martes, 15 de noviembre de 2011

Las palomas de la ciudad

A quién no le gustan las palomitas, no existe una persona normal que pueda decir que son detestables. La pregunta es ¿Por qué tiene que haber tantas? En el distrito de Jesús María hubo hace pocos años una matanza indiscriminada por parte de las autoridades, que luego le echaron la culpa a otros, al no atreverse a decir claramente que dichos animalitos estaban literalmente cagándose en todos lo monumentos, mobiliario y demás componentes urbanos del distrito . En varios parques de la ciudad, incluso principales, cientos de palomas han formado sus colonias en las copas de los árboles y se pasan el día, cuando no están en vuelos rasantes ametrallando lo que encuentran a su paso, entre monumentos, cables eléctricos, cornisas y todo tipo de soporte medianamente alto, desde puedan observar a sus próximas víctimas. Algunas comunas han tratado de disminuir la población o erradicar de plano a tales animalitos, pero pronto han desistido de su propósito debido a la presión ejercida por una buena cantidad de ciudadanos, normalmente los que viven lejos del radio de acción de las palomas, o las almas bondadosas que se oponen a su erradicación o disminución, pobrecitas, palomitas de Dios, representación del Espíritu Santo. Agregue a ello la cantidad de voluntarios para alimentarlas, que con la ayuda de sus niños no tiene más entretenimiento que brindarles el pan de cada día, lo que ayuda a su reproducción. En un año, la cantidad de palomas de un determinado lugar, puede llegar a duplicarse, gracias a que la maduración de los huevos, que ponen las madres, no pasa de 20 días, necesitando 40 días más, luego de nacidas para emprender vuelo y conformar una nueva promoción de palomitas.
¿Son inofensivas las palomas? Claro que sí, no muerden, no picotean los ojos, no roban pertenencias y hasta graciosas son, especialmente cuando el macho se pavonea delante de la elegida de la próxima hora. Sin embargo, los ciudadanos que las protegen y apoyan deberían saber que en sus cuerpecitos albergan piojos, chinches, garrapatas, pulgas y otros insectos que pueden trasladar a mascotas y personas. Las deposiciones, es decir la caquita, que tan generosamente derraman, es altamente corrosiva, debido a la presencia de ácido úrico, por lo que además del mal olor, los resbalones y el contacto directo, gracias a las bacterias que contiene, pueden causar buena cantidad de enfermedades, alrededor de 40 y, dañar sin problemas, fuentes, monumentos metálicos o pétreos, así como cornisas, ventanales y todo tipo de elementos arquitectónicos. Las palomas además, estacionadas cerca de los aeropuertos han llegado a causar serios desperfectos en aviones que despegan o llegan, al ser absorbidas por las turbinas en pleno vuelo. Sus parientes y avezados parientes lejanos, los gallinazos, sí son un problema mayor. En distintas ciudades del mundo, especialmente la Plaza San Pedro en Roma, los estragos causados por ellas son irreversibles y, más cerca, en la Plazoleta del Convento de San Francisco, la sobre población de palomas ha rebasado las medidas de seguridad.
Existen varias maneras de ayudar a su erradicación, la extrema es darles vuelta con algún veneno común, pero además hay otros métodos como la erradicación mediante la disposición de aparatos con emisión de ondas ultra sónicas, la vigilancia de gavilanes entrenados, o sea los achorados del barrio, que no permiten palomas a su alrededor y, sobre todo, el cese de los comedores populares, enteramente gratuitos, financiados y dirigidos por los propios ciudadanos que en acto bondadoso alimentan a las palomitas todo el día. La presencia de palomas en su barrio puede ser muy agradable pero es necesario que todos sepan que es, en verdad, peligrosa. Me pregunto, a riesgo de perder la amistad de mis grandes amigos de la sociedad protectora de animales y de no pocos amigos apristas, ¿Por qué no se organizan de cuando en cuando, unas buenas tallarinadas bailables, con la ayuda de estas sabrosas aves, es decir la preparación de tallarines con pichón, para disminuir la población palomar y de paso alimentar a nuestras familias más necesitadas. No se va a erradicar el hambre y la desnutrición de nuestra población, pero en algo ayudaremos a nuestra ciudad. ¿Ha escuchado usted el gorjeo matutino, golpe de las 6:00 de la mañana, de las hermosas palomitas del árbol adyacente a su vivienda? Bonito ¿no? Pero y ¿si el mismo sonido lo multiplicamos por cien? Sí pues, desagradable ¿no?

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