lunes, 21 de marzo de 2011

Encuestas y apuestas electorales

La primera vez que fui encuestado fue unas 8 semanas antes de las elecciones municipales del año pasado. Ante la pregunta de ¿Por quién votaría usted si las elecciones fueran mañana? Yo respondí, sin duda alguna, por Susana Villarán. El encuestador, muy serio y formal, de una prestigiosa encuestadora, me miró fijamente extrañado y me dijo ¿Por quién? Susana Villarán respondí, mirándolo fijamente seguro y él respondió: Ah, sí, a ver, un momento, por aquí está, dejando escapar un silbido que me sonó a "Cada loco que me encuentro". Siguieron algunas preguntas intrascendentes y se retiró, no sin antes darme una mirada de "pobre hombre, qué lástima, tenía cara de inteligente". El final de esas elecciones ya son cosa conocida pero la opinión que me queda de las encuestadoras y sus encuestadores es bastante fea. Resulta que ahora todo es encuestable, dicen que para sacar una instantánea del momento, pero ojo, también se afirma, no es definitiva, solo indica una tendencia. ¿Saben qué? PISTOLAS. Las encuestadoras existen para dirigir la opinión pública, evidentemente la más sensible y voluble, hacia el redil de los que no sabiendo, no opinando y no teniendo su voto seguro, terminan ubicándose en el lado "más conveniente"; sí pues, ése que conviene a los que se están vacilando con esta y todas las elecciones que se producen en nombre de la democracia en el país. Bien babosos que somos.

Vamos a ver. Para quienes se ríen de las cosas que suceden es este país y muchos otros más, hay que decirles que los resultados ya están digitados y sólo por algún imponderable, que se corregirá en el camino o mediante golpe de estado, ya se sabe quién va a ganar y, que en todo caso, si no gana es porque el candidato escogido es más idiota de lo que se creyó. Esa es una verdad incontrastable. Pero volvamos a las encuestas. Las empresas encuestadoras no son, ciertamente, ONGs que existen como vigilantes insobornables de la conciencia y opinión ciudadana. NONES. Son empresas, como cualquier otra, con fines de lucro, con el objetivo manifiesto de medirle el pulso a la opinión pública sobre un determinado hecho, suceso o producto. Se encargan de señalar cómo los percibe la población, su nivel de posicionamiento y de recordación. No es fácil mantenerse ajeno a las tendencias dominantes que se quieren implementar por quienes siempre manejan las cosas en el país. Es decir, si alguien me encarga el trabajo va a ser casi imposible que yo le traiga resultados adversos a su partido o producto, a no ser que sea para enmendar rumbos y con el objetivo final y verdadero de ganar o colocarse en la preferencia del elector. Me explico, si me contrata el partido A, yo debo recoger la opinión de la población, procesar la información y entregarla a mi contratante. Si ese partido tiene la posibilidad de seguir contratándome, entonces, yo como buen gerente, manejo, manipulo, maquillo o lo que sea para: a) Satisfacer la necesidad de información de mi contratante, haciendo que la respuesta se acerque bastante a lo que él quiere escuchar realmente; b) Mantener latente la expectativa de mi contratante, para que me siga dando chamba, al señalar que se han producido"empates técnicos" y, c) Me bajoneo a como dé lugar a quien considere el verdadero rival de mi contratante. Esto, con diferentes matices, es lo que realmente sucede con las encuestas en el país. No importa tanto el medir la opinión pública, sino el poder manipular dicha opinión, poco a poco y en cada encuesta parcial, hasta que se acomode a lo que mi contratante quiere. Se logra a través del tipo de pregunta realizada, la forma en que se pregunta y la intencionalidad del encuestador.

Sí pues, hay un manejo un tanto perverso y aprovechador de las famosas encuestas y sus análisis y proyecciones. Pero ahí no queda todo, a este "sano" ejercicio se suma otro deporte nacional de última generación: las apuestas de cómo van a terminar las cosas, cómo va a ser el orden de llegada, quién entrará en segundo lugar, quién podría remontar desde atrás, quién se quedará en el camino. Sí pues, juegue usted que ya están por cerrarse las apuestas. En esta campaña, sobre todo, pareciera que alguien está convocando a una apuesta masiva por las oportunidades de ganar que tienen los candidatos oficiales y oficialistas. Este fin de semana me pasó algo bien gracioso. En una buena reunión de amigos y luego de recalar en el tema de moda: las elecciones presidenciales, todos empezamos a hacer sesudos cálculos sobre escenarios posibles. Por un momento me dejé llevar por el juego. ¿Has visto las encuestas publicadas? ¿Quién diría que el cachaco estaría subiendo tanto, al igual que PPK,"el candidato más inteligente". Que Toledo sigue cayendo sostenidamente, que Keiko se ha mantenido y que Castañeda ya fue. Qué mejor momento que éste para que corran la apuestas. Así que ni corta ni perezosa, la esposa del anfitrión empezó a tomar las apuestas, al mejor estilo de un coliseo de gallos. Los hijos menores de mis anfitriones, mientras tanto, coreaban entusiastas, los jingles de los diversos partidos, hasta que la mami dijo que Ya basta, que la única aceptable en esa casa era la de PPK. Los niños la miraron y siguieron con la última de Carlos Raffo. Adefecieros pero rebeldes los mozalbetes. Me despedí y me fuí. Sí, soy bastante aburrido y melodramático, como dijo la dueña de casa. Ya no importa, no apuestes pero quédate para contarte la última de la enfermera de Fujimori. No debí salir de casa el día de hoy.

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