lunes, 14 de junio de 2010

Una lucha de Tin-tanes y sus carnales

Hace unos cuarenta años teníamos en el cine y la televisión a un personaje bastante gracioso, pendenciero él, sinvergüenza también, pero sobre todo, criollo, rápido para las salidas y lo que se podría considerar como una persona amoral, casi casi, más allá del bien y del mal. Ese era Tin Tan, interpretado por Germán Valdés, hermano en la vida real de don Ramón del Chavo del 8 y también del papá del cantante Christian Castro. Este cómico mejicano era acompañado y escudado por su carnal Marcelo, otro cómico coterráneo. La dupla era de lujo. Todo estaba bien, todo estaba suave, los problemas generados por sus mentiras y metidas de pata se arreglaban con más mentiras, más metidas de pata y con la seriedad de notario de su querido carnal. La realidad me releva de hacer comparaciones porque muchos de los políticos actuales se pelean con esmero y denodado esfuerzo la mejor caracterización de Cantinflas, Tin Tan y hasta Resortes y Mantequilla, otros cómicos mejicanos. Por lo palurdos, ignorantes, incapaces, pero carismáticos y con pinta de buena gente, pobrecitos ellos. Ni qué decir del carnal, sufrido y esforzado acompañante de turno que se deja cortar la cabeza y pone el rostro para las cachetadas de un enfurecido, en su papel mediático y puritano, que le enrostra el error que él mismo ha cometido y el otro no solo lo acepta como propio si no que jura que ya no lo hará más y el respetable cree, avala y sigue pa' lante.

Nuestra sociedad es muy proclive a la informalidad, a la socarronería, a la chanza, a la carcajada fácil, al espectáculo frívolo y de bajísimo nivel; de otra forma no podría entenderse que permitamos la ridícula puesta en escena de la lucha por el poder político a través de las elecciones, ahora, en nuestras ciudades y el próximo año en el país entero. ¿Qué nos ha pasado por Dios? Entiendo que la necesidad de evadirse, de soltar la carcajada, es válida cuando las cosas no van bien, cuando mis expectativas y esperanzas ya fueron y solo me queda acomodarme y sufrir en silencio. Lo que no entiendo es que nadie haga nada por tomar conciencia de que lo que está sucediendo no está nada bien y enarbole la bandera de la libertad y los derechos ciudadanos; no entiendo por qué es que nadie se para en frente del político profesional y le dice que ya basta, que necesitamos vivir mejor, que podemos hacerlo sin él y que de una buena vez nos deje en paz. Sí pues, es falta de valor, de carácter y personalidad, pero sobre todo de conciencia ciudadana, por haberse dejado estar y no reclamar lo justo y lo mínimo indispensable para poder tener una vida decente. Recursos humanos y económicos sobran, pasa que lo primero evade la responsabilidad por comodidad o desidia y lo segundo se va a los bolsillos de quienes dicen trabajarán por el desarrollo comunitario. Todo con el aval, beneplácito y apoyo formal de los grupos de poder que requieren que nada cambie, que nada se mueva. ¿Para qué? Si así les va muy bien.

En cualquier democracia decente y formal al producirse los períodos electorales se realiza una verdadera Guerra de Titanes entre políticos de excelente nivel, que con respeto y altura debaten planes de gobierno y filosofías de Gestión Municipal, pero en nuestras ciudades estamos asistiendo a una lucha de conchamadreo, cabes y arreglos bajo la mesa para hacerse de las alcaldías distritales y provinciales, sin mayor objetivo que tomar el poder a como dé lugar y enseñorearse cada uno en sus nuevos predios políticos y poner las condiciones para las componendas de las elecciones generales del próximo año. Es decir un remake de Tin Tan y, por supuesto, los necesarios y salvadores carnales Marcelos, que no son otros que los auspiciadores, los sponsors y también los chupa medias y ayayeros de toda la vida.

Los partidos tradicionales están preocupados por mejorar su pésima imagen, los partidos nuevos o pequeños están desesperados porque no se les deja entrar a las ligas mayores y los vecinos, se encuentran tremendamente asqueados y aburridos por tener que comerse tremendo novelón, pero lamentablemente no dicen nada, callan y finalmente otorgan. Esa es nuestra triste realidad. En una reciente entrevista al sociólogo nacional Julio Cotler podemos hallar los verdaderos calificativos que merecen las cabezas visibles de los partidos y encumbrados políticos de turno. En el ámbito metropolitano tilda a Alex Kouri de delincuente, a Lourdes Flores de incapaz; en el ámbito nacional se refiere a Luis Castañeda como la persona más gris del mundo, de Keiko Fujimori su opinión es que si se le permite ella se levantaría el país en pleno y de Ollanta Humala afirma que está secuestrado por un núcleo familiar. Si vemos las cosas con frialdad y analizamos nuestro panorama y perspectivas en forma racional tendríamos que estar totalmente de acuerdo con las expresiones del señor Cotler. Y ¿entonces por qué es que todos seguimos escuchando, devolviéndoles sonrisas y apretones de manos y hasta besitos a los mencionados? Pasa que nos hemos marcelizado. Porque aún con nuestro silencio estamos aprobando, avalando, respaldando y probablemente, hasta terminemos votando por cualquiera de los mencionados.

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