domingo, 14 de junio de 2009

D U 4. Sí Cuñao, cómo no.


Derecho Urbano N° 4
Habitar dentro de un entorno físico con la mejor calidad de vida posible. Es necesaria la estandarización de la normatividad para los diferentes espacios de la ciudad, privilegiando el uso residencial de la misma.

Habitar en un entorno físico amigable, con la mejor calidad de vida posible, se refiere a un vecindario adecuado para mi vida personal, la de mi familia y para nuestro integral desarrollo. Los niveles de polución, contaminación sonora, contaminación visual e inseguridad física y sicológica, no exceden los estándares máximos señalados para una vida digna y decente. No se trata de si me gusta o no el lugar en donde vivo, después de todo, en donde me encuentro es el lugar en que me ha tocado o yo he elegido vivir, tampoco se refiere al tipo y calidad de personas con las que convivo, en principio, esa fue mi decisión. Se trata mas bien de la infraestructura que me rodea y facilita mi vida y la de los míos, del mobiliario urbano, de los servicios públicos básicos y complementarios, adecuados y suficientes, de las normas de convivencia que mediante reglamentos y autorizaciones tienen lugar en el entorno en que vivo, los mismos que suscribo porque yo mismo he ayudado a diseñar; y de las ordenanzas, decretos de alcaldía y similares que no permiten que se alteren las condiciones de habitabilidad originales acordadas. A ello sumemos los factores externos o producidos por fuentes externas, que se dan en mi vecindario, que no afectan realmente en nada mi tranquilidad y la de mi familia.

Lo anterior, así planteado, me garantiza un adecuado nivel de calidad de vida, así como su mantenimiento y sostenibilidad en el tiempo. Eso es lo ideal y será un verdadero milagro si así sucede. La razón me dice que mientras yo no me quede dormido en las reuniones de coordinación vecinal y pueda seguir opinando y debatiendo, no habrá problema.

Yo antes vivía junto a una zona comercial, de un distrito del centro urbano de Lima metropolitana. Los ruidos de las bocinas, los escapes de los carros públicos y particulares, las fiestas de todos lo fines de semana, los ambulantes disfrazados, los carteles y vallas publicitarias en todas las paredes y techos, los humos de las pollerías y 77 cosas más, no nos permitían pegar un ojo en las noches. La municipalidad decía que no se daba abasto para controlar al vecindario y menos a los vehículos de servicio público. No hablemos de la seguridad de ciertas calles cercanas por donde había que pasar en grupo, rezando y hasta cierta hora, porque después ya no la contabas. De verdad era un infierno.

Un día mi hijo y yo fuimos a la municipalidad a pedir una cita con el alcalde, una señorita que atendía en recepción, dejó por un minuto el celular, se sacó el chicle de la boca y mirándome con sorna me dijo que para qué quería la cita con el señor alcalde, que éste era una persona muy importante y ocupada y que seguramente yo quería hacerlo perder su tiempo. Le dije que no, que era importante hablar con él porque tenía unas sugerencias que hacerle para mejorar la zona donde vivía y que estaba seguro se podrían llevar a cabo. Me dijo algo que no entendí muy bien pero era algo así como que si no me gustaba la zona donde vivía qué hacía que no me mudaba. Yo hace rato que me hubiera mandado cambiar, dijo acomodándose la silicona del pecho izquierdo. Me miró nuevamente y me dijo, gracias Señor de la Misericordia, que iba a ver si el alcalde me podía recibir la semana siguiente, que le dejara un teléfono que ella me iba a llamar. Pasaron tres semanas y al fin me llamó, había conseguido la cita por fin.

Bien peinado y con un folder bajo el brazo me presenté a la cita. Llegué, me sentaron junto a dos señoras mayores, que estaban esperando antes que yo, me miraron y sonrieron, casi pude leer en sus adentros algo así como Ay m'hijito. Igual me puse a esperar. Dos horas mas tarde y ya un poco irritado por el aire acondicionado y el ir y venir incesante de, no creo equivocarme, pero conté hasta 7 secretarias de alcaldía, mucho trabajo oiga usted, se me acercó ahora un señor muy amable, a decirme que el señor alcalde no iba a poder atenderme ese día porque lo habían llamado del congreso nacional para explicar en qué se había gastado el Foncomun del año pasado, que unos envidiosos habían inventado no sé qué cochinadas para ensuciar al señor alcalde y que éste, muy digno, tenía que presentarse de todas maneras. Usted entenderá vecino, me dijo cogiéndome del brazo y señalándome la salida. Eso sí, no me empujó.

Bueno pues, yo sólo quería decirle al señor alcalde que acababa de descubrir que existen un montón de ordenanzas, algunas de ellas de nuestro propio distrito, que prohibían el uso indiscriminado del claxon, que las tiendas no podían invadir la vereda peatonal, que cualquier local, más si son restaurantes o salones de reunión, no podían atender más allá de las 11 de la noche, salvo licencia especial y en local especialmente acondicionado; que había por lo menos 40 líneas de micro buses, que yo había descubierto, que no tenían autorización para pasar por mi calle, que los dos edificios que se estaban construyendo a toda marcha en la cuadra de enfrente se habían pasado, los dos en 4 pisos y una azotea de los que estaban autorizados, según licencia de construcción, que estaban pegadas en una pared de las obras; que el camión recogedor de basura, era de baranda y que la recogía a las 12 del día, cuando nos habían dicho que teníamos que sacarla sólo entre las 7 y las 10 de la noche, anterior por cierto. Que la reparación de las pistas y bermas centrales de avenidas principales y su señalización y semaforización correspondían a la municipalidad metropolitana, de acuerdo a ley, y que sólo había que reclamar para que esto se haga.

También quería decirle que había descubierto, franco que yo mismo no lo sabía, que las municipalidades tienen atribución para presentar iniciativas de ley ante el congreso para elaborar normas que nos ayuden a vivir mejor y que, finalmente, algunos países de Europa, además de USA, tenían fundaciones que prestaban o donaban dinero para los mejores proyectos de mejoramiento de la calidad de vida.

El próximo mes, que el alcalde regrese de su Convención de Alcaldes de Latinoamérica, "Por una ciudad más humana", que se está realizando en Can Cun, voy a pedir nuevamente una cita para conversar sobre el tema.

Mis vecinos se ríen y me dicen: Sí Cuñao, cómo no. Qué raro, yo no tengo hermanas.

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