miércoles, 4 de noviembre de 2015

EXPROPIÁNDONOS LA CIUDAD.


Una verdadera vergüenza lo que está sucediendo en la calle Félix Dibós de Magdalena del Mar, en nuestra cada vez más violentada y asquerosamente encementada ciudad de Lima. Sin consulta vecinal ni aviso previo, la autoridad municipal local está arrasando con las áreas verdes de dicha zona, la razón: “necesidad” de construir un tercer carril para el tránsito vehicular. Se argumenta que la otrora zona residencial de Magdalena del Mar se está convirtiendo en una zona de alto tránsito y para ello se requiere de más ancho de vía para la circulación de su majestad, el vehículo. Además de ser un despropósito urbano, un arboricidio imperdonable y un atropello a los ciudadanos, esta descabellada medida responde a un interés mezquino de preparar el terreno, mediante la aparente solución a la futura necesidad de una creciente carga vehicular, para el inminente cambio de zonificación, que permita la erección de edificios de más de 9 pisos, en una zonificación original de baja densidad, con alturas permitidas de hasta 4 niveles. ¿Cuál podría ser el interés de dicha medida, revestida de modernidad? Pues que existe alguien que está cobrando por entregar indebidas licencias de construcción en zonas en las que jamás debieron permitirse tamaños estropicios. ¿Es esto legal? De ninguna manera. ¿Se debería permitir? NO. ¿Qué hacer? Lo primero sería presentar una masiva denuncia ciudadana ante la opinión pública y mediante una acción de amparo exigir la inmediata paralización de la obra. Pero, además, en este caso concreto, ¿por qué callan los medios de comunicación, otras veces tan locuaces y acusadores?

Lo curioso es que, tampoco, ninguna entidad seria y representativa está opinando al respecto, habiendo tenido que haberlo hecho desde hace rato. Existe un evidente abuso de autoridad, un irrespeto a las propias normas municipales metropolitanas, un atentado al medio ambiente y un avasallamiento a los ciudadanos y sus derechos urbanos. Lo que está haciendo la municipalidad de Magdalena del Mar es expropiar los espacios públicos, destruir las áreas verdes, que por naturaleza son inalienables y degradar la calidad de vida de los habitantes de dicha zona, todo ello con evidentes intereses particulares. ¿Existe un verdadero estudio de impacto vial de la zona que justifique la medida ordenada y ejecutada con inusual violencia? ¿Existe un estudio de impacto ambiental que asegure que el cambiar aire purificado, gracias a los árboles ahora ya no existentes, por ruido y aire contaminado, es lo mejor que le puede pasar a los residentes de dicha zona? No creo. ¿Y entonces? Cabe la pregunta: Si no es a los ciudadanos, ¿a quién carajo pertenece la ciudad? En todo caso, jamás al alcalde y menos a sus amigos, financistas o socios, los inversionistas inmobiliarios.