martes, 28 de julio de 2015

Seguridad Ciudadana. La policía y el serenazgo. Parte 2.



Hace unas semanas me enteré que en el año 1987, mediados del primer gobierno del señor Alan García, muchos policías fueron despedidos, se reunificaron las tres ramas de la policía y se hicieron ingresar, como administrativos a no menos de 25,000 personas que pertenecían al PAIT, programa (aprista y populista) de apoyo al ingreso temporal. Menos de un año después y luego de unos pocos meses "de preparación" esas personas fueron uniformadas, armadas y sacadas a patrullar las calles; así que alrededor de un 25 % de nuestros efectivos policiales de la actualidad vienen de oficios menores y que de labor policial propiamente dicha y de seguridad ciudadana, "desconocen mayormente". Quedaron, sin embargo algunos muy buenos oficiales de profesión, que hacían lo que podían con el personal bajo su mando y que, en el segundo gobierno del señor García recibirían la más terrible cachetada a su dignidad, al comprobar que del total de reos en cárcel, que bastante trabajo les había costado capturar y poner a disposición del aparato judicial, el señor García había decidido liberar a cerca de un 30 % de ellos, por que sí, porque podía y porque quiso. Pero el señor Fujimori no se quedó atrás. Luego de la exitosa captura del señor Abimael Guzmán, por Benedicto Jiménez, Marco Miyashiro y un excelente equipo de inteligencia y sólo porque no habían coordinado con el presidente ni con Montesinos, la captura del siglo, porque en el momento de la captura el primero se encontraba pescando en una playa del norte y el segundo recibiendo un relajante masaje de la pollito, se desarmó el GEIN y a sus valiosos miembros de inteligencia se les envió a provincia y a labores administrativas. Paralelamente se habían saqueado los depósitos de la Caja de Pensión Militar y Policial. Y como última gracia, en la actualidad se mantienen los sueldos de hambre, la falta de equipamiento y una desmoralización de todo el personal, que sobrevive vendiéndose a las empresas que los usan como vigilantes particulares o guardaespaldas personales. Entonces, ahora sí cabe la pregunta: ¿Y dónde están los policías?

A menudo escuchamos  a algunos alcaldes distritales "decir" que invierten enormes sumas de dinero en casetas de vigilancia, en chalecos antibalas, en el blindaje de camionetas, en modernas cámaras de vigilancia, en abultadísimas planillas de efectivos de serenazgo, todo eso y un poquito más para protección de los asustados vecinos. Éstos terminan por creerlo y pasan por caja pagando los recibos de arbitrios; pero por su propia cuenta siguen gastando en seguridad personal, comprando armas que no saben usar y que en el momento preciso se les caerán de sus manos temblorosas; pagando religiosamente sus cupos de extorsión que ya se convirtieron en pagos mensuales como el agua, la luz y, por supuesto, la cosa sigue en aumento, la policía sigue sin estar en donde debe, en el momento adecuado, y los numerosos ministros del interior siguen balbuceando estupideces que nadie entiende.

El Serenazgo, esa costosa institución que pagan los ciudadanos, fue creada por el alcalde de San Isidro, Carlos Neuhaus Rizo-Patrón, a principios de los 90  y, en verdad, ya no debería existir. La Policía Nacional del Perú debería hacerse cargo de la seguridad de las ciudades, mediante un cuerpo especial de policía metropolitana, a cargo de las alcaldías provinciales, con delegaturas a las alcaldías distritales. La pregunta es. ¿Están preparados los alcaldes para tamaña responsabilidad? Yo creo que no.

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