domingo, 26 de abril de 2009
No te metas con mis hijitos.
domingo, 19 de abril de 2009
Respetos guardan…¿quééé´?
- Respetos guardan respetos, señor.
- Sí ya le oí, pero y ¿eso qué significa?
- Que si usted quiere que los demás lo respeten, mimen y consideren, también debe respetar, mimar y considerar a los demás.
- Ah, era eso. Ya, ya, pase, pase nomás. Graciosito, ¿no?
Cuántas veces nos ha pasado encontrar en la calle, en el barrio mismo (nuestro hogar grande) a unos caraduras que se creen los dueños de la vereda, de la pista, de los árboles, del aire; porque caminan empujando gente, porque se estacionan en doble fila, porque mean como si les hubieran dicho que los árboles se morían de sed o porque fuman como si fuera el último día de su vida. Todos tenemos esos malos días, pero ya estuvo bueno, ¿no? Hay dos formas de tratar a esa gente:
- Haciéndolos entrar en razón en forma civilizada, o
- Cuadrándolos de frente, nomás.
Lamentablemente no existe una tercera ni cuarta opción.
Las calles, el barrio, el distrito en suma, no pertenecen a nadie en particular, son de todos, sin excepción, sí, también de la rubia antipática de la vuelta.
Si ya dimos el primer paso y logramos entendernos dentro de nuestra casa, nuestro edificio o condominio, es justo y necesario que ampliemos los alcances de nuestro círculo de calidad y lo llevemos hasta nuestra movilidad, hasta nuestra oficina o centro de trabajo, hasta el cine, la cafetería o hasta donde se nos ocurra o podamos depositarnos.
Qué diferente sería mi día si cuando, por ejemplo, salgo de mi casa y me encuentro con un “Buenos días Enrique, que le vaya muy bien”, en lugar del ceño fruncido de todos los días de doña Pilar, que porque dicen que su marido no viene a dormir 3, 4 o 5 noches por semana, ella sale a mentarle la madre al que encuentre, si es tempranito, mejor.
Me atrevería a plantearle a doña Pilarica que si ella tuviera un buen día, porque las cosas le han salido como ella hubiera querido, ya que ahora todos somos mas amables en el barrio, ¿Ha visto doña Beatriz?, si hasta el creído del César ése me saluda ahora; bueno, si doña Pili tuviera un buen día decía, en la bodega, en la farmacia, en fin, por donde ella se hubiera movido el día de hoy, segurito que cuando llegara don Susano, su marido, y encontrara a doña Pilancho con su sonrisa mas amplia y su faldita mas estrecha, les juro por Dios que don Susano no saldría esta noche y claro, mañana tempranito doña María del Pilar, me saludaría muy amablemente.
Si siguiendo mi rutina habitual, el bus que usualmente tomo, hoy parara en la esquina, que es donde debe detenerse, y el señor cobrador respondiera a mi saludo alegre y también sonriera, entonces, seguro que en lugar de mascullar el Ya, pasa, pasa tío, que al fondo hay sitio, de siempre, hoy me dejaría ir adelante nomás, porque bajo cerquita y, así evitaría que hoy día, al menos, me bolsiquearan.
Si al llegar al trabajo, saludo amablemente al portero, al ascensorista, a los compañeros de trabajo, incluso al aceitoso Guillén, hasta al jefe, que todavía sigue siendo un maldito, les juro que nuestro entorno se verá, lucirá, se sentirá, hasta se olerá, muchísimo mejor. Y es que lo que das se te devuelve.
Si en lugar de lanzar escupitajos de costado, envolturas por la ventanilla y mentadas de madre a diestra y siniestra, derramáramos sonrisas amables y miradas directas, como diciendo, “lo mismo para ti”, franco, franco, que viviríamos mucho mejor.
Y ¿a qué viene tanto berrinche?
Bueno pues, a que nuestra actitud personal hacia los demás debe ser la que marque la diferencia, cada día un poquito más, hasta arribar a esa, por ahora, lejanísima calidad de vida, que aunque nos merecemos, no hemos hecho mucho para alcanzarla.
Hace un tiempo el gobierno, a través del canal 7 promovió, precisamente, una campaña con el encabezado de este escrito: RESPETOS GUARDAN RESPETOS. Duró poco y no alcanzó sus objetivos y, como siempre, se abandonó el esfuerzo.
Si no nos guardáramos nuestros respetos hacia los demás, si tratáramos de vivir mejor, pero conscientemente, podríamos lograr esa libertad incondicional que necesitamos para alcanzar luego esa calidad de vida que esperamos y repito, nos merecemos.
Vale la pena intentarlo.
domingo, 12 de abril de 2009
De las relaciones de convivencia.
- Te aguanto todo, me quedo callado y te odio desde lo mas hondo de mi ser, o
- Nos ponemos de acuerdo, hacemos una especie de contrato vecinal y nos comprometemos a cumplirlo cabalmente, TODITOS, sin excepción, dudas ni murmuraciones.
domingo, 5 de abril de 2009
En busca de la Libertad Incondicional
Cuando camino por mi ciudad, sea la propia o la adoptiva, siento una gran indignación por las cosas que veo, escucho, huelo, siento y temo. Por donde se le mire, no existe valor alguno, ni conciencia cívica, ni orden, ni respeto, ni autoridad. Policías tampoco veo muchos.
¿Cuándo se convirtieron nuestras ciudades en grandes latifundios de la vulgaridad y la informalidad? ¿Cuándo empezamos a sentirnos presos, sin salida, de nuestra realidad? Agobiante, y arrolladora. ¿Desde cuándo creemos que ya no existe alternativa? ¿Cuándo nos dimos cuenta de que no tenemos capacidad para escoger y, menos para elegir?
Estoy plenamente convencido de que los grandes problemas nacionales se gestan en las esquinas de nuestros barrios. En la puerta, o en la vereda de enfrente. Y siempre nos veremos involucrados. De la forma en que reaccionemos ante ellos, es como solucionaremos los problemas o desgraciaremos nuestras vidas, lamentablemente para siempre y más.
Algún día aprenderemos que CALIDAD DE VIDA es una frase que también puede, y debe, aplicarse a nosotros mismos. DERECHOS URBANOS es otro término que, aunque de vez en cuando referido, está ausente de nuestras mentes cuando nos enfrentamos a la cruda realidad de la calle y de nuestro entorno en general.
Quienes habitamos ciudades como Lima, en esta década globalizada y maltratante, vivimos a la defensiva, con el ceño fruncido y esperando la inevitable confrontación con los avezados del volante, los bolsiqueadores de microbuses, los meadores impenitentes y miles de cosas horribles, que además de contaminar el ambiente, la visión y los oídos, contaminan nuestros cerebros que bastante falta nos hace para subsistir, casi decorosamente, en este caos también globalizado.
¿Qué hacer? Lo primero es enterarse que el poder reside en el ciudadano de a pie, pero que no lo ejerce porque lo desconoce, que no exige sus derechos porque ni siquiera sabe que existen, que no reclama por roche y que se calla por educadito.
Es tiempo que tomemos el poder, desde la calle, desde el barrio, desde el distrito, desde la provincia desde la región. Pero primero, desde nuestras mentes.
La democracia, ésa que un día como hoy, 5 de Abril, el ciudadano japonés Fujimori cacheteó con alevosía y ventaja, debe reconstruirse, desde cero, desde nuestra comunidad, desde el interior de nuestra vivienda, desde nuestros "partíos" corazones.
No es mi intención cambiarte, si es que te gusta vivir como un chancho y recibir, en el suelo, migajas como perro callejero; pero si te valoras lo suficiente, si consideras que eres un ser humano íntegro y con derechos, entonces permíteme hacer algo para ayudarte a que te conviertas en un CIUDADANO LIBRE, al pensar, al actuar y con todo derecho, al exigir; ojala que cuando nos acerquemos a la celebración de los 200 años de la proclama de nuestra independencia nacional lo hayamos logrado.