué pasa si en lugar de concesionar el servicio, lo realiza la misma municipalidad, por administración directa, por asociación con municipalidades vecinas o incluso por concesión seria y sana con una excelente empresa privada, pero a mayor escala, es decir para varios municipios a la vez, sin considerar límites distritales, entonces los costos bajarían considerablemente, los montos individuales a pagar bajarían también, talvez a 2 ó 3 y, con el ahorro, como dice don Pepe, podríamos ir al parque de las Leyendas a ver a los monitos. Sucede que cada alcalde, por ignorancia, interés económico o político, cree que tener camiones, camionetas y camioncitos con el logo de su propia municipalidad es bueno y bonito; puede ser, pero lo que no saben, o talvez sí, es que es tremendamente caro.

Supongamos, como ejemplo práctico, que cinco municipalidades colindantes se juntan y contratan los servicios de una sola empresa para el recojo de basura y barrido de calles. Al no haber límites distritales el recojo se haría por ambas veredas en forma simultánea, no importa a qué distrito perteneciera, evitando que dos camiones, de distinta empresa, pasen uno junto al otro, recogiendo de cada vereda, en todo el perímetro limítrofe de cada distrito. A ello agreguemos que si yo empiezo por el norte de un conjunto de distritos y me dirijo al sur, donde queda el relleno sanitario o la planta intermedia de disposición final, trabajando en bloque sin tener que subir y bajar constantemente, entonces mis costos de combustible, de mantenimiento de vehículo, de horas-hombre, gastos de supervisión y administrativos en general, bajarían tremendamente. Claro, ya ninguna autoridad recibiría "su parte", se acabarían las estúpidas competencias inter distritales y los réditos políticos, pero cuánto ganaríamos los ciudadanos.
Esto se llama eficiencia y eficacia, pero sobre todo, compromiso con la función, inteligencia gerencial y claro, limpieza y honestidad, que no constituyen servicios públicos, si no actitudes muy privadas, personales y de conciencia. Y esto es lo que no hay, como tampoco ceviche en los chifas.

Ahora viene lo de cuánto le toca pagar a cada propietario o poseedor de predios en el distrito. Se ha establecido una escala, arbitraria o poco discutida, de pagos. Si tu predio es para vivienda, si vives solo, si convives con otros, si es una pensión familiar, si realizas actividad comercial o industrial, si tu predio está junto a un parque o frente al mar, si por el contrario vives junto a un asentamiento humano, frente a una pista de alto tránsito. La cosa es que todos pagan diferente, pero igual, es decir, por las malas. Antes que todo jamás deben darse exoneraciones porque ello se presta a corrupción o amiguismo y porque además lo que dejan de pagar unos lo pagan otros. Tampoco se debe ser muy permisivo porque si me acostumbro a recibir amnistías no pagaré hasta que se produzca la próxima, logrando con ello que mis cochinadas las limpien y recojan con la plata de los demás. Pero por sobre todas las cosas, el costo del servicio debe ser mínimo, el justo y necesario, pagable e impostergable y la calidad del servicio debe ser tal que el no pagarlo me convierta en el apestado del barrio, por amarrete e idiota. ¿Cómo lograr entonces que todos los vecinos estén de acuerdo en lo que se hace y en lo que se cobra y que además pongan el hombro y la billetera, mejor la sencillera, para avalar el servicio? Pues haciendo las cosas de común acuerdo, buscando la mejor opción económica y poniéndose de acuerdo, entre todos, en cómo pagarlo. Hay familias que pagan cable por televisión a un precio ridículamente alto y lo hacen con una sonrisa en la boca, como pensando que hacerlo les da cierto status. Eso es lo que hay que darle también a los servicios públicos. ¿Quién dice que para limpiar las calles y recoger la basura y tus cochinadas, no se puede hacer uso de la modernidad, como silenciosas aspiradoras eléctricas, contenedores subterráneos (San Borja ya los usa), guapos y guapas recogedores, lustrosos vehículos y de madrugada, cuando los cónyuges modernos llegan a casa, cada uno por su cuenta?

Si supieran lo que se ahorra cuando las cosas se hacen bien; las ganas que dan de pagar cuando el servicio es bueno y se hace de tal forma que se convierte en imprescindible y, sobre todo, eleva de tal forma la calidad de vida en mi distrito que por nada del mundo me iría a otro sitio y eso, ¿saben?, termina elevando tremendamente el valor del predio en que vivo. Lo que estoy mencionando ya es realidad en algunos municipios latinoamericanos, ¿por qué como siempre tenemos que ser los últimos en recibir lo bueno y los primeros en pagar lo malo? Franco, franco, no hay derecho. De lo que no me cabe la menor duda es que, por corrupción, ineficiencia o lo que sea, estamos pagando hasta tres veces más de lo que deberíamos, por un servicio que en el 95 % de los casos es asquerosamente malo. Nadie debería dejar de pagar los arbitrios municipales, es una obligación social, comunitaria, pero también de conciencia; avalo y promuevo, sin embargo, el no hacerlo cuando el mismo no lo merece. Pero cuando ello sucede hay que contribuir a cambiar las cosas y restituir inmediatamente el servicio, no vaya a ser que la basura nos llegue a las rodillas.

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