miércoles, 12 de mayo de 2021

Llegó la OLA CICLÍSTICA

Como resultado de la necesidad de contar con ciudades más humanas, menos contaminadas y más accesibles al transporte personalizado se ha producido, estimulada por la pandemia, una suerte de OLA CICLÍSTICA espontánea, lo que sería muy beneficioso para las comunidades y sus residentes, pero resulta que nuestras ciudades y su infraestructura, no están convenientemente preparadas para su llegada. En forma paralela y también sin la debida planificación, se han iniciado proyectos de recuperación o expansión de los espacios públicos para peatones, lo que ha generado un problema serio de prioridades y preferencias. En los nuevos espacios públicos logrados se están produciendo peligrosas situaciones por el uso simultáneo de los mismos, por peatones y ciclistas. La ausencia de la señalización adecuada, la falta de conocimiento del uso correcto de la bicicleta y la indiferencia o incapacidad municipal ante los hechos terminará, a punta de accidentes no deseados pero previsibles, por desalentar el uso de la bicicleta o el uso de dichos espacios por los peatones, lo que marcará el fracaso de esta nueva y atractiva experiencia urbana.

El uso intensivo de las bicicletas recreativas o de transporte en una ciudad, requiere de canales de circulación adecuados, que cuenten con la señalización respectiva y un mantenimiento permanente, además de la provisión del mobiliario urbano necesario, iluminación adecuada y especiales zonas de parqueo y seguridad. Se requiere, así mismo, del registro obligatorio de las unidades de ese tipo de transporte para garantizar la calidad y procedencia de las unidades ciclísticas, la seguridad de los peatones y de los propios ciclistas ante un eventual accidente, así como  para resguardar la propiedad de esas unidades de transporte. 

Apoyar la masificación del uso de la bicicleta, como medio de transporte y recreación, en épocas especiales como la que estamos atravesando, debería ser una iniciativa municipal. Los  atropellos o accidentes personales, por leves que fueran, así como la sustracción o robo de bicicletas también constituirían, por tanto, responsabilidad municipal. Entonces, ¿Por qué no adelantarse a los hechos y diseñar Políticas para el Uso Masivo de la Bicicleta, que incluyan los reglamentos, los registros de propiedad, las escuelas de ciclistas, la adecuación de la infraestructura vial y todas las disposiciones que tuvieran que ver, ya no solo con la peatonalización, sino también con la ciclistización de nuestras ciudades.

Hay que señalar, por otro lado, que el uso masivo de la bicicleta como medio de transporte personal es una tarea metropolitana, no lo es de manera alguna, distrital. Algunos ciudadanos bien intencionados están presionando a sus autoridades locales para la implementación de ciclovías en sus distritos, sin entender que todo tipo de vía, para que cumpla su cometido, debe tener continuidad, es decir no sólo debe cubrir los espacios internos, sino que debe prolongarse a través de los distritos circundantes y eso sólo se puede hacer si es que se implementara un Proyecto Metropolitano Integral de Ciclovías, que determine en qué calles o avenidas, de cada distrito, deben habilitarse las mismas, para garantizar su adecuada continuidad. Lo contrario es un gasto inútil del presupuesto local. 

La ciudad de Lima, como muchas provincias del país, son escenarios ideales para la masificación del uso de la bicicleta, por el clima y la topografía. Además de preservar el medio ambiente, contribuye con la salud preventiva personal por el ejercicio realizado, por lo que su uso debería ser una prioridad municipal. Existen distritos con áreas adecuadas y suficientes, por otro lado, para la implementación de espacios ciclísticos para la práctica recreativa o competitiva. Los existentes parques lineales, las amplias bermas centrales permiten el establecimiento de circuitos cerrados, sobre las franjas comprendidas entre los carriles de circulación automotor  y el área verde; por otro lado, en las áreas con frente al litoral, como las que corresponden a los distritos de Chorrillos, Barranco, Miraflores, San Isidro, Magdalena del Mar, San Miguel y el Callao, se podrían habilitar en forma conjunta y con un proyecto progresivo, extensas ciclovías de dos o más carriles, así como espacios para competencias reguladas de circuito BMX y similares. 

En fin, el uso de la bicicleta  es una moda que ya llegó para quedarse; tenemos dos opciones, aprovecharla al máximo y convertirla en una herramienta del desarrollo o permitir que se convierta en un problema ciudadano más.

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