domingo, 5 de abril de 2009

En busca de la Libertad Incondicional

Cuando camino por mi ciudad, sea la propia o la adoptiva, siento una gran indignación por las cosas que veo, escucho, huelo, siento y temo. Por donde se le mire, no existe valor alguno, ni conciencia cívica, ni orden, ni respeto, ni autoridad. Policías tampoco veo muchos.

¿Cuándo se convirtieron nuestras ciudades en grandes latifundios de la vulgaridad y la informalidad? ¿Cuándo empezamos a sentirnos presos, sin salida, de nuestra realidad? Agobiante, y arrolladora. ¿Desde cuándo creemos que ya no existe alternativa? ¿Cuándo nos dimos cuenta de que no tenemos capacidad para escoger y, menos para elegir?

Estoy plenamente convencido de que los grandes problemas nacionales se gestan en las esquinas de nuestros barrios. En la puerta, o en la vereda de enfrente. Y siempre nos veremos involucrados. De la forma en que reaccionemos ante ellos, es como solucionaremos los problemas o desgraciaremos nuestras vidas, lamentablemente para siempre y más.

Algún día aprenderemos que CALIDAD DE VIDA es una frase que también puede, y debe, aplicarse a nosotros mismos. DERECHOS URBANOS es otro término que, aunque de vez en cuando referido, está ausente de nuestras mentes cuando nos enfrentamos a la cruda realidad de la calle y de nuestro entorno en general.

Quienes habitamos ciudades como Lima, en esta década globalizada y maltratante, vivimos a la defensiva, con el ceño fruncido y esperando la inevitable confrontación con los avezados del volante, los bolsiqueadores de microbuses, los meadores impenitentes y miles de cosas horribles, que además de contaminar el ambiente, la visión y los oídos, contaminan nuestros cerebros que bastante falta nos hace para subsistir, casi decorosamente, en este caos también globalizado.

¿Qué hacer? Lo primero es enterarse que el poder reside en el ciudadano de a pie, pero que no lo ejerce porque lo desconoce, que no exige sus derechos porque ni siquiera sabe que existen, que no reclama por roche y que se calla por educadito.

Es tiempo que tomemos el poder, desde la calle, desde el barrio, desde el distrito, desde la provincia desde la región. Pero primero, desde nuestras mentes.

La democracia, ésa que un día como hoy, 5 de Abril, el ciudadano japonés Fujimori cacheteó con alevosía y ventaja, debe reconstruirse, desde cero, desde nuestra comunidad, desde el interior de nuestra vivienda, desde nuestros "partíos" corazones.

No es mi intención cambiarte, si es que te gusta vivir como un chancho y recibir, en el suelo, migajas como perro callejero; pero si te valoras lo suficiente, si consideras que eres un ser humano íntegro y con derechos, entonces permíteme hacer algo para ayudarte a que te conviertas en un CIUDADANO LIBRE, al pensar, al actuar y con todo derecho, al exigir; ojala que cuando nos acerquemos a la celebración de los 200 años de la proclama de nuestra independencia nacional lo hayamos logrado.


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